Martín Lutero (1438-1546) no necesita mayor presentación. Apasionado creyente, profundo teólogo alemán y ex fraile agustino. Odiado por algunos y amado por otros. Excomulgado de la iglesia católica romana por sus constantes y profundas críticas a su doctrina y práctica, lo que lo llevó a ser cabeza de la conocida Reforma protestante del siglo XVI, de la cual aún recibimos y seguiremos recibiendo su potencia y pasión por el evangelio de Jesucristo.
Sobre la grandeza literaria de Lutero se ha dicho:
«Lutero dinamiza la exégesis insertándola en la historia y le asigna el papel de instrumento para criticar el sistema de doctrinas. Sus trabajos exegéticos cobran así una palpitante actualidad.»
Hoy en día tenemos acceso a comentarios exegéticos de connotados autores, pastores y teólogos, pero nada se compara al tipo de lectura que encontramos en teólogos reformadores apasionados del siglo XV y XVI como Lutero. El contexto en el cual debieron vivir, su pasión por la justificación por la fe sola, sin añadidos, y su saturación bíblica, hicieron que sus escritos sean definitivamente particulares y manantiales únicos de fe, muy difíciles de igualar, para el lector de hoy.
En estas 539 páginas que comentan los 6 capítulos de la epístola a los Gálatas, Lutero no esconde nada. Se introduce en la profundidad doctrinal de la justificación por la fe sola como un cirujano disecta un cuerpo adentrándose hasta los huesos, y lo hace bello al corazón del creyente para que «prestemos atención a este artículo», sin extraerlo de la contingencia de la iglesia local, pues es bello ver cómo, a raíz de una controversia en la iglesia, Pablo abraza el evangelio que lo abrazó a él y lo aplica a la controversia particular que estaba teniendo lugar en la iglesia de Galacia.
¿Qué estaba sucediendo en ese momento histórico? Sabido es que la salud espiritual de la iglesia católica romana y la enseñanza anabaptista, entre otras sectas por esos siglos, no eran de lo mejor (dicho con mucha bondad). Lutero describe así tal escenario: «Cuando de nuevo considero la infinita y horrible profanación y abominación que siempre se ha enseñado en la iglesia de Dios, y que hasta el día de hoy no cesa de enseñarse contra esta única y cimentada roca, la sostenemos, es el artículo de nuestra justificación…». Ellos aseveran «que la obra de Dios depende de la virtud de la persona» e «insisten en las obras que presumen manifiestan la virtud del ser humano». Pero lo particular y contingentemente hermoso para nosotros hoy es que este contexto abominable, al igual que en tiempos de Pablo en el siglo I, no le fue indiferente como a muchos a lo largo de la historia. ¿Por qué? Porque este contexto abominable se halló cara a cara con un corazón que amaba, valoraba, necesitaba y abrazaba la justicia cristiana como lo más bello de su vida; la sola justificación por la fe para vivir: «…porque en mi corazón reina este único artículo, solo la fe en Cristo. Él es de quien, y por quien y hacia quien, todos mis estudios teológicos, día y noche, recurren de continuo». A lo que Lutero responde: «…me veo obligado a despojarme de toda vergüenza, y ser osado sin medida».
En un paralelo sin igual entre las contingencias históricas de la iglesia en la época de Pablo y en la de Lutero, en 1531 este último expone sus 41 disertaciones sobre la epístola a los Gálatas en la Universidad de Wittenberg surgiendo así este comentario publicado por primera vez en latín en 1535, con una sola meta: «…incitar a todos mis hermanos en Cristo a contrariar las artimañas y la malicias de Satanás . . . sin embargo, no publico mis pensamientos sobre esta Epístola en contra de estas personas, sino para nuestra propia gente . . . pues los formulé (con gran esfuerzo) solo para aquellos a quienes el apóstol mismo escribió esta Epístola — los perturbados, afligidos y tentados, los desdichados gálatas en la fe».
El centro del asunto para Lutero era que tales doctrinas «piensan, enseñan y defienden la misma cosa en contra de Cristo» alejando del centro a «Cristo nuestra única esperanza». Allí yacía el centro del problema para Lutero y para Pablo en Galacia. ¡Qué paralelo más hermoso! Pablo levantando a Cristo porque había algunos sectarios que impedían que la salvación llegara libremente al gentil y ponían grilletes de esclavo a los que ya eran salvos. Por esa razón Pablo, de principio a fin, nos quiere decir que no se trata «de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre», la justicia cristiana o de la fe. Pablo y Lutero ante «los falsos maestros que habían oscurecido esta justicia de fe», se proponen «establecer la doctrina de la fe, la gracia, el perdón de pecados o la justicia cristiana a fin de que podamos tener un perfecto conocimiento y ver la diferencia entre justicia cristiana y todas las otras clases de justicia», para que (parafraseando a Lutero) todo el pueblo de Dios pueda vivir vidas que confían y viven su justicia en Cristo, es decir, conecta la justicia pasiva de Cristo con el contexto histórico y la vida diaria de todos los creyentes de todas las épocas, con un lenguaje propio de Lutero.
Como Lutero mismo dijo de sus disertaciones sobre Gálatas («…me avergüenzo que mis comentarios tan áridos y sencillos puedan colocarse sobre un apóstol tan valioso…»), así mismo me atrevo a decir que cualquier comentario positivo a este libro es como colocar una rosa marchita y decolorada en un hermoso e inmenso racimo de rosas rojas. Este es un comentario altamente recomendado: primero, para adentrarse en las profundidades de la justicia de Cristo y ser saturado bíblicamente por su gracia. Segundo, para ser transportado de la terrena realidad caída a los manantiales de la justicia cristiana, verso a verso. Tercero, para ser llevado de esa profundidad a la realidad histórica del siglo XV y XVI y la forma en que ella dialoga con la Biblia. Cuarto, para contextualizar dicho artículo de la fe a las realidades de nuestro siglo XXI. Quinto, para ver cómo la justicia por la fe permea cada aspecto de nuestra vida cotidiana y nos lleva a atesorar el evangelio por sobre cualquier otra cosa, para así persuadir al mundo de este regalo maravilloso. Sexto, ¿en qué se diferencia este de otros comentarios sobre Gálatas? Debo alertar y prevenir al lector de que este comentario contiene un mayor nivel de detalle, mayor profundidad teológica, y mayor cantidad de información histórica que el promedio de los comentarios, y por lo tanto, lo considero un comentario para ser usado en preparación de estudios y sermones y no como un comentario de lectura sencilla. Séptimo, finalmente, debo comentar el excelente nivel de la traducción, lo que permite una lectura fluida.
El Comentario sobre la Epístola a los Gálatas. Martín Lutero. Mediador Ediciones, 562 páginas (apéndices incluidos).
Nota: El presente volumen es una traducción hecha por el Dr. Haroldo Camacho a partir de una versión inglesa publicada en 1575).