Durante todo este mes, compartiremos contigo una serie de devocionales llamada Treintaiún días de pureza. Treintaiún días de reflexión sobre la pureza sexual y de oración en esta área. Cada día, compartiremos un pequeño pasaje de la Escritura, una reflexión sobre ella y una breve oración. Este es el día diecinueve:
Ustedes han oído que se dijo: “No cometerás adulterio.” Pero Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace pecar, córtala y tírala; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno (Mateo 5:27-30).
En el contexto de la pureza sexual, Jesús establece un desafío radical. «Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo». Entendemos que Jesús no estaba hablando literalmente, pero esto no indica que esté sugiriendo algo ridículo. Cuando lo acusamos de ser exagerado, minimizamos la fuerza de sus palabras y quizás nos estamos dando una escapatoria. Sin embargo, Jesús está haciendo una pregunta muy seria en este texto: ¿amas tu pecado sexual lo suficiente como para ir al infierno por él?
Si estás comprometido a batallar contra el pecado, necesitas comprometerte a deshacerte de aquellas cosas que te llevan a pecar. No juegues con el pecado cuando debes estar huyendo lejos, muy lejos de él. Si tu iPhone te lleva a pecar, córtalo; si tu computador te lleva a pecar, arráncalo. Como una parte integral de tu compromiso con la pureza sexual, como un medio para obtener la victoria, toma una medida radical contra tu pecado. ¿Qué te está pidiendo Dios que cortes o que arranques?
Padre, oro para que pueda tener la valentía y la integridad para tomar una medida radical. No me dejes jugar con el pecado. No me dejes continuar probando el pecado y actuar sorprendido cuando me doy un festín. Impide que alguna vez piense a la ligera de cualquier pecado que requirió el sufrimiento y la muerte de Jesucristo. Muéstrame dónde están mis patrones de pecado incrustados tan profundamente que necesito cortar algo o sacar algo por mi propio bien y para tu gloria.