Cava más profundo
¿Cómo puedes cavar más profundo en la Palabra de Dios? ¿Entenderla mejor? ¿Aplicarla bien? Ten en mente estos catorce principios fundamentales de estudio bíblico cuando la leas.
1. Comienza con oración
Comenzar con oración podría parecer obvio, pero es increíblemente importante. J. C. Ryle escribió sobre un pasaje difícil de la Biblia: «toda porción de la Escritura que sea como esta debe abordarse con profunda humildad y ferviente oración pidiendo la enseñanza del Espíritu». Ese es un buen consejo para acercarse a textos complicados. No obstante, asimismo, es buen consejo en cualquier momento que te acerques a la santa Palabra de Dios. Este tipo de oración tradicionalmente se denomina «oración de iluminación», que normalmente se enfoca en pedirle al Espíritu Santo que te ayude a entender y aplicar correctamente las Escrituras inspiradas por el Espíritu. Por ejemplo, podrías usar o adaptar esta oración: «Espíritu de Dios, sé que tu Palabra inspirada es una lámpara para mis pies y una luz para mi camino. Renueva mi mente para entender estas palabras, ablanda mi corazón para amarte y fortalece mi voluntad para seguir tus caminos».
¡Ora antes de leer!
2. Continúa orando
Deja que la Palabra de Dios te guíe en oración. Por ejemplo, después de la oración de Jesús en Mateo 11:25: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios e inteligentes, y las revelaste a los niños», agradécele porque Él te ha revelado su «buena voluntad» (Mt 11:26, NVI); ¡alábalo porque tú, por medio de la fe, eres hijo de Dios! También podrías orar directamente una oración de la Biblia, como el Padre Nuestro. O escribir tu propia oración con base en cualquier pasaje que acabas de leer. Por ejemplo, después de leer los ayes de Jesús a los escribas y fariseos en Mateo 23, ora para que Dios te proteja de los falsos maestros, para que te mantenga humilde y para que te recuerde lo que más importa.
Deja que la Escritura guíe tus oraciones.
3. Mira hacia Dios
A menudo, cuando vamos a la Biblia, nuestro objetivo es la aplicación: «¿cómo debemos vivir a la luz de lo que hemos aprendido?». Esto es bueno, pero, antes de que llegues ahí, vuelca tu atención hacia arriba: ¡hacia Dios! Haz y responde preguntas como la siguiente: ¿qué me muestra este pasaje sobre Dios y su carácter? ¿Qué hace o dice, ama u odia Dios en este pasaje? ¿Qué motiva a Dios a hacer lo que hace?
Cuando leas la Palabra de Dios, mira hacia Dios.
4. Mantén a Cristo en el centro
¿Cómo definirías el Evangelio? Échale un vistazo al resumen que Jesús le hizo a sus seguidores:
Después Jesús les dijo: «Esto es lo que Yo les decía cuando todavía estaba con ustedes: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre Mí está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos». Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito, que el Cristo padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día; y que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Ustedes son testigos de estas cosas (Lucas 24:44-48).
Para Jesús, el Evangelio se basa en el Antiguo Testamento; es testificado en la historia; está centrado en su sufrimiento, muerte y resurrección, y es proclamado a las naciones, por lo que requiere una respuesta: arrepentimiento de pecado y recepción, por medio de la fe, del perdón de los pecados.
Según Jesús, el Evangelio sobre Jesús es el centro interpretativo unificador de la Escritura. Por lo tanto, a medida que lees, siempre hazte esta pregunta: ¿de qué manera esta sección declara, reflexiona o aplica el Evangelio?
