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La oración: el arma de un guerrero
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La oración: el arma de un guerrero

En Daniel 10, el profeta recibe palabra de parte de Dios (v. 1); la visión de un conflicto cuya grandeza le aturde. Con lágrimas, ayuno y oración, Daniel se pone a buscar el significado de la visión, y por causa de ésta, lucha en oración durante tres semanas buscando conocer la voluntad de Dios. Después de las tres semanas va a la orilla del río Tigris (v. 4). Allí tiene una visión tan impresionante que apenas puede soportarla. Para empeorar las cosas (v. 10), una mano se extiende y lo toca de modo tal que sus manos y rodillas tiemblan terriblemente. La voz, entonces, dice (vv. 11-12): «Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. (…) Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido». Esto es tremendamente importante para comprender la oración. Fíjate en lo que dice: «A causa de tus palabras yo he venido». Junta eso con el verso 11: «A ti he sido enviado». Es decir, fue Dios quien lo envió. Así que el punto es que Dios responde la oración de Daniel tan pronto como éste empieza a orar tres semanas antes. «Desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras [tus oraciones]; y a causa de tus palabras [tus oraciones] yo he venido». Así que esta criatura celestial viene porque Daniel ora, se humilla delante de Dios y ayuna. Y la demora de tres semanas no se debe a que Dios haya tardado tres semanas en oír. ¿A qué se debe, entonces? Verso 13: «El príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme». La razón por la cual el mensajero de Dios estuvo retenido fue que un ser espiritual llamado «el príncipe del reino de Persia» se levantó contra él. Y la razón por la cual este mensajero angelical se libró de su opositor fue que el ángel Miguel vino a ayudarlo. De toda la Biblia, este es el ejemplo más claro de lo que algunas personas llaman un «espíritu territorial». El verso 13 se refiere a él como «el príncipe del reino de Persia». El significado natural de esta frase sería que, entre los seres sobrenaturales que se oponen a Dios, hay por lo menos uno asignado a cada territorio, o más precisamente a un reino, en este caso Persia. Probablemente su trabajo sea cegar al pueblo de Persia —evitar que accedan a la verdad y a la luz de la Palabra de Dios—. Pero este espíritu no es el único que se menciona. Observa los versos 20 y 21: «Él [el mensajero de Dios] me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá. Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe». Así que, al parecer, había un espíritu sobre Persia y un espíritu sobre Grecia. Pero parece también que Miguel, el ángel bueno, cumple una misión especial en Israel, porque al final del verso 21 dice «Miguel vuestro príncipe». El «vuestro», ahí, es plural. No es una referencia al ángel guardián de Daniel, sino al ángel guardián de Israel. ¿Cómo, entonces, debe moldear nuestro ministerio la realidad de los espíritus territoriales? Primero, debemos tomar lo sobrenatural en serio y darnos cuenta de que estamos en una guerra que no puede ni debería ser domesticada reinterpretando toda la cosmovisión bíblica para ajustarla a las visiones seculares y naturalistas del mundo. Segundo, observa que la oración de Daniel, que tuvo efectos tan poderosos en la esfera espiritual, no se enfocó en ángeles ni espíritus territoriales. En lugar de eso, él estaba luchando por la verdad y por el bien del pueblo de Dios. Se sobresaltó en gran manera cuando el ángel se le apareció. Y no sabía nada del conflicto con el príncipe del reino de Persia. Pero no es casualidad que el mensajero haya dicho que su lucha contra el príncipe de Persia duró exactamente la misma cantidad de tiempo que el ayuno y la oración de Daniel —veintiún días—. La razón de esto es que la guerra en la esfera espiritual estaba, en un sentido real, siendo peleada por Daniel en la esfera de la oración. Y esto mismo, en nuestras oraciones, sucede más de lo que lo notamos. Pero el punto es este: La oración de Daniel no hablaba de ángeles. Y probablemente, tampoco debería hacerlo la nuestra. Deberíamos luchar en oración y ayuno por las cosas que sabemos que son la voluntad de Dios para nuestras vidas, nuestras familias, nuestra iglesia, nuestra ciudad y nuestro mundo. Pero, en general, probablemente deberíamos dejarle a Dios la forma en que usará a los ángeles para que lleven a cabo su obra. Si Dios nos muestra más, lo usaremos. Pero la esencia del asunto no es conocer los espíritus sino conocer a Dios y orar en el poder del Espíritu Santo. Dediquémonos, pues, a la oración con todas nuestras fuerzas. Que el Señor haga de nosotros un pueblo que ore como Daniel.
Este artículo fue originalmente publicado por Ligonier Ministries en esta dirección.
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Un desafío para las mujeres
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Un desafío para las mujeres

Quisiera desafiar a cada mujer para:
  1. Que sus vidas enteras —cualquiera sea el llamado de cada una— sea para la gloria de Dios.
  2. Que confíen de tal manera en las promesas de Cristo que la paz, el gozo y la fortaleza que produce esa confianza en ellas llenen sus almas hasta rebosar.
  3. Que la plenitud de Dios inunde los actos de amor diarios que hacen para que así las personas que las rodean vean esas buenas obras y den la gloria a su Padre que está en el cielo.
  4. Que sean mujeres de Biblia, que amen, estudien y obedezcan la Palabra de Dios en cada área que ésta enseña; que la meditación que tienen en las verdades bíblicas sea la fuente de su esperanza y fe; que continúen creciendo en entendimiento a través de las etapas de sus vidas, sin pensar que el estudio y el crecimiento son sólo para otras personas.
  5. Que sean mujeres de oración, para que la Palabra de Dios les sea revelada, que el poder de la fe y la santidad descienda sobre ustedes y que su influencia espiritual sea cada vez mayor en el hogar, en la iglesia y en el mundo.
  6. Que sean mujeres con un profundo conocimiento de la soberanía de Dios para que eso sea el cimiento de todos los procesos espirituales que vivan; que piensen profundamente en las doctrinas de la gracia, que amen y crean aun más estas cosas.
  7. Que estén comprometidas completamente en el ministerio, sea cual sea el rol específico que desempeñen; que no desperdicien su tiempo viendo telenovelas, leyendo revistas para mujeres o realizando pasatiempos sin sentido, de la misma manera que los hombres no debieran perder el tiempo en ejercitarse excesivamente o en hacer cosas sin propósito en el garaje. Rediman su tiempo por Cristo y para su reino.
  8. Que, si están solteras, aprovechen su soltería en completa entrega a Cristo sin dejarse paralizar por el deseo de casarse.
  9. Que, si están casadas, apoyen creativa, inteligente y sinceramente el liderazgo de sus esposos siempre y cuando la obediencia a Cristo no se vea comprometida; anímenlos en el rol que Dios estableció para ellos como cabeza del matrimonio; influéncienlos espiritualmente, ante todo, por medio de la paz, la santidad y la oración.
  10.  Que, si tienen hijos, acepten la responsabilidad junto a sus maridos (o solas, si es el caso) de criarlos para que tengan su esperanza puesta en la victoria de Dios, compartiendo con sus esposos la enseñanza y la disciplina y dándoles a los niños  esa crianza y cuidado especial que sólo ustedes pueden entregar.
  11. Que no asuman que el trabajo secular es un desafío mayor o tiene una mejor utilidad para sus vidas que el sinnúmero de oportunidades de servicio y de ser un testimonio en sus hogares, en sus vecindarios, en sus comunidades, en sus iglesias y en el mundo. Que no sólo se cuestionen si se dedicarán a sus carreras o a ser madres a tiempo completo; al contrario, que consideren seriamente qué es lo mejor para el reino, ¿ser una empleada a la que le dicen qué hacer para que el negocio de sus jefes prospere o ser un agente libre para Dios que sueña cómo hacer que el negocio de él prospere con los tiempos, en los hogares y con la creatividad de ustedes? Que tomen decisiones no en base a lo que está de moda en el mundo o a las expectativas de vida de una profesional joven con dinero, sino que a lo que fortalece a la familia y a lo que hace avanzar la obra de Cristo.
  12. Que se tomen tiempo (con sus maridos, si es que están casadas) para planificar diversas formas de vida ministerial en cada etapa de sus vidas. Éstas se dividen de acuerdo a varios factores: edad, capacidad, soltería, matrimonio, oportunidades de trabajo, hijos en casa, hijos en la universidad, nietos, jubilación, etc. Ninguna etapa tiene todas las cosas buenas. La vida finita está compuesta por una sucesión de soluciones incompletas. Encontrar la voluntad de Dios y vivir para la gloria de Cristo al máximo en cada etapa es lo que trae éxito; no el que cada etapa parezca como la de otras personas o que tal etapa tenga lo que tendrá la siguiente.
  13. Que desarrollen una mentalidad y estilo de vida guerrero. Que nunca olviden que la vida es corta, que cada día millones de personas están entre el cielo y el infierno, que el amor al dinero es un suicidio espiritual, que tener como meta el ascender socialmente (mejor ropa, autos, casas, vacaciones, comida, pasatiempos) es un sustituto pobre y peligroso del objetivo de vivir para Cristo con todas tus fuerzas y de ampliar tu gozo en el ministerio a las necesidades de las personas.
  14. Que en todas sus relaciones con los hombres busquen la guía del Espíritu Santo para poder aplicar la visión bíblica de la masculinidad y la feminidad. Que desarrollen un estilo y una conducta que haga justicia al rol que Dios le ha dado únicamente al hombre de ser el responsable de un liderazgo amoroso al relacionarse con las mujeres —un liderazgo que involucra protección, cuidado e iniciativa—. Que como mujeres piensen creativamente y con una sensibilidad cultural (como debiese ser) en establecer el estilo y el tono de su interacción con los hombres.
  15. Que vean lo que la Biblia dice sobre lo que es apropiado e inapropiado para hombres y mujeres en la forma en que se relacionan, no como una restricción a su libertad, sino que como una receta sabia y amable de cómo descubrir la verdadera libertad del ideal de Dios sobre la complementariedad. No midan sus potenciales por los pocos roles que no les corresponden, sino que por el sinnúmero de roles que sí tienen. Apaguen el televisor y la radio para poder pensar sobre:

El maravilloso significado de la maternidad

El complemento que pueden ser para un hombre como su esposa

Ministerios para aquellas personas con capacidades diferentes:

■      con diferencias auditivas ■      con diferencias visuales ■      con diferencias físicas ■      con diferencias mentales

Ministerios para aquellas personas que están enfermas:

■      enfermería ■      medicina ■      cuidado de enfermedades terminales (cáncer, SIDA, etc.) ■      centros de salud

Ministerios para quienes han sido apartados por la sociedad:

■      quienes han sido dañados emocionalmente ■      quienes se están rehabilitando del alcoholismo ■      quienes se están rehabilitando de la drogadicción ■      quienes están dejando la prostitución ■      mujeres y niños que han sido abusados sexualmente ■      niños que están fuera de control o que tienen otros problemas ■      huérfanos

Ministerios para quienes están en prisión:

■      ¡cárceles de mujeres! ■      familias de encarcelados ■      rehabilitación en la sociedad

Ministerios para jóvenes:

■      enseñanza ■      discipulado ■      recreación ■      excursiones y viajes ■      consejería ■      ayuda académica

Ministerios por medio del deporte:

■      equipos del vecindario ■      equipos de la iglesia

Consejería terapéutica:

■      independiente ■      en la iglesia ■      institucional

Ministerio audiovisual:

■      composición ■      diseño ■      producción ■      distribución

Ministerio de redacción:

■      independiente ■      creación de curriculum ■      obras de ficción ■      obras de un género distinto ■      edición de textos ■      comunicación institucional ■      habilidades periodísticas para hacer publicaciones

Ministerios de enseñanza:

■      Escuela dominical: niños, jóvenes, estudiantes, mujeres ■      educación primaria ■      educación secundaria ■      educación universitaria

Ministerio de música:

■      composición ■      enseñanza ■      representación ■      voz ■      coro ■      instrumental

Ministerio de evangelismo:

■      testimonio personal ■      Grupos Bíblicos Universitarios (GBU) ■      grupos de estudio bíblico en casa ■      ministerios para alcanzar a los niños ■      grupos de visita ■      consejería en las reuniones

Ministerios de radio y televisión:

■      asistencia técnica ■      escritura ■      anuncios ■      producción

Ministerio de teatro:

■      actuación ■      dirección ■      guión ■      programación

Ministerios sociales:

■      alfabetización ■      pro-vida ■      pro-dignidad ■      vivienda ■      seguridad ■      belleza

Cuidado pastoral:

■      visitar ■      dar la bienvenida y ayudar a los nuevos ■      ser hospitalarias ■      dar comida, ropa y transporte

Ministerio de oración:

■      ¡¡¡orar!!! ■      movilizarse para grandes eventos de oración ■      ayudar con grupos pequeños de oración ■      coordinar cadenas de oración ■      promover días, semanas y vigilias de oración

Misiones:

■      todo lo que se mencionó antes, pero alrededor del mundo

Apoyo a ministerios:

■      un sinnúmero de trabajos para apoyar ministerios más grandes
John Piper © 2015 Desiring God Foundation. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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¿Por qué damos regalos de Navidad?
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¿Por qué damos regalos de Navidad?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
El miércoles abordamos el tema de Santa Claus. Hoy tenemos sobre la mesa el tema de dar regalos. Me llegó esta pregunta por correo electrónico: «Hola, pastor John. Mi nombre es Kaitlynn. Mi familia busca celebrar el verdadero significado de la Navidad y no queremos enfocarnos mucho en los regalos. Tengo dos preguntas: ¿es bíblico dar regalos? ¿Existe una mejor manera de hacerlo?».

Los regalos de Navidad

La respuesta correcta es sí: dar regalos es bíblico. Sin embargo, sí, probablemente sí existe una mejor manera de hacerlo, puesto que nada de lo que hacemos es perfecto. Siempre se puede hacer mejor. Es bueno preguntar qué aspectos de dar y de recibir son meramente culturales en nosotros y cuáles están formados por Cristo para magnificarlo a Él. Pensé que podría ser útil desarrollar una corta teología de dar regalos en Navidad al entrelazar algunos pasajes bíblicos.  Quiero hablar sobre tres pasos: Dios dándonos a nosotros; nosotros dándole a Cristo; nosotros dándonos entre nosotros y a aquellos que están en necesidad. Pienso que sería útil dar un paso hacia atrás y obtener una perspectiva bíblica sobre estas tres cosas primero y, luego, articular por qué estamos haciendo esto y por qué estamos compartiendo regalos desde una visión profundamente bíblica.

Los regalos de Dios para nosotros

Paso número uno: Dios nos da. De esta manera, un famosísimo versículo describe la Navidad: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Jn 3:16). Pablo lo describe de esta manera en 2 Corintios 8:9: «Porque conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a ustedes [esto ahora se refiere a la Navidad] se hizo pobre, para que por medio de su pobreza ustedes llegaran a ser ricos». En otras palabras, te llega un gran regalo por medio de su pobreza. El significado de que Cristo se haya rebajado para convertirse en hombre fue alzar a su familia a la gloria. Asombroso.  Luego, hay un júbilo simple, corto y espectacular en 2 Corintios 9:15: «¡Gracias a Dios por su don inefable!». La esencia misma de la Navidad incluye un desbordamiento divino de generosidad, bondad, gracia y entrega (haciendo por nosotros, dándonos a nosotros lo que nunca podríamos hacer u obtener por nuestra cuenta). El regalo supremo es Dios. Dios da a Dios, como dice en 1 Pedro 3:18: «Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios». Todo esto sucedió para que pudiéramos tener a Dios como nuestro regalo o tesoro supremo y que todo lo satisface. Al centro de la Navidad está Dios dando a Dios para el disfrute de su pueblo, al que salva dando a su Hijo para sufrir. Eso es impresionante. Es el corazón de la Navidad. 

Nuestros regalos para Dios

Este es el paso número dos: nuestra respuesta es darle a Cristo. Ahora, sé que esto es peligroso. Siento esto más profundamente que cualquier otra persona. He escrito capítulos completos sobre por qué no debemos darle a Dios: Él es el Dador, pero es bíblico. Es peligroso, en un sentido, hablar de darle a Cristo porque nuestra entrega a Cristo es un desafío a que no se vea como una retribución, como si la transacción se hiciera porque Él necesita nuestros servicios. Marcos 10:45 da esa advertencia: «Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos». Él no vino para recibir nuestro servicio, Él vino a dar su vida como un rescate por muchos. No vino a encontrar una mano de obra para satisfacer su necesidad; vino como el Siervo y el Dador. Sin embargo, la Biblia muestra a personas dándole a Cristo. Esta es la imagen en Lucas 7: la historia donde Jesús va a visitar a Simón y una mujer entra para lavarle los pies con sus lágrimas, y Simón se molestó. Jesús le dice a Simón:
[...] «¿Ves esta mujer? Yo entré a tu casa y no me diste agua para mis pies, pero ella ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me diste beso, pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite, pero ella ungió mis pies con perfume. Por lo cual te digo que sus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama» (Lucas 7:44–47).
Este fue un dar que no compró nada. No está intercambiando nada. Fue un desborde de afecto y agradecimiento por su perdón. Vemos lo mismo en Juan 12, donde María toma 300 gramos de un costoso aceite, hecho de nardo puro, lo derramó sobre los pies de Jesús y limpió sus pies con su cabello, y la casa se llenó de la fragancia del perfume (Jn 12:3). Esto molestó a Judas porque era un ladrón. Sin embargo, Jesús la defendió y dijo que era como una unción de afecto previo a su sepultura.  Por supuesto, darle a Jesús está conectado con la Navidad por los hombres sabios, ¿no es así?
Entrando en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose lo adoraron; y abriendo sus tesoros le presentaron obsequios de oro, incienso y mirra (Mt 2:11).
Parte de la adoración está en encontrar maneras de mostrar cuánto admiramos, reverenciamos y valoramos a Jesús. Parte de eso implica hacer sacrificios; esto es, vivir sin cosas, cosas valiosas, no porque Jesús las necesite, sino porque le pertenecen a Él y nosotros podemos ser felices sin ellas si lo tenemos a Él.

Nuestros regalos a otros

Este es el tercer y último paso en nuestra miniteología de dar regalos en Navidad: (1) la entrega de Dios a nosotros; (2) nuestra alegre disposición para mostrar afecto al darle a Él; y (3) ambas desbordan en dar a otros.  Una de mis expresiones favoritas de esta dinámica es la manera en que esto funciona en el corazón del cristiano en 2 Corintios 8:2 (NVI): «En medio de las pruebas más difíciles» (imagínate a ti mismo en Navidad, pasando por una especie de problema y angustia —y muchas personas están pasando por eso—) «su desbordante alegría y su extrema pobreza abundaron en rica generosidad». ¿Qué sobreabundó? «Su desbordante alegría y su extrema pobreza abundaron en rica generosidad». Hebreos 13:16 dice: «Y no se olviden ustedes de hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales sacrificios se agrada Dios»; esto es, adoración en la que «se agrada Dios». Aun lo que le damos a otros es visto como un sacrificio de adoración a Dios.  Esto es todo respecto al tema. Creo que todo lo que tiene que ver con dar regalos debe buscar formar una mentalidad acerca de dar en Navidad que ayude a los niños y a los adultos a (1) regocijarse en Dios como el mayor y primer Dador del más grande regalo; (2) buscar una cosmovisión que ofrezca darle a Cristo el regalo de la confianza, la esperanza, la admiración, la alegría y el afecto; y finalmente, (3) buscar una mentalidad que desborde de alegría al darle a otros, no primordialmente una mentalidad de obtener, sino que una mentalidad de sobreabundancia alegre: dar.
John Piper © 2018 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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La sabiduría de Dios estuvo en un pesebre
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La sabiduría de Dios estuvo en un pesebre

La suposición detrás de este artículo es que la preciosura y los placeres de la Navidad serán más profundos, más fuertes y más intensos si experimentamos la Navidad como parte de algo más inmenso que toda la creación y las eras infinitas. La sabiduría de Dios que planeó la Navidad existió antes que el universo y abarca todo lo que ocurre. El universo es un teatro para la exposición de la sabiduría de Dios. Jesucristo es el centro y la suma de esa la sabiduría. Fue llevada a cabo por el Hijo de Dios y para el Hijo de Dios; por lo que, «en Él fueron creadas todas las cosas» (Col 1:16). El propósito de Dios, que guió su plan era «la buena intención que se propuso en Cristo… reunir todas las cosas en Cristo» (Ef 1:9-10). Este plan, que exalta a Cristo, fue eterno para el universo (Dios lo ha tenido en mente por siempre). El plan se realizó «conforme al propósito eterno que llevó a cabo en Cristo Jesús nuestro Señor» (Ef 3:11). Era un «misterio que ha sido mantenido en secreto durante siglos sin fin» (Ro 16:25): «el misterio que ha estado oculto desde los siglos y generaciones, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos» (Col 1:26). La promesa de la vida eterna que Dios «prometió desde los tiempos eternos» (Tit 1:2) estaba incrustada en el misterio escondido por largo tiempo.

Despliegue en el teatro de Dios

Era un plan que convertiría al cosmos en un teatro, con ángeles y demonios sentados en la galería celestial para mirar el plan desplegarse. El plan era exponer la sabiduría de Dios con Cristo al centro. La infinita sabiduría divina sería vista en el gran logro de Cristo: una novia para el Hijo de Dios, arrebatada del dominio de Satanás, redimida y embellecida por la encarnación, muerte y resurrección de la segunda persona de la Trinidad. Finalmente, «sacar a la luz cuál es la dispensación del misterio que por los siglos ha estado oculto en Dios, Creador de todas las cosas. De este modo, la infinita sabiduría de Dios puede ser dada a conocer ahora por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales» (Ef 3:9-10). Esta es la sabiduría eterna de Dios «que, desde antes de los siglos, Dios predestinó para nuestra gloria» (1Co 2:7). Esta sabiduría eterna, divina y cósmicamente expuesta fue resumida en la maravilla del Dios-Hombre, Jesucristo. «El misterio de Dios, es decir, de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (Col 2:2-3). Por consiguiente, en la encarnación, Dios «nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según la buena intención que se propuso en Cristo, con miras a una buena administración en el cumplimiento de los tiempos» (Ef 1:9-10). En otras palabras, la Navidad es un acto central en el «plan» cósmico (oikonomian, Efesios 1:10; 3:9) y en el «propósito» cósmico (prothesin, Efesios 1:9, 11; 3:11). El plan existió antes de la creación; no fue una respuesta ante pecado en la creación. La creación y la redención fueron seguidas del pecado y la redención en completa vista como parte del plan. La gracia no fue pensada en último momento en respuesta al fallido de la creación. Dios nos dio gracia «en Cristo Jesús desde la eternidad» (2Ti 1:9). La Navidad, el Viernes Santo, la Pascua, la Segunda Venida y la Consumación fueron el propósito y el plan eterno de la creación, no una respuesta a su caída.

La Navidad como el plan perfecto

Puesto que la Navidad es parte de un plan enorme, eterno y cósmico, es parte de la sabiduría infinita de Dios. No debemos atrevernos a pensar en el plan de eterno de Dios sin reconocer que su plan es sabio; infinitamente sabio. Dios no fue guiado en su planificación eterna por nada externo a Él. «Pues, ¿quién ha conocido la mente del Señor? ¿O quien llegó a ser su consejero?» (Ro 11:34). No existe consejo fuera de Dios para ayudarlo a planificar más sabiamente. Él planifica según su propia sabiduría, que es santa; es perfecta. Esto es lo que lo guió mientras planificaba para la Navidad. La sabiduría infinita es una parte esencial del resplandor de la gloria de Dios. Por eso Pablo dice: «al único y sabio Dios, por medio de Jesucristo, sea la gloria para siempre. Amén» (Ro 16:27). Por lo tanto, cuando decimos que Dios creó al mundo para su gloria, no queremos decir menos que esto: Él creó al mundo para desplegar su perfecta sabiduría en todo lo que Él hace. Cuando Pablo dijo que Dios expuso su sabiduría a los «principados y potestades» para que la contemplaran (Ef 3:10), es importante darse cuenta que esos «principados y potestades» son poderes demoníacos. Esa es la manera en que él usa la frase «principados y potestades» (Ef 6:12; Col 2:15). ¿Cómo Dios espera que los seres demoníacos del universo respondan cuando vean la diversa sabiduría de Dios en la creación, en la Navidad y en la obra salvadora de Cristo?

¿Por qué Dios permite a Satanás?

