Mark Twain dijo una vez: «cuando yo tenía 14 años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarlo. Pero cuando cumplí los 21, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años».
Esta no es solo una cita graciosa; es una profunda verdad. La verdad es esta: los padres sabios no actúan con el fin de obtener el aplauso de sus hijos inmaduros y necios. Ellos llevan a cabo lo que saben que es verdadero y correcto; y creen que, con el tiempo, sus hijos llegarán a la misma conclusión. El rey Salomón lo dijo de esta manera en Proverbios 22:6: «Instruye al niño en el camino que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él».
Lo que Mark Twain y Salomón asumen es que los padres saben lo que es bueno y correcto. Ellos conocen el camino por el que van. Sin embargo, no podemos asumir lo mismo en la tercera década del siglo XXI.
Por lo tanto, al tener eso en mente, me gustaría darte ocho acciones a considerar a medida que crías a tus hijos en el camino por el que ellos deben ir. Estas ocho cosas no forman una lista exhaustiva; es una lista limitada, personal y subjetiva. Esta lista está compuesta con ocho de los elementos esenciales que usamos para criar a nuestra familia. Sin duda, gran parte de lo que te diré nació desde el fracaso; no desde el éxito. La verdad viene por medio de la Palabra de Dios (Jn 17:17), pero te contaré nuestra experiencia con el fin de que sepas que esto no es algo teórico preparado en un laboratorio. No he llegado a ser un experto en estas cosas. Te las digo porque he pasado por la escuela de la vida y me han otorgado un doctorado.
Asimismo, no quiero proponer esta lista como una fórmula; es decir, si haces esto, tus hijos resultarán ser de cierta manera. He visto padres que han hecho todo mal y sus hijos resultan ser educados, piadosos y grandes personas. He visto padres que hicieron todo ciñéndose a las reglas, y aun así, sus hijos resultaron ser rebeldes, impíos e improductivos. Todo esto se trata de depender en un 100 % de la gracia de Dios. Por supuesto, esto no significa que ustedes no contribuyan nada en el éxito o en el fracaso de sus hijos. Sin embargo, hago hincapié en que somos completamente dependientes de la gracia soberana de Dios. Esto debe humillar al padre orgulloso y animar al desanimado.
Lo que estoy a punto de contarte es la experiencia de la familia Moore. Mi familia no es tu familia. Tu familia es única; no intentes ser otra. Lee estos puntos con un ojo criterioso y aplícalos por gracia a medida que te identifiquen. Espero que haya un par de cosas que puedas aplicar a tu familia. Algunos de los principales errores que he cometido en la crianza, vienen al intentar comparar las mismas cosas entre mi familia y otras familias a las que vi hacer bien las cosas. No hagas eso.
Así que, a continuación, les comparto los ocho puntos, sin un orden particular, a excepción del punto 8, que es el más importante.
1. Usa palabras expresivas con una frecuencia fastidiosa con el fin de comunicar amor
Habla con tus hijos y hazles saber que los amas y los adoras completamente. Como 1 Tesalonicenses 5:11 dice: «Por tanto, confórtense los unos a los otros, y edifíquense el uno al otro, tal como lo están haciendo». Aplica este principio en casa. Anima a tus hijos en gran manera simplemente al decirles todo el tiempo que los amas.
No puedo decirte la cantidad de personas que se han sentado en mi oficina para pedir consejo, que han dicho: «mi padre nunca me dijo que me amaba», o que dirían algo como esto: «mi padre nunca me dijo que me amaba, pero yo sabía que sí porque me mostró que me amaba. Sin embargo, me habría gustado que me lo hubiera dicho más seguido». O incluso si el padre hubiera dicho las palabras «te amo», el hijo aún permanece en la larguísima búsqueda de ganar la aprobación de su padre. Sienten que han fallado en complacer a su papá. Todo esto se puede evitar si usas palabras expresivas con una fastidiosa frecuencia para comunicar amor.
Tomemos el más grande ejemplo de padre: Dios el Padre. Mientras miraba desde el cielo a su Hijo, su único Hijo, en múltiples ocasiones (su bautismo, su transfiguración), Él dijo pública y desvergonzadamente: «Este es mi Hijo amado en quien me he complacido». «Este es mi Hijo amado en quien Yo estoy complacido».