5. Busca temas bíblico-teológicos
La Biblia no es un grupo inconexo de dichos e historias que se juntaron aleatoriamente, sino que es un gran relato de la obra de Dios en la historia de salvación. Por lo tanto, cuando leas el Nuevo Testamento, debes estar consciente de que la historia que presenta (¡el Mesías ha llegado!) se construye sobre el Antiguo Testamento (el Mesías vendrá). Temas fundamentales incluyen el reino; el éxodo y el exilio; el sacerdote y el templo, y el pacto. Estos temas, y otros como esos, se desarrollan progresivamente. Siguen una trayectoria histórica (p. ej.: la promesa de Dios de bendecir a las naciones se cumple a medida que la iglesia hace discípulos de todas las naciones), pero también incluye conexiones tipológicas (p. ej.: Jesús es el Cordero de Pascua, cuya sangre derramada nos salva de la ira de Dios) y conexiones analógicas (p. ej.: Jesús es mayor que el templo, porque Él es el Gran Sumo Sacerdote, que se sacrifica a sí mismo por los pecadores y es la presencia permanente de Dios en la tierra y en el pueblo de Dios).
Tu tarea al leer (¡una tarea complicada a veces!) es considerar cómo estos temas bíblico-teológicos podrían estar presentes en el pasaje que estás leyendo y, como resultado, cómo podrían conectarse con el Evangelio de Jesucristo.
6. Escucha la línea melódica
En música, una línea melódica es la melodía dentro de la melodía; esto es, una sucesión de notas que crean un sonido distintivo. Esas notas se repiten regularmente y traen unidad a la canción. Cada libro de la Biblia tiene su línea melódica única, y nuestra tarea como lectores es encontrar esas notas puestas por el autor, comprenderlas y descubrir por qué se tocan juntas. Piensa en las notas principales como las palabras clave y la línea melódica como los temas principales. Por ejemplo, una posible línea melódica para el evangelio de Marcos podría ser: levántate y sigue al Hijo. La palabra «Hijo» es una palabra clave, una con la que Marcos comienza: «Principio del evangelio de Jesucristo el Mesías, Hijo de Dios» (Mr 1:1) y a la que él continúa regresando en puntos estratégicos. A medida que leemos este evangelio, aprendemos que Jesús es el Hijo de Dios, el Hijo de David y el Hijo del Hombre. El tema de la identidad de Jesús es importante para Marcos. Por lo tanto, también lo es el tema del discipulado, por consiguiente, la primera parte de la línea melódica sugerida: «levántate y sigue». A lo largo de las páginas de este evangelio, Jesús llama a las personas a que lo sigan, y Él detalla lo que eso significa (p. ej.: negarse a sí mismo, amar a otros). Prácticamente, conocer la línea melódica nos ayuda a entender mejor cada pasaje porque entendemos cómo se relaciona al tema global de un libro.
Entonces, a medida que lees, mantén tu oído atento. Escucha la línea melódica.
7. Rastrea el argumento
No todos los libros del Nuevo Testamento presentan un argumento lineal y lógico, como es el caso de muchas de las cartas de Pablo. No obstante, hacer conexiones lógicas entre las secciones de un libro y dentro de los párrafos y las oraciones, puede ayudar a entender el mensaje del autor. Existen muchas maneras de rastrear un argumento para encontrar la fluidez de un pensamiento. Una sugerencia común es, primero, aislar la idea o afirmación y, segundo, notar las conjunciones y preposiciones e intentar darle sentido a su relación con la idea. Por ejemplo, en Efesios 5:18-21, después de que Pablo ofreciera un mandamiento («no se embriaguen con vino») y la razón para hacer caso a ese mandamiento («en lo cual hay disolución»), él presenta la oración principal: «sino sean llenos del Espíritu». En el siguiente versículo, él explica algunas maneras específicas de ser llenos del Espíritu y/o de expresar que el Espíritu está obrando. Pablo presenta cuatro oraciones subordinadas u oraciones de apoyo:
a. «Hablen entre ustedes con salmos, himnos y cantos espirituales»;
b. «cantando y alabando con su corazón al Señor»;
c. «den siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre»;
d. «sométanse unos a otros en el temor de Cristo».