Para responder esta pregunta, déjame plantear otra: ¿por qué Dios permite que Satanás continúe actuando en el mundo? Sabemos que esto no sucede porque Dios no pueda eliminarlo. Tan pronto como Satanás trajo miseria al mundo, Dios anunció que su condenación era segura: Dios le dijo a la serpiente que la descendencia de la mujer «te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el talón» (Gn 3:15). Y al final de la historia, la eliminación final del diablo es segura: «Y el diablo… fue arrojado al lago de fuego y azufre… y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos» (Ap 20:10). El diablo y sus ángeles saben esto. Desde el principio han sabido que llegarán a una confrontación de poder y que Dios, el Creador, es superior. No pueden ganar. Por ejemplo, Apocalipsis 12:12 dice que el diablo sabe que «tiene poco tiempo». No hay duda que será derrotado; solo que no se sabe cuándo. De igual manera, en Mateo 8:29, los demonios le gritaron a Jesús: «¿Has venido aquí para atormentarnos antes del tiempo?». En otras palabras, saben que se ha designado un tiempo para su derrota final. Lo que no esperaban era que viniera de esa manera en ese tiempo. Aquí es donde la sabiduría de Dios se muestra a sí misma más claramente. Satanás sabía que el poder divino lo anularía. Sin embargo, él no tenía idea de que, en su derrota, sería expuesto un poder mucho más que un poder bruto. Él no se dio cuenta de que Dios liberaría a sus elegidos de su cautiverio de una manera que pusiera la sabiduría eterna de Dios en una espectacular exhibición.

La salvación sin una fuerza cruel

Los seres humanos no solo estaban cautivos a Satanás; estaban bajo la ira de Dios (Ef 2:3). Eran culpables; no merecían ser rescatados y eran completamente incapaces de rescatarse a sí mismos. Satanás no pudo comprender cómo el legítimo poder de Dios sería restaurado después de la traición del hombre. No pudo comprender cómo se calmaría la justa ira de Dios, o cómo los pecadores serían considerados dignos de ser adoptados como hijos de Dios, o cómo Dios puede ser justo y al mismo tiempo justificar lo injusto. Todo lo que Satanás previó fue que el poder de Dios lo derrocaría un día. Sin embargo, el plan, escondido por siglos en Dios, fue infinitamente más glorioso de lo que Satanás pudo ver. El solo pensamiento de que Dios mismo, en la persona de su Hijo eterno, entrara en la historia era incomprensible. La Navidad era inimaginable para los demonios. ¿Qué tipo de inescrutable plan era este? ¿Qué tipo de triunfo había diseñado Dios desde toda la eternidad? ¿Por qué Dios mismo necesitaba hacerse humano? El poder no requería esto. Dios estaba, evidentemente, decidido a desplegar algo más que un poder bruto al vencer a Satanás y al salvar a los humanos. Ciertamente, Él lo estaba haciendo. ¡Sabiduría! La infinita sabiduría se desplegaría. El plan de Dios era salvar a su pueblo y vencer a Satanás de una manera que no solo glorificaría su poder, sino que también su «infinita sabiduría» (Ef 3:10). No solo su «sabiduría» (sophia); y no solo su multiforme sabiduría (poikilos sophia), sino que su «infinita sabiduría» (polupoikilos sophia).

¿Por qué la Navidad sorprendió a Satanás?

En el centro de esta exhibición de sabiduría insondable y multifacética estaba la maravilla imprevisible de la segunda persona de la Trinidad, unida como una persona en dos naturalezas, divina y humana. «El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Jn 1:14). Luego, las manifestaciones de la impensable sabiduría se multiplicaron: Nacido en un pueblo «pequeño», acostado en un pesebre (Lc 2:7), criado en Nazaret —«¿Puede algo bueno salir de Nazaret?» (Jn 1:46)—, sin educación (Jn 2:15), incomprendido (Mr 4:13), negado (Mt 16:34), abandonado (Mt 26:56), traicionado (Jn 6:71), burlado (Mr 15:20), escupido (Lc 18:32), azotado (Mt 20:19), coronado con espinas (Mt 27:29) y, finalmente, crucificado (Mr 15:24), todo en obediencia al Padre (Fil 2:8), según el plan (Hch 4:28; Fil 2:5-8). Esta era la «sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta [...], desde antes de los siglos» (1Co 2:7). Inconcebiblemente, toda esta debilidad y pérdida era «poder de Dios y sabiduría de Dios» (1Co 1:23-24). Satanás no vio venir esto. Él esperaba ser derrotado por medio del poder. Él no esperaba ser vencido por la encarnación divina, o por debilidad, misericordia, gracia o justicia que vindica a Dios y justifica a los pecadores. Esta era la sabiduría oculta (1Co 2:7), el plan oculto (Ef 3:9), el misterio oculto (Col 1:26). La Navidad debe haberlo impresionado completamente. ¿Adónde nos llevará este incomprensible acto?

Satanás conquistado y avergonzado

La respuesta es que esto no solo llevó a la derrota de Satanás sino que a su vergüenza, su completa vergüenza. Esto es lo que Dios había diseñado que Satanás sintiera cuando viera la sabiduría divina desde su galería. No habría un mero conflicto de poderes con un noble perdedor. Habría gracia, encarnación, debilidad, muerte y justicia. Esta era la sabiduría de Dios escondida por siglos. Tendría muchas vueltas y giros divinamente planeados que a Satanás no le quedaría más que vergüenza. Sabemos que la encarnación del Hijo de Dios fue diseñada para cancelar los diseños de Satanás: «El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo» (1Jn 3:8). Cuando Jesús llegó a sus últimas horas (¡la hora de su aparente derrota!), Él dijo: «Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera» (Jn 12:31). La crucifixión no fue la derrota del plan Dios, sino que la destrucción de Satanás. Satanás fue atacado por el lado ciego; fue ridiculizado. Pablo hace explícita la vergüenza de Satanás.

Dios [nos perdonó] todos los delitos, habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz. Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de Él (Col 2:13-15).

Satanás pensó en su derrota y nuestro rescate solo en términos de poder. Él no se dio cuenta que su larga oposición a Dios sería la ocasión del espectacular despliegue de todas las facetas de la gloriosa sabiduría de Dios, no solo su poder. La plenitud de su vergüenza llegó a su clímax cuando él se dio cuenta (y todavía se da cuenta con cada nueva obra de gracia comprada con sangre) que sus nuevos engaños estaban siendo transformados en la glorificación de la perfección de su archiadversario.

Arma sorprendente

Así es cómo John Owen (1616-1683), que pensó sobre estas cosas tan profundamente como cualquier persona que conozco, relacionó la sabiduría de Dios en la salvación con la vergüenza de Satanás:

Esta [salvación] fue hecha de una manera que Satanás nunca pensó. Puesto que, por la obediencia y los sufrimientos del Hijo de Dios encarnado, se satisfizo completamente la justicia de Dios requerida por los pecados del hombre, se indemnizó su gloria y se exaltó el honor de su santidad... contrarrestando toda la disminución de esto por la primera apostasía de la humanidad.

Los encantos de Satanás fueron disueltos, todas las cadenas desatadas; la oscuridad que trajo sobre la creación, disipada; su completa conspiración y diseño, derrotados. En ellos se vio a sí mismo y fue expuesto a todos los santos ángeles del cielo, a todos los consejos, los oficios y el poder del que se ha jactado, para ser nada más que… una masa de oscuridad, malicia, locura, impotencia y furia.

[Esta vergüenza] fue una de las partes principales de los tormentos eternos de Satanás: el poder absoluto al que él siempre temió y lo que este produciría; puesto que él lo cree y tiembla. Sin embargo, contra toda otra manera, él pensó que se había asegurado a sí mismo. [Es evidente para todos] a qué vergüenza, confusión y autovenganza el orgulloso apóstata fue arrojado, sobre su desilusión santa y correcta de su diseño.

Encontrar aquello que procuraba hacer para la destrucción de la gloria de Dios… y la ruina eterna de la humanidad, [ha resultado] en una exaltación más gloriosa de las propiedades santas de la naturaleza divina y el aumento impronunciable de la bendición en la humanidad y la mayor agravación de sus eternos tormentos. Esto era una obra que se transformaba en todo aspecto en la sabiduría infinita de Dios (The glory of Christ, [La gloria de Cristo], 217-218).

¡Sí, en todo aspecto se transforma (correcta, adecuada, apropiada y oportunamente) en la sabiduría de Dios! Y la vergüenza de Satanás continúa. Estamos en constante combate, dice Pablo: «Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes» (Ef 6:12). ¿Cómo continúa la vergüenza de Satanás en este conflicto?

Escoger a Cristo, despreciar a los demonios

Pablo nos da una pista en 2 Corintios 11:2-3:

Porque celoso estoy de ustedes con celo de Dios; pues los desposé a un esposo para presentarlos como virgen pura a Cristo. Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, las mentes de ustedes sean desviadas de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo.

Satanás tendría éxito si, como en el caso de Eva, él pudiera hacer que sus promesas engañosas se vieran más atractivas que Cristo. La «pureza de la devoción a Cristo» (preferir a Cristo por sobre todas las atracciones de Satanás) avergüenza a Satanás una y otra vez. Así es cómo los efectos continuos de la Navidad, del Viernes Santo y de la Pascua agravan la vergüenza de Satanás más allá de lo que sucedió en la cruz. Cada día, el pueblo de Cristo es enfrentado con decisiones como las de Job, no tan graves ni dolorosas, pero esencialmente las mismas. Satanás le dice a Dios, de hecho, como en Job 1:11: «Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no te maldice en tu misma cara». Esta es la contienda detrás de cada tentación en la vida cristiana. Cada vez, los cristianos prefieren a Cristo por sobre las tentaciones de Satanás, Satanás está hecho para verse tonto y el valor de Cristo es magnificado.

Gran Navidad, gran Dios

Ese es el efecto continuo de la sabiduría de Dios. «La razón por la que el Hijo de Dios se manifestó fue para destruir las obras del diablo». El golpe determinante fue dado por la encarnación dos mil años atrás. Sin embargo, cada día, el efecto del gran golpe continúa donde quiera que los cristianos atesoren la persona de Cristo más que a las promesas de Satanás. El plan eterno de Dios, escondido por siglos, continúa para ser trabajado por el Espíritu a medida que provoca que nuestros afectos estén en Cristo para hacer ver a Satanás no solo malvado, sino que indeseable. Esto es lo que Satanás ve cada día, alrededor del mundo, a medida que los principados y potestades son forzados a contemplar la infinita sabiduría de Dios por medio de la iglesia (Ef 3:10). Cristo es el centro y la suma de esta sabiduría. El plan completo, concebido desde la eternidad, era exponer la sabiduría de Dios en la historia con Cristo al centro. La Navidad era la llegada determinante del plan de Dios en la historia. Nada ha sido igual después de eso. Por lo tanto, hagamos de la Navidad un tiempo de reorientación de nuestras mentes y corazones respecto a toda la realidad. La Navidad no es pequeña. Es la entrada decisiva en nuestro mundo del plan más grande del universo (¡no, antes y por sobre el universo!). Un plan formado por toda la eternidad. El plan del Dios trino para enviar a la segunda persona de la divinidad a su propia creación. Un plan para avergonzar a los enemigos de Dios. Un plan para salvar a un pueblo traicionero por su nombre. Un plan para exponer la infinita sabiduría de Dios.
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Satanás y la sodomía
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Satanás y la sodomía

El monstruo sobrenatural que orquesta los secuestros, la esclavitud y los miles de dopajes, ventas, violaciones y asesinatos de niñas alrededor del mundo es el mismo que ha planeado el asesino engaño cultural —desde el máximo tribunal hasta la película porno más baja— de que la sodomía es deleitable y no mortífera.

Palabras cuidadosamente escogidas

Quisiera explicar las sencillas e incendiarias palabras cuidadosamente escogidas de esa oración. Comencemos con «monstruo»: hablo de Satanás. No nos sentimos como deberíamos respecto a este demonio. En Apocalipsis 12:9 es llamado «el gran dragón, la serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero». El alcance y el horror de este ser se muestra con imágenes. Él no es una simple serpiente de jardín. «Su cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. […] se paró delante de la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo cuando ella diera a luz» (Ap 12:4). Al fracasar en eso, «el dragón se enfureció […] y salió para hacer guerra contra […] los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús» (Ap 12:17). Esto nos lleva a otra frase incendiaria: «asesino engaño». Esas dos palabras capturan la esencia de Satanás. Él es un mentiroso y un asesino. Él engaña y, al hacerlo, mata. Jesús dijo: «él fue un asesino desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira» (Jn 8:44). Por lo tanto, Satanás es un asesino y un mentiroso. Su objetivo es matar personas (para siempre). Es un león rugiente que busca devorar (1Pe 5:8). Usa, en parte, el dolor; en otra, el placer. Pero siempre engaña (tal como lo hizo con Adán y Eva en el jardín del Edén). Una tercera frase extrema en esta primera oración es «alrededor del mundo». Satanás no es un dios tribal. Su alcance y su omnipresencia global es apabullante. «El mundo entero está bajo el poder del maligno» (1Jn 5:19). Satanás no estaba mintiendo cuando le dijo a Jesús: «“todo este dominio y su gloria te daré, […] pues a mí me ha sido entregado, y a quien quiero se lo doy”» (Lc 4:6). Esta es la razón por la que Jesús lo llama «el príncipe de este mundo» (Jn 12:31), y Pablo, «el dios de este mundo» (2Co 4:4), y por la que esta era es llamada el «presente siglo malo» (Ga 1:4) y el «dominio de las tinieblas» (Col 1:13; ver también Ef 6:12). Y llegamos a la incendiaria declaración de que uno de los «asesinos engaños culturales» de Satanás es que «la práctica de la sodomía es deleitable y no mortífera». Si alguien me preguntara por qué usaría tal lenguaje en medio de la cultura actual, la respuesta es que creo que participar en la desestigmatización de una práctica que es más letal que la muerte es una renuncia a la verdad y al amor. Hay tres palabras clave que probablemente sean tergiversadas en contra de mi intención y son esenciales para la verdad: sodomía, práctica y mortífera. A continuación, explico lo que no quiero y lo que sí quiero decir con ellas.
1. Sodomía
Mentira: «…la práctica de la sodomía es deleitable y no mortífera». Detrás de todas las descripciones relacionales de los denominados matrimonios del mismo sexo se encuentra el hecho tácito de que hay «copulación anal u oral», y en particular, «la copulación con un miembro del mismo sexo». Esa es la definición que los diccionarios entregan de la palabra sodomía. Algunos quizás dirán: elegir esa palabra revela tu belicosidad contra las personas que tienen atracción hacia el mismo sexo. Pues, no es así; más bien, revela mi odio hacia lo que puede destruir a aquellas personas con atracción hacia el mismo sexo. Lo que destruye a las personas no es la atracción hacia el mismo sexo, sino la mentira de que la copulación entre el mismo sexo es deleitable y no mortífera. Lo que es realmente bélico es la promoción de actos vergonzosos como si fueran actos hermosos. Bélico es la palabra correcta, porque la Biblia dice que debemos «absten[ernos] de las pasiones carnales que combaten contra el alma» (1Pe 2:11). Por lo tanto, aquellos que animan la complacencia de esas pasiones (cualquiera sea) están en guerra contra el alma —ellos son literalmente bélicos—. La palabra sodomía tiene dos ventajas: se refiere al acto de copulación sexual entre personas del mismo sexo, no a la orientación homosexual, y aún carga con el estigma de ser vergonzoso. Aquellos que aman a las personas que tienen atracción hacia el mismo sexo deberían querer preservar el mismo estigma del robo, del perjurio, del secuestro, de la fornicación y del adulterio. Cuando una cultura pone señales frente a comportamientos destructivos tales como: «No entrar; es vergonzoso», es un acto misericordioso.
2. Práctica
Mentira: «… la práctica de la sodomía es deleitable y no mortífera». La segunda palabra en esta oración que puede ser tergiversada es la palabra práctica. Cuando la Biblia conecta a «los homosexuales» con los «ladrones», y dice que ninguno de ellos heredará el reino de Dios (1Co 6:9-10), es importante notar dos elementos cruciales. Uno de ellos es que la advertencia no es dada a aquellos que son tentados a robar, sino a aquellos que practican el robo: a los ladrones. De la misma manera, la advertencia no es dada a quienes son tentados a practicar la homosexualidad, sino a los que en realidad la practican. Para estar seguros, existen muchos tipos de lujurias internas del corazón que son pecaminosas, pero el foco aquí se encuentra en la práctica. El segundo elemento crucial que debemos ver es que existe salvación. La iglesia está compuesta de pecadores perdonados que batallan contra sus pecados que destruyen el alma. «Y estos eran algunos de ustedes; pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios» (1Co 6:11). En otras palabras, no toda la práctica del pecado es excluyente del reino de Dios. «En verdad les digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres» (Mr 3:28). Los pecados que excluyen del cielo son los pecados que seguimos buscando sin pensar de ellos como una deshonra a Dios, sin buscar perdón por medio de Jesús y sin batallarlos como enemigos de nuestras almas.
3. Mortífera
Mentira: «…la práctica de la sodomía es un deleite y no mortífera». La tercera palabra en esta oración que puede ser tergiversada es la palabra mortífera. No me refiero a Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) o a crímenes de odio contra personas que tienen atracción hacia el mismo sexo. Detesto los crímenes de odio y me encantaría que existiera cura para las ETS. No estoy hablando sobre las dolorosas consecuencias de la sodomía en este mundo —que son muy reales (Ro 1:27)—. Estoy hablando de «la segunda muerte». Todo pecado no perdonado y que no es abandonado es mortífero en este sentido, pues lleva a una segunda muerte. «Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras, y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda» (Ap 21:8). El diablo está destinado al lago de fuego. «El diablo […] fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta. Y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos» (Ap 20:10). Sin embargo, por ahora el diablo anda encadenado en el mundo. Él es el dios de este mundo (2Co 4:4) y todo el mundo está bajo su poder (1Jn 5:19). Él es un asesino y su principal arma es el engaño. La sexualidad es una de sus áreas principales de asesinato. Y en esa área «nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino […] contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes» (Ef 6:12). La matanza que Satanás está causando es literalmente indescriptible. Por lo tanto, debemos buscar las palabras para describir los horrores de la tragedia a nuestro alrededor, ya que está condenado a una destrucción peor de lo que cualquier palabra incendiaria pueda expresar. Para todos aquellos que confían en Cristo, Satanás está desarmado (Col 2:15), porque lo único que nos condena en la corte de Dios es el pecado no perdonado. Y en Cristo, los pecados son perdonados (Hch 10:43). Las acusaciones de Satanás contra los cristianos vienen de la nada. «¿Quién acusará a los escogidos de Dios?» (Ro 8:33). Por lo tanto, tenemos las noticias más felices y las más horribles en el mundo. En Cristo, hay luz, libertad y vida. Fuera de Cristo hay oscuridad, esclavitud y muerte. Fracasar en nombrar la belleza de la luz y el espanto en la oscuridad es la renuncia de la verdad y del amor.
John Piper © 2015 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Oh ven, oh ven, Emmanuel
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Oh ven, oh ven, Emmanuel

Esta traducción del anónimo himno latín también hace de oración por la primera y la segunda venida de Cristo. Nos lleva a pensar en el viejo Israel, que anhelaba la primera venida del Mesías y luego va más allá al verbalizar el anhelo de la iglesia de Cristo por el Mesías, Jesucristo, para consumar la historia de redención. En las semanas previas a Navidad, nos ponemos en los zapatos de Zacarías, Elisabet, Simeón y todos los santos precristianos. Meditamos en las promesas y nos esforzamos en ver la aurora de la salvación; sin embargo, sabemos que cuando llegue, la espera no se acabará. Cuando llegue Emmanuel —cuando nazca la Aurora— nos daremos cuenta de que la redención tan solo ha comenzado. Por cierto, es un solo magnífico. La última sangre es derramada; la deuda es pagada; el perdón fue comprado; la ira de Dios es removida; la adopción es asegurada; la cuota inicial está en el banco; los primeros frutos de la cosecha están en el granero; el futuro es seguro; el gozo es grande; pero no es el fin aún. La muerte aún nos arrebata; la enfermedad aún nos hace miserables; la calamidad aún golpea; Satanás aún nos ronda; la carne aún está en guerra contra el Espíritu; el pecado aún habita en nosotros; y nosotros aún «gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo» (Ro 8:23). Aún «espera[mos] con ansias que se manifieste nuestro Señor Jesucristo» (1Co 1:7). Aún esperamos la liberación final «del castigo venidero» (1Ts 1:10). Aún «aguardamos con ansias la justicia que es nuestra esperanza» (Ga 5:5). El anhelo continúa. Captura de pantalla 2017-12-18 a las 11.21.32.png

Aún anhelas en Navidad

La melodía, que en 1852 Thomas Helmore le dio a esta letra, captura el ambiente inundado de lamento del anhelo. No es igual a la exuberante melodía de «Gozo del mundo es el Señor» o a la vigorosa y alegre «Oíd un son en alta esfera en los cielos gloria a Dios». Es una excelente combinación musical para el sentimiento de la canción. Nostalgia, dolor, anhelo y esperanza. La vida cristiana oscila entre estos dos polos: el gozo desbordante de la redención que «ya» tenemos (Ef 1:7) y el triste anhelo de la redención que «todavía no llega» (Ef 4:30). No es que dejemos una o la otra en esta vida. Estamos «tristes, pero siempre alegres» (2Co 6:10). Es bueno tener villancicos navideños que capturen ambas dimensiones de la vida. Mi suposición es que, a medida que nos acercamos a Navidad, la mayoría de los cristianos experimentan la tristeza y el entusiasmo. No obstante, nunca debemos dejar que la tristeza arruine el simple gozo de los niños. La mayoría de ellos no han vivido lo suficiente para sufrir. Permítanles ver la mayor cantidad de alegría que puedan en Jesús. Sin embargo, no pensemos que el Adviento debe tratarse completamente de alegría y campanas tintineantes.

El grave dolor en nuestro gozo

Alrededor de 3.7 millones de personas morirán durante el tiempo de Adviento alrededor del mundo, de ellas medio millón serán niños. Cerca de 105 personas por minuto. La mayoría sin esperanza. Una pequeña fracción de ellas son parte de las noticias (como algunas víctimas de terrorismo). La gran mayoría llora y muere sin ser conocida a excepción de unos pocos cercanos. Tales dolores tocan a cada cristiano. Conocemos a alguien que está muriendo, sin mencionar los cientos de miserias que hacen que la vida sea difícil. Es maravilloso que existan villancicos cristianos escritos para el mundo real de triste gozo, así como también para el mundo real de desbordante gozo. «Oh, ven, oh, ven, Emmanuel» es uno de ellos. Puedes escucharlo en el «Oh» que comienza cada verso: «Oh ven, Emmanuel»; «Oh, ven, tú, Vara de Isaí»; «Oh, ven tú, Aurora celestial»; «Oh, ven tú, Llave de David»;  «Oh, ven tú, Deseo de las naciones». Este es el «Oh» del anhelo.

Los nombres de Emmanuel

Y cada nombre de Jesús está lleno de esperanza.

  • Como Emmanuel (Is 8:8) —«Dios con nosotros»—. Él pagará el rescate que solo el Hombre-Dios puede pagar.
  • Como la Vara de Isaí (Is 11:1), que brota de un tronco muerto. Él liberará a su pueblo, por medio de la muerte y la resurrección, de la tiranía de Satanás y serán libres para siempre.
  • Como la Aurora (Lc 1:78) —el amanecer del reino de Dios— él será la luz del mundo y desterrará la desesperanza de la oscuridad.
  • Como la Llave de David (Is 22:22), él nos rescata del infierno, cierra la puerta que queda detrás de nosotros, abre la del cielo y nos lleva a casa.
  • Y como el Deseo de las naciones (Hag 2:7), él toma a los rescatados de cada pueblo y establece un reino de paz.

Este es Jesús. Esto es lo que él ya obtuvo y lo que completará. Y así con cada verso, el estribillo musicalmente baja hasta alcanzar nuestros débiles corazones y nos levanta, en fe, para ver la certeza del fin.

