«En el Antiguo Testamento no hay una predicción de que el Mesías sería levantado de los muertos al tercer día, pero cuando Pablo dice que Jesús “resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Co 15:4), no se está refiriendo a una predicción: se está refiriendo al cumplimiento de estos patrones».
El Señor le dijo a Abraham que tomara a su hijo, su único hijo, Isaac, al cual amaba, y subiera al Monte Moriah para ofrecerlo allí como un holocausto. Al dejar Abraham a los hombres que lo acompañaban, les dijo: «Yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a vosotros». Evidentemente Abraham pensó que, después de sacrificar a Isaac, Dios cumpliría su promesa —de descendencia mediante Isaac— levantando a su hijo de entre los muertos —lo cual, en todo caso, parece ser lo que pensó el autor de Hebreos (He 11:17-19)—. Cuando llegaron allí, el ángel del Señor detuvo la mano de Abraham y proveyó un carnero que sustituyó a Isaac.
El hijo amado fue ofrecido y el sacrificio fue provisto «al tercer día».
Dios sacó de Egipto a la nación de Israel «con mano fuerte y brazo extendido». Los hizo cruzar el Mar Rojo y el desierto rumbo al Monte Sinaí, donde entraría en un pacto con el pueblo que había redimido para sí mismo. El Señor le dijo a Moisés que subiera al monte mientras el pueblo esperaba abajo.
Dios bajó al monte para hacer el pacto «al tercer día».
Para que David se protegiera de la ira de Saúl, el rey filisteo le concedió la ciudad de Siclag. Cuando los filisteos se reunieron para ir a la guerra, David fue excluido de las tropas y, al regresar, encontró su ciudad asolada y las mujeres y niños cautivos. David persiguió al enemigo y luchó para liberar a su mujer rescatándola de las garras de los saqueadores.
David regresó a Siclag «al tercer día».
El Señor había declarado al rey Ezequías que su vida estaba llegando a su fin: Ezequías moriría. Ezequías volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor, y el Señor le envió a Isaías para decirle que sus oraciones habían sido oídas y que sería sanado y devuelto a la vida —que no moriría de inmediato sino que viviría—.
Isaías le dijo a Ezequías que subiría a la casa del Señor «al tercer día».
Oseas le dijo a Israel que, cuando el Señor enviara al pueblo al exilio, sería como si un león matase a un hombre. Ser sacados de la tierra y de la presencia del Señor sería la muerte de la nación; una muerte violenta en las garras de un león. La muerte, sin embargo, no sería el fin.
«Nos dará vida después de dos días», declaró Oseas; «al tercer día nos levantará».
Amán manipuló al rey para que decretara la matanza de los judíos. Entretanto, Ester, una judía, se había convertido en reina. Ella tuvo la oportunidad de interceder ante el rey por la vida de su pueblo.
Ester se presentó delante del rey para rogar por la vida de su pueblo «al tercer día».
A Jonás se le encargó llamar a Nínive al arrepentimiento. Desobedeció, y tuvo que ser arrojado a lo profundo del mar para que la tormenta de la ira de Dios se calmara. Jonás fue tragado por un gran pez, y cuando clamó al Señor, el pez devolvió a Jonás en tierra seca. Luego Jonás proclamó el arrepentimiento a los gentiles, y éstos se arrepintieron.
Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez.
En el Antiguo Testamento no hay una predicción de que el Mesías sería levantado de los muertos al tercer día, pero cuando Pablo dice que Jesús «resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras» (1 Co 15:4), no se está refiriendo a una predicción. Pablo se está refiriendo al cumplimiento de estos patrones:
- Jesús es el Hijo amado y el sustituto, cumpliendo el patrón visto en Isaac.
- Jesús ha inaugurado el nuevo pacto con su sangre, cumpliendo lo ocurrido en Sinaí.
- Jesús rescató a su novia, «se llevó consigo a los cautivos, y dio dones a los hombres» (Ef 4:8), cumpliendo el patrón visto en las narraciones sobre David.
- Jesús fue restaurado a la vida al tercer día, cumpliendo lo que sucedió con Ezequías.
- La muerte de Jesús completó la ira de Dios derramada en el exilio. Jesús es el hombre que representa a la nación, y es herido mortalmente por el «león» para revivir después de dos días y ser levantado en el tercero.
- De una forma que supera ampliamente lo hecho por Ester, Jesús se ha presentado ante el gobernante supremo para interceder por aquellos que pertenecen a él.
- Y como Jonás, después de tres días y tres noches Jesús regresó y llamó a los gentiles a arrepentirse.
Todas las promesas son «sí» y «amén» en él (2 Co 1:20), todos los patrones se cumplen en él, y todos los tipos y sombras adquieren cuerpo en él.
Confesamos con los santos a través del tiempo y alrededor del mundo: Creo en Dios Padre Todopoderoso . . . y en Jesucristo, su único Hijo . . . [quien] al tercer día resucitó de entre los muertos…
¡Ha resucitado!
En verdad ha resucitado.
Ver Génesis 22:4 (Hebreos 11:19); Éxodo 19:11, 16; 1 Samuel 30:1; 2 Reyes 20:5; Oseas 5:14—6:2; Ester 4:16, 5:1; Jonás 1:17; 1 Corintios 15:4