Por supuesto, no todas las frases o secciones de la Escritura están escritas de una manera tan lógica, pero a medida que leemos, debemos buscar encontrar cómo un autor ha elaborado su mensaje y debemos esperar identificar y comprender cómo cada párrafo se relaciona a los que lo preceden o le siguen.
8. Lee con lentes de amor
En su obra clásica De Doctrina Christiana (Sobre la doctrina cristiana), Agustín dijo que el objetivo de la interpretación bíblica está determinada por la «regla de fe» de la iglesia; es decir, nuestra comprensión de la Escritura siempre tiene que estar guiada por nuestro amor a Dios y al prójimo. Puesto de otra manera, si pensamos que un texto está diciendo algo que nos aleja del amor, entonces tenemos la interpretación equivocada. Por supuesto, la dirección de Agustín está basada en la respuesta de Jesús a la pregunta: «¿cuál es el gran mandamiento de la ley?» (Mt 22:36), concretamente:
Y Él le contestó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y primer mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas» (Mateo 22:37-40).
Todo el Antiguo Testamento («toda la ley y los profetas») —y nosotros podemos agregar todo el Nuevo Testamento también (ver lo que Pablo dice sobre el cumplimiento de la ley en el amor en Romanos 13:8-10)— debe leerse con lentes de amor. Por supuesto, las leyes de Dios (no robar, no cometer adulterio y así sucesivamente) son leyes de amor: la manera en que amamos a Dios y a otros es por medio de guardar todas sus leyes.
¡Por lo tanto, déjate guiar por la ley del amor de Dios!
9. Deja que la Escritura interprete la Escritura
Debido a que creemos que «toda Escritura es inspirada por Dios» (2Ti 3:16), esperamos que el registro bíblico de personas y eventos históricos sea preciso, su narrativa cohesiva y su teología coherente. Una de las grandes verdades redescubiertas en la Reforma Protestante fue Scriptura sacra sui ipsius interpres, que se traduce del latín como «la Sagrada Escritura es su propia intérprete». ¡La Escritura interpreta la Escritura! El principio es que usamos secciones explícitas o claras de la Escritura para ayudarnos a entender más implícitamente una sección menos clara.
A medida que lees la Biblia, deja que la Biblia misma te ayude a entender su significado y aplicación apropiada.
10. Deja que tu lectura de la Biblia te transforme
Leer la Biblia debería transformarnos. Antes de que Pablo escribiera: «Toda Escritura es inspirada por Dios» en 2 Timoteo 3:16, él enseña que «las Sagradas Escrituras» pueden «dar[nos] la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús» (2Ti 3:15). Dicho de otra manera, la Biblia está diseñada para darle a sus lectores la fe salvífica.
Ese es uno de sus objetivos. El otro es instruirnos «en justicia» y equiparnos «para toda buena obra» (2Ti 3:16, 17). La lectura bíblica debe fortalecer nuestra fe, equipar y animarnos a vivir la fe en la iglesia y en el mundo.
Por lo tanto, debemos ser «hacedores de la palabra y no solamente oidores [¡o lectores!]» (Stg 1:22).
11. Piensa en los lectores originales
Es fácil, pero erróneo, leer la Biblia y pensar que todo lo que un autor le dice a su audiencia original está escrito para ti hoy. A veces, un texto es aplicable directamente. Debemos amar a nuestros prójimos hoy tanto como los primeros seguidores de Jesús lo hicieron en su tiempo. Sin embargo, en otras ocasiones, el autor, o un personaje en la narrativa del autor, se está dirigiendo sólo a su primera audiencia. Por ejemplo, cuando nuestro Señor predice la destrucción del templo en su Discurso de los olivos y luego ordena: «entonces los que estén en Judea, huyan a los montes» (Mt 24:16), Él quiere decir que los cristianos judíos que viven en o cerca de Jerusalén en el 70 d. C. deben huir por sus vidas y esconderse en los montes cuando los romanos vengan a la ciudad. Y la siguiente orden: «El que esté en la azotea, no baje a sacar las cosas de su casa» (Mt 24:17) ¡no tiene nada que ver contigo, tu casa y algún plan de escape!