         ¡Alégrate! ¡Oh, Israel!          Vendrá, ya viene, Emmanuel

Artísticamente, el ritmo de lamentoso anhelo en los versos, salpicado de poderosas explosiones de gozo en el estribillo, son, para mi mente, casi perfectos. Capturan el misterio y el asombro de la vida cristiana. Tristes, pero siempre alegres. Ahora, pero no todavía. El cumplimiento de las gloriosas promesas: ¡sí! La consumación en la nueva tierra con nuevos cuerpos y sin pecado: no todavía. Tenemos confianza, pero aún clamamos: «¡Oh, ven, oh, ven, Emmanuel!».
John Piper © 2015 Desiring God Foundation. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Soli Deo gloria
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Soli Deo gloria

Usamos la frase gloria de Dios con tanta frecuencia que tiende a perder su fuerza bíblica. Sin embargo, esta gloria, como el sol, no pierde su resplandor (ni sus beneficios) porque las personas la ignoren. Aunque Dios odia que lo ignoren: «entiendan ahora esto ustedes, los que se olvidan de Dios, no sea que los despedace, y no haya quien los libre» (Sal 50:22). Por lo tanto, volvamos a  enfocarnos en la gloria de Dios. ¿Qué es la gloria de Dios y cuán importante es?

¿Qué es la gloria de Dios?

La gloria de Dios es la  santidad de Dios puesta en exhibición; es decir, es la manifestación del infinito valor de Dios. Noten cómo Isaías pasa de «santo» a «gloria»: «Santo, Santo, Santo, es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de Su gloria» (Is 6:3). Cuando la santidad de Dios llena la tierra para que las personas puedan verla, se le llama gloria. El significado básico de santo es «apartado de lo común». Por consiguiente, la santidad de Dios es su «separación» infinita de todo lo que es común. Es lo que lo hace infinitamente «único en su especie» (como el diamante más extraordinario y más perfecto del mundo) solo que no existen otros «dioses diamante». La singularidad de Dios como el único Dios (su naturaleza divina) lo hace infinitamente valioso o santo. Respecto a la gloria de Dios, en la Biblia se asume que este infinito valor ha entrado en la creación. Ha brillado en ella, por así decirlo. La gloria de Dios es el resplandor de su santidad, la emisión de su infinito valor. Cuando se emite, es vista como hermosa y grandiosa. Tiene tanta cualidad como magnitud infinita. Por tanto, podríamos definir la gloria de Dios como la belleza y la grandeza de sus múltiples perfecciones. Digo «múltiples perfecciones» porque se mencionan aspectos específicos del ser de Dios que tienen gloria. Por ejemplo, leemos «la gloria de su gracia» (Ef 1:6) y «la gloria de su poder» (2Ts 1:9). Dios mismo es glorioso porque él es la perfecta unidad de sus múltiples y gloriosas perfecciones. Sin embargo, esta definición debe ser respaldada. La Biblia también habla de la gloria de Dios antes de que esta haya sido revelada en la creación. Por ejemplo, Jesús ora, «y ahora, glorifícame Tú, Padre, junto a Ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera» (Jn 17:5). Por esta razón, yo sugeriría una definición que fuera más o menos así: la gloria de Dios es el resplandor externo de la belleza y de la grandeza intrínseca de sus múltiples perfecciones. Estoy consciente de que las palabras no son suficientes en esta definición. He reemplazado una palabra inadecuada (gloria) con dos palabras inadecuadas (belleza y grandeza). No obstante, Dios se ha revelado a sí mismo a nosotros con palabras como «la gloria de Dios». Por lo tanto, no son insignificantes. Debemos recordarnos constantemente a nosotros mismos que estamos hablado de una gloria que en última instancia sobrepasa cualquier comparación con la creación. «La gloria de Dios» es cómo designamos la belleza y la grandeza infinita de la Persona que existió antes que cualquier cosa. La belleza y la grandeza existen sin origen, sin comparación, sin analogía, sin ser juzgadas por cualquier criterio externo. La gloria de Dios es el estándar absolutamente original que define toda su grandeza y belleza. Toda la grandeza y belleza creada viene de ella y apunta hacia ella, pero tales cosas no la reproducen de forma exhaustiva ni adecuada. «La gloria de Dios» es una forma de decir que existe una realidad absoluta y objetiva a la que apunta todo el asombro, la reverencia, la veneración, la adoración, el honor, la aclamación y la adoración humana. Somos hechos para encontrar nuestro más profundo placer en admirar lo infinitamente admirable: la gloria de Dios. Esta gloria no es la proyección psicológica del anhelo humano insatisfecho en la realidad. Al contrario, el anhelo humano inconsolable es la evidencia de que fuimos hechos para la gloria de Dios.

¿Cuán central es la gloria de Dios?

La gloria de Dios es el objetivo de todas las cosas (1Co 10:31; Is 43:6-7). La gran misión de la iglesia es declarar la gloria de Dios entre las naciones. «¡Anuncien su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos!» (Sal 96:1-3; Ez 39:21; Is 66:18-19).

¿Cuál es nuestra esperanza?

Nuestra esperanza final es ver la gloria de Dios. «Nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios» (Ro 5:2). Dios nos «presentará sin mancha en presencia de Su gloria con gran alegría» (Jud 1:24). Él dará «a conocer las riquezas de Su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano El preparó para gloria» (Ro 9:23). Jesús, en su persona y obra, es la encarnación de la revelación final de la gloria de Dios (Jn 17:24; Heb 1:3). Además, no solo veremos la gloria de Dios, sino que también, en cierto sentido, compartiremos en su gloria. «Por tanto, a los ancianos entre ustedes, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revelada» (1Pe 5:1). «A los que justificó, a ésos también glorificó» (Ro 8:30). La esperanza que realmente se conoce y atesora tiene un efecto decisivo en nuestros valores, nuestras elecciones y nuestras acciones presentes.

Cómo atesorar la gloria de Dios

Conozcan la gloria de Dios. Estudia la gloria de Dios, la gloria de Cristo. Estudien  sus almas: conozcan las glorias que los seducen y descubran cuál es la razón por la que atesoran esas glorias que no son la de Dios. Estudien sus propias almas para saber cómo hacer que las glorias de este mundo caigan como Dagón en penosos pedazos rostro en suelo en los templos del mundo (1S 5:4). Tengan hambre para ver y compartir más de la gloria de Cristo, la imagen de Dios.
Este artículo fue originalmente publicado por Ligonier Ministries en esta dirección. | Traducción: María José Ojeda
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Esposo, alza tus ojos. Carta a un potencial adúltero
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Esposo, alza tus ojos. Carta a un potencial adúltero

Querido esposo: Probablemente, podrías pensar que no soy el más indicado para aconsejar a un hombre joven sobre lo que respecta a ser fiel a su esposa. Esto, porque, en casi cincuenta años de estar junto a mi esposa, nunca he sentido la tentación de ser romántico o de tener sexo con otra mujer. Sin embargo, podría valer la pena intentar ver si este hecho (quizás inusual) tiene causas que tú puedes aplicar. Déjame ser claro: no es tan bueno como parece. La excesiva piel femenina atrae mis ojos como a los de la mayoría de los hombres. No fui diseñado para el evangelismo en la playa. Tengo cero tolerancia a los desnudos en películas —o a su sola insinuación (presente en casi todas)—. Una razón (dentro de muchas) es que cualquier imagen sexualmente cargada se aloja en mi mente con efectos lamentables. Una clarificación más: he disfrutado de una vida de intimidad sexual con mi esposa; es decir, una vida sexual tan intensa como cualquiera puede razonablemente esperar —creo—. En otras palabras, no pienso que mi desinterés de tener sexo con otras mujeres se deba a una deficiencia hormonal. Así que, volvamos al punto que necesita cierta explicación: tengo 71 años y, por 51, Noël me ha atraído sexualmente. Por 48 de esos años (desde que nos casamos), esa atracción ha sido satisfecha con alegría. Durante estos 51 años, nunca he estado románticamente atraído a otra mujer. Nunca he deseado tener relaciones sexuales con otra mujer. Cuando me enamoré de Noël en el verano de 1966, se hizo real un anhelo sexual enfocado en una sola mujer. Este peculiar deseo de tener intimidad con Noël nunca ha cambiado por tenerlo con otra mujer. ¿Existe alguna razón para esto que pueda compartirles?
1. Suplícale a Dios que te quite deseos ilícitos
Lo primero que diré es que considero que este desinterés de tener sexo con otras mujeres es un don puro de la gracia soberana de Dios. No siento que lo haya obtenido como premio por alguna disciplina virtuosa que haya realizado. Es como si Dios dijera, «tengo otros dolores con los que tendrás que luchar en tu familia. Pero te libraré de este». Nunca me he sentido como si fuera un valeroso marinero atado a un mástil mientras la voz del sexo extraño de una sirena canta su canción de seducción. No necesitaba estar atado, porque la canción no me atraía. Así que la primera cosa que quiero transmitir es esta: «pídele a Dios que te dé esto». No solo le pidas a Dios que no te haga caer en tentación, sino que también te quite cualquier deseo que tengas por cualquier otra mujer que no sea tu esposa. Suplícale esto.
2. Siente cuán repugnante y asqueroso es realmente el adulterio
Lo segundo que quisiera decirles probablemente va a sonar extraño, quizás sea incluso cuestionable. Una de las formas en que Dios me ha protegido del adulterio es que él ha hecho que lo sienta como algo repugnante. Desde que me enamoré de Noël supe que pasaría toda una vida en intimidad con ella. La sola idea de tocar a otra mujer sexualmente parecía asqueroso, nauseabundo. Esto puede sonar extraño. No he hablado de esto con muchas personas. Sin embargo, a menudo me he dicho a mí mismo, con asombro, «la idea de tener sexo con otra mujer además de Noël me parece tan repugnante como la posibilidad de tener sexo con un hombre». Cuando digo esto, soy completamente literal. No estoy solamente subiendo la escala moral al usar un lenguaje físico fuerte. Lo que quiero decir es que Dios obró un milagro en mí para hacer que el adulterio no sea algo solo moralmente incorrecto, sino que también físicamente repugnante. Esa es una de las obras más grandes de la gracia divina que he vivido. Ahora, permíteme especular respecto al origen de este regalo. Cuando Jesús quería ayudarnos a lidiar con el adulterio y la lujuria, dijo,
«Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno» (Mt 5:29).
El podría haber dicho, inofensivamente, «si tu ojo te hace pecar, mira hacia el otro lado, porque caer en la tentación solo puede ser dañino». ¿Por qué, entonces, quiso producir asco al usar la imagen repugnante de sacar el globo ocular de tu cabeza y tirarlo a la basura como si fuera una viscosa yema de huevo? Quizás, se debe despertar en nosotros algo más que una mera desaprobación moral: algo intenso, algo como un reflejo nauseabundo en nuestra garganta. He leído y creído en mi Biblia desde que era un niño. Las realidades de Dios, Cristo, el cielo, el infierno, la fe y la santidad siempre han estado presentes en mí (a veces como algo maravilloso, a veces como algo terrible). No son complementos adicionales a quien soy; están impregnados en mí; son parte de mí y le dan forma a lo que amo y a lo que me hace querer vomitar. Por lo tanto, mi especulación es que en algún lugar en el camino de mi vida, Dios tomó la realidad de esta gran desaprobación a la lujuria y al adulterio, y la amenaza del indescriptible sufrimiento en el infierno (Mt 5:29), y creó una conexión entre el terror físico del ardor eterno y el atentado moral de serle infiel a mi esposa. La forma que esta conexión tomó fue una repugnancia a la infidelidad marital. Puede ser muchísimo más complicado que esto, pero es lo que mejor que puedo hacer por ahora. Sea como sea que esto haya sucedido, me parece bíblicamente adecuado y agradezco a Dios por ello. Me ha liberado maravillosamente para enfocarme en otras cosas. Si esto es algo que puedo transmitirte, depende de la gracia de Dios. Sin embargo, mi sugerencia es que satures tu vida completamente con las realidades de la Escritura y ores para que veas los efectos más profundos al transformar lo que consideras deseable y lo que consideras repugnante.
3. No cambies los placeres perdurables por citas temporales
Voy a mencionar una cosa que creo que es parte de la explicación de por qué el adulterio no solo me parece un error, sino que también asqueroso. Cuando estaba comenzando la secundaria, despertó en mí algo que podría llamarse un sentido poético, espiritual, estético o místico. Era una sensación que me hacía pensar que existía algo tremendamente maravilloso y feliz que puede experimentarse más allá de los placeres del cuerpo. Si no hubiese sido cristiano, lo llamaría algo «numinoso», «algo más» o la «belleza». En otras palabras, muchas personas tienen este tipo de despertar, no solo los cristianos. No obstante, para mí, era algo particularmente cristiano. La maravilla, la belleza y la grandeza estaban en Dios, por medio de Jesús. Desde esos días, he experimentado una especie de dolor por un placer que está más allá de los placeres del cuerpo. Sin embargo, aquí está la conexión con el repugnante adulterio. Al mismo tiempo que se despertaba este anhelo por un placer celestial superior, descubrí que el pecado sexual (como la lujuria y su maestra, la masturbación) provocó que mi alma se desplomara desde las alturas de la alegría que habían logrado. Parecía que estaba siendo enfrentado a tomar una decisión entre revolcarme en el fango de las breves sensaciones físicas (llamadas placeres) o elevar mi corazón a un lugar donde se ofrece algo mucho más importante, perdurable y satisfactorio. Esto forjó en mí esta intensa convicción: el pecado sexual y la más espectacular satisfacción están en conflicto. Como dijo Jesús, «dichosos los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5:8). Ahora veo esto como el don existencial de Colosenses 3:1-5:
«...Busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba… Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual...».
En otras palabras, la inmoralidad sexual corta las alas que nos elevan hacia el mayor, más abundante y más perdurable gozo. No obstante, yo quería este gozo con determinación. A medida que crecía este deseo, también lo hacía mi oposición a cualquier cosa en mí que se interpusiera en mi camino. Colosenses 3:5 puso el pecado sexual primero en la lista. Creo que Dios convirtió proporcionalmente esta oposición en repugnancia física a medida que el deseo por placer real en Dios se hizo más fuerte.

Sigue pidiéndole ayuda a Dios

Bueno, este fue mi esfuerzo por interpretar mi experiencia a la luz de la Escritura. Espero que hayan lecciones que aprender aquí que puedas adoptar:
  • Pídele a Dios que transforme el pecado en algo repugnante para ti, no solo en algo que sea moralmente incorrecto
  • Pídele que haga que las realidades bíblicas, como el infierno y el cielo, sean terrible y maravillosamente reales para ti (lo suficientemente reales como para palparlas o sentirlas)
  • Pídele que abra tus ojos para ver la gloria del mundo espiritual «donde está Cristo sentado a la derecha de Dios»
  • Pídele que te dé un gran deseo por un placer superior en Dios que sea tan fuerte que haga que los placeres pecaminosos sean repugnantes
  • Pídele que transponga los placeres de intimidad con tu esposa en anticipos de los eternos éxtasis celestiales
Cuando hayas orado, alza tus ojos. Álzalos hacia el cielo profundo y azul. Álzalos hacia la blancura brillante de las nubes esparcidas en el cielo. Álzalos hacia la oscuridad inconmensurable de la noche plagada de estrellas. Álzalos hacia las neblinosas montañas, hacia los ríos que han fluido por miles de años y hacia los imponentes árboles que imperceptiblemente se fortalecen; hacia las anaranjadas caléndulas, las moradas viñas y las blancas margaritas; hacia los calmos lagos al anochecer y al gran arco del horizonte del océano. Quita tus ojos del computador, de tu espejo, de tu dolor, de tu sueño muerto, de tu lujuria autocompasiva. Dios te está hablando. Él está levantando banderas de advertencia para llamar tu atención. Él tiene más que darte de lo que jamás hayas probado, sentido o soñado. El precio que él pagó para satisfacer a su pueblo, con un gozo que nunca muere y con bellezas que son siempre nuevas, fue grande. No lo alejes.
John Piper © 2017 Desiring God Foundation. Publicado originalmente en esta dirección.  — Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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No se puede mantener a Jesús en el sepulcro
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No se puede mantener a Jesús en el sepulcro

Jesús estaba muerto y sepultado; una gran piedra había sido rodada para cerrar el sepulcro. Los fariseos habían ido donde Pilato; querían su autorización para sellar la piedra y hacer guardia en la tumba. Pilato respondió, «una guardia tienen; vayan, asegúrenlo como ustedes saben» (Mt 27:65). Y así lo hicieron. Hicieron todo lo posible; no obstante, fue en vano. Fue inútil en ese momento, es inútil hoy y será siempre inútil. Por más que lo intenten, nadie puede mantener a Jesús en el sepulcro; nadie puede mantenerlo sepultado. Podrían haber usado la fuerza física, la ridiculización intelectual, la censura de información, el hostigamiento político o la caricaturización religiosa. Por alguna razón, pensaron que la tumba estaba sellada definitivamente. Sin embargo, eso nunca funcionó. Jesús escapó de todas formas.

Nadie le quita su vida

No es difícil comprenderlo: él pudo escapar porque no fue forzado a entrar. Él dejó que lo calumniaran, que lo atormentaran, que lo rechazaran, que lo ridiculizaran, que lo empujaran de aquí para allá y que lo mataran. «…Yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo…» (Jn 10:17-18). Nadie pudo obligarlo a seguir en sepulcro porque nunca nadie lo derribó. Cuando estaba listo, él se sacrificó. Quizás en China se les han «cerrado» las puertas a los misioneros occidentales por cuarenta años. Esto no porque Jesús se resbaló y cayó dentro de la tumba, sino porque él decidió entrar. Cuando las sellaron, él salvó cincuenta millones de chinos desde adentro —sin misioneros occidentales—. Cuando llegó el tiempo indicado, él empujó la piedra para que pudiéramos ver lo que había hecho.

Jesús está trabajando en la oscuridad

Cuando parecía que Jesús estaba sepultado definitivamente, la verdad es que él estaba haciendo algo asombroso en la oscuridad. «…El reino de Dios es como un hombre que echa semilla en la tierra, y se acuesta de noche y se levanta de día y la semilla brota y crece; cómo, él no lo sabe» (Mr 4:26-27). El mundo piensa que Jesús estaba perdido (que ya no era un estorbo) y que su palabra está sepultada para siempre en el polvo de la antigüedad irrelevante. Sin embargo, Jesús estaba obrando en los lugares oscuros: «en verdad les digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto» (Jn 12:24). Él dejó que lo sepultaran («nadie me ...quita [la vida]») y él saldrá en poder cuándo y dónde él quiera («tengo autoridad para tomarla de nuevo»). Sus manos estarán llenas de frutos hechos en la oscuridad. «Dios lo resucitó, poniendo fin a la agonía de la muerte, puesto que no era posible que él quedara bajo el dominio de ella» (Hch 2:24). Jesús tiene su sacerdocio hoy «…según el poder de una vida indestructible» (Heb 7:16) [énfasis del autor]. Durante veinte siglos, el mundo ha hecho todo lo posible para mantener a Jesús en el sepulcro; todo en vano. No pueden sepultarlo; no pueden retenerlo; no pueden callarlo ni limitarlo. Jesús está vivo y completamente libre para ir y venir como le plazca. «…Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra» (Mt 28:18). Todas las cosas fueron hechas por medio de él y él está absolutamente por sobre todos los otros poderes (Col 1:16-17). Confíen en él y vayan con él, sin importar nada. Al final, no pueden perder.

Diez regalos de la resurrección

Por lo tanto, hoy, en el Domingo de Resurrección, como una contribución a la adoración de Pascua, celebren junto a mí estas diez cosas que le debemos a la resurrección de Jesús. Cada una junto a un versículo.
1. El Salvador nunca puede volver a morir
«Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos no volverá a morir» (Ro 6:9) [énfasis del autor].
2. Arrepentimiento
«El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes mataron y colgaron en una cruz. A él Dios lo exaltó a su diestra como Príncipe y Salvador, para dar arrepentimiento a Israel, y perdón de pecados» (Hch 5:30–31) [énfasis del autor].
3. Nuevo nacimiento
«…El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos» (1P 1:3) [énfasis del autor].
4. Perdón de pecados
«Si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es falsa; todavía están en sus pecados» (1Co 15:17) [énfasis del autor].
5. El Espíritu Santo
«A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que ustedes ven y oyen» (Hch 2:32-33) [énfasis del autor].
6. No hay condenación para los elegidos
«¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros» (Ro 8:34) [énfasis del autor].
7. La comunión personal con el Señor y su protección
«¡Recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28:20).
8. Evidencia del juicio venidero
«[Dios] ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien él ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres cuando lo resucitó de entre los muertos» (Hch 17:31) [énfasis del autor].
9. Salvación de la futura ira de Dios
«Espera[mos] de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de entre los muertos, es decir, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera» (1Ts 1:10; ver también Ro 5:10).
10. Nuestra propia resurrección de entre los muertos
«Sab[emos] que aquél que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará junto con ustedes» (2Co 4:14; ver también Ro 6:4; 8:11; 1 Co 6:14; 15:20) [énfasis del autor]. ¡El Señor de verdad ha resucitado!
John Piper © 2016 Desiring God Foundation. Publicado originalmente en esta dirección. — Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Una petición de Año Nuevo: ¡planifica!
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Una petición de Año Nuevo: ¡planifica!

La planificación y las necesidades físicas

Supón que se te viene a la mente la idea de construir una casa: te sientas, haces una lista de todos los materiales que necesitarás y luego encargas que te los entreguen en el sitio de la construcción. Todo está apilado al centro del terreno, y al día siguiente, cuando todo se encuentra aún allí, la motoniveladora aparece para hacer la excavación necesaria. Los materiales se encuentran justo donde tendrá que excavar. ¿Por qué sucedió esto? Por un error de planificación. Sin una planificación rudimentaria, probablemente no tendrías qué comer al levantarte por la mañana. Y sin una planificación detallada, nadie podría construir una casa, ni mucho menos un rascacielos, un centro comercial o una ciudad. Si es valioso proveer un techo, alimento, vestuario y transporte, entonces es valioso planificar. Solo nuestros impulsos más simples se llevan a cabo sin esa cuota de previsión que denominamos «plan».

La planificación y las necesidades espirituales

Todos sabemos esto y lo practicamos en relación con las necesidades físicas básicas de la vida. Damos ciertos pasos para asegurarnos de tener comida suficiente y vestimentas con las cuales abrigarnos. No obstante, ¿tomamos con la misma seriedad nuestras necesidades espirituales? ¿Hacemos un plan para maximizar nuestro ministerio aplicando la misma seriedad con que planificamos las otras áreas de la vida? Lo que quisiera hacer a continuación es intentar persuadirte de que, en este año que llega, dediques un espacio de tiempo semanal a planificar: planificar específicamente tu vida de oración, devoción y ministerio. La motoniveladora del Espíritu de Dios suele aparecer en el escenario de nuestros corazones lista para iniciar una gran obra de construcción y se encuentra con que, debido a una pobre planificación, hay pilas de cosas desordenadas en su camino. No estamos listos para ella. La forma en que espero motivarte es dándote cuatro ejemplos de planificación provenientes de la Biblia. Primero, algunas ilustraciones de Proverbios; segundo, la planificación del apóstol Pablo; tercero, la planificación de Dios; y cuarto, la planificación de Jesús.

Ilustraciones de Proverbios

Proverbios 6:6-8: «Ve, mira la hormiga, perezoso, observa sus caminos, y sé sabio. La cual sin tener jefe, ni oficial ni señor, prepara en el verano su alimento, y recoge en la cosecha su sustento». La hormiga es un ejemplo no solo porque trabaja duro, sino también porque planifica lo que viene. En el verano piensa en lo que necesitará durante el invierno, y esta previsión suple sus necesidades durante la estación fría. Proverbios 14:15: «El simple todo lo cree, pero el prudente mira bien sus pasos». La diferencia entre planificar y no hacerlo está en si miras a dónde irás en el futuro o si concentras toda tu atención en lo que se encuentra inmediatamente ante ti. Si no planificas, estarás a merced de quienes buscan aconsejarte que actúes bien ahora para ser feliz en el futuro. Por lo tanto, «El simple todo lo cree, pero el prudente mira bien sus pasos». Este último considera los días que vienen y lo que traerán y piensa en cuál es la mejor forma de prepararse para ellos y usarlos para cumplir sus propósitos. Proverbios 15:22: «Sin consulta, los planes se frustran, pero con muchos consejeros, triunfan». Aquí la sabiduría de planificar se da por sentada, y el escritor simplemente nos aconseja cómo hacer planes exitosos. Dice: no lleves tu independencia al extremo de creer que no necesitas consejo. Lee sobre la sabiduría de quienes han vivido antes que tú. Habla con personas experimentadas y sabias. Mira cómo otros hacen las cosas y aprende de sus errores y éxitos. Proverbios 16:3: «Encomienda tus obras al Señor, y tus propósitos se afianzarán». Una vez más, la planificación se da por sentada y la pregunta es: ¿cómo podemos planificar de tal forma que lo que produzcamos tenga un valor perdurable y no se desvanezca de la noche a la mañana? Respuesta: encomiéndalo al Señor. Es decir, busca siempre la guía y fortaleza del Señor en tu planificación. Confía en su sabiduría y no en la tuya. Entonces, tus planes darán un fruto que permanecerá. Proverbios 24:27: «Ordena tus labores de fuera, y tenlas listas para ti en el campo; y después edifica tu casa». Probablemente, esto significa que es importante poder autosustentarte usando la productividad del campo antes de establecer tu propio hogar. Quizás hoy podríamos decirle a un joven: consigue un trabajo antes de casarte. O al menos planifica cómo vas a sustentar el nuevo hogar que establecerás. Proverbios 31:15-16: «También se levanta cuando aún es de noche, y da alimento a los de su casa, y tarea a sus doncellas. Evalúa un campo y lo compra; con sus ganancias planta una viña». Aquí, el ama de casa ejemplar es una planificadora ejemplar en dos maneras: se levanta temprano y asigna tareas a sus criadas. No puedes asignar tareas a tus criadas si no tienes un plan de lo que quieres conseguir ese día. En segundo lugar, ella evalúa un campo y lo compra. ¿Qué evalúa? Evalúa cómo se ajustará a la planificación del hogar. Conclusión de los Proverbios: una planificación cuidadosa es parte de lo que hace sabia y productiva a una persona. No planificar es considerado necio y peligroso. Esto es así aun cuando Proverbios nos enseña que no sabemos lo que puede traer el futuro. «La mente del hombre planea su camino, pero el Señor dirige sus pasos» (Pr 16:9). El hecho de que, en último término, el Señor controla el futuro, no significa que no debamos planificar. Significa que deberíamos encomendar nuestro trabajo al Señor y confiar en que Él establecerá nuestros planes según sus propósitos amorosos.

