A lo largo de su historia, la iglesia ha luchado con el concepto de lo que lo se llama el «estado intermedio», la situación en que estaremos entre el momento que muramos y el momento en que Cristo consume su Reino y cumpla las promesas que confesamos en el Credo de los Apóstoles. Creemos en la resurrección del cuerpo. Nosotros creemos que habrá un momento en que Dios reunirá nuestra alma y nuestro cuerpo, y que tendremos un cuerpo glorificado tal como Cristo salió de la tumba como «el primogénito de los muertos». Entretanto, ¿qué sucede?
La visión más común ha sido que, en la muerte, el alma parte inmediatamente a estar con Dios y hay una continuidad de la existencia personal. No hay una interrupción de la vida al final de esta vida sino que, cuando morimos, nuestra alma continúa viva.
Sabemos de aquellos que han sido influenciados por la idea de la denominada psicopaniquia, más conocida como el sueño del alma. La idea es que al morir el alma parte a un estado de animación suspendida. Permanece dormida, en un estado inconsciente, hasta que sea despertada en el momento de la gran resurrección. El alma aún está viva, pero está inconsciente, de manera que no es consciente del paso del tiempo. Creo que esta conclusión ha sido extraída inadecuadamente a partir de la manera eufemística en que el Nuevo Testamento habla de la gente muerta como si estuviera dormida. La expresión judía común de que se hallan «dormidos» significa que están disfrutando la tranquilidad reposada y pacífica de aquellos que han pasado más allá de las luchas de este mundo y han entrado en la presencia de Dios.
Sin embargo, la enseñanza general de la Escritura, aun considerando el Antiguo Testamento, muestra que el seno de Abraham era visto como el lugar de la vida venidera, y hay una noción persistente de continuidad. Pablo lo señaló de la siguiente manera: vivir en este mundo es bueno; la cosa más grande que podría suceder es participar de la resurrección final. Sin embargo, el estado intermedio es aun mejor. Pablo dijo que se hallaba atrapado entre dos cosas.
Por un lado, su deseo era partir y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor, y por el otro, tenía el deseo de permanecer vivo y continuar su ministerio en esta tierra. Sin embargo, el juicio del apóstol en cuanto a traspasar el velo de muerte y llegar a ese estado intermedio es mucho mejor que este nos da una pista, junto con una gran cantidad de otros pasajes. Jesús le dijo al ladrón en la cruz: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso». La imagen del rico y Lázaro en el Nuevo Testamento (Lc 16:19-31) me indica que hay una continuidad de la vida y la conciencia en este estado intermedio.
Tomado de ¡Qué buena pregunta! Copyright © 1996 por R.C. Sproul.