Este artículo es parte de la serie ¿Cuál es la diferencia?, publicada originalmente en Desiring God.
El matrimonio y la aventura. ¿Cómo encajan? ¿Son amigos o rivales? ¿El anillo de matrimonio abre la puerta a una misión o termina en un callejón sin salida de aburrimiento doméstico? ¿El «sí, quiero» inicia una búsqueda épica o la finaliza?
Como yo lo veo, existen tres perspectivas principales sobre cómo el matrimonio y la aventura se relacionan: el matrimonio termina la aventura; el matrimonio completa la aventura, y el matrimonio significa aventura.
La perspectiva que tomemos dará forma no sólo a nuestra experiencia del matrimonio, sino que también a nuestro entusiasmo por adentrarnos en los llamados únicos que Dios le da a esposos y a esposas. La urgencia de liderar y seguir a menudo levanta o derriba nuestro sentido de aventura. La feliz jerarquía cuerpo y cabeza florece en la búsqueda.
La aventura del matrimonio
El matrimonio termina la aventura. Esta es la visión del matrimonio «de la vieja atadura»: la soltería es una tierra mágica de potencial sin límites, sin trabas de los compromisos pactuales. Soltero significa libre. Y el anillo de bodas, aunque disfrazado de oro y diamantes, ata el matrimonio. Es una trampa. Amarrar el nudo te deja aislado en la monotonía del deber doméstico.
En esta visión, el casado pasa su vida con lo que hay, constantemente encadenado a lo que pudo haber sido. De este modo, el matrimonio paraliza las aventuras de la vida.
El matrimonio completa la aventura. La historia se repite ad nauseam. Es algo como esto. Un héroe tiene una búsqueda épica que completar: un dragón contra quien pelear, una medalla que ganar, una casa que comprar, una escalera que escalar, una plataforma que construir. Alguien especial sigue sus pasos, pero el romance debe esperar porque sería una distracción de la misión. Sólo una vez que haya concluido la búsqueda, el héroe siente que ha logrado lo suficiente para echar raíces.
Aquí la carrera, los sueños, los objetivos nunca deben someterse al yugo. El matrimonio compite con la aventura; por lo tanto, sólo puedes completar la aventura. Ella es un trofeo que alzar después del triunfo. Él es una corona que usar en el desfile de conquista. Esta visión hace del matrimonio no un fundamento sobre el cual construir, sino que el toque final para decorar. Un anillo será una adición final para la habitación de trofeos una vez que las paredes estén casi forradas,
El matrimonio significa aventura. Quizás el poeta Homero expresó mejor esta visión en su libro La odisea:
Porque nada en verdad hay mejor ni más rico en venturas
que marido y mujer cuando unidos gobiernan la casa
en un mismo sentir: los malévolos penan, se gozan
los que quieren su bien y ellos mismos alcanzan renombre
sin igual1.
En esta espléndida visión, el matrimonio no sólo significa aventura; es un medio crucial para la aventura. Ella no es (meramente) un premio, sino que una compañera (sí, una corona, pero más una compañía). Ella lo ayuda a completar la búsqueda. Como Gandalf, el matrimonio empuja a las parejas a la puerta principal a un camino lleno de aventuras.
La búsqueda del anillo
Por lo tanto, lector, ¿cuál visión del matrimonio encaja con el contorno de tu imaginación? Ya sea que estés soltero o casado, recién casado o lleves décadas, tu visión de cómo el matrimonio se conecta con la misión tiene consecuencias que harán eco a lo largo de la eternidad.
Las primeras dos visiones dominan nuestro tiempo. Están en todas partes. Sin embargo, ¡cuán grande es el abismo que yace entre esas distorsiones y la visión bíblica del matrimonio! En las páginas de las Sagradas Escrituras, el matrimonio significa aventura. Dios lo llama a existencia para la misión, de trabajo y bien común; de hecho, para la desesperación de los enemigos y el deleite de los amigos.
No obstante, debido a que somos constantemente catequizados por las visiones antiaventuras, es probable que hayan formado tu visión del matrimonio. Por lo tanto, vale la pena clarificar: si el matrimonio es el medio de la aventura, ¿qué es esa aventura? ¿Para qué lo hizo Dios? Considera cuatro aspectos distintos (pero superpuestos) de la misión del matrimonio.