La planificación del apóstol Pablo

Tomaremos solo un ejemplo de la planificación de Pablo entre los muchos que podríamos extraer de los Hechos y sus cartas. Romanos 15:20-28 dice:

De esta manera me esforcé en anunciar el evangelio, no donde Cristo era ya conocido, para no edificar sobre el fundamento de otro . . . pero ahora, no quedando ya más lugares para mí en estas regiones, y puesto que por muchos años he tenido un gran deseo de ir a vosotros, cuando vaya a España iré a vosotros. Porque espero veros al pasar y que me ayudéis a continuar hacia allá, después de que haya disfrutado un poco de vuestra compañía. Pero ahora voy a Jerusalén para el servicio de los santos . . . Así que cuando haya cumplido esto y les haya entregado esta ofrenda, iré a España llegando de paso a veros.

Este es un ejemplo típico de cómo el apóstol cumplió su misión, y creo que deberíamos aprender de él que planificar es esencial para un ministerio productivo. Y me refiero tanto a tu ministerio personal como al complejo organismo de los ministerios eclesiásticos. Pablo fue el plantador de iglesias más grande que alguna vez haya existido. En su vida, logró más por la extensión del Reino de Cristo que cualquier otra persona. En consecuencia, creo que haríamos bien en tomar seriamente su método. Parte de su método era su planificación. Él seguía una directriz general: quería predicar donde nadie lo hubiera hecho antes. Luego, desarrolló un plan específico a partir de esta directriz: llevaría la ofrenda a Jerusalén; a continuación iría a Roma para establecer una base occidental y, de allí, viajaría a España. Lo que hace de esto algo especialmente importante es que, hasta donde sabemos, el plan fracasó. Pablo fue arrestado en Jerusalén. Fue a Roma como prisionero y probablemente jamás llegó a España. Es tal como vimos en Proverbios. Finalmente, es Dios quien hace el futuro. Sin embargo, planificamos. Dios usa nuestra planificación incluso si la anula. Por ejemplo, si Pablo no hubiese planificado usar Roma como base de operaciones para viajar a España, probablemente jamás habría escrito la más grande carta que el mundo haya conocido: la carta a los Romanos. Planificar es crucial para la vida y el ministerio cristiano —aun cuando Dios invalide nuestra planificación—.

La planificación de Dios

La razón de fondo por la cual debemos planificar es que Dios es un Dios que planifica y hemos sido creados a su imagen para ejercer dominio en la tierra bajo su señorío. No creo que sea siquiera posible concebir un Dios que no actúe de acuerdo a su propia planificación eterna —es decir, un Dios que responda instintivamente a estímulos en vez de llevar a cabo acciones deliberadas que se ajusten a un propósito sabio—. Isaías 46:9-10: «[...] yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay ninguno como yo, que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré». Efesios 1:9-10: «[...] nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según el beneplácito que se propuso en Él, con miras a una buena administración en el cumplimiento de los tiempos, es decir, de reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra». Hechos 2:23: «[...] a éste, entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios [...]». Puesto que Dios es un Dios que hace todas las cosas de acuerdo a un plan, nos corresponde acercarnos a las cosas más importantes de la vida con previsión y planificación —no en forma azarosa—.

La planificación de Jesús

Jesús tenía una misión que cumplir, y la concluyó con previsión y planificación. Cuando se madre le instó a hacer un milagro en la boda de Caná, dijo: «Todavía no ha llegado mi hora» (Jn 2:4). Había una hora planificada y designada para que se revelara su poder. Él se ceñiría al plan. Lucas 9:51 dice: «Y sucedió que cuando se cumplían los días de su ascensión, Él, con determinación, afirmó su rostro para ir a Jerusalén». Él sabía que el plan implicaba morir en Jerusalén y no se apartó de él. Sin embargo, no fue llevado contra su voluntad. El plan del Padre era también su plan. En Juan 10:18, dijo: «Nadie me  . . . quita [la vida], sino que yo la doy de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de mi Padre».

CONCLUSIÓN:

Muy específicamente, la petición que te hago al acercarse un nuevo año es que dediques un tiempo a planificar las cosas más importantes de tu vida.

Planifica las cosas más importantes de tu vida

Planifica cómo usarás el tiempo con tu cónyuge para profundizar y fortalecer la relación. Planifica cómo usarás el tiempo en que jugarás con tus hijos y los educarás. Planifica cómo llevarás a cabo la cantidad de ejercicio que necesitas para mantenerte saludable. Planifica cómo dormirás la cantidad de tiempo suficiente. Planifica la cantidad de alimento que debes comer y la manera en que te limitarás. Planifica tus vacaciones para que te otorguen un verdadero descanso y renovación espiritual. Y lo más importante, haz planes para que la oración y la meditación en la Palabra sean partes significativas de tu vida. Sin un plan, estas importantísimas cosas siempre perderán su lugar ante las presiones urgentes.

Haz que planificar sea un elemento regular de tu vida

Sin embargo, el solo hecho de planificar algo esta noche o mañana no funcionará. Planificar debe ser parte regular de tu vida. Mi expectativa es que el personal de la iglesia que pastoreo dedique mensualmente un día entero a salir de la oficina con el único fin de orar y planificar su ministerio. Esto se agrega al tiempo que espero que todos tomemos semanalmente para planificar el trabajo de la semana. Así que la petición que te hago es que cada semana dediques tiempo a planificar, y especialmente a planificar tu vida de oración y estudio bíblico. Por ejemplo, puesto que el domingo es el primer día de la semana (¡no el último del fin de semana!), toma diez o quince minutos para pensar cuándo orarás y qué estudiarás durante la semana. Piensa en cómo Dios podría querer usarte esa semana de una manera especial. Planifica los mensajes que debes escribir, los versículos que quieres enseñar a tus hijos, la visita que quieres hacer, el libro que quieres leer, el vecino con el cual quieres hablar, etc. Proverbios nos enseña a planificar; el más grande misionero que haya vivido fue un planificador; Dios es un Dios que hace todo de acuerdo a un plan; y Jesús afirmó su rostro para ir a Jerusalén por causa del más amoroso plan alguna vez concebido. Él hizo planes para nuestro gozo, y nosotros deberíamos planificar para su gloria.
John Piper © 2015 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Es posible rescatar tu cerebro de la pornografía
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Es posible rescatar tu cerebro de la pornografía

Hace poco escribí sobre el alcance psicológico que tiene la adicción a la pornografía [1]. En estudios recientes sobre el funcionamiento del cerebro, se sugiere que la pornografía es una adicción tan fuerte como la que produce la cocaína y la heroína debido a su combinación única de estimulante y opiáceo. La pornografía establece rutas psicológicas reales en el cerebro; toda experiencia sexual tiende a ir a esas rutas. Después de un tiempo, llegué a la conclusión de que ningún estudio de este tipo sorprende a Dios. Él diseñó la interacción entre el cerebro y el alma. Los descubrimientos de las conexiones entre la realidad física y la espiritual no se anulan entre sí.

No seas parte de la abolición del hombre

No permitas que ese estudio te lleve a pensar que eres simplemente carne y químicos. Este es el gran mito del mundo moderno —lo que C. S. Lewis denominó la abolición del hombre—. Esta es la teoría que postula que el pensamiento humano no es más que movimiento en el cerebro; una teoría que se desarrolló para destruirse a sí misma. Lewis vio que los tentáculos del materialismo estaban alcanzando todos los ámbitos:

“Siempre habrá evidencia, evidencia fresca, todos los meses, de que la religión es sólo algo psicológico; de que la justicia es sólo autoprotección; la política, simple economía; el amor, sólo lujuria; y el pensamiento, nada más que bioquímica del cerebro” (“Transposición”, El peso de la gloria [2]).

Sin embargo, Lewis vio que en realidad nadie actúa como si creyeran estas cosas. Están jugando un juego de palabras. Él ilustra esta situación usando la relación entre el pensamiento y el cerebro:

Estamos seguros de que, al menos en esta vida, el pensamiento se relaciona íntimamente con el cerebro. Por lo tanto, en mi opinión, la teoría de que el pensamiento es sólo un movimiento del cerebro es completamente absurda; pues, de ser así, esa misma teoría sería puro movimiento, una interacción entre átomos que podría tener velocidad y dirección pero que no podría considerarse “verdadera” o “falsa” (“Transposición”, El peso de la gloria).

Lewis no está aquí jugando a invertir el juego. Habla muy en serio al decir que, quienes están aboliendo a los hombres, no quieren reconocer que niegan la existencia de significado haciendo declaraciones que pretenden tener sentido.

Ocúpate de la conexión entre la mente y el cuerpo

El significado está enraizado en la verdad supramaterial. No eres sólo materia y energía. Eres un alma encarnada que vivirá para siempre en el cielo o en el infierno, creado a la imagen de Dios, distinto a los animales, un cristiano comprado por la sangre del Hijo de Dios, y en quien mora el Espíritu del mismo Dios. Estas son realidades extraordinarias —realidades más grandes que las endorfinas y la dopamina—. Dios entretejió los nervios físicos y los afectos espirituales suprafísicos —deseo, miedo, alegría, ira, pena, admiración, confianza, estima y amor—. En lugar de dejar que esa conexión te desanime, ocúpate de ella y haz que sirva para tu santidad. Es lo que la Biblia te llama a hacer. No pienses que la Biblia guarda silencio respecto a este asunto tan importante de la mente y el cuerpo —el pensamiento y el cerebro; los afectos y los químicos—. Dios hizo todas esas conexiones entre lo físico y lo suprafísico y Dios tiene la sabiduría para vivir en ellas. Toma en consideración estas cuatro observaciones llenas de esperanza:
1. Una renovación profunda, que incluye el cerebro
Los estudios sobre el funcionamiento del cerebro corresponden a una ciencia que está recién comenzando; estos son sus primeros descubrimientos. Apenas han comenzado siquiera a hallar un nombre para los misterios de cómo la verdad y la belleza utilizan como medio el lenguaje, luego entran al cerebro como un pensamiento y enseguida derivan en el correspondiente proceso químico. Por lo tanto, debemos tomarnos de esta maravillosa conexión y declarar lo que la Biblia dice: “...contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados…” (2 Co 3:18). Obviamente, ver cuerpos desnudos cambia el cerebro; sin embargo, ¿por qué pensamos que ver la gloria de Cristo ejerce un cambio más débil? Si las rutas creadas en el cerebro pervierten nuestros afectos y nuestro comportamiento, no cometas el error salvaje de asumir que la santificación sólo puede crear rutas más débiles. Pablo nos llama a “[ser] renovados en el espíritu de su mente, y se vistan del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad” (Ef 4:23-24). Permanece atento, no sea que asumas que la renovación del “espíritu de la mente” no deja rastros en las rutas del cerebro, porque sí lo hace. Pablo dice, “...se han vestido del nuevo hombre, el cual se ha renovado hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquel que lo creó” (Col 3:10). Si ver desnudos en Internet crea nuevas rutas en el cerebro, cuánto más ver a Cristo —la vista espiritual del “...evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios” (1 Co 4:4)—. No somos nosotros quienes debemos crearnos nuevos cerebros: “...somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús…” (Ef 2:10). No te intimides por el estudio del funcionamiento del cerebro, pues Dios hizo el cerebro y también escribió la Biblia.
2. Cristo ensangrentado, malos olores y osos
Además, sabemos por experiencia que no somos esclavos de esos poderosos cambios pornográficos en nuestros cerebros. No los subestimo y, a juzgar por los efectos continuos de mi bobería adolescente, aun a mis sesenta años, he probado el increíble poder permanente de los antiguos patrones pecaminosos. Sin embargo, no somos como el caballo o el mulo que necesitan de brida y freno para arrearlos y sujetarlos (Sal 32:9). Tú sabes esto: si estuvieras controlado por un gran deseo sexual de pornografía, y Jesús mismo se parara en tu cuarto, salpicado en sangre, con las manos temblorosas de dolor, con los ojos llenos de amor, respirando con dificultad, como un hombre moribundo, tú sabes —sí, lo sabes— que en ese momento tendrías el poder para no mirar pornografía mientras Jesús estuviera ahí. Así que no eres un esclavo. Las bien marcadas rutas neurológicas no ganarían, porque no son Dios; no tienen la última palabra. O a un nivel más físico, sabes por experiencia que un simple olor —como por ejemplo de excremento humano, basura rancia, o tu propia axila— puede eliminar el deseo sexual inmediatamente. ¿Qué significa esto? Significa que esas rutas neuronales no son definitivas. Se puede triunfar sobre ellas; no eres una simple víctima. O considera esto: estás acampando en el bosque y estás a punto de fornicar. Nunca pensaste que sería así, pero el deseo simplemente te ha dominado. Espera, ¿es realmente así? ¿Qué pasaría si, en el momento de mayor pasión, justo antes de la penetración, escucharas el bramido de un oso y vieras su enorme silueta en la carpa? ¿Seguirías siendo esclavo de la lujuria? ¿O acaso el miedo no vencería completamente a esos químicos? Ten cuidado de pensar que eres una víctima del efecto eufórico de la dopamina y de las endorfinas, porque no lo eres. Dios tiene formas de revelar al Cristo ensangrentado y pasmarte con olores y osos para rescatarte para él. Él se rebajará a esto por amor.
3. Satanás, sexo y químicos
Las emociones supraquímicas —afectos espirituales— se transponen en respuestas físicas correspondientes en el cerebro. Esto significa que puedes combatir el fuego físico con fuego espiritual y viceversa. Dios nos ordena que luchemos por obtener fruto espiritual empuñando las armas fisiológicas con manos espirituales. ¿Alguna vez has tomado en cuenta las maravillosas implicancias del consejo que Pablo, en 1 Corintios 7:5, da para vencer a Satanás en el ámbito sexual? Cuidado, soltero. Quizás llegues a la conclusión de que esto es irrelevante para ti, o son malas noticias, pero no es así. Pablo les dice a los esposos y a las esposas, “No se priven el uno al otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicarse a la oración. Vuelvan después a juntarse, a fin de que Satanás no los tiente por causa de falta de dominio propio.” Esto implica que Pablo busca que los matrimonios cristianos luchen contra el poder sobrenatural de Satanás teniendo relaciones sexuales suficientemente frecuentes. En términos fisiológicos: existen químicos del cerebro que aumentan el deseo sexual a medida que el periodo de abstinencia crece. El poder de esos químicos disminuye después del orgasmo. Por lo tanto, dice Pablo, usa esa realidad fisiológica del matrimonio para disminuir tu vulnerabilidad a la tentación de adulterio y pornografía que Satanás presenta. Por supuesto, esta no es la única ni la principal arma en nuestro arsenal, pero sí es una de ellas. Además, ilustra la validez de usar armas fisiológicas contra la oposición fisiológica. Los solteros podrían decir con razón, “no tengo esa arma matrimonial en particular en mi arsenal”. Tienen razón, y los admiro por decirlo. Sin embargo, aférrense a dicho principio mientras se aplique a ustedes. Existen realidades fisiológicas que saben que afectan su vulnerabilidad a la tentación. Úsenlas para la guerra.
4. El Espíritu Santo, el descanso y el dominio propio
Pero, ¿es eso espiritual? ¿No es el dominio propio un “fruto del Espíritu Santo” más que un fruto de relaciones sexuales frecuentes? El dominio propio es un fruto del Espíritu (Gá 5:23), pero no con exclusión de otras fuerzas. Es decir, la manera que el Espíritu tiene para producir su fruto incluye a menudo medios muy naturales. Por ejemplo, otro fruto del Espíritu es la paciencia (Gá 5:22); no obstante, ¿quién de nosotros negaría que nuestra paciencia aumenta y disminuye según las horas de sueño que tuvimos? El amor, dice Pablo, es “paciente… no se irrita” (1 Co 13:4-5). Sin embargo, nos irritamos fácilmente y somos menos pacientes cuando no hemos tenido suficiente descanso en la noche. Lo que infiero de esto es que una de las muchas armas en el arsenal del Espíritu Santo es dormir. Él nos humilla para que nos demos cuenta de que no somos Dios y que necesitamos ser indefensos como bebés siete u ocho horas diarias, para ser las personas amorosas y pacientes que él nos llama a ser. De manera similar funciona con el dominio propio en la sexualidad. El Espíritu Santo nos enseña por medio de la Escritura, la experiencia, y otras personas, cómo funcionan nuestros cuerpos. Su intención es que nos apoyemos en su poder a medida que usamos las armas fisiológicas que él nos da para ir contra esos deseos.

Encontrar el verdadero éxtasis

El estudio sobre el funcionamiento del cerebro está en lo cierto: nuestros cerebros son profundamente moldeados por lo que vemos. Mientras más veamos, mejor pavimentadas y controladoras serán esas rutas. Sin embargo, no somos sus víctimas. Estos poderes fisiológicos no son definitivos, pero Dios sí lo es. Él nos ha dado armas espirituales tan poderosas fisiológicamente como la pornografía. Él también desea ser visto —frecuente y profundamente (2 Co 3:18; 4:4)—. Además, los poderes espirituales de su Palabra y de su Espíritu tienen el derecho de reclutar fuerzas fisiológicas para su servicio. Así, al final, Dios puede rescatar las rutas que la pornografía ha trazado y transponer el brillo de esas mismas rutas en el éxtasis de conocer a Cristo.

[1] El autor se refiere al artículo «La pornografía: la nueva droga».

[2] Puesto que a la fecha no contamos con una versión de esta obra en español, las citas han sido traducidas con el texto original y el apoyo de una versión portuguesa.

John Piper © 2015 Desiring God. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda.
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La pornografía: la nueva droga
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La pornografía: la nueva droga

“La nueva droga”. Morgan Bennett acaba de publicar un artículo con este título, en donde postula la siguiente tesis:

Investigaciones en materia neurológica han revelado que el efecto que la pornografía tiene en el cerebro humano es al menos igual de potente que las sustancias químicas adictivas como la cocaína o la heroína.

Para empeorar las cosas, mientras en Estados Unidos los consumidores de cocaína suman 1,9 millones y los de heroína 2 millones, los consumidores habituales de pornografía (a través de Internet) alcanzan los 40 millones.

La razón por la que el poder adictivo de la pornografía puede ser peor es la siguiente:

La cocaína es considerada un estimulante que aumenta los niveles de dopamina en el cerebro. La dopamina es el principal neurotransmisor liberado por las sustancias más adictivas. Provoca un impacto en los sentidos y, posteriormente, ansias de sentir nuevamente ese efecto —a diferencia de la sensación de satisfacción que provocarían las endorfinas—.

La heroína, por otro lado, es un opiáceo que produce un efecto relajante. Ambas drogas producen una tolerancia química, lo cual exige usar cantidades cada vez más grandes de droga para alcanzar un efecto de la misma intensidad.

La pornografía, tanto por provocar excitación (el efecto de estar “drogado” por la dopamina) como por causar orgasmos (el efecto de “liberación” de los opiáceos), es un tipo de droga múltiple que libera de una sola vez ambos químicos adictivos en el cerebro, aumentando su tendencia a la adicción.

Sin embargo, Bennett dice, “la pornografía hace más que sólo estimular el nivel de dopamina en el cerebro para obtener una sensación de placer. Literalmente, cambia la materia física dentro del cerebro para que las nuevas ‘rutas’ neurológicas exijan material pornográfico con el fin de obtener la satisfacción deseada”.

Imagina que el cerebro es como un bosque donde los senderos están llenos de pisadas de excursionistas que caminan a lo largo del mismo camino una y otra vez, día tras día. La exposición a imágenes pornográficas crea rutas neuronales similares que, conforme avanza el tiempo, se convierten cada vez más en caminos “bien pavimentados” a medida que se las usa repetidamente en cada exposición a la pornografía. Esas rutas neurológicas se convertirán finalmente en el camino del bosque del cerebro por el cual transitarán las interacciones sexuales. De este modo, un consumidor de pornografía “crea inconscientemente un circuito neurológico” que somete su perspectiva sexual natural a las normas y expectativas de la pornografía.

Estas rutas adictivas no sólo provocan que filtremos todo tipo de estimulación sexual a través de la pornografía, sino que también despiertan ansias de “contenido pornográfico más innovador, como actos sexuales más tabúes o pornografía infantil o sadomasoquista”.

Esto empeora:

Otro aspecto de la adicción a la pornografía, que sobrepasa las características adictivas y dañinas del abuso de sustancias químicas, es su permanencia. Mientras que las sustancias pueden eliminarse del cuerpo, las imágenes pornográficas no, porque quedan guardadas en la memoria del cerebro.

“En resumen”, escribe Bennett, “las investigaciones confirman el grave hecho de que la pornografía es un sistema de suministro de droga que tiene un efecto claro y poderoso en el cerebro humano y el sistema nervioso”.

Nada de esto sorprende a Dios. Él diseñó la interacción entre el cerebro y el alma. Que se descubra una dimensión física asociada a la realidad espiritual no anula la realidad espiritual. Cuando Jesús dijo, “pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón” (Mt 5:28), él veía muy claro —de la misma forma en que un diseñador ve su invento— que el ojo físico tiene efectos profundos en el “corazón” espiritual. Cuando el sabio del Antiguo Testamento dijo literalmente en Proverbios 23:7, “pues como él piensa en su interior, así es él”, vio con una claridad similar que los actos del alma crean el ser. Lo que se piensa con el alma tiene relación con el “ser” y ese “ser” incluye el cuerpo. En otras palabras, afecta ambas partes. La realidad física afecta el corazón y el corazón afecta la realidad física (el cerebro). Por lo tanto, la horrible noticia que las investigaciones nos han dado sobre el poder esclavizante de la pornografía no es la última palabra: la última palabra la tiene Dios. El mayor poder lo tiene el Espíritu Santo. No somos simples víctimas de nuestros ojos y de nuestros cerebros. Sabemos esto por las Escrituras y por la experiencia.
John Piper. ©2015 Desiring God Foundation. Sitio web: desiringGod.org. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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¿Deberíamos mi novio y yo viajar solos?
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¿Deberíamos mi novio y yo viajar solos?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
¿Es sabio que una pareja de novios viaje junta? ¿¡Quedarse en el mismo hotel!? ¿Deberían? Es una pregunta que nos hacen regularmente. Esta vez, nos la hizo una jovencita. «Hola pastor John. Mi novio y yo planeamos irnos de viaje en tres semanas, lo planeamos hace cinco meses. Mi mamá me dice que teme por nosotros y por las tentaciones que surjan durante el viaje. Le he asegurado que aunque hemos caído en tentación en el pasado, hemos buscado a Dios desesperadamente y el consejo de otros cristianos para confrontar ese patrón y que realmente lo hemos dejado a los pies de la cruz. Después de discutir esto respetuosa y completamente, concluímos que estaremos bien.  Hoy mi mamá nuevamente me confrontó y me dice que ella cree que estamos deshonrando a Dios, aunque nos quedemos en habitaciones separadas toda la semana. Aunque estoy frustrada, tampoco quiero deshonrar los deseos de mis padres. Estoy intranquila preguntándome si estamos deshonrando a Dios al viajar juntos antes de casarnos».   Sabes, he pensado sobre esta pregunta y he pensado en ideas que compartiré en solo un minuto. Sin embargo, al escucharte leer esta pregunta de nuevo, Tony, me enoja el chico. Es decir, me piden responderle a la jovencita, y lo haré, pero mientras lees la pregunta, solo quiero decir: «ya pues, chico, ya pues. Muestra tu respeto por esta mamá. Guarda este viaje para después». Bueno, suficiente de eso. Permíteme responder.

