Este artículo es parte de la serie Cómo orar publicada originalmente en Crossway.
Fidelidad a través de espinos
Cada uno de nosotros fue creado para trabajar, para glorificar a Dios mientras cultivamos las bendiciones del orden creado y aportamos valor a otros por medio del trabajo de nuestras mentes, corazones y manos. Sin embargo, sabemos que debido a la rebelión y al pecado de la humanidad, el trabajo que estamos llamados a hacer nos saluda cada lunes por la mañana con un sinnúmero de espinos y cardos. Podríamos luchar profundamente con nuestro trabajo, nuestros lugares de trabajo y nuestros compañeros portadores de imagen que encontramos en nuestras responsabilidades vocacionales. Sin embargo, es en y por medio de nuestros trabajos que somos llamados a proveer para nuestras necesidades materiales, a adorar a Dios, a ser formados espiritualmente, a encarnar y a proclamar el Evangelio, y a vivir la gracia común para el bien común.
Con corazones humildes y expectantes, clamamos a nuestro Creador y Redentor: Señor Jesús, enséñanos a orar. Enséñanos a orar por nuestro trabajo; a orar mientras hacemos nuestro trabajo, y a orar por aquellos con quienes trabajamos.
¿Estás luchando con la motivación de hacer correctamente tu trabajo para el bien de los demás y para la gloria de Dios?
Ora: Señor Jesús, te agradezco por el regalo de la gracia del trabajo. Recuérdame que trabajo ante la audiencia de Uno y que la mayordomía de mi trabajo importa. Ayúdame a abrazar mi trabajo con diligencia. Bendice el trabajo de mis manos y confórmame para crecer más y más a la imagen de Cristo. Ayúdame a ver que una de las principales maneras en las que te adoro así como también amo a mi prójimo, tanto como al que tengo cerca como al que tengo lejos de mí, es por medio del trabajo que realizo cada día (2P 1:10).
¿Estás confundido sobre cuál es la mejor manera de navegar por una decisión difícil en tu lugar de trabajo?
Ora: Señor Jesús, cuánto necesito tu divina sabiduría para que me guíe en las decisiones confusas e inciertas que enfrento en mi trabajo. Concédeme, en tu gracia, sabiduría sobrenatural. Recuerdo la promesa de tu Palabra que dice que si me falta sabiduría, puedo pedírtela, Señor, y tú me la darás generosamente (Stg 1:5).
¿No te gusta tu trabajo? ¿Te da pavor ir a trabajar?
Ora: Señor Jesús, estoy luchando por hacer mi trabajo hoy. Pareciera que estoy atrapado en un trabajo sin salida. Los días pasan muy lentamente y a menudo me siento aburrido y carente de realización. Abre mis ojos para ver mi trabajo desde tu perspectiva, como una adoración que te desea y te honra. Ayúdame a practicar tu presencia mientras trabajo. Anima mi corazón y mi mente recordando las palabras de Pablo a lo largo de mi día para regocijarme siempre, orar sin cesar y dar gracias en toda circunstancia (1T 5:16-18).
¿Estás lidiando con un jefe, colega o empleado difícil?
Ora: Señor Jesús, sabes que me está costando mucho amar a esa persona en el trabajo. Sus palabras y acciones insensibles son tan hirientes y dolorosas. Realmente quiero evitarla y, a veces, quiero tomar represalias contra ella. Señor, guarda mi corazón de la amargura y del resentimiento. Fortaléceme para buscar maneras de bendecirla, para vencer el mal con bien y buscar su florecimiento (Ro 12:17-19).
¿Te sientes ansioso y desanimado por tu subempleo o por buscar un nuevo trabajo?
Ora: Señor Jesús, calma mi ansioso corazón. Padre celestial, ayúdame a confiar en ti como mi proveedor y protector. Me has prometido que según tu divina voluntad, cuando pida se me dará; cuando busque, encontraré; y cuando toque a la puerta, se abrirá. Señor, abre una puerta para mí. Dame la fortaleza para continuar buscando oportunidades de trabajo diligentemente y concédeme favor a los ojos de otros (Mt 7:7-11).
Esperanza futura
En este mundo caído, el trabajo que somos llamados a hacer y los lugares de trabajo en los que estamos serán una mezcla de lo bueno, lo malo y lo feo, pero debemos recordar que un día, en el cielo nuevo y la tierra nueva, nuestro trabajo será llenado de gozo y deleite en una realidad sin pecado. El apóstol Pablo infunde nuestros espinosos mundos de los lunes con una esperanza que arrebata el alma.
Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (2Co 4:17-18).
Cultivemos la presencia de Jesús en nuestros lugares de trabajo y veamos los espinos y cardos de nuestro trabajo a la luz de la gloria que está por venir.