Así es como nuestro Padre celestial expresa su amor por su Hijo. Si vamos a ser padres piadosos, entonces necesitamos expresar nuestro amor a nuestros hijos. Nuestro Padre no nos deja con dudas respecto a si Él nos ama o no. Él nos muestra que nos ama y demostró su amor en que mientras aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
Pero también Él nos dijo con palabras que nos ama. Hay 1189 capítulos en la Biblia; y simplemente, Él continúa diciéndolo una y otra vez.
¿Cómo se aplica esto prácticamente? Dile a tus hijos frecuentemente que los amas. Esto podría ser desafiante si sientes que eres de «la vieja escuela» y no tan expresivo. Bien, «la vieja escuela» es una mala escuela para esta instancia. Ser callado y reservado no tiene nada que ver con expresar amor.
A lo largo del tiempo, si no le expresas amor a tus hijos, puede tener un efecto destructivo. Las personas se preguntan todo el tiempo qué pueden hacer para que sus padres estén complacidos con ellos. Te puedo decir lo que puedes hacer para corregir ese problema: usa palabras expresivas con una fastidiosa frecuencia para comunicar amor.
Mi papá nunca tuvo un padre, pues se fue cuando él tenía seis años. Mi papá era el único niño sin un padre en el pueblo. No tenía un modelo frente a él en lo absoluto. He escuchado a tipos que son malos padres culpar a sus malos padres, pero yo digo que eso es una tontería. Mi papá no tenía idea de cómo ser papá. Todo lo que él sabía era que amaba a sus hijos, y lo decía todo el tiempo. Él decía: «te amo. Agradezco ser tu papá. Estoy orgulloso de ti». Cada noche antes de ir a dormir, él ponía su mano en mi cabeza, me daba un beso, y me decía que me amaba. Él decía todo lo que debía decirme cada día.
Por lo tanto, cada día, dile a tus hijos que los amas. Es algo piadoso para hacer.
2. Usa acciones creativas con espontaneidad entusiasta para crear recuerdos
Casi dejé este punto fuera porque no es tan espiritual. El punto es, «¡diviértete!». Eclesiastés 3:4 dice: «[Hay un] tiempo de reír, […] y tiempo de bailar». La familia es el lugar donde esto se debe ver más. Si el cielo es el lugar del gozo, ¿no deberíamos modelar esto en el hogar? El hogar debe estar lleno de gozo. Si tu único énfasis en la crianza es lo que tus hijos no pueden hacer, si tu casa es un lugar en donde nunca hay diversión, ¿debiera extrañarnos que se vayan de casa cuando son mayores para divertirse?
En nuestra familia, hemos creado tradiciones. Por ejemplo, el 4 de julio, vamos a Manhattan todos con la misma playera Old Navy. Luego, nos tomamos fotos bobas con extraños. Hemos tenido tradiciones de lectura bíblica. Cada año, en la noche previa al Día Inaugural de las Grandes Ligas de Béisbol, sin importar dónde estemos, nos sentamos y vemos El campo de los sueños como lo hacíamos cuando eran niños. Les envío postales a mis hijos. Jugamos torneos de minigolf. Cuando tradiciones como estas se convierten en parte de una familia, esto es lo que comunica: «esta familia es de gran importancia para mí y es un gozo divertirme con ustedes».
Hacemos estas cosas para crear una atmósfera de diversión y regocijo. No requiere mucho dinero. Puedes sacarle más partido a un juego de lucha libre en la cama que a mil viajes a Disney World. Mi padre siempre me dijo que los mejores eventos en la vida no son planeados, son baratos, si no gratuitos, y son unos de los más grandes deleites en la vida.
Recuerdo que hace muchos años, una noche durante la época navideña, decidimos ir a cantar villancicos de Navidad, solo nosotros. Hasta hoy mis hijos recuerdan eso. No fue planeado; no nos costó ni un centavo, pero ellos recordarán cosas como esa para siempre. Cuando lo estás pasando bien, realmente no te das cuenta de lo bien que lo estás pasando. Cuando pasa, desaparece. Es trabajo de papá conmemorar y llamar la atención hacia eso como algo importante, con agradecimiento a Dios. Quiero demostrarles a mis hijos que es algo importante porque estamos juntos. Por lo tanto, usa acciones creativas con espontaneidad entusiasta para crear recuerdos.
