¿Recuerdas haber participado, cuando eras niño, del viejo juego en el que tu maestro de Escuela Dominical te daba un versículo y el que lo encontraba primero en la Biblia ganaba? Yo sí, y también recuerdo ser víctima de la broma obligatoria: «vayan a… Ezequías 6:2. ¡SAQUEN SUS ESPADAS!». Todos nosotros abríamos en vano nuestras Biblias buscando el libro de Ezequías, solo para darnos cuenta demasiado tarde de que habíamos sido engañados.
Bueno, solo me engañan una vez: en la siguiente ronda estaba determinado a no ser engañado nuevamente. Así que un minuto después cuando el líder gritó: «Zacarías 9:9. ¡YA!». Solo me quedé ahí con una sonrisa burlona, satisfactoria y presumida en mi rostro, absolutamente seguro de que no existía tal libro.
Hoy, después de nueve años en el pastorado, finalmente sí sé que existe un libro llamado Zacarías (y también Sofonías, Nahúm y Habacuc también). Pero seamos honestos: los Profetas Menores no son exactamente los libros a los que la mayoría de los predicadores acudimos. Existen razones para ello, y para ser perfectamente honesto, no son mis libros favoritos. No escogería predicar una larga serie sobre ellos, ni de Zacarías. Pero aun así, después de haber predicado (rápidamente) los doce Profetas Menores completamente, creo que existen muy buenas razones para no desaprovecharlos, además del vital hecho de que son Escritura y, por tanto, provechosos en todas las maneras en que la Palabra de Dios siempre es. Por lo tanto, déjame darte cuatro razones por las que debes predicar al menos una corta serie de Zacarías en particular.
Primero, Zacarías es el más importante de los Profetas Menores
Sé que Jonás es el que obtiene más crédito, pero Zacarías es el más largo de los doce y, en mi opinión, también es el más rico, el más elegante y el más Cristológico también. Los primeros cristianos aparentemente pensaron así también, porque citaron a Zacarías en todas partes en el Nuevo Testamento.
«Mira tu Rey viene a ti, humilde y montado en un asna»; «Y ellos le pesaron treinta monedas de plata»; «Mirarán a aquel que traspasaron»; «Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño se dispersarán»: todas ellas son famosas frases que vienen de Zacarías. Y son solo el comienzo.
Aparte de esas frases, existen 67 otros lugares en el Nuevo Testamento donde se cita o se alude a Zacarías. Apocalípsis es más influenciado por Zacarías que por cualquier otro Profeta Menor. Los autores del Nuevo Testamento vieron a Jesús en todas partes en Zacarías, lo cual es razón suficiente por sí sola para que nosotros como predicadores le pongamos un poco de atención.
Segundo, Zacarías es un capítulo tremendamente importante en la historia que se despliega en la Biblia
Eso (digamos) no es tanto el caso de los otros Profetas Menores. En la mayoría de los Profetas Menores, se pueden rastrear, mencionar o aludir importantes del Antiguo Testamento: reinado, sacerdocio, templo. No obstante, Zacarías en realidad lleva a adelante esos temas de maneras en las que no lo hemos visto.
Toma Zacarías 6:9-15, por ejemplo, donde Josadac el sumo sacerdote, ¡de repente es coronado rey! Es un momento muy escandaloso porque a lo largo del Antiguo Testamento, el rey y el sumo sacerdote habían sido dos cargos diferentes en Israel, nunca eran confundidos o unidos. Sin embargo, aquí, Zacarías profetiza que, al final, un hombre será Sacerdote y Rey. Combina esto con la visión de Zacarías 12-14 del Rey divino siendo herido en lugar de su pueblo, y comenzarás a ver cómo la silueta de Jesús toma forma con una extraordinaria claridad, podría decirse que más clara que en ninguna otra parte del Antiguo Testamento.
Tercero, Zacarías está elegantemente escrito y estructurado, y predicarlo le enseñará a tu congregación cómo entender y no temerle a los Profetas Menores
Muchos cristianos abarcan a los doce Profetas Menores con un sentido de que son solo como un plato de espagueti de juicio con albóndigas mesiánicas lanzadas por aquí y por allá. Sin embargo, Zacarías tiene una maravillosa estructura: dos grandes partes centradas en «El sacerdote coronado» (1-8) y en «El rey sacrificado» (9-14), que funcionan más como una espada que como un plato de espagueti. Hay una estructura, un margen y un punto para el libro, un peso y un equilibrio, y servimos inmensamente a nuestra congregación cuando le ayudamos a ver y a entender esa realidad.
Cuarto, predicar Zacarías ayudará a tu congregación (¡y a ti!) a glorificarse en nuestro Rey por la obra que Él ha hecho para salvarnos
La verdad es que a veces el punto del pasaje bíblico no es realmente decirnos que hagamos algo, sino más bien dejarnos atónitos ante lo que Dios ha hecho por nosotros. Eso nos molesta a veces, por supuesto, porque naturalmente queremos actuar.
Por otra parte, el mensaje completo del Evangelio es que no podemos actuar para nuestra propia salvación; Dios lo hace todo por nosotros. Ese es el mensaje de Zacarías y mi oración es que a medida que lo leemos y lo escuchamos, nuestros corazones nuevamente queden asombrados por lo que Dios ha hecho por nosotros en Jesucristo, el Sacerdote coronado, el Rey sacrificado y resucitado.