Cambio cultural

Permíteme darte tres razones desde la Biblia del por qué creo que los instintos éticos de tu madre son correctos. Creo que no es sabio que una pareja no casada haga un viaje como este juntos (y no solo no es sabio, sino que contrario a las tres directrices bíblicas). En primer lugar, déjame sugerir por qué creo que esto es incluso un problema entre tú y tu madre. Probablemente, hace cincuenta años, cuando yo tenía 20, ir en un viaje de tres semanas como una pareja no casada habría sido algo más impensado de lo que es hoy. ¿Por qué? Por al menos dos razones. Una de ellas es que el mundo considera normal el sexo fuera del matrimonio. Evitar situaciones donde podría suceder más fácilmente no tiene sentido en la cultura más amplia. Hay menos apoyo cultural para la convicción de que esos viajes no son sabios. Esa es la primera razón e incluso es un problema: un cambio cultural como ese (no es un cambio saludable). La otra razón es que, por cincuenta años, ha existido una presión cultural cada vez mayor de tratar a los hombres y a las mujeres como si fueran lo mismo, lo que significa que es tan legítimo ir de viaje con una jovencita como lo es ir con un jovencito; de otra manera, es injusto. Ahora, considero trágicas ambas transformaciones culturales y que llevan a mucho pecado y mucho dolor, heridas y daño en todo tipo de formas y relaciones. Requiere una fuerte confianza y valentía para una persona joven nadar contra tales olas culturales. Espero que seas ese tipo de persona fuerte, confiada y valiente, y espero que este novio lo sea también. Ese es el escenario; ese es el escenario que pienso que crea el conflicto.

Deseos engañosos

Ahora bien, a continuación te mostraré tres enseñanzas bíblicas que creo que deben provocar que no viajes ahora y lo guardes para cuando estén casados. En primer lugar, Dios creó el cuerpo y la mente humana de tal manera que aquellos que están enamorados deseen con mucha fuerza tocarse mutuamente e ir hacia el clímax sexual juntos. Eso es normal; es inevitable que ese deseo ocurra. Dios ha asegurado el porvenir de la alegría de esa relación y satisfacción en el matrimonio y no en otro lugar. Tú ya has descubierto (lo dijiste) que mucho tiempo juntos, especialmente en privado, hace que esos deseos sean muy fuertes. Esos deseos ya te han llevado a la actividad sexual de la que te arrepientes. Si amas agradar al Señor en pureza de mente y cuerpo, esta es la directriz que Dios da en Romanos 13:14: «Antes bien, vístanse del Señor Jesucristo, y no piensen en proveer para las lujurias de la carne». Ese término, no piensen en proveer significa que no te pongas a ti misma en una posición innecesaria que probablemente fomente deseos que no puedas controlar. Si dices: «Oh, podemos controlarlos», te recordaría dos cosas. La primera es que Dios nos advierte que los deseos son engañosos (Ef 4:22). Son engañosos y el pecado también lo es (Heb 3:13). Esto significa que los deseos del cuerpo tienen un gran poder sobre la mente y sobre la voluntad que te hace pensar y desear neciamente. Ese es su poder. Algunas tentaciones, por lo tanto, deben ser evitadas, no solo resistidas. Dios sin duda podría haber atrapado a Jesús si es que Él hubiese saltado desde el templo, ¿cierto (Lc 4:9-12)? Sí, podría haberlo hecho. Habría sido algo, fácil, fácil, fácil. Dios puede hacer eso así como también puede librarte de la fornicación. Jesús le dijo a Satanás: «No voy a saltar. Punto». Su razón fue la que debe ser la tuya: «No tentarás al Señor tu Dios» (Lc 4:12). Dios puede, si quiere, guardarte pura en ese viaje, pero sus advertencias son tales que deberías decir: «no pondré a prueba al Señor en esto». Esta es la primera razón.

Un mundo que observa

Esta es la segunda enseñanza bíblica que debe provocar que guardes este viaje para cuando estén casados. La mayoría de las personas del mundo, tanto religiosas como irreligiosas, asumen que si viajan juntos, dormirán juntos. La mayoría que los ve ni siquiera sabrá que están en habitaciones separadas y el resto pensará que estar en habitaciones separadas no evitará que duerman juntos. Después de todo, para la mayoría de los jóvenes hoy, el sexo antes del matrimonio es normal. Te verán como alguien que está encajando en el mundo nada más. Eso es lo que ellos asumirán. Las personas formadas bíblicamente asumirán que eres descuidada, si es que no estás pecando. Las personas que no tienen una formación bíblica, aquellas que deben importarte mucho, asumirán que estás teniendo sexo. Eso es lo que van a asumir. No hay otra manera en que piensen de ti mientras te observan. Esto es lo que Dios dice acerca de este tipo de observaciones del mundo. Él dice: «A fin de que se conduzcan honradamente para con los de afuera» (1Ts 4:12). Esta palabra, honradamente (del griego euschēmonōs) es una palabra muy interesante. Significa rectamente, debidamente, adecuadamente, apropiadamente. O «Respeten lo bueno delante de todos los hombres» (Ro 12:17); o «Nos preocupamos por lo que es honrado, no solo ante los ojos del Señor, sino también ante los ojos de los hombres» (2Co 8:21). Si amas a Cristo más que a la diversión de ese viaje y quieres que sus vidas hablen claramente sobre sus estándares de pureza, no creo que priorices este viaje por sobre tu compromiso de comunicar claramente la belleza de los estándares de Cristo por pureza. Ese viaje no comunica eso.

Proteger al débil

En tercer lugar, al irte en este viaje o al no hacerlo, debilitas o fortaleces los estándares de otros cristianos, especialmente de los más jóvenes que podrían ser incluso más débiles que tú y están buscando más justificaciones para hacer lo que tú estás por hacer. Pablo dice: «Por tanto, si la comida hace que mi hermano caiga en pecado, no comeré carne jamás, para no hace pecar a mi hermano» (1Co 8:13). Ahora bien, ¿cuánto más evitaría un viaje de tres semanas que normalizará aún más una práctica que la mayoría de las personas simplemente no podrán realizar con pureza sexual? Déjame decirlo nuevamente: ¿cuánto más Pablo diría: «no voy a ir en un viaje de tres semanas que normalizará una práctica que la mayoría de las personas simplemente no serán capaces de realizar con pureza sexual»? ¿Tienes el derecho de hacer este viaje en tu libertad cristiana? Probablemente. «Ese no es el problema», diría Pablo. «No dando nosotros en nada motivo de tropiezo, para que el ministerio no sea desacreditado» (2Co 6:3). Para Pablo, esto significa no hacer cosas que él tenía todo el derecho de hacer. El problema no son los derechos. El problema es el amor y la pureza, y si es que tú participarás en un patrón cultural que a la larga es destrucción. Debido a esas tres enseñanzas bíblicas, creo que los instintos morales de tu madre por este viaje son correctos. Te animaría a guardar el gozo de es tipo de unión extendida para el matrimonio. No te arrepentirás.
John Piper © 2019 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Cómo los cristianos, con Biblia abierta, pueden entender la epidemia del coronavirus?
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¿Cómo los cristianos, con Biblia abierta, pueden entender la epidemia del coronavirus?

Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper. Estoy seguro de que estás consciente de que el coronavirus continúa acaparando los titulares a medida que se esparce a lo largo del mundo, presente ahora en 53 países. El número de los infectados está por sobre las 83.000 personas. Las víctimas fatales son casi 3.000. Es una epidemia multinacional que está cerca de convertirse en una pandemia mundial. En situaciones como esta, es muy fácil perder la fe y vivir atemorizados por los titulares y lo desconocido. Esta incertidumbre mundial ya ha alcanzado a varios países; sin embargo, hace varios días comenzamos a recibir mensajes de nuestros auditores del Sudeste Asiático que nos actualizaban de la situación allá. Dentro de ellos, un hombre que está en Singapur nos escribió esto: 
Querido pastor John, ¡hola! Me gustaría preguntarle sobre el brote desplegado de coronavirus que comenzó en China y ha avanzado infectando muchas personas más alrededor del mundo. Cuando llegó a Singapur, el gobierno y los ciudadanos respondieron bien y nuestros esfuerzos colectivos recibieron elogios internacionales. No obstante, las respuestas de la iglesia están mezcladas. Muchos continúan realizando servicios dominicales, con las precauciones correspondientes; otras, suspendieron todos los servicios de la iglesia. Algunos pastores están prometiendo: «si eres creyente, ¡Dios no permitirá que el virus te toque!»; otros pastores dicen: «este es el juicio de Dios sobre las ciudades pecaminosas y las naciones arrogantes». Pastor John, ¿cómo los cristianos, con Biblia abierta, pueden entender la epidemia del coronavirus?
Bien, intentaré responder, con una Biblia abierta frente a mí, la pregunta que se me hizo: «¿cómo podemos entender esto? ¿Cómo comprenderlo?». Sin embargo, antes de hacerlo, permíteme solo decir que tengo cierto recelo, porque hago una distinción entre ayudar a las personas a prepararse para sufrir al entender la enseñanza bíblica del sufrimiento; esa es una cosa. Otra cosa es encarnar física y emocionalmente esa teología cuando alguien está sufriendo. Y ahora hay miles de personas que están muriendo, lo que significa que existen cientos de miles de personas que están llorando las pérdidas de sus seres queridos. Lo que estoy a punto de decir podría no ser oportuno para alguna de sus vidas, si yo estuviera en terreno, en una iglesia, buscaría discernimiento para saber si es momento de decirlo o no.

Nadie más fuerte que Jesús

Con ese prefacio, permíteme intentar responder lo que se me ha pedido: cómo comprender lo que está ocurriendo con este virus mortal. Comencemos con un hecho empírico e histórico y con un hecho claro de la Biblia. El hecho empírico es que en el Día del Señor, un domingo, 26 de diciembre, 2004, más de 200.000 personas murieron por un tsunami en el Océano Índico, incluyendo iglesias enteras reunidas para adorar en el Día del Señor, barridas por la muerte. Ese es el hecho histórico. Ese tipo de cosas le han ocurrido a cristianos, por todo el tiempo que han existido los cristianos. Ahora, el hecho bíblico se encuentra en Marcos 4:41: «Aun el viento y el mar le obedecen [a Jesús]». Eso es verdad tanto hoy como lo fue entonces. «Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos» (Heb 13:8). Por lo tanto, juntemos esos dos hechos (el histórico y el bíblico) y obtendremos esta verdad: Jesús podría haber detenido el desastre natural del 2004, pero no lo hizo. Puesto que Él siempre hace lo que es sabio, correcto, justo y bueno, entonces, Él tuvo propósitos sabios y buenos para ese fatal desastre. Diría lo mismo, por tanto, sobre el coronavirus. Jesús tiene todo el conocimiento y toda la autoridad sobre las fuerzas naturales y sobrenaturales de este mundo. Él conoce exactamente dónde comenzó el virus y hacia dónde se dirige. Él tiene el poder completo para detenerlo o no. Y eso es lo que está sucediendo. Ni el pecado, ni Satanás, ni la enfermedad, ni el sabotaje son más fuertes que Jesús. ÉI no puede ser acorralado; nunca es forzado a tolerar lo que no quiere. «El consejo del Señor permanece para siempre, los designios de su corazón de generación en generación» (Sal 33:11). «Yo sé que Tú puedes hacer todas las cosas», dice Job en su propio arrepentimiento, «y que ninguno de tus propósitos puede ser frustrado» (Job 42:2). Por lo tanto, la pregunta no es si Jesús está supervisando, limitando, guiando, gobernando todos los desastres y todas las enfermedades del mundo, incluso todas sus dimensiones pecaminosas y satánicas, porque sí lo hace. La pregunta es, con nuestras Biblias abiertas, ¿cómo debemos entender esto? ¿Cómo comprenderlo? A continuación, comparto cuatro realidades bíblicas que podemos usar como elementos básicos en nuestro esfuerzo para entender y comprender este virus:
1. Sujeta a frustración
Cuando el pecado entró en el mundo por medio de Adán y Eva, Dios ordenó que el orden creado, incluso nuestros cuerpos físicos como personas creadas a su imagen, experimentaran corrupción y frustración, y que todo lo viviente muriera. Los cristianos, al ser salvados por medio del Evangelio de la gracia de Dios, no escapan a esta corrupción y frustración física ni a la muerte. La base de este punto se encuentra en Romanos 8:20–23 (NVI):
Porque [la creación] fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que [Dios] así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. [Y este es el verso clave para los cristianos] Y no solo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo.
Viene el día cuando toda la creación será liberada de la esclavitud y de la enfermedad, del desastre y de la muerte, y heredará la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Hasta entonces, los cristianos, dice Pablo, «que tenemos las primicias del Espíritu» gemimos con toda la creación, compartiendo la corrupción y la frustración, las enfermedades, los desastres y la muerte, mientras esperamos con gemidos la redención de nuestros cuerpos (eso ocurre en la resurrección). La diferencia para los cristianos, que confían en Cristo, es que la experiencia que tenemos de esta corrupción no es condenación. Romanos 8:1: «Por tanto, ahora no hay condenación». El dolor para nosotros es purificador, no punitivo. «Dios no nos ha destinado para la ira» (1Ts 5:9). Morimos por enfermedades como todos los hombres, no necesariamente por un pecado en particular; eso es realmente importante. Morimos por enfermedades como todas las personas debido al pecado. Sin embargo, para quienes están en Cristo, el aguijón de la muerte es removido (1Co 15:55). Ese es el elemento esencial número uno para entender lo que está sucediendo.
2. La enfermedad como misericordia
A veces Dios provoca enfermedades en su pueblo como un juicio purificador y rescatador, que no es condenación, sino un acto de misericordia para sus propósitos salvíficos. Este punto se basa en 1 Corintios 11:29-32. Este texto lidia con el mal uso de la Cena del Señor, pero el principio es más amplio. Este es:
Porque el que come y bebe sin discernir correctamente el cuerpo del Señor, come y bebe juicio para sí [esto se refiere a los cristianos en la Mesa del Señor]. Por esta razón hay muchos débiles y enfermos entre ustedes [ustedes, cristianos], y muchos duermen. Pero si nos juzgáramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados. Pero cuando somos juzgados [con esta enfermedad, debilidad y muerte], el Señor nos disciplina [disciplina como a un hijo] para que no seamos condenados con el mundo.
Ahora, asimila esto. El Señor Jesús toma la vida de sus amados y las lleva por debilidad y enfermedad —las mismísimas palabras, por si acaso, que se usan para describir las debilidades y enfermedades que Jesús sana en su vida terrenal (Mt 4:23;8:17; 14:14)— y los lleva al cielo. Él los lleva al cielo debido a la trayectoria del pecado de ellos que Él estaba cortando y del que los salva. No castigándolos, sino que salvándolos. En otras palabras, algunos de nosotros morimos debido a enfermedades «para que no seamos condenados con el mundo» (v. 32). Si Él puede hacer eso en algunos de los amados en Corinto, Él puede hacerlo en muchos, incluso por medio del coronavirus. Y no solo por abusar de la Cena del Señor, sino que también por otros tipos de trayectorias pecaminosas, aunque no toda muerte se debe a un pecado particular. Este es el elemento esencial número dos.
3. La enfermedad como juicio
A veces Dios usa las enfermedades para ejercer juicios particulares sobre aquellos que lo rechazan y se entregan al pecado. Daré dos ejemplos: en Hechos 12, Herodes, el rey, se exaltó a sí mismo al ser llamado dios. «Al instante, un ángel del Señor lo hirió, por no haber dado la gloria a Dios; y Herodes murió comido por gusanos» (Hch 12:23). Dios puede hacer eso con todos los que se exaltan a sí mismos. Esto significa que debemos maravillarnos de que más de nuestros gobernantes no caigan muertos cada día debido a su arrogancia ante Dios y el hombre. Pura gracia y misericordia común. Otro ejemplo es el pecado del acto sexual homosexual. En Romanos 1:27 (NVI) dice: «Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su perversión». Ese es un ejemplo de la ira de Dios en Romanos 1:18, donde dice: «Porque la ira de Dios se revela [está siendo ahora] desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad». Ese es el elemento esencial número tres, que Dios puede usar la enfermedad, y lo hace, para ejercer juicio a veces sobre aquellos que lo rechazan a Él y a sus caminos.
4. El trueno de Dios
Todos los desastres naturales (ya sean inundaciones, hambrunas, langostas, tsunamis o enfermedades) son un trueno de la divina misericordia de Dios en medio del juicio, llamando a su pueblo en todas partes a arrepentirse y a realinear sus vidas, por gracia, con el valor infinito de la gloria de Dios. La base para este elemento esencial se encuentra en Lucas 13:1-5. Pilato había sacrificado adoradores en el templo. La torre de Siloé se había derrumbado y había matado dieciocho transeúntes. La multitud quería saber de Jesús, igual como me han preguntado a mí: «bueno, explícame esto, Jesús. Dinos qué piensas sobre estos desastres naturales y esta crueldad. Estas personas solo estaban ahí y ahora están muertas». Esto es lo que Jesús responde en Lucas 13:4-5: «¿O piensan que aquellos dieciocho, sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, eran más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Les digo que no; al contrario, si ustedes no se arrepienten [Jesús hace el cambio de ellos a ustedes], todos perecerán igualmente». Ese es el mensaje de Jesús al mundo en este momento de la historia, bajo el coronavirus; un mensaje para cada uno de los seres humanos. Tú y yo, y todos los que están leyendo, y cada gobernante en el planeta, cada persona que escucha esto, está recibiendo un mensaje de trueno de Dios, que dice: «arrepiéntete». (Y creo que las autoridades chinas deben poner especial atención, pues recientemente —leí otro artículo sobre esto hace solo unos días— han sido cada vez más duros y represivos con los seguidores de Cristo). Arrepiéntete y busca que la misericordia de Dios alinee sus vidas, nuestras vidas, con su valor infinito.
John Piper © 2020 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Debemos posponer tener hijos mientras termino mi grado académico?

Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper. Las parejas jóvenes enfrentan muchas preguntas. ¿Pueden usar métodos anticonceptivos? ¿Deberían? ¿La esposa puede ser el sostén de la familia en este tiempo? ¿Debería? Parejas jóvenes enfrentan preguntas como estas en los años de transición entre que terminan la universidad y comienzan sus carreras profesionales. El correo electrónico que recibí es de un joven.   «¡Hola pastor John! Soy estudiante de penúltimo año de pregrado con planes de ir a la facultad de medicina cuando me gradúe. Mi novia y yo hemos estado en una relación por cinco meses y estamos considerando seriamente casarnos. Tenemos el apoyo de nuestra comunidad de la iglesia, hemos preservado nuestra pureza física y ambos somos cristianos creciendo en madurez. Al ir a la facultad de medicina, no seré capaz de sustentar económicamente a mi familia por al menos cuatro años si mi novia y yo nos casamos. Mis dos preguntas son: (1) ¿Honra a Dios que una pareja en esta situación use métodos anticonceptivos? (2) ¿Sería incorrecto casarnos sabiendo que mi novia siente que su principal llamado es ser esposa y madre y que no será capaz de hacer esto por los cuatro años que yo esté en la facultad de medicina? ¿Qué consejo le darías a una pareja en esta situación?». 

Decidir esperar

Bien, sería un hipócrita si no te contara nuestra historia para luego arrepentirme y pedirte que hagas algo diferente o afirmarla y recomendarla por razones bíblicas. Así que, aquí voy: En primer lugar, quiero alabar a Dios porque tienes una comunidad de iglesia muy fuerte y que te importa lo que ellos piensan de tu relación. Alabo a Dios porque han preservado su pureza sexual. Qué gran evidencia de la gracia y del poder de Dios en tu vida. Provoca que mi corazón cante. Noël y yo comenzamos sobre una base similar de gracia soberana. Nos casamos justo después de haber salido de la universidad, y yo estaba iniciando, en ese momento, seis años más de universidad (tres años de seminario y tres años de trabajo doctoral). Noël no tenía aspiraciones profesionales a excepción de estar junto a mí y acompañarme en el llamado de Dios en mi vida, tener hijos, hacer un hogar para ellos y hacer un hogar para mí. Su principal deseo era unirse a mí en cualquier dimensión de nuestro ministerio que fuera adecuado para sus dones. Esto suena familiar a tu situación. A medida que conversamos esto y buscamos sabiduría en la Escritura, nos pareció que por un tiempo, sería bueno para los propósitos a largo plazo de Dios en nuestras vidas posponer tener hijos. Así que tomamos pasos para evitar el embarazo (espero que sin ningún componente abortivo). La razón por la que digo espero es porque yo era tan ignorante a fines de los sesenta y principios de los setenta. Era muy ignorante; era tan ingenuo en ese tiempo que quizás no tomamos todas las precauciones necesarias que debimos para asegurarnos de que la manera en que estuviéramos evitando la concepción haya sido realmente no abortiva. Tiemblo por lo que podríamos haber hecho sin saber. Pero nadie necesita cometer ese error en ignorancia hoy.

Sostén de la familia

Ahora, de igual manera, conversamos y buscamos sabiduría en la Escritura para saber si Noël podría ser el principal sostén de la familia por un tiempo. Nos parecía adecuado que ella fuera nuestro principal sustento económico por un tiempo, al yo proveer algunos ingresos por ser ayudante de enseñanza. Los abarrotes nos costaban unos $10 dólares a la semana y nuestra pequeña casa en Pasadena costaba $75 dólares al mes; y nos gustaba. Nos las arreglábamos. No teníamos ahorros y casi no teníamos deuda. Digo casi porque hubo un pequeño momento en el que pedí $1.500 dólares al final del semestre. Fui y tomé un préstamo universitario, el que devolví al dividirlo en dos por un trato especial que ellos tenían. Así que no quiero decir sin deudas, sino que casi sin deudas.

Tomar riesgos

Cuando nos dirigimos a la escuela de postgrado en Alemania, y aunque Noël había conseguido trabajo en European Exchange (hasta ese momento había trabajado por tres años; era el principal sostén de la familia a lo largo de todo mi tiempo en el seminario) ambos comenzamos a sentir, en ese momento, en nuestro cuarto año de matrimonio, que seguir posponiendo los hijos era algo que no deseábamos. Queríamos hijos y no podíamos seguir esperando seis años más. Tan solo no nos parecía bien. Así que nos deshicimos de los anticonceptivos y, ¡bum!, nos embarazamos casi inmediatamente. No teníamos un plan claro. Ninguno. Ya sea que consideres esto sabio o no, lo haría de nuevo. No teníamos un plan claro respecto a cómo sustentarnos o pagar la escuela de posgrado. Podrías pensar que eso fue imprudente. No obstante, llegan momentos en tu vida —quiero ser cuidadoso con esto—, no diré que es la norma y que siempre tienes que actuar de esta misma manera, pero hay momentos en la vida cuando piensas que vale la pena el riesgo. Parece ordenado por Dios. No aseguras que sea infalible, simplemente parece lo correcto. Solo sabíamos que parecía correcto en ese momento avanzar con una familia. Con siete meses de embarazo, Noël renunció a su trabajo. Desde entonces, nunca trabajó fuera de la casa en un trabajo regular (han pasado 46 años) por decisión propia.

La provisión de Dios

Ahora bien, no sabíamos que haríamos económicamente, así que oramos fervientemente por sabiduría y provisión. Sonó el teléfono una tarde y mi profesor Leonhard Goppelt dijo: «Herr Peeper» —él me llamaba así— «un estudiante de África tenía una beca de la iglesia del estado de Bavaria, pero no podrá venir. ¿Te gustaría recibir esta beca? Es solo para estudiantes extranjeros y puesto que estás casado, serán 770 marcos alemanes al mes». Quedé pasmado; tan solo temblaba. «Uh, sí, nos encantaría, nos encantaría tomarlo». Y desde ese día hasta el final de nuestros estudios, esos 770 marcos alemanes al mes cubrieron nuestros gastos. Llegamos a nuestros estudios doctorales sin dinero en el banco y volvimos a casa sin dinero en el banco. Sin embargo, no teníamos deuda. Y nuestro bebé nació en Alemania. Ahora, por supuesto, que lo hayamos hecho de esa manera no hace que sea correcto. No obstante, pienso que hacerlo así puede ser correcto si tu corazón es correcto y si estás confiando en las promesas de Dios y buscando ser santo en todo lo que haces, con una visión de glorificar a Cristo en todo.