3. Usa la oración ferviente con firme persistencia para expresar humildad
Es un punto bastante simple: los humildes oran; los orgullosos no lo hacen. Si quieres hijos humildes, entonces tú quieres ser humilde porque Dios da gracia a los humildes. Por tanto, debes orar. Ora con ellos, ora por ellos, y enséñales a orar. Cuando alguien está enfermo, debemos tomarnos un tiempo en el lugar donde estamos y orar. Con frecuencia, llevaba a uno de mis hijos conmigo a las visitas a hospitales para orar por alguien que estaba enfermo. Antes de disciplinar a tus hijos, ora con ellos. Ora antes de dormir. Ora 1 Tesalonicenses 5:17: «sin cesar», porque la oración ferviente y efectiva del justo puede lograr mucho. Si un niño crece en un hogar donde la oración es algo de lo que solo se habla y nunca se hace, entonces, ¿por qué piensas que el niño llegará a ser alguien que ora?
La oración no es solo el medio por el cual se nos conceden nuestras peticiones; es también la manera en que tenemos comunión con Dios. En 1976, a mi hermano le diagnosticaron cáncer. Puedo recordar la manera en que mis padres lidiaron con eso (agradezco a Dios, mi hermano hoy está bien y vivo). La investigación sobre el cáncer en esos días no era lo que es hoy, así que nuestra familia estaba aterrada. Sin embargo, recuerdo la manera en que ellos oraron, cómo clamaron a Dios. Mi papá era locutor de radio, por lo que a menudo le pedían que fuera y hablara en iglesias, normalmente, iglesias pequeñas en el área rural de Pensilvania. Cada vez que iba y hablaba, él iba al baño de hombres, se arrodillaba e inclinaba su rostro hacia el suelo, clamando a Dios diciendo: «Oh, Dios, por favor, ayúdame esta noche mientras hablo». No sería igual a mi padre hoy, teológicamente hablando, pero vi a un hombre dependiente de Dios en oración.
No quieres solamente que tus hijos te vean como alguien que finge orar o que solo habla de la oración. No puedes fingir por mucho tiempo. Al contrario, necesitas usar la oración con el fin de expresar humildad.
4. Usa el preciado tiempo con una urgencia estratégica para minimizar el pesar por el tiempo perdido
La vida, como el fútbol, es un juego cronometrado. Moisés dice en el Salmo 90:12: «Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría». Si la vida es un juego cronometrado, entonces es un juego rápido. Podrías llegar a los 70 años y si Santiago llama a eso un vapor, entonces, ¿cuán corto es el tiempo que tienes con tus hijos? ¿Cuán corto es el tiempo en el que realmente tienes influencia sobre ellos? Tus hijos volverán a visitarte, pero no volverán a vivir contigo.
Nosotros hicimos escuela en casa con nuestros hijos, no porque tuviéramos miedo de las escuelas públicas de la Ciudad de Nueva York o con propósitos educacionales, sino que por una razón: realmente nos gustaba pasar tiempo con ellos. Cuando nos dimos cuenta de cuánto de nuestro día lo llevábamos lejos de ellos, simplemente los queríamos tener más tiempo cerca.
«Un don del Señor son los hijos» (Sal 127:3). Si no sacas provecho de los pocos segundos que tienes con ellos, despertarás un día como Tevye en El violinista en el tejado:
¿Esta es la niña que cuidaba? ¿Ese es el niño juguetón? Cuán rápido ellos dos crecieron desde ayer. […] Alba, ocaso. Y los días se van.
Viene el día cuando tus hijos no querrán que papá duerma en su cama (o que ya no te van a pedir jugar G.I. Joes). Tenemos pequeñas ventanas de oportunidad. Te arrepentirás de desperdiciar este tiempo. Por lo tanto, usa tu tiempo lo mejor que puedas cuando sus corazones sean flexibles, cuando amen a sus papás. No digas que lo dejarás para otro momento, pues ellos crecerán y se irán. Saca provecho del tiempo que tienes con tus hijos.
5. Usa el agradecimiento sincero con contentamiento pacífico para así enseñar sobre la providencia
Creo que lo más valioso que tenemos es el conocimiento práctico de la providencia de Dios. Me pregunto cómo las personas que no creen en la soberanía de Dios (tanto sobre lo bueno como sobre lo malo) no pierden la cabeza. ¿Por qué debería funcionar algo si todo es al azar?
No obstante, nosotros creemos que Dios está a cargo, que Dios da y que Dios quita. Enséñale a tus hijos el valor práctico de descansar en su providencia al ser tú agradecido. Ten un corazón agradecido y conténtate, en especial cuando las cosas no salen como tú quieres. Furia, enojo, impaciencia, queja y crítica son lo opuesto a esto. «La ira del hombre no obra la justicia de Dios» (Stg 1:20). Escucha a tus hijos hablarse entre ellos y ve si hablan como tú. Tuve que corregir cómo mis hijos se hablaban entre ellos mientras admitía y me arrepentía de las maneras en que yo había hablado con crítica y enojo.