1. La grandiosa aventura
Para comenzar, ¿cuál es el fin principal del matrimonio? ¿Para qué lo hizo Dios? Bien, el matrimonio comparte la misma respuesta con todas las cosas relacionadas al hombre (ya sea, instituciones, gobiernos, herramientas o arte). El fin principal del matrimonio es ayudar al hombre a glorificar a Dios al disfrutarlo para siempre. La gloria por medio de la alegría es la grandiosa aventura del matrimonio.
Pero vale la pena ir un poco más allá. ¿Cómo sirve el matrimonio a la búsqueda de disfrutar a Dios?
En primer lugar, el matrimonio cuenta la grandiosa historia del amor de Dios. Cada unión de un marido con su mujer es un libro ilustrado vivo del romance pactual de Cristo y su novia (Ef 5:22-33). Dios cuenta las mejores historias, y Él no está contento con contar su más grande historia sólo una vez. Él no sólo será todo; Él será todo en todo. Por tanto, Él vuelve a contar su grandiosa historia por medio de la subhistoria de cada matrimonio (piadoso). Dios escribió la Gran Historia primero. Cristo y su novia son la original. Y luego, Él creó la imagen del matrimonio para manifestarle al mundo el drama del héroe que mata al dragón para ganar a su novia y así poder reinar con ella para siempre.
En segundo lugar, el matrimonio nos ayuda a liberarnos para disfrutar más a Dios al hacernos más santos, que es el requisito feliz para ver al Señor (Heb 12:14). En esto, el matrimonio imita el objetivo de Cristo por su novia (Ef 5:25-27). El pacto provee un fundamento para una amistad espiritual estable en el cual tanto hombres como mujeres trabajan para descubrir lo que Tim Keller denomina «el yo glorioso»; es decir, la persona que Dios ha diseñado que seas: semejante a Dios, inmensamente feliz, revestido con las pesadas vestiduras de la gloria (2Co 4:16-18).
De este modo, los matrimonios fieles proporcionan una muestra de la plenitud trinitaria: amor, santidad y felicidad. El matrimonio es un medio dado por Dios para ir más arriba y más adentro.
2. La aventura general
Bajo el estandarte brillante de la grandiosa aventura, Dios ha encargado a todos los matrimonios emprender dos aventuras más específicas. Llamemos a la primera la grandiosa aventura, Dios le extendió esta búsqueda a la primera pareja:
Dios los bendijo y les dijo: «sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra» (Génesis 1:28).
¡El alcance de esta comisión te deja sin aliento! Aquí tenemos un mandato cultural que hace que todas las epopeyas y todas las búsquedas de ficción palidezcan en comparación. La misión original de Dios para nosotros tiene tres componentes:
- Tener muchos pequeños que lleven mi imagen a todas partes.
- Realzar y enriquecer la bondad intrínseca de mi mundo.
- Ser reyes y reinas sobre mis criaturas menores.
¡Qué aventura!
El hombre no podría completar esta misión solo. La fecundidad requiere de otro. Después de ponerle nombres a los animales adecuados a sus naturalezas, Adán sabía que necesitaba, pero que carecía, de una ayuda para cumplir con la enorme misiva de Dios. Dios entonces creó a la mujer como una ayuda (Gn 2:19-24). La aventura general exige a ambos marido y mujer, pero no de la misma manera. No son elementos intercambiables. Él está orientado al jardín, la tierra de la cual vino. Ella está orientada al jardinero, el hombre del que vino. El hombre necesita ayuda; la mujer suple la necesidad (1Co 11:9). Juntos, y sólo juntos, son adecuados para la misión. La aventura requiere dos: tanto cuerpo como cabeza.
3. La gran aventura
Dios nunca revocó su misión original, pero cuando el nuevo Adán llegó al poder, avanzó con una nueva comisión:
Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:18-20).
El Rey Jesús envía a su pueblo a la gran aventura de declarar su nombre donde no lo conocen, llevando su autoridad donde se le oponen y mostrando su belleza donde no lo atesoran. A raíz de su triunfo total sobre los poderes cósmicos de la oscuridad y al pisotear la muerte en tierra, el recién coronado Rey de reyes emite un manifiesto del Reino a sus ciudadanos. «Todo aquello con lo que me tentó el dios de este mundo, se lo he quitado. Tengo dominio. Las naciones son mías. Anda y reclámalas. Convoca a mis elegidos de los confines del mundo para que vengan al banquete de mi boda. Lleven mi nombre y empuñen mis palabras».