Métodos anticonceptivos

Permíteme decir una palabra sobre las circunstancias en las que sería correcto usar métodos anticonceptivos (o control de natalidad mejor dicho). He hecho episodios de Ask Pastor John [Pregúntale al pastor John]: «¿Deben los cristianos usar la píldora anticonceptiva?» y «¿Es pecado el método anticonceptivo permanente?» Puedes encontrarlo en la página web de Desiring God [disponibles en inglés]. Lo esencial del argumento es esto:
  1. Según 1 Corintios 7:2-5, las relaciones sexuales en el matrimonio no son solo para hacer bebés. Tan glorioso y bendecido como es, el sexo tiene otros propósitos. Ese es el primer paso en la discusión.
  2. Tener hijos en el matrimonio es normativo y bueno de la misma manera que casarse es normativo y bueno. Génesis 2:18 dice: «No es bueno que el hombre esté solo». Es normativo. Sin embargo, Pablo dice que podrían existir miles de razones para no casarse (1Co 7:32-35), infiero que, de igual manera, existen miles de razones para posponer el embarazo; no solo razones egoístas. Si es egoísmo, no debes posponerlo.

Un tiempo de trabajo

Ahora, con respecto a que Noël trabajó siendo el sostén de la familia por un tiempo, consideramos que eso fue un tipo de extensión de dos realidades bíblicas. Una es que las mujeres en la Biblia, y a lo largo de toda la historia, estaban casi siempre completamente comprometidas a hacer del campo una empresa sustentable o cualquier otro negocio familiar que sustentara a la familia. Solo lee Proverbios 31. Nadie es un perezoso en esta familia. Se requiere que todos participen para hacer que el negocio de nuestra familia funcione, para poner pan en la  mesa. La otra realidad es que en miles de situaciones un esposo podría estar muerto o incapacitado, lo que significa que el sustento de la familia recae en cada persona que tiene un cuerpo capacitado, especialmente en la mamá. Nuestro pensamiento era que mis estudios, ese pequeño tiempo, era esencial para el negocio a largo plazo de la familia como la concebimos. Noël vio ese tiempo, en el cual ella era el principal sostén de la familia, como parte del esfuerzo unido general que estábamos haciendo juntos para crear un hogar que pensamos que Dios nos estaba llamando a largo plazo, conmigo como el sostén de la familia. Pienso que el esposo como sostén de la familia es normativo como parte de lo que significa ser la cabeza del hogar en el liderazgo, la protección y la provisión. Por tanto, espero que esto ayude a darte al menos un destello del esfuerzo de una pareja falible para andar en la verdad.
John Piper © 2019 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Mi esposo es un hombre pasivo, ¿qué puedo hacer?
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Mi esposo es un hombre pasivo, ¿qué puedo hacer?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Es desgarrador leer correos electrónicos de esposas desanimadas, como el de esta oyente llamada Stephanie. «Hola, pastor John. En relación al episodio “Cómo priorizar el matrimonio por sobre el trabajo y los niños” y un episodio más antiguo que trataba sobre los esposos que lideran a sus mujeres: ¡oh, cuánto anhelo ser liderada por mi marido de la manera en que lo describes! Pero no es así en mi caso.  He esperado y orado por esto y se lo he pedido a mi esposo por muchos años. Quiero que oremos juntos con regularidad, tener citas de esposo y esposa, metas espirituales y muchas otras cosas importantes que involucra administrar una familia. Sin embargo, siento como si estuviera tirando de un barco cuesta arriba por una montaña. Él quiere tener una vida fácil y disfrutar de la televisión y los deportes; yo anhelo cosas más profundas. Me doy cuenta de que no es mi trabajo ni está en mi control cambiarlo. He estado casada por catorce años. ¿Qué me dirías a mí, pastor John, una esposa en espera?

El rol de Dios

Es muy significativo cuando Stephanie dice: «me doy cuenta de que no es mi trabajo ni está en mi control cambiarlo». Ahora, en principio, estoy de acuerdo con eso, pero no completamente. Déjame hacer una salvedad y luego volveré a esto para ver el punto en el que concuerdo con ella. Concuerdo con ella en que finalmente solo Dios puede tratar con su esposo y despertar esos tipos de anhelos y pasiones que ella está impaciente por ver en él. Creo que tiene la razón al decir que sus esfuerzos para cambiar a su marido son contraproducentes porque él podría muy fácilmente interpretarlos como si ella estuviese convirtiéndolo en un proyecto o que lo está tratando como un niño u oprimiéndolo con una continua desaprobación, nada de lo cual produce lo que anhela.

Los medios de Dios

Sin embargo, no es del todo correcto decir: «no es mi trabajo cambiarlo». La razón por la que digo esto es por lo que dice 1 Pedro 3:1-2: «Asimismo ustedes, mujeres, estén sujetas a sus maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres al observar ellos su conducta casta y respetuosa». Pedro les está diciendo a estas mujeres que hagan de su esperanza, propósito y oración el transformar a sus esposos para que sean hombres creyentes. Eso es lo que quiere. «Háganlo para que ellos crean. Vivan de esta manera para que ellos puedan creer». Por supuesto, eso no significa que convertir al esposo recaiga final o decisivamente en el poder de la esposa. Pedro está hablando de lo que es secundario y posible, de las causas que realmente importan. Dios puede usar el comportamiento humilde, piadoso, amoroso y de apoyo de su esposa para cambiar la disposición de un esposo a escuchar el Evangelio y ser salvo. Ahora, creo que el mismo principio se aplica tanto para la santificación de un esposo así como también para su salvación inicial. «Por si acaso Dios les da el arrepentimiento» (2Ti 2:25). Ese es el arrepentimiento inicial y continuo. Dios lo hace, pero Él usa medios. Y uno de los medios para despertarlos es la manera en que la esposa vive, cree y ama. Él puede o no hacerlo. Dios puede darles arrepentimiento.

El llamado de Dios

Sin embargo, Stephanie, en principio, está en lo correcto al ser muy cautelosa cuando piensa en que su relación con su esposo está calculada principalmente para cambiarlo. La posición de ella es comparable, diría, a la de una mujer soltera que quiere casarse. Su enfoque en la vida debe ser vivir una vida de soltería productiva que honre a Cristo, en lugar de convertir cada situación en un esfuerzo para conseguir un hombre. Eso fracasará y así también los matrimonios en donde el cónyuge calcula cada situación para traer cambio sobre el otro cónyuge. No obstante, cuando Pablo nos dice cómo amar en 1 Corintios 13:4-7, él menciona quince cosas que el amor hace hacia la persona amada o el cónyuge, por ejemplo. Ninguna de ellas incluye cambiar a la otra persona. Estas son. Cuéntalas:
El amor es paciente y bondadoso. El amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante. No se porta indecorosamente-, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido. El amor no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (1 Corintios 13:4–7).

El propósito de Dios

Permíteme ser muy serio contigo, Stephanie. Al haber aconsejado matrimonios por setenta años ya, creo que debes profundizar lo suficiente en tu propia alma y en la Palabra de Dios para darte cuenta de que tu marido probablemente nunca sea el líder profundo y espiritualmente fuerte que quieres que sea. Necesitas tener eso en cuenta. Creo, francamente, que esa es la manera en que la mayoría de los matrimonios funcionan. En diez, veinte, treinta años, te das cuenta de que no está saliendo de acuerdo a lo que soñaste. Él o ella no es todo lo que querías, lo que esperabas o incluso piensas que no es el correcto. Simplemente, no está ocurriendo. Diría que ahí es donde la mayoría de los matrimonios están. Esto quiere decir que el propósito de Dios para ti es refinar y profundizar tu fe y tu santidad a través de las partes decepcionantes de la personalidad de tu marido. Lo diré de nuevo. El propósito de Dios para ti es refinar y profundizar tu fe y tu santidad a través de las partes decepcionantes de la personalidad de tu marido. La lucha de la fe es tratar a tu marido cada vez mejor con los recursos que encuentras en Cristo.

El plan de Dios para el cambio

Pablo le dijo a la iglesia en Tesalónica: «Los exhortamos, hermanos, a que amonesten a los indisciplinados, animen a los desalentados, sostengan a los débiles y sean pacientes con todos» (1Ts 5:14). Es muy probable de que los indisciplinados, los desalentados y los débiles estuvieran casados. Ese es el tipo de cónyuge que la gente tenía en esa iglesia. Es útil que medites en esas tres palabras, especialmente en griego. En primer lugar, tenemos indisciplinados: holgazanes, desordenados y perezosos. Luego, desalentados: que tienen poco ánimo, incapaces de sentir atracción por cosas grandes y mayores, que se desaniman fácilmente y que se contentan con experiencias insignificantes. Finalmente, débiles: vulnerables a lo incapactitante, a alguna limitación debilitante. Puede ser física o mental. Pablo da poco indicios en ese versículo de que este tipo de personas se irán en algún momento. Siempre estarán con nosotros en la iglesia y, tal vez, en una familia. Oramos. Esperamos que crezcan. Y eso no está mal. De hecho, creo que es esencial. Oramos y esperamos el crecimiento, pero la Palabra para nosotros es que seamos pacientes con todos ellos. El amor sufre mucho y es bondadoso. ¿Por cuánto tiempo? Bueno, los votos matrimoniales dicen: «en las buenas y en las malas mientras ambos vivamos». Dios proveerá cada gracia que necesitas para asegurarte de que tu matrimonio sea el lugar más fructífero para crecer en piedad.
John Piper © 2019 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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El coronavirus y Cristo
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El coronavirus y Cristo

Importa poco lo que pensemos sobre el coronavirus. Sin embargo, importa una eternidad lo que Dios piensa. Él no está en silencio respecto a lo que piensa. Difícilmente, una página en la Biblia es irrelevante para esta crisis. Nuestra voz es hierba; la de Él es granito. «Toda carne es como la hierba, y toda su gloria como la flor de la hierba. Sécase la hierba, cáese la flor, pero la palabra del Señor permanece para siempre» (1P 1:24-25). Sus palabras en la Escritura «no se puede[n] violar» (Jn 10:35). Lo que Él dice es: «verdaderos, todos ellos justos» (Sal 19:9). Escuchar a Dios y creer en Él es como construir tu casa en la roca y no en la arena (Mt 7:24). Su voz no es solo verdadera; es perfectamente sabia para cada situación. «Maravilloso su consejo y grande su sabiduría» (Is 28:29). «Su entendimiento es infinito» (Sal 147:5). Cuando da un consejo sobre el coronavirus, este es firme, inquebrantable y perdurable. «El consejo del Señor permanece para siempre» (Sal 33:11). «Su camino es perfecto» (2S 22:31). Sus palabras en estos tiempos no son solo verdad y sabiduría; también son preciosas y dulces. «Deseables más que el oro [...] más dulces que la miel y que el destilar del panal» (Sal 19:10). Son la dulzura de la vida: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6:68). Y con una vida indestructible vienen palabras de paz y gozo inquebrantables: «Tus palabras eran para mí el gozo y la alegría de mi corazón» (Jr 15:16). Y la dulzura no está perdida en este momento de amarga providencia. No si hemos descubierto el secreto de estar «como entristecidos, pero siempre gozosos» (2Co 6:10). El secreto es este: saber que la misma soberanía que puede detener al coronavirus y no lo hace, es la misma soberanía que sustenta al alma en medio de él. Sin duda, más que sustentar, endulza con la esperanza de que para aquellos que confían en Él, sus propósitos son amables, incluso en la muerte.   «Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios» (Ro 11:22). Su providencia es dulce y amarga. Noemí no pecó cuando dijo: «El trato del Todopoderoso me ha llenado de amargura» (Rut 1:20). Era verdad. Lo dijo en el momento en que todo su destino estaba a punto de cambiar. Este no es un tiempo para visiones sentimentales de Dios. Es un tiempo amargo; Dios lo envió. Sabemos esto, porque Él «obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad» (Ef 1:11). Todas las cosas. Ningún gorrión cae al suelo sin el permiso del Padre celestial (Mt 10:29). La naturaleza no es soberana. Satanás no es soberano. El hombre pecador no es soberano. Dios los gobierna a todos (Lc 8:25; Job 1:12, 2:6; Hch 4:27-28). Por tanto, decimos junto a Job: «Yo sé que Tú puedes hacer todas las cosas, y que ninguno de tus propósitos puede ser frustrado» (Job 42:2).  Por lo tanto, Dios no solo puede comprender el coronavirus, Él tiene un propósito para él. Dios no hace nada y no permite nada sin sabios propósitos. No hay nada que simplemente ocurre. Todo fluye del consejo eterno de Dios (Ef 1:11). Todo es sabiduría. Todo está lleno de propósito. Para quienes confían en Jesucristo, todo es bondad. Para otros es un llamado misericordioso de aviso: «Y el que tiene sed, venga; y el que desee, que tome gratuitamente del agua de la vida» (Ap 22:17). Nuestra esperanza y oración es que los recursos que dejaremos a continuación, que planeamos suplementar semanalmente ¹, puedan ser de ayuda para anclar tu alma a la Palabra de Dios. Que puedas ver la grandeza, la belleza y el valor de Jesucristo (Fil 3:8). Que puedas atesorarlo por sobre la salud y la vida (Sal 63:3). Y que Dios sea glorificado en ti, mientras eres satisfecho en Él. 
Esto traigo a mi corazón, Por esto tengo esperanza: Que las misericordias del Señor jamás terminan, Pues nunca fallan sus bondades; Son nuevas cada mañana; ¡Grande es tu fidelidad! «El Señor es mi porción», dice mi alma, «Por tanto en Él espero» (Lam 3:21–24)
John Piper © 2020 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.

[1] Nota del editor: Estos recursos serán publicados en inglés semanalmente en www.desiringgod.org. Si quieres estar al tanto visita su sitio web. Pronto estarán disponibles algunos de ellos en español, aquí en Acceso Directo.
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Los Salmos deben ser cumplidos
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Los Salmos deben ser cumplidos

A medida que se avecina la Semana Santa, podemos escuchar el alma de Jesús mientras canta silenciosamente los Salmos. Jesús citó los Salmos más que a cualquier otro libro del Antiguo Testamento:  Él ofreció un pan verdadero mejor que el maná dado por Dios en el Salmo 78:24 (Jn 6:31). Él interpretó los «hosannas» de los niños como un eco del Salmo 8:2 (Mt 21:16). Anunció con el Salmo 118:26 que vendría el día en el que todo Israel lo vería en el triunfo final y diría: «Bendito aquel que viene en el nombre del Señor» (Mt 23:39). Él vio en sí mismo la maravilla de una piedra rechazada convirtiéndose en la piedra angular del Salmo 118:22-23 (Mt 21:42). Él absorbió el odio de sus enemigos con las palabras del Salmo 35:19 (Jn 15:25). Él abrazó el trágico rol de Judas con el Salmo 41:9 (Jn 13:18). Él desvió la acusación de blasfemia con el Salmo 82:6 (Jn 10:34). Dejó aturdido al sumo sacerdote al reclamar un puesto a la diestra de Dios con el Salmo 110:1 (Mt 26:64) Su clamor de abandono en la cruz estalló del Salmo 22:1 (Mt 27:46).  Con su último aliento, Él encomendó su espíritu a Dios con el Salmo 31:5 (Lc 23:46).  Cuando Jesús citó los Salmos, Él nunca miró un manuscrito. No puedes sostener un manuscrito en la corte cuando tus manos están atadas o clavadas a una cruz. Él se los sabía. Muchos de ellos, sin duda, de memoria.  En otras palabras, Jesús no solo cumplió los Salmos; estaba lleno de ellos. Él no solo dijo: «Era necesario que se cumpliera todo lo que sobre mí está escrito... en los Salmos» (Lc 24:44); también dijo: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4:4). Los Salmos fueron su alimento; y Él era su cumplimiento. 

Su guión y su fuerza

Para Jesús, los Salmos eran la mismísima Palabra de Dios. Él dijo que David escribió sus salmos «por el Espíritu Santo» (Mr 12:36). Es por eso que «era necesario que se cumpliera[n]» (Lc 24:44). Es por esto, después de citar el Salmo 82:6, que dijo: «La Escritura no se puede violar» (Jn 10:35). Por esa razón, eran su alimento y Él era su cumplimiento.  Toda la Escritura (pero en especial los Salmos) era el guión y la fuerza de la vida de Jesús. Jesús era verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Como verdadero Dios, Él era omnipotente y no necesitaba nada. Como verdadero hombre, Él era frágil y necesitaba fuerza. Él necesitaba el alimento de la Escritura para tener la fuerza para cumplir la Escritura. De esta manera, Él se hizo para nosotros un ejemplo de la vida por fe. 
Cristo sufrió por ustedes, dejándoles ejemplo para que sigan sus pasos, el cual no cometió pecado, ni engaño alguno se halló en su boca; y quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a quien juzga con justicia (1Pe 2:21-23). 
En su perfecta calidad de hombre, Jesús no era autosuficiente. Él buscó a su Padre para encontrar todo lo que necesitaba con el fin de llevar a cabo la voluntad de su Padre. Él sabía que debía morir. Y Él sabía que sin el poder sustentador de su Padre, la debilidad de su carne humana fallaría en la hora de la prueba, por eso oró. 
Cristo… habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente (Heb 5:7).
No es que fue salvado del evento de la muerte, sino que fue salvado de la maldición de la muerte que destruye la fe. La muerte vino, pero no ella venció. 

Escucha lo que su alma canta

La fuerza para conquistar la incredulidad, cuando Jesús murió, vino de la Palabra segura de Dios; especialmente los Salmos. Él no obtuvo su poder del pan; lo obtuvo de «toda palabra que sale de la boca de Dios». Él confió en las promesas de su Padre; y siguió el plan de su Padre.  El plan fue escrito en los Salmos; la fuerza le fue dada por medio de los Salmos. Ellos eran su alimento que sustentaba la fe para que Él pudiera ser el cumplimiento obediente de su Padre. Por lo tanto, el ejemplo que nos dejó fue cómo vivir por fe en la gracia futura; la gracia futura prometida a Él en los Salmos. No porque necesitaba gracia, sino porque necesitaba la ayuda que para nosotros es toda gracia.  Jesús no tenía pecado (1Pe 2:22). Cuando su Padre escuchó sus oraciones, Él era digno de ser escuchado. Jesús no suplicó por la sangre de Jesús para ser escuchado. Sin embargo, Él sí oró pidiendo ayuda; y sí confió en las promesas, en la provisión y en el poder de su Padre. Así es como Él se convierte en nuestro ejemplo en el sufrimiento.  El alimento sustentador de los Salmos y el guión infalible de los Salmos llevó a Jesús a la Semana Santa (y a la cruz). Por lo tanto, te invito de nuevo: ven, escucha al alma de Jesús mientras canta silenciosamente los Salmos en sus días finales. Sintoniza tu corazón con los Salmos con el sonido de la fe de Jesús. 
John Piper © 2019 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Cómo batallo contra mis temores por el coronavirus?
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¿Cómo batallo contra mis temores por el coronavirus?

Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper. Bienvenidos a este episodio especial del podcast de Ask Pastor John. Parece oportuno abordar aquí algunos aspectos de la actual pandemia del coronavirus. Como están las cosas, no se le dedicará mucha atención. Sin embargo, creo que existen un par de aspectos que necesitamos abordar, basados en las preguntas que ustedes, nuestra audiencia, nos han enviado en el último par de días. Pero, primero, pastor John, sospecho que a muchas personas solo les gustaría saber cómo está físicamente en este tiempo. ¿Asumo que pasa mucho tiempo en casa? Estamos mucho en casa. Bueno, ¿quién sabe? El 20 de diciembre, 2006, pensé que estaba bien. El 21 de diciembre, 2006, tenía cáncer. Por lo tanto, no tengo idea de cómo estoy. Sin embargo, me siento bien, y no creo que estemos enfermos ni cuento con enfermarme. Pero el Señor reina. La adoración es diferente, por supuesto. La Iglesia bautista Bethlehem se reúne en línea. Hace cuatro domingos, nos juntamos con un grupo de diez personas y cantamos en el sótano de los Livingston y seguimos la transmisión en vivo del servicio. Esta vez solo fuimos Noël y yo. Y te digo, si un esposo y una esposa nunca se han sentado en dos sillas adorando solos con su iglesia y cantando solos, deberían intentarlo. Se vuelve más dulce, si puedes superar la vergüenza. Esta es mi esposa: hueso de mis huesos, carne de mi carne. Si puedes superarlo, entonces será lindo; fue lindo. Por lo tanto, eso ha sido diferente. Mi trotadora no cambia; está arriba en el altillo. Sigo haciendo el mismo tipo de ejercicio que siempre. Realizo todo tipo de videoconferencia. Hace unas semanas, tuve una con los chicos de T4G. Estuve ahí con un grupo de liderazgo —contigo Tony— en Internet, por video de Zoom. Tengo sesenta episodios listos para Look at the Book [Mira al Libro] sobre el primer capítulo de Efesios. Así que, mientras tanto, no estamos desperdiciando el tiempo aquí. Pero esto es grave. Deseo que las personas sean muy, muy serias al respecto y no le quiten importancia, porque creo que Dios está a cargo. Él está diciendo algo. Necesitamos preguntarnos: «¿qué está diciendo Dios?», porque Él está a cargo. Él no hace las cosas de cualquier manera. Él tiene propósitos. Por lo tanto, estoy muy confiado en Él y me entusiasma discernir lo que quiere que digamos. Amén. Por esa razón, continuamos con mucho trabajo en DesiringGod como lo usual, incluso en medio de esta pandemia. Obviamente, ya no podemos viajar. Ese es el cambio más grande hasta ahora. Acabo de terminar una cadena de viajes: estuve enseñando en Frisco, Texas y luego en Austin. Estuve en Seattle hace dos semanas, mientras la ciudad cerraba. Y, en medio de todo esto, se canceló tu gran viaje al Sudeste Asiático.  Sí, es por eso que he logrado grabar tantos episodios de Look at the Book [Mira al Libro], porque dijimos: «bueno, sumerjámonos profundamente para hacer episodios de Look at the Book [Mira al Libro] mientras deberíamos estar en Asia». Es genial saber que Noël y tú están bien de salud. Nosotros también. La familia tiene buena salud y las cosas parecen estar yendo bien, al menos en todos los aspectos externos. Como sabes, hay un sentido de temor abrumador ahora mismo, pastor John. Y lo vemos en muchos de los correos electrónicos que nos llegan de nuestros oyentes en Estados Unidos. Los títulos son inquietantes: pareciera que el índice Dow Jones está bajando miles de puntos cada día. El mercado de consumo se ha congelado en gran manera. Las aerolíneas están disminuyendo el servicio y pronto podrían detenerse. Y junto con la huelga viene la pérdida de ingresos e incluso de trabajos. Estamos escuchando ahora de compañeros de DesiringGod, nuestros donadores, que enfrentan nuevas luchas en el mercado, enfrentando los cierres, la incapacidad de trabajar normalmente e incluso la dura realidad de dejar ir empleados a los que no pueden poner a trabajar. Mientras tanto en la televisión, los políticos dan conferencias de prensa en vivo todo el día con las últimas noticias, con las estadísticas de infectados y con la intención de convencer a las personas a que se queden en casa. El brote del virus continúa acabando con Italia, España, Alemania, pero también se ha acercado mucho más a casa en estados como Nueva York o Nueva Jersey. Todos los estados en Estados Unidos tienen casos ahora y nuestros hospitales están comenzando a sentir la oleada. Los ciudadanos mayores saben que son el blanco de esto. Y el virus está provocando falla pulmonar en una demografía más joven de la que se pensó previamente. Los ancianos están estresados. Los adultos de todas las edades están estresados. Los niños están estresados. Los padres están estresados. Los dueños de negocios están estresados. Los papás que proveen están estresados. Pocos de nosotros sabemos si este virus nos infectará. Sin embargo, el efecto en cadena ya ha impactado a cada uno de nosotros. Y ahora nos han dicho que esto podría durar meses. Por lo tanto, ¿qué les dirías, pastor John a los muchos oyentes que están luchando por la fe ahora mismo y luchando contra el temor (físico o económico)? 