Lo que me ayudó en esta área fue entender esta simple, pero al mismo tiempo, profunda verdad: el Evangelio es para los creyentes. El Evangelio no es solo el medio por el cual somos salvos, es el medio por el cual crecemos. «Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, así anden en Él» (Col 2:6).
Cada aspecto de la vida cristiana está sujeta al Evangelio. Yo era un hombre enojado e impaciente, pero un cambio dramático vino a mi corazón cuando me di cuenta de que el Evangelio es para los creyentes. Las cosas no siempre irán bien todo el tiempo. Cuando no van bien, tienes una oportunidad maravillosa frente a ti. Es una prueba de Dios para que demuestres a tu familia que confías en Él y en su providencia, y que harás todo con sincero agradecimiento.
6. Usa la hospitalidad gozosa sin la menor murmuración con el fin de mostrar cómo hacer el bien a otros
«Sean hospitalarios los unos para con los otros, sin murmuraciones» (1P 4:9). Nuestro hogar a menudo está abierto a toda la iglesia. Hubo más noches en las que personas que no eran parte de nuestra familia durmieron en nuestra casa que noches en las que estuvimos solos. Nos gusta tener invitados en nuestra casa; nos gusta tener visitas. Exponer a nuestros hijos a visitas de misioneros y pastores de todas las partes del mundo ha sido maravilloso.
Sin embargo, ¿qué pasa cuando las visitas no saben cuándo irse? ¿Qué pasa cuando alguien rompe algo? Entonces, tenemos que preguntarnos a nosotros mismos: «¿realmente quiero mostrar hospitalidad sin quejarme?». Ahí tienes la oportunidad de mostrarles a tus hijos el amor de Cristo. Estas personas están aquí como nuestros invitados y por eso les mostramos hospitalidad para la gloria de Cristo. Aceleramos en nuestros hijos el crecimiento de hacer el bien a otros al permitirles participar en la hospitalidad.
Hace poco, ayudamos a unas personas que tenían escala en Nueva York y que necesitaban un lugar donde quedarse. Pero cuando aparecieron en nuestra puerta, descubrimos que también tenían un perro. En más de 25 años, ¡nunca habíamos tenido un perro dentro de nuestra casa! Así que, ¿qué íbamos a hacer? Por la gracia de Dios, mostramos hospitalidad sin queja, incluso cuando era algo fuera de nuestra zona de comodidad.
Esto es fácil de predicar en teoría, pero difícil de hacer en la práctica. No obstante, cuando pensamos en cómo nuestro Padre celestial nos ha dado la bienvenida, tenemos la oportunidad de mostrarles a nuestros hijos este tipo de amor desinteresado. Quizás ellos deban ceder sus camas y dormir en el suelo. Tal vez tengan que trabajar duro para preparar la comida y lavar los platos. La hospitalidad es una gran manera de enseñarles a nuestros hijos a hacer el bien a otros.
7. Disciplina con consistencia fiel con el fin de erradicar la necedad
Un par de versículos de Proverbios:
- «La necedad está ligada al corazón del niño, pero la vara de la disciplina lo alejará de ella» (22:15).
- «No escatimes la disciplina del niño. Aunque lo castigues con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol» (23:13-14).
- «El que evita la vara odia a su hijo, pero el que lo ama lo disciplina con diligencia» (13:24).
- «La vara y la reprensión dan sabiduría, pero el niño consentido avergüenza a su madre» (29:15).
Déjenme decir un par de cosas aquí. Mi esposa y yo no hicimos un buen trabajo de disciplina con nuestros hijos hasta que leímos el libro de Tedd Tripp, Cómo pastorear el corazón de tu hijo. Hasta ese punto, habíamos usado todo mecanismo manipulador del mundo con el fin de disciplinar a nuestros hijos. «Voy a contar hasta tres» o «estás haciendo que papá se ponga triste» o «te prometo que te disciplinaré ahora»
Puedes hacer amenazas vacías («si sigues haciendo eso, te llevaré a casa»), pero cuando lo haces, en realidad, no le estás enseñando a tus hijos a obedecer.