La general y la grande avanzan en armonía. Y aunque los solteros con mentalidad de Reino desempeñan un rol crucial en la gran aventura (1Co 7:32), el matrimonio permanece siendo el medio normativo de Dios logrando ambas misiones. Los hombres piadosos y las mujeres piadosas hacen matrimonios piadosos con el fruto de hijos piadosos. Esas familias piadosas forman iglesias piadosas que florecen en comunidades piadosas con una cultura piadosa. Y esos puestos avanzados piadosos extienden su gozo piadoso por tierras y mares. De ese modo, el Evangelio marcha hacia adelante al compás de los himnos cantados en las mesas familiares. Avanza a medida que parejas fieles atraviesan campos y continentes con gracia en su sangre y gozo en sus huesos.
A Dios le encanta que los matrimonios centrados en Cristo sean desproporcionadamente fructíferos en la edificación de su Reino. El matrimonio fue hecho para esto.
4. Las aventuras dadas
Bajo el estandarte de la grandiosa, la general y la grande, que todos los matrimonios comparten, cada uno tiene una aventura dada: una búsqueda, misión o esfuerzo particular, una papel único que Dios escribió para ese matrimonio tiene que desempeñar. Lejos de terminar sueños, el matrimonio los hace posible.
Mi esposa y yo tenemos una declaración de propósito que rige todo lo que hacemos:
Nuestro propósito es magnificar la gloria del Dios trino al disfrutar completamente de Él y al trabajar por el gozo de todas las personas en el Rey Jesús como la única fuente de verdad, bondad y belleza.
Aunque podrías cambiar la redacción, este estandarte rige todo matrimonio. Es nuestro intento de capturar la grandiosa, la general y la grande. No obstante, el propósito puede ser cumplido de un millón de maneras, de mil millones de maneras mientras haya personas que Dios creó. Por lo tanto, tenemos que ser más específicos. ¿Cómo exactamente Dios ha equipado a nuestra familia (con deseos, dones y sueños) para cumplir ese propósito? ¿Cuál es nuestra aventura dada? Después de mucha oración, discerní:
Nuestra búsqueda feliz es forjar el lenguaje de la imaginación —con toda habilidad y capacidad subcreativa, en todas sus formas y con todo el poder encantador— para despertar el gozo como una señal que apunte al Dios trino.
En resumen, nuestro objetivo es encender un deseo por Dios con palabras adecuadamente hermosas. Esta búsqueda combina a la perfección mi profundo amor por las palabras y la subcreación con las habilidades de contar historias de mi esposa y su respaldo infatigable. He luchado con la redacción (como era de esperar) a lo largo de los años, pero esta ha sido nuestra aventura de casi una década. Si Dios quiere, entregaremos el resto de nuestras vidas a este camino. Es la búsqueda de los Manley.
Discierne tu búsqueda
Hermano, como la cabeza, tú estableces la dirección. ¿Has abrazado las grandiosas, generales y grandes aventuras reveladas en la Palabra de Dios? ¿Has discernido la aventura dada que Dios tiene para ti? Si estás casado, ¿cómo puede ayudar ella si no tienes ambiciones santas por las que luchar? Si aún no te casas, no hay mejor manera de encontrar una buena ayuda que una aventura dada (y un hombre en una misión es muy atractivo). Si no conoces tu búsqueda, pídele a Dios que te guíe. ¿Qué habilidades (confirmadas por otros) Él te ha dado para perfeccionar y administrar? ¿Qué buenos deseos encienden tu corazón?
Atesora esto e intenta escribir una oración que capture la misión de tu familia. Escríbela con lápiz mina, sabiendo que Dios podría cambiarla si quiere. Deja que consejeros sabios influyan en ella. Pruébala. Invita a tu esposa a pulirla y hermosearla. ¡Y luego pasa tu vida en ese camino!
Dios diseñó todo el asunto del matrimonio para ser salvaje e incómodamente aventurero. Así como con Gandalf, los cuentos y las aventuras brotan dondequiera que se encuentran los matrimonios piadosos. Siempre ha sido así, y ese es el punto.