Paz inquebrantable

Cuando pienso en lo valioso, la valiosa experiencia, de ser libre del temor, libre de la ansiedad, lleno de paz, lleno de contentamiento de cara al peligro, mi pregunta es esta: ¿quién es el que puede tener una libertad del temor, una libertad de la ansiedad, una paz inquebrantable y un contentamiento  garantizado, bien fundado, justificado, dado por Dios y sustentado por Dios? ¿Quién puede presentar una solicitud legítima de estos tesoros? Es clarísimo en la Palabra de Dios que Él manda y Él ofrece una vida sin temor y de paz.
El Señor es el que me ayuda; no temeré; ¿qué podrá hacerme el hombre? (Heb 13:6). Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús (Fil 4:6–7). He aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación [con o sin coronavirus] (Fil 4:11).
Esto es lo que Dios ofrece: ningún temor, ninguna ansiedad, paz sobrenatural, contentamiento sobrenatural en toda circunstancia, ya sea horrible o feliz. La pregunta es: ¿a quién se le da esa maravillosa experiencia sobrenatural de no temer y de paz?

Enraizados en la realidad

En otras palabras, en una pandemia o no, no me interesa una mera experiencia psicológica sin temor y con contentamiento que no esté basada en la realidad. El objetivo de nuestras vidas no es tener un estado psicológico mental que sea agradable sin referencias a la realidad. El objetivo es tener en nosotros, y en otros por medio de nosotros, estados psicológicos, espirituales y físicos de felicidad que estén basados en la realidad que represente a nuestro Hacedor y que será verdad en un millón de años más. Ese es el único tipo de valentía y contentamiento que me importa. Por lo tanto, el tipo de valentía que ves en las películas, donde los héroes presumidos siguen siendo geniales en situaciones peligrosas y alardean de su audacia, no me interesa en lo absoluto. Para nada, porque no se basa en la realidad.
  • Dios es real.
  • El pecado es real.
  • El infierno es real.
  • Jesucristo es real.
  • La sangre derramada en la crucifixión es real.
  • El Espíritu Santo es real.
  • La fe y la ausencia de fe son reales.
  • El cielo es real.
  • El alma humana que existirá por siempre en el cielo o en el infierno es real.
Esas son las enormes realidades del universo, y ninguna valentía que ves en las películas está basadas en cualquiera de ellas. Por lo tanto, no tiene valor como algo a lo que admirar o a lo que aspirar.

El temor desentierra nuestros cimientos

Lo que Dios está haciendo (dentro de un millón de otras cosas) con el coronavirus es forzar el asunto de la realidad. El temor es una de las pruebas de fuego para saber si es que basas tu vida en la realidad o en el espejismo de pilares que ignoran a Dios, sosteniendo el templo cultural del secularismo. La prueba para los cimientos de tu vida es el temor. Oh, qué precioso regalo Dios nos está dando para descubrir, mientras tenemos tiempo, que los pilares que sostienen tu paz son falsos y están hechos de papel maché. ¡Qué regalo! No quiero comenzar solo diciendo (puesto que me preguntaste por el temor): «¡no teman! ¡No teman! ¡No teman!». Puesto que todo lo que sé es que las personas que están leyendo esto deberían temer porque los pilares de sus vidas están hechos de papel maché. Sus vidas no están cimentadas en la realidad. No sé. Sin duda me encantaría ayudarlos a que no sea así. Existen razones, garantías, fundamentos y cimientos gloriosos, sólidos e indestructibles para no temer a lo que el coronavirus pueda hacerle a tu salud, a tu negocio, a tu familia, a la economía, a la civilización occidental o a la historia como la conocemos. Existen fundamentos en la realidad para no temerle a nada de esto. Por tanto, mi pregunta es: ¿quién puede tener una libertad del temor garantizada, bien fundamentada, justificada, dada y sustentada por Dios, y un contentamiento inquebrantable, agradable y perdurable? La respuesta se entrega en un versículo: una de las promesas más magníficas, más integrales, más estabilizantes, más preciosas, y mejor conocidas de la Biblia:
Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para  los que son llamados conforme a su propósito (Ro 8:28).
¿Quién es el que debe disfrutar de la valentía y de la paz de que absolutamente todo lo relacionado a este coronavirus está obrando para su bien eterno? Y la respuesta es esta: aquellos que aman a Dios y aquellos que son llamados conforme a su propósito. Esta es una de las diez mil cosas que Dios está haciendo por medio de este horrendo virus. Él le está diciendo al mundo, Él nos está diciendo a nosotros, lo que le dijo a Pedro en Juan 21:16: «¿Me amas?». Eso es lo que está diciendo. Y Jesús lo hizo más evidente en Mateo 10:37: ¿me amas más que a cualquier cosa? ¿Más que a ellos? ¿Más que a tu madre o a tu padre, que a tu hijo o a tu hija? En segundo lugar, está diciendo lo que dijo por medio de Pedro en 2 Pedro 1:10: «Sean [...] diligentes para hacer firme su llamado y elección». El coronavirus es una pregunta que despierta al mundo, especialmente a los cristianos: ¿es tu vida una confirmación de que Dios te ha llamado de la oscuridad a su luz maravillosa? Esas son las personas (los que han sido llamados y los que aman a Dios) que tienen una garantía, un fundamento, un cimiento en la realidad para no temer, sino que para ser sostenidos por una paz inquebrantable.

Lo que el coronavirus no puede tomar

Romanos 8 —«el gran ocho»— es un texto que, creo, todos en este periodo de aislamiento deben memorizar. Es una sugerencia: eso es lo mejor que puedes hacer con tu tiempo. Romanos 8 da enormes fundamentos para esta valentía que cualquier cosa en el mundo; que cualquier cosa que el mundo tenga que ofrecer. Mencionaré cuatro:
  1. Para los que han sido llamados y que aman a Dios en Jesucristo, toda la justa condenación de Dios hacia ti fue puesta en Jesús y ahora no hay condenación (no hay castigo) para quienes están en Cristo: «enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne» (Ro 8:3). La condenación para quienes están en Cristo ya no existe, pues ocurrió en el Calvario. Eso es maravilloso.
  2. La disposición de Dios para sacrificar a su único Hijo por los que han sido llamados y que lo aman significa que Él no solo murió en el lugar de ellos, sino que no les retuvo nada por su eterno bien: «El que no negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?» (Ro 8:32). Por tanto, todo lo que necesitamos para glorificar a Dios y para tener un gozo eterno, Él nos lo garantiza en la cruz en este tiempo de coronavirus.
  3. Nadie que sea llamado por Dios fallará en alcanzar la gloria eterna. Existe una inquebrantable cadena de devoción al pacto de que Dios guardará a sus llamados para siempre: «A los que predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los que justificó, a esos también glorificó» (Ro 8:30). Ninguno de los que ha llamado está perdido, jamás.
  4. Finalmente, esto es lo que todo esto significa: ni tribulación, ni angustia, ni persecución, ni hambruna, ni desnudez, ni peligro, ni espada, ni el coronavirus, ni el colapso económico, ni la anarquía total, ni el fin del mundo puede separarnos del amor de Cristo. Eso incluye a la muerte, especialmente a la muerte, porque Romanos 8:36 dice: «Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día».
No importa si mueres por el coronavirus o porque una pandilla anticristiana te mató. Nada puede «separar[nos] del amor de Dios que es en Cristo Jesús» (Ro 8:39). «Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Ro 8:37). Por lo tanto, cristiano, por lo tanto, cristiano, amante de Dios, llamado de las tinieblas a su luz maravillosa, levanta tu cabeza, pon una canción en tus labios, ama a tu prójimo y no temas. Esos son algunos pilares sólidos bajo la vida cristiana. Gracias, pastor John. Y sí, «qué precioso regalo Dios nos está dando para descubrir, mientras tenemos tiempo, que los pilares que sostienen tu paz son falsos y están hechos de papel maché». ¡Qué mensaje para este tiempo! 
John Piper © 2020 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Cómo hablar con tus hijos sobre el coronavirus
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Cómo hablar con tus hijos sobre el coronavirus

Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper. Bienvenidos al podcast. Este es otro episodio especial relacionado a los acontecimientos de la actualidad. No planeamos dedicar muchos episodios a la pandemia del coronavirus, pero lo haremos hoy, específicamente para hablarle a la juventud. El pastor John está conectado desde la oficina de su casa. Hace un par de semanas, le hablé a un grupo de jóvenes en Frisco, Texas (un centenar de estudiantes reunidos en una pequeña sala para hablar sobre los hábitos con teléfonos inteligentes y las redes sociales). Fue un maravilloso tiempo. Sin embargo, comencé preguntándoles cuántos de ellos sabían lo que era Ask Pastor John. Creo que todas las manos se levantaron. Fue impactante. No era lo que esperaba. Por lo tanto, creo que muchos niños y jóvenes escuchan este podcast, y sospecho que se debe a que muchos padres escuchan episodios mientras conducen sus automóviles por la ciudad. Por lo tanto, hablémosle directamente a esa juventud. Tú tienes catorce nietos. Sé el abuelo John por un momento. ¿Qué quieres decirles en este tiempo sobre Dios y el coronavirus? Tengo 74 años. Eso significa que soy lo suficientemente anciano como para ser tu abuelo y quizás tu bisabuelo. Mi nombre es John Piper. Puedes llamarme pastor John. Quiero hablarte por un momento sobre el coronavirus (esa enfermedad que está cambiando la manera en que las personas viven alrededor de todo el mundo). Quiero hablarte de Dios, quiero hablarte de Jesús y de ti. ¿Qué tiene que ver el coronavirus contigo, con Dios y con Jesús? Así que espero que me escuches por un momento. 

El coronavirus no está al mando

Lo que hace al coronavirus tan inusual y tan peligroso es que puedes contraerlo como una enfermedad al solo estar cerca de personas enfermas, y no puedes distinguir cuándo lo están; esto lo hace muy peligroso. Por esa razón, todos están resguardándose dentro de sus casas estos días, intentando detener el virus. Es peligroso porque es diez veces más grave que la gripe normal. La razón por la que nuestros líderes, como los gobernadores y el presidente de los Estados Unidos, están tan preocupados es porque quizás una, dos o tres personas de cada cien que se enferma de esto morirá a causa del virus.  Ahora, eso podría no parecer mucho: uno o dos por cada cien. No obstante, si en mi ciudad, por ejemplo, (Minneapolis) cien mil personas (lo que no es improbable) se enfermaran de esto, eso significa que mil, dos mil o incluso tres mil personas van a morir de esto. Por lo tanto, cuando lo consideramos de esta manera, muchas personas que no planeaban morir así de rápido ahora sí lo harán, si se propaga de esa manera. Ahora bien, la Biblia es la misma Palabra de Dios. La Biblia enseña que Dios es más fuerte que el coronavirus. Espero que lo creas. Sabemos esto porque Mateo 4:24 dice: «Traían a Él [a Jesús] todos los que estaban enfermos, afectados con diversas enfermedades y dolores [...] y Él los sanaba». Jesús es más poderoso que las enfermedades, que cada una de ellas. De hecho, una y otra vez, la Biblia nos dice que Dios manda al viento, a la lluvia, a la nieve, al relámpago, a las plantas, a los grillos, a las moscas, a los sapos, a los mosquitos, a los gusanos, a las ballenas, a las aves y a todo lo demás. Él les ordena dónde ir, qué hacer, y ellos hacen lo que Él dice. Tienen que hacerlo; Él es Dios. Hacen lo que Él dice. Dios hizo al mundo y a todo lo que hay en él. Él sostiene al mundo en sus manos y hace lo que quiere hacer con el mundo y en él. Puedes ver esto nuevamente en la carta de Pablo a los efesios, donde dice que Dios «obra todas las cosas» —eso incluye al coronavirus— «conforme al consejo de su voluntad» (Ef 1:11). Eso quiere decir que nadie está por sobre Dios, diciéndole qué hacer. Él es el Altísimo; Él es quien toma decisiones con más fuerza en el mundo. Nadie hace que Dios haga lo que Él no decide hacer. Dios hizo al mundo, lo sostiene, así que hace lo que quiere con él y en él. El mundo nunca se desmorona. Siempre hace lo que Dios planea que haga todo el tiempo y completamente.

El plan perfectamente sabio de Dios

Espero que te estés preguntando (y es correcto preguntar, si lo hacemos con humildad, listos para descubrir la respuesta de Dios), «¿por qué existe el coronavirus, entonces? ¿Por qué no, Dios, Jesús, te lo llevas, por favor, ya que puedes?». Eso es correcto; Él puede. Él es Dios. El coronavirus no es Dios. El coronavirus no es más fuerte que Jesús. Jesús podría llevárselo con el solo chasquido de sus dedos. Vendrá el tiempo en el que Él decidirá llevárselo. Podría suceder de la noche a la mañana, pero no sabemos cómo sucederá.  Entonces, ¿por qué está aquí? ¿Por qué no hace que desaparezca ahora? La respuesta es esta: porque Él tiene un propósito sabio para esto. Dios es perfectamente sabio. Eso quiere decir que sabe exactamente lo que es necesario hacer para provocar lo que es mejor para todo el tiempo. Eso se llama sabiduría. Cuando sabes lo que es mejor hacer todo el tiempo, eres una persona sabia. Dios es perfecto en sabiduría. Él sabe lo que es necesario hacer: Él sabe cómo y cuándo es necesario hacerlo. Puesto que Dios es perfectamente sabio y sabe todo (sabe mucho, mucho, mucho, mucho más que nosotros), todo lo que hace y lo que permite que suceda encaja en el plan perfectamente sabio y bueno que tiene. No podemos ver este plan completamente, no podemos verlo todo. No obstante, podemos ver parte de él. Por ejemplo, permíteme mostrarte algunas cosas que tú y yo podemos ver en la Biblia sobre lo que Dios está planeando hacer con el coronavirus. 1. Jesús dijo en Lucas 13:1-5 que las cosas como el coronavirus suceden para que las personas del mundo que no creen en Jesús puedan despertar, arrepentirse y pensar en Dios, en Jesús, en el cielo, en el infierno, en la salvación y en la necesidad de perdón, y así se vuelvan a Jesús y sean salvos. Esa es una cosa que está haciendo. 2. Pablo dijo que las cosas como el coronavirus suceden para que las personas dejen de confiar en sí mismas y confíen en Dios. Muchas personas piensan (los adultos y los niños piensan) que son muchísimo más inteligentes de lo que son, muchísimo más fuertes de lo que son y que tienen muchísimo más control del que tienen. «Yo soy el capitán de mi alma». ¡Patrañas! No eres el capitán de tu alma; Dios lo es. Ese tipo de orgullo necesita ser derribado. Si necesita ser derribado por el coronavirus, Dios lo hará. Tenemos muchos líderes arrogantes en este mundo que necesitan ser humillados y si se requiere al coronavirus para hacerlo, Dios lo usará. Dios quiere que sepamos que Él está en control y que debemos confiar en Él y no en nuestras propias capacidades ni inteligencia. 3. La tercera cosa que Dios está haciendo es esta: la Biblia dice que las cosas como el coronavirus suceden para mostrarnos que podríamos estar amando a las cosas más que a Dios; podríamos estar amando a otras personas más que a Dios. No hay nada en el mundo más importante que amar a Jesús más de lo que nos amamos a nosotros mismos o más de lo que amamos a otras personas (Mt 10:37-39). Por tanto, el coronavirus está mostrándole a las personas aquello que más aman.

Nuestro Salvador nos hace valientes

Dios está a cargo del coronavirus y Él sabe lo que está haciendo. Él es perfectamente bueno y perfectamente sabio. Esta es la verdadera buena noticia que deberíamos querer que todo el mundo escuche. Espero que le compartas a tus amigos la noticia de que Jesús, el Hijo de Dios, vino al mundo y murió para que Dios nunca nos castigue si confiamos en Él. Él dijo que el castigo que tú y yo merecemos debido a nuestro pecado fue puesto en Jesús.  Si confiamos en Jesús; es decir, si recibimos a Jesús, si le damos la bienvenida a Jesús como nuestro Salvador, nuestra Guía, nuestro Tesoro, al Único que realmente amamos, entonces nunca tendremos que temerle a Dios. Nunca debemos temer el castigo de Dios. Esto es maravilloso y significa que no tenemos que temer morir (ni de coronavirus ni de nada) porque cuando Jesús murió y resucitó de la muerte, Él cambió la muerte del castigo por una entrada a la felicidad eterna con Él. Por lo tanto, ¿qué significa para ti? ¿Qué significa? No tienes que temerle al coronavirus. Dios es más fuerte que el coronavirus y si tú confías en su Hijo, Jesús, Dios hará que todo sea para tu bien. Por lo tanto, sé valiente. No lo seas porque eres fuerte; eso se llama orgullo. Todos los superhéroes de televisión son orgullosos. No basan su fuerza en Dios; están basando su fuerza en cosas que tienen dentro de ellos. No seas como ellos porque no eres como ellos y no eres fuerte. Eres débil. Sé valiente porque tienes un gran Salvador. Tu mejor amigo, Jesús, tu Salvador y Señor, es fuerte, lo suficiente como para hacer que todo, incluso el coronavirus, sean para tu bien (Ro 8:28).

Confía en Él siempre

Cuando era pastor, le enseñé a los niños en nuestra iglesia un poema de dos líneas. Está enfocado especialmente para los niños que creen en Jesús. Cientos de ellos lo repitieron a lo largo de los años. Permíteme enseñártelo y terminaremos. Lo diré una vez y luego ustedes lo repiten conmigo una segunda vez, ¿bueno? Dice así:
Siempre, para nuestro bien, Él transformará Aquello que no resulta como debiera.
Quizás, chicos, hablaremos nuevamente más adelante. No lo sé. Pero por ahora, confía en Jesús pase lo que pase. Nunca te arrepentirás. Ese es un gran mensaje, pastor John. Realmente tenemos una oportunidad maravillosa para compartir el Evangelio con nuestros compañeros de clase y nuestros amigos en este tiempo (si es que tienes acceso a las redes sociales, a los mensajes de texto, a llamar por teléfono o a los mensajes de video, o quizás pueden juntarse físicamente). Te animamos a llevarle la esperanza de Jesús a tus amigos. El momento ha llegado. Que el Señor te dé la valentía y las palabras correctas para hablar la verdad eterna a las vidas de tus amigos durante este tiempo. 
John Piper © 2020  Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Cómo luchar contra la soledad en medio del coronavirus
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Cómo luchar contra la soledad en medio del coronavirus

Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper. Bienvenidos todos. Este es un episodio especial basado en lo que está ocurriendo actualmente en el mundo. No está en nuestros planes tener muchos episodios relacionados al coronavirus, pero algunos temas deben abordarse y entre ellos se encuentra el de la soledad. Este tiempo de autocuarentena es anormal para la mayoría de nosotros. Eso significa que el sentimiento de soledad es una realidad para todos. No podemos visitar los hogares de ancianos. Nos han cerrado las iglesias, nuestros lugares de trabajo y los restaurantes. La sensación de aislamiento y soledad tan comunes antes del virus se han amplificado debido a esta cuarentena. No fue una sorpresa ver este tema en nuestras bandejas de entradas a medida que nuestros auditores nos escribían sobre este tema. Por lo tanto, pastor John, ¿qué le dirías a quienes se sienten solos durante este tiempo? La palabra que acabas de usar es buena: amplificación. Las cosas que están amplificadas ahora, en un sentido, para algunos han sido siempre así. Por lo tanto, quizás, lo primero que debo decir es que estoy consciente de que miles de cristianos viven solos todo el tiempo y lidian con el asunto de estar solos y con la soledad incluso cuando no hay un coronavirus para amplificar este problema. A pocas de estas personas les gusta que sea de esa manera. La mayoría de ellos, probablemente, pueden imaginarse otras situaciones en las que les gustaría estar, ya sea el matrimonio, la amistad o membresías que simplemente no han funcionado como a ellos les habría gustado. Por tanto, aquí no estamos hablando de un tema que sea relevante solo durante el tiempo del coronavirus. No obstante, no hay duda de que millones de personas están siendo lanzadas hacia un tipo de vida que nunca han vivido antes; al menos no de esta manera.

No es el ideal estar solo

Realmente, estos son días sin precedentes y no sabemos cuánto tiempo durarán, tampoco cuán peor se pondrán las cosas o no. Por lo tanto, es bueno decir en general, en cuanto el problema a largo plazo de estar solos o de la soledad, o el problema a corto plazo de la soledad durante esta crisis, que está bien creer o sentir que esa soledad o estar solo no es la manera ideal de vida que Dios estableció para la humanidad al principio. Está bien creer eso. Dios le dijo a Adán cuando estaba solo en Génesis 2:18: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda adecuada». Sin embargo, el mundo no está funcionando de la manera en que fue diseñado y hay muchas razones, algunas buenas, algunas justificables y algunas malas, por las que las personas están solas. Pablo no estaba casado; Jesús no estaba casado. Ellos conocieron mucho lo que es estar solos. Miles de misioneros han tenido ministerios fructíferos sin cónyuges, lo que significa que aun cuando estar solos no es ideal, Dios ha provisto gracia para todos los tipos de situaciones que no son ideales en este mundo caído. La soledad es una de ellas. Él no ignora esto. Jesús lo experimentó, y hay gracia para ello, ya sea la soledad a corto plazo del coronavirus o la situación de una vida a largo plazo que involucra soledad.

El Salvador en soledad

Una manera en que Dios planeó la gracia para quienes están solos es enviando a su Hijo para que se hiciera un ser humano. De esta manera, Jesús, su Hijo, pudo experimentar un tipo de soledad que lo haría, según dice la Biblia, un Sumo Sacerdote que se compadece de quienes están solos (Heb 4:15). Creo que la escena del Getsemaní, la noche previa a su muerte, es una de las más conmovedoras de la Biblia. Jesús lleva a aparte a sus mejores amigos, Pedro, Jacobo y Juan, y les dice:
«Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quédense aquí y velen junto a mí». Y adelantándose un poco [eso significa que ahora está solo], cayó sobre su rostro, orando y diciendo: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras». Entonces vino Jesús a los discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: «¿Conque no pudieron velar una hora junto a mí? (Mt 26:38-40).
Eso sucedió tres veces. Se quedaron dormidos acompañándolo. Él deseaba su compañerismo en la oración en esa hora (estaba experimentando su humanidad) y ellos no pudieron hacerlo. Esto empeora: cuando los soldados llegaron, la Biblia dice que todos ellos lo abandonaron y huyeron (Mr 14:50). Y se torna aún peor, porque a la mañana siguiente, Jesús dijo: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27:46).

Misericordia en nuestra soledad

Ahora, ¿por qué tanta soledad en su sufrimiento? Porque sucedió todo según la Escritura. Esto fue planeado. ¿Por qué? Bien, entre otras razones, para que Hebreos 4:15-16 (NVI) pudiera estar en la Biblia para las personas solitarias.
Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado [o probado] en todo de la misma manera que nosotros [quizás con soledad], aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.
El texto dice: «en el momento que más la necesitemos», pero podría solo ser «en el momento en que más sentimos soledad». Por lo tanto, Cristo experimentó completo abandono, completa soledad, para que pudiéramos audazmente orar por gracia (una gracia especial en tiempos de soledad) y así tener la confianza de que Él la dará.

«Vuélvete a mí, Oh Señor»

Ahora, ¿cómo sonaría una oración como esa? Bien, así es como sonó en la boca de David en el Salmo 25:16:
Vuélvete a mí y tenme piedad, Porque estoy solitario y afligido.
David tuvo un montón de crisis donde fue apartado de otras personas que Él necesitaba. Esta es una buena oración ahora para miles de personas. ¿Dios responderá esa oración? Existen buenas razones para creer que lo hará. En primer lugar, porque Él proveyó todo lo necesario mientras estuvo aquí. Él dijo: «No los dejaré huérfanos; vendré a ustedes» (Jn 14:18). La última cosa que dijo en la tierra fue: «Y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28:20). En otras palabras, Él envía al Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo, y Él estará con cada cristiano. Cristiano: no estás solo. Lo diré de nuevo: cristiano, no estás solo. Esto es absolutamente maravilloso; nunca estás solo. La persona más importante del universo, anota esto, está contigo personalmente. Él promete hacerlo. Él no rompe sus promesas. Él está contigo. La segunda razón por la que podemos esperar la dulce respuesta a esta oración es esta: «No temas, porque Yo estoy contigo». Ahí está. Ni siquiera necesitas ir más allá de Isaías 41:10 (aunque queremos).
No temas, porque Yo estoy contigo; No te desalientes, porque Yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, Sí, te sostendré con la diestra de mi justicia.
Sin embargo, la primera frase lo es todo: No temas, porque Yo estoy contigo. O así es cómo Pablo lo expresa en 2 Corintios 9:8: «Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abunden para toda buena obra». En otras palabras, hay una gracia (una gracia oportuna) para hacerte fructífero en tiempos de soledad.