Esto fue lo que funcionó para nosotros. Les preguntaba: «¿sabes lo que hiciste mal?». Ellos decían: «sí, no saqué la basura». Yo decía: «¿sabes lo que voy a hacer ahora?». Ellos decían: «sí, vas a disciplinarme». Después, los sentaba en mi regazo y oraba por ellos.
¿Por qué hacer eso? ¿Para estar a cargo? No. ¿Para sacar tu propia frustración y enojo de tu sistema? No, nunca. Haces esto para erradicar la necedad.
8. Usa el Evangelio práctico con aplicaciones personales con el fin de reproducir discípulos
Si sumaras la importancia de todo lo que he dicho hasta ahora, no sería tan importante como este último punto. Muéstrales cómo obra la gracia de Dios. Les muestras a tus hijos cómo hacer cosas: matemáticas, básquetbol, cómo manejar, etc. Así que enséñales cómo obra la gracia de Dios. Ellos necesitarán la gracia de Dios cuando tú hayas muerto y te hayas ido. Así que enséñales el Evangelio: que Cristo murió conforme a las Escrituras, que fue sepultado y resucitado. Y enséñales las implicancias del Evangelio. Enséñales lo que significa ser salvos. Evangelízalos. Luego enséñales cómo el Evangelio es para la santificación y el crecimiento. Enséñales tu necesidad del Evangelio.
Estas son las principales cosas que quisiera que recordaras: cuando peques contra tu familia (y lo harás), debes llamar a una reunión familiar. Necesitas decir: «acabo de hacer algo pecaminoso. Le hablé a su madre de una manera que la Biblia dice que no debo. Quiero que sepan que le he confesado esto al Señor y Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Sin embargo, quiero que sepan que lo que acaban de verme hacer es pecado, y quiero que me perdonen. No tengo excusas. No lo hice porque estaba cansado o por alguna cosa que su mamá haya hecho. No es un hábito que tenga. Soy orgulloso y pecador; soy culpable. Me arrepiento y tomaré medidas para no repetirlo. En pocas palabras, niños: su papá es pecador y necesita gracia. Necesito a Jesucristo».
Nosotros, como hijos, a veces miramos a nuestros padres y les decimos: «no pueden equivocarse». Sin embargo, no somos perfectos. Por lo tanto, desde el principio, que tus hijos no sean decepcionados cuando te equivoques. Deja que digan: «amo a mi papá, pero amo más a mi Salvador. Amo a ese campeón. Amo a quien perdona a los pecadores. A Él es a quién recurro. Mi papá no es perfecto, pero depende de quien sí lo es».
Es hipócrita pedirles cuentas a tus hijos por sus pecados, pero nunca admitir los tuyos. Su problema es que tú eres su padre y Adán es tu padre. Ellos necesitan ver el Evangelio vivido con el fin de vivirlo. Si no estás viviendo el Evangelio ante ellos, entonces, ¿por qué esperaríamos que se arrepintieran o fueran cualquier cosa menos manipuladores? Si te presentaras a ti mismo a tus hijos como una persona que es siempre perfecta o que siempre tiene una excusa, entonces, adivina, tus hijos siempre fingirán ser perfectos o siempre tendrán una excusa. Si les dices que eres pecador y que necesitas el Evangelio, entonces verán y, por gracia, un día seguirán el modelo de ir a Cristo con sus pecados.
Necesitamos disciplinar a nuestros hijos para la gloria de Dios. También necesitamos enseñarles misericordia. «Porque el juicio será sin misericordia para el que no ha mostrado misericordia. La misericordia triunfa sobre el juicio» (Stg 2:13). Necesitamos mostrarles el Evangelio a nuestros hijos.
Tus hijos crecerán en una casa que funciona en base al desempeño o en una casa que funciona en base a la gracia. Si crecen en una casa que funciona en base al desempeño, entonces, serán hipócritas o rebeldes. Si crecen en una casa que funciona en base a la gracia, serán discípulos que buscan la gracia de Dios.
En 50 años, cuando alguien les diga a tus hijos: «cuéntame sobre tu papá», habrá muchas cosas que dirán que serán vergonzosas de tu legado. Pero más que cualquier cosa, lo único que quisieras que ellos digan es que su papá fue un cristiano, que amó a Jesús, obedeció a Jesús y priorizó el Reino de Dios; que era un hombre humilde y que cuando se equivocaba nos apuntó a todos a Jesucristo.
Mucho después de que estés muerto, eso es lo que quieres que tus hijos digan cuando le cuenten a otros sobre su papá.