Si buscamos interpretar la Biblia correctamente, nuestra interpretación debe estar basada en la intención original del autor (u orador) para sus lectores originales. El texto no puede significar algo para nosotros que no significó primero para ellos.
12. Comprende los géneros
Un género es simplemente un tipo de literatura. Algunos de los géneros prevalentes en la Biblia incluyen el narrativo, la poesía, la epístola, el proverbio y la escritura apocalíptica. Cada género viene con sus propias reglas de interpretación, ¡lo cual puede ser abrumador!
No obstante, anímate, mientras más leas la Biblia con un ojo abierto a los diferentes géneros, más comenzarás a ver que los distintos libros deben leerse de manera diferente. Por ejemplo, llegarás a entender que la escritura apocalíptica usa imágenes y metáforas como símbolos —de ese modo la representación de Jesús en Apocalipsis 1 (con «una espada aguda de dos filos» saliendo de «su boca», Ap 1:16) simboliza algo sobre Jesús como juez. En contraste, que Jesús lavara los pies de sus discípulos en Juan 13 es un registro histórico literal de un evento que ocurrió.
Entonces, cuando lees un pasaje, considera qué género es a fin de discernir lo que está enfatizando y cómo debes aplicarlo a tu vida.
13. Estudia el contexto
A medida que lees, busca entender quién escribió el libro, cuándo lo escribió, a quién lo escribió y por qué lo escribió. Ese es el contexto histórico y las introducciones del libro cubrirán esos detalles tan significativos. Asimismo, usa las notas de estudio cuando necesites arrojar luz sobre personas, lugares y eventos que distan mucho de nuestros días. Por ejemplo, cuando los evangelios hablan de «intérpretes de la ley», se están refiriendo a «expertos de la ley de Moisés» (los primeros cinco libros de la Biblia). El contexto literario también es importante. El contexto literario simplemente se refiere a lo que rodea al texto (lo que se dice o lo que pasa en los versículos previos o posteriores) y dónde se encuentra el texto en el todo del libro.
Por ejemplo, Jesús contó la parábola del hombre rico y Lázaro (Lc 16:19-31), en parte, como una reprensión y advertencia a los fariseos, de quienes Lucas nos dice que «eran amantes del dinero» y «se burlaban» de Jesús (Lc 16:14) después de que enseñó la parábola del mayordomo infiel (Lc 16:1-13), que concluye: «Ningún siervo puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y a las riquezas».
En suma, si conoces el contexto histórico y literario del pasaje, tendrás una mejor comprensión de su significado.
14. Lee en comunidad
La Palabra de Dios es para el pueblo de Dios y tiene el propósito de ser leída, estudiada y vivida en comunidad. Por tanto, como el antiguo Israel, el pueblo de Dios debe reunirse alrededor de la Palabra de Dios y ser instruido por los líderes nombrados por Dios. Después «todo el pueblo se reunió» para escuchar «el libro de la ley de Moisés que el Señor había dado a Israel» (Neh 8:1), la Biblia era leída «claramente» y explicada como los escribas iban «interpretándol[a] y dándole el sentido para que entendieran la lectura» (Neh 8:8). Y como la iglesia primitiva, nosotros también debemos dedicarnos a la «enseñanza de los apóstoles» (lo que se convirtió en el Nuevo Testamento) a medida que tenemos comunión los unos con los otros (ver Hechos 2:42). Por tanto, lleva tu Biblia a la iglesia, escucha y aprende de los buenos maestros y predicadores. Así también llévala al estudio bíblico, comparte tus pensamientos y deja que otros te ayuden a descubrir verdades que podrías haber pasado por alto.
¡A medida que lean juntos, crecerán juntos!