Él vendrá a nosotros

Por tanto, la experiencia de la soledad es real para el pueblo de Dios; incluso para el pueblo de Dios, porque este mundo aún no está como debiera ser según su diseño. En su forma ideal, cuando fue hecho, cayó. Es un mundo caído y nuestras relaciones están caídas y los virus están caídos. Pero Dios no dejó al mundo y a su quebranto sin gracia: gracia especial para cada necesidad que su pueblo tenga, incluida la necesidad que conlleva la soledad. Jesús compró esa gracia para los pecadores con su propio sufrimiento solitario. Él conoce nuestro cuerpo; Él lo probó: de peor forma que nosotros. Y no nos dejará huérfanos. Él vendrá a nosotros. Ya sea que el virus te aísle o se lleve tu vida, Él no nos dejará solos. Esta es una promesa preciosa y segura.
John Piper © 2020  Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Cuáles son los propósitos de Dios en una recesión?
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¿Cuáles son los propósitos de Dios en una recesión?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
El 2020: año del «Gran confinamiento», que está llevando a lo que algunos ahora llaman la «Gran recesión del coronavirus». Fue gatillada por una apuesta estratégica: sacrificar el impulso económico con el fin de distanciar a las personas físicamente, todo esto con el objetivo de impedir y acabar con la propagación del virus. Fue un gran riesgo y dolió. La «Gran recesión del coronavirus» ha sido comparada con la Gran Recesión del 2007-2009, incluso con la Gran Depresión de 1929-1933. Al mirar hacia adelante, algunos piensan que la economía recuperará la normalidad apenas el virus esté bajo control. Otros son menos optimistas y ven que hay un largo camino por recorrer. No obstante, la recesión está aquí y permanecerá aquí hasta que Dios termine con ella. Conversamos sobre esto hace un par de semanas cuando mencioné que John Piper predicó un sermón llamado: «¿Para qué es la recesión?». Él lo predicó el 1 de febrero, 2009. El Promedio Industrial Dow Jones había estado cayendo, pero aún no había tocado fondo. Vale la pena volver a escuchar el sermón completo, pero especialmente quisiera que escucharas el principio del sermón. Aquí está el pastor John.  Padre, el deseo de nuestros corazones ahora es que no desperdiciemos esta recesión. No permitas que nos dejemos guiar por la preocupación de la ansiedad o de la queja o de maniobras económicas inteligentes. Oh, Dios, oro para que concedas que nuestros oídos estén abiertos a lo que Tú le estás diciendo al mundo en Francia, en Tokio, en Nueva York, en Brasilia. Que nuestros ojos sean abiertos para ver lo que estás diciendo y haciendo. No nos permitas dormirnos a lo largo de toda la recesión. Oro para que aprendamos, crezcamos, escuchemos, conozcamos tu plan. Ven, sé nuestro maestro en estos días. Oro en el nombre de Jesús. Amén.

Soberano sobre la recesión

Este es un mensaje sobre la recesión y el propósito de Dios en ella. Y cuando uso el término recesión, no tengo una definición minuciosa ni sofisticada en mente. Ni siquiera sé cuál es la definición de recesión. Solo la escucho en la radio, por lo que creo que sé de lo que están hablando. Me refiero a los reveses económicos como la desaceleración de negocios, la disminución de ganancias, despidos masivos, desempleo, miles de aperturas de juicios hipotecarios, quiebras personales y empresariales, pérdida de fondos de pensión. Hoy recibí una carta, informándome que ya tengo un 29,97 % menos en mi fondo que la última vez que recibí la información. Esas son el tipo de cosas a las que me refiero cuando hablo de recesión. Ahora más y más, existen trastornos sociales y políticos que la acompañarán. Miren a Francia, por ejemplo, y probablemente habrán más en el camino. Dios es soberano, y por esta razón podemos hablar en términos de propósitos. Dios es soberano sobre estas cosas. Él las prevé todas; Él las provoca y las permite todas. Y cuando las prevé y las provoca o las permite, siempre es por diseño. Por tanto, cualquier cosa que ocurra, sucede por diseño de Dios, como sea que pase.
  • «La suerte se echa en el regazo, pero del Señor viene toda decisión» —en las Vegas— (Pr 16:33).
  • «Muchos son los planes en el corazón del hombre, mas el consejo del Señor permanecerá» —en Wall Street— (Pr 19:21).
  • «El Señor hace nulo el consejo de las naciones; frustra los designios de los pueblos» —en Suiza— (Sal 33:10).
  • «Que declaro el fin desde el principio [...] Yo digo: “Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré”» —en todas partes— (Is 46:10).
Por tanto, este es el fundamento de la comprensión que tenemos cuando preguntamos: «Dios, ¿en qué estás hoy?». ¿Cuáles son los propósitos de Dios en esta recesión? Y no quedamos sin una respuesta.

Cinco propósitos de Dios en el problema económico

Tenemos muchas respuestas, pero no las tenemos todas. Dios está haciendo miles y miles de millones de cosas que tú no sabes y que nosotros no sabremos hasta que lleguemos al cielo. Confiamos en Él en esas cosas. Sin embargo, Él está haciendo cinco, seis o cien cosas que sí conocemos porque están en la Biblia. Por lo tanto, de esas cosas quiero hablarles, porque son esas de las que tenemos autoridad para hablar, y no son confusas. Tengo tiempo, quizás, para hablar de cinco. Estas son. Las nombraré y luego las desglosaremos.
  1. En esta recesión, Él tiene el propósito de exponer el pecado oculto y así llevarnos al arrepentimiento y purificación.
  2. Él tiene el propósito de despertarnos (particularmente pienso en nosotros que estamos en Occidente) para ver la condición constante y desesperada del mundo en desarrollo, donde siempre tienen grandes recesiones y nada más.
  3. Él tiene el propósito de reubicar las raíces de nuestro gozo en su gracia, no en nuestros bienes; en su misericordia, no en nuestro dinero; en su valor, no en nuestra riqueza.
  4. Él tiene el propósito de promover su misión salvífica en el mundo, difundir el Evangelio como un incendio forestal y hacer crecer su iglesia precisamente en el momento en que tienen los mínimos recursos para hacerlo.
  5. Él tiene el propósito de que su iglesia cuide de sus miembros dolidos y crezca en el don del amor, para que nadie sufra necesidad en la iglesia de Jesucristo. Punto. 
John Piper © 2020  Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Cómo encuentro libertad de la preocupación?
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¿Cómo encuentro libertad de la preocupación?

¿Cómo encontramos libertad de nuestras preocupaciones? Una de mis respuestas favoritas a esta pregunta es del apóstol Pablo en Romanos 8:13-15. Ahí él escribe esto: «Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que han recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: “¡Abba, Padre!”». Batallamos con el pecado para ser liberados de la preocupación. Y en la batalla, demostramos nuestra fe en Jesucristo y su obra en nosotros. A continuación, veremos la prédica que el Pastor John hizo de este texto el año 2002. Hazte la siguiente pregunta: ¿por qué la Biblia no me enseña a vencer el pecado pidiéndole al Espíritu Santo que lo haga? ¿Por qué la oración no es lo más importante de esta batalla? Entonces, aparece la tentación a sentirse desanimado por las finanzas o  aterrado por una enfermedad; o la tentación a sentir orgullo porque hiciste algo correctamente. ¿Por qué, en ese momento, la manera de hacer morir esas tentaciones no es decir simplemente: «Espíritu Santo, te pido que vengas ahora y derrotes el pecado de mi vida. Amén»? Y listo. Pide y se te dará, ¿cierto? Incorrecto. ¿Por qué? Jesús no se lleva la gloria si lo haces de esa manera.

Resalta el fundamento

La razón por la cual en Gálatas 3:5 se dice que el Espíritu Santo es suministrado y se convierte en hacedor de milagros en poder «por el oír con fe» es que si dejas de lado la dimensión del oír —esto es, oír el Evangelio de Jesucristo y las promesas que Él trae para ti por su sangre— Jesús no obtiene crédito por esas promesas a las que te estás aferrando, entonces Él no obtendrá ninguna gloria. Está fuera de la ecuación. Y de vez en cuando podrías pensar: «bueno, teológicamente, supongo que Él es el fundamento de todo». Bien, ¿sabes qué? Los fundamentos de tu casa no reciben ninguna atención. No pasas el día diciendo: «estoy tan agradecido de tener un enorme sótano. Me encantan esos bloques de cemento; son tan lindos». Ni siquiera piensas en los fundamentos de tu casa. Por tanto, dices de vez en cuando que «Jesús es el fundamento de todo», ¿y qué? Él no se lleva ninguna gloria si nunca hablas de ello, si nunca cantas de ello, si nunca contamos con su sangre para comprar las promesas para ti. ¿Recuerdas lo que dice 2 Corintios 1:20? «Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él [Jesús] todas son sí». Lo que esto significa es: cuando vives tu vida cristiana tomando una promesa, contando con ella, conectándote con ella, para que la fe vaya a la Palabra de Dios. ¿Sabes quién compró eso para ti? Jesús. Somos pecadores; yo soy un pecador. No merezco ninguna promesa de Dios cumplida en mi vida. ¿Cómo puedo contar con que las promesas de Dios serán cumplidas en mi vida? Una cosa: Cristo murió por mí. Cristo compró cada promesa para John Piper. Este es el nuevo pacto. Cristo derramó su sangre para que yo pudiera tomar cualquier parte de la Biblia y decir: «tomo esta promesa para hoy».
  • «Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia» (Is 41:10).
  • «El Señor peleará por ustedes» (Ex 14:14).
  • «Y mi Dios proveerá a todas sus necesidades» (Fil 4:19).
Puedo tomar esa promesa. ¿Por qué? ¿Porque lo merezco? De ninguna manera. Porque Jesús es digno, confío en Jesús y Él me la da.

Aférrate a la verdad de Dios

Permíteme terminar con un par de ilustraciones. Tenemos tres familias misioneras que han salido de esta iglesia y están navegando las aguas más oscuras de la expulsión de Tanzania, en este mismo momento, que nosotros jamás hemos navegado. Ponte en sus zapatos ahora mismo. Se les dio un aviso de treinta días: «salgan de aquí con toda su familia y con todas sus pertenencias». Es el único hogar que sus hijos han conocido. Denise nos escribió la Pascua pasada; escribió el correo electrónico la noche anterior a la Pascua. Esto es lo que dijo (ella se estaba imaginando a los discípulos entre el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección):
Están sentados silenciosa y aturdidamente en la casa de alguien… y no saben que la resurrección está por venir. Así es cómo sentimos este tiempo en muchas maneras: oscuridad y un futuro incierto. Cuando menos lo esperábamos, estábamos empacando nuestras cosas y dejando el país, nuestro hogar por los últimos siete años, el único hogar que nuestros hijos habían conocido.
Ahora, pregúntate, ¿cuáles son los pecados que están amenazando aquí? Estos son algunos en los que yo pensé: enojo, desesperación, autocompasión, temor, impaciencia, irritabilidad. Esos son unos pocos pecados que amenazarían con aparecer en estos misioneros ahora. Escucha a uno de esos guerreros (Denise) en su correo, como la encarnación de este sermón. Ella comienza diciendo: «nos estamos aferrando a estas verdades». ¿Escuchas? «Nos estamos aferrando a la verdad». No es una noción vaga de un Dios allá afuera. Nos aferramos a verdades particulares.
Nos estamos aferrando a estas verdades: Dios es bueno; Él está en control; Él nos ama más de lo que podemos comprender y Él tiene planes para darnos una esperanza y un futuro, planes que nos prosperarán (Jr 29:11). Nuestros espíritus están comprensiblemente desanimados. Estamos emocional y espiritualmente agotados. Sin embargo, «las misericordias del Señor jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana» (Lm 3:22-23).
Y por consiguiente, hizo morir las obras de la carne.

Cómo la fe le habla al temor

Una ilustración más: Rich y Tricia estuvieron aquí por muchos años hasta que sea fueron a África el año pasado con tres niños pequeños. Trabajaron con los refugiados de la comunidad, aprendieron su idioma y así sucesivamente. Se fueron a un país que es tan frágil, tan hostil, que no podemos nombrarlo. Imaginen a tres niños y una pareja joven yendo a una tierra desposeída sin infraestructura. La religión es hostil para el cristianismo. ¿Qué tipo de cosas nacerían en tu mente a medida que haces un plan tan obediente? Permíteme citar su carta. Este es el boletín que recibí en febrero. Es una de las aplicaciones más poderosas de este mensaje en una carta misionera; y he leído muchas. Todos nuestros misioneros entienden esto, creo, y lo entretejen en sus cartas, pero esto es extraordinario:
Mientras que la constitución de este país podría declarar una cosa, la Palabra de Dios dice: «Porque mayor es Aquel que está en ustedes que el que está en el mundo» (1Jn 4:4). Donde el temor dice: «¿qué si tal cosa ocurre?, la fe dice: «No temas, porque Yo estoy contigo; no te desalientes, porque Yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia» (Is 41:10). Donde la preocupación emerge, la fe responde: «La paz les dejo, mi paz les doy; no se la doy a ustedes como el mundo la da. No se turbe su corazón ni tenga miedo» (Jn 14:27). Cuando la duda y la frustración se mofan, diciendo: «¡nunca cambiarán; esto es una pérdida de tiempo!». Jesús nos mira a los ojos y responde: «Para los hombres eso es imposible, pero para Dios todo es posible» (Mt 19:26).

Promesas específicas, pronunciadas por Cristo

Necesitamos convertirnos en el tipo de personas que, cuando cruzamos un puente o vamos de una oficina a otra y entramos a una sala de clases —jóvenes, quizás están nerviosos por algún examen o algo, o quizás estás caminando por el pasillo y te preguntas: «¡rayos!, ¿usé el color incorrecto hoy?» o lo que sea, «¿me verán raro?»—, y que si crees que Dios está justo aquí («Nunca te dejaré ni te desampararé» (Heb 13:5), y Él dice: «Todas las cosas son posibles conmigo. Confía en mí. Te amo. Cuidaré de ti. Supliré todas tus necesidades. Me agradas. Morí por ti. Te he contado por justo»), ¿acaso no serías libre? No escuchar las promesas específicas y habladas por Cristo momento a momento a lo largo del día provoca que nos hundamos miserablemente. Aprende de nuestros misioneros; aprende del apóstol Pablo. Haz morir las obras del cuerpo, haz morir a la carne, haz morir al pecado por el Espíritu; esto es, al poner tu mente en las cosas del Espíritu, en la Palabra de Dios («escuchando con fe»), y confiando en ellas. De esta manera, vendrá la paz, fluirá el Espíritu Santo, se dará poder, se dará muerte al pecado, se hará retroceder a Satanás, y Jesucristo que compró todas esas promesas, será magnificado.
John Piper © 2020  Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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La familia: juntos en la presencia de Dios
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La familia: juntos en la presencia de Dios

La adoración centrada en Dios es sumamente importante en la vida de nuestra iglesia. Nos acercamos a la hora de adoración del domingo en la mañana con gran seriedad, fervor y expectativa. Intentamos expulsar todo lo que sea frívolo, trivial o informal. No todos los servicios son de esta manera. El domingo por la mañana es el Monte de la Transfiguración: el asombroso lugar de gloria y perplejidad. El domingo o el miércoles por la tarde es el Monte de los Olivos: el punto familiar para la conversación con el Señor y entre nosotros. En este artículo, esperamos hacer dos cosas: (1) demostrar que los padres (o algún adulto responsable) deben llevar a los niños pequeños al servicio de adoración el domingo en la mañana en lugar de enviarlos a la «iglesia de niños», y (2) entregar algunos consejos prácticos sobre cómo hacerlo. No afirmamos que nuestra manera de adoración es la única forma válida. No todas nuestras ideas podrían encajar con la manera en que otra iglesia lo hace. Por ejemplo, nosotros no tenemos un sermón para niños como parte de nuestro servicio del domingo por la mañana. Sería divertido para los niños, pero a la larga debilitaría la intensidad espiritual de nuestra adoración. Para todo hay un momento. Y creemos que, por al menos una hora a la semana, debemos sustentar una intensidad máxima de emotiva reverencia.

El mayor obstáculo con el que tropezamos

Existen bastantes razones por las que exhortamos a los padres a llevar a sus hijos al servicio de adoración. Sin embargo, estos argumentos no tienen mucho peso en los padres que no aman adorar a Dios. Para los niños, el mayor obstáculo para la adoración es que sus padres no valoran esa hora. Los niños pueden sentir la diferencia entre deber y deleite. Por lo tanto, el primer y más importante trabajo de un padre es enamorarse de la adoración a Dios. No puedes impartir lo que no tienes.

Unión

Adorar juntos le hace frente a la fragmentación contemporánea de las familias. La agitada vida contemporánea deja poco tiempo para la unión significativa. Es difícil sobreestimar la buena influencia de las familias que hacen cosas valiosas juntos semana tras semana, año tras año. La adoración es lo más valioso que el ser humano puede hacer. El efecto acumulativo de 650 servicios de adoración con mamá y papá entre los cuatro y los diecisiete años es incalculable.

Comprensión

Los padres tienen la responsabilidad de enseñarle a sus hijos, con su propio ejemplo, el significado y el valor de la adoración. Por lo tanto, los padres deben querer que sus hijos estén con ellos en el servicio de adoración para que los niños puedan entender de qué se trata y la forma que tiene la adoración de sus padres. Los niños deben ver cómo mamá y papá inclinan sus cabezas en ferviente oración durante el preludio y otros momentos no dirigidos. Deben ver cómo mamá y papá cantan alabanzas a Dios con gozo en sus rostros y cómo escuchan con hambre su Palabra. Deben comprender cómo sus padres se encuentran con el Dios viviente. Algo parece ir mal cuando los padres quieren llevar a sus hijos en los años formativos para juntarlos con otros niños y otros adultos para formar su actitud y comportamiento en la adoración. Los padres deben tener celo por modelar en sus hijos el tremendo valor que ponen en la reverencia ante la presencia del Dios Todopoderoso.

Una expectativa no excesiva

Sentarse quieto y estar callado por una o dos horas un domingo no es una expectativa excesiva para un niño de seis años saludable al que se le ha enseñado a obedecer a sus padres. Requiere una medida de disciplina, pero eso es precisamente lo que queremos animar a los padres a impartirles a sus hijos en los primeros cinco años de sus vidas. De este modo, el deseo de que los niños estén en el servicio de adoración es parte de una preocupación mayor por criar a los niños para que sean sumisos y respetuosos (1Ti 3:4). Se le puede enseñar a los niños en los primeros cinco años de vida a obedecer a su padre y a su madre cuando dicen: «siéntate quieto y mantente en silencio». La incapacidad de los padres de controlar a sus hijos no debe ser resuelto por servicios alternativos, sino que por una renovación de la disciplina en su hogar.

No todo es incomprensible para ellos

Los niños absorben una tremenda cantidad de lo que es valioso. Esto es cierto aun si dicen que están aburridos. La música y las palabras llegan a ser familiares. El mensaje de la música comienza a penetrar en ellos. La forma del servicio comienza a sentirse natural. El coro hace una impresión especial con un tipo de música que los niños podrían escuchar solo en ese momento. Incluso si no pudieron entender gran parte del sermón, la experiencia muestra que los niños escuchan y recuerdan cosas sorprendentes. El contenido de las oraciones y de las canciones le da a los padres oportunidades sin precedentes para enseñarle a los niños las grandes verdades de nuestra fe. Si los padres solo aprendieran a hacerles preguntas a sus hijos después del servicio y luego le explicaran las cosas, la capacidad de participación de los niños aumentaría. No todo lo que los niños experimentan debe ponerse a su nivel con el fin de hacerles bien. Algunas cosas sí, pero no todo. Por ejemplo, para aprender un nuevo idioma puedes ir paso a paso desde el alfabeto hasta el vocabulario, la gramática y la sintaxis. O puedes tomar un curso donde te sumerges, pero no lo entiendes y todo lo que escuchas es un idioma que no conoces. La mayoría de los profesores de idiomas estarían de acuerdo con que la última es lejos la más efectiva. El servicio de adoración del domingo no es inútil para los niños solo porque no entienden gran parte de él. Pueden y crecerán en este nuevo idioma más rápido de lo que creemos, si es que los padres fomentan las actitudes positivas y alegres.

Un sentido de asombro

Existe un sentido de solemnidad y de asombro que los niños deben experimentar en la presencia de Dios. Es poco probable que esto suceda en la iglesia para niños. ¿Existe tal cosa como el trueno de niños o el rayo de niños o el estruendo del mar «por los niños»? Un sentido profundo de lo desconocido y de lo misterioso puede surgir en el alma de un niño sensible en la adoración solemne, si es que los padres mismos persiguen con fuerza a Dios. Una conmoción profunda por la magnificencia de Dios puede llegar al corazón joven y tierno a través de ciertos momentos de grandes himnos, de «fuerte silencio» o de predicación llena de autoridad. Estos son los valores inmensurables en el cultivo de los corazones que temen y aman a Dios. No creemos que los niños que han estado en una iglesia de niños por muchos años entre los seis y los doce años estén más inclinados o mejor entrenados para disfrutar la adoración que si hubieran pasado esos años junto a sus padres. De hecho, probablemente es lo opuesto. Es probable que sea más difícil aclimatar a un niño de diez o doce años en un nuevo servicio de adoración que a un niño de cinco o seis años. El cemento está mucho menos húmedo y ya no existen muchas posibilidades para dar forma a los impulsos del corazón .

Algunas sugerencias prácticas de Noël

Cuando nuestros cuatro hijos crecieron y se transformaron en hombres jóvenes, asumimos que el capítulo de entrenamiento en adoración en nuestra vida había terminado. Sin embargo, Dios tiene maravillosas sorpresas. Nuestro hijo menor tenía doce años cuando adoptamos a nuestra hija, que tenía un par de meses. Por lo tanto, nuestra experiencia con niños pequeños en la banca comenzó hace más de veinte años y continuó por un rato más.

Cómo comenzar paso a paso

Descubrimos que la primerísima «escuela» de adoración se encuentra en casa, cuando ayudamos a un bebé a estar callado por solo un momento mientras que le pedimos la bendición de Dios por nuestros alimentos; cuando un pequeñito está quieto sentado para escuchar un libro de historias de la Biblia; cuando un niño está aprendiendo a poner atención a la Palabra de Dios y a orar durante los tiempos devocionales familiares. En la iglesia, incluso cuando nuestros hijos aún tenían la edad de párvulo, comencé a ayudarlos a dar pasos hacia una asistencia regular a los servicios de adoración los domingos por la mañana. Usé otras reuniones como un terreno de entrenamiento: bautismos, conciertos corales, videos misioneros u otros eventos especiales que llamen la atención de un niño de tres años. «Promocionaba» esto al niño como algo emocionante y de adulto. La asistencia especial ocasional gradualmente desarrolló una asistencia vespertina regular, mientras que al mismo tiempo estábamos intentando hacerlo con los domingos por la mañana más y más regularmente. Decidí no usar la guardería de la iglesia como una ruta de escape cuando los servicios se alargaban o el niño se empezaba a inquietar. No quería comunicar que uno va a un servicio siempre que parezca interesante y luego mi hijo podía ir a jugar. Quería evitar un patrón que podría reforzar la idea de que todo el servicio es bueno, hasta que se predica la Palabra de Dios, luego puedes irte. Por supuesto, hay momentos en los que un niño se inquieta o hace ruido, a pesar de los mejores esfuerzos de los padres. Oraba para que las personas a mi alrededor comprendieran e intentaran lidiar con el problema discretamente. Sin embargo, si el niño no se quedaba tranquilo o en silencio, lo sacaba, por el bien de la disciplina rápida y por el bien de otros adoradores. Luego, tenía que decidir si regresaba al servicio o permanecía en el área reservada para los padres con hijos pequeños. Dependía de cuán receptivo parecía el niño y si es que existe un momento apropiado en el flujo del servicio. Si nos quedamos en el «área de familia» fuera del salón principal, ayudaba a mi hijo a sentarse en silencio como si todavía estuviéramos en el salón principal. Para cuando nuestros niños cumplieron cuatro años, ellos asumían que estarían siempre en los servicios semanales regulares con nosotros.

Preparación para toda la semana

Tu anticipación y la conversación antes y después del servicio y durante la semana será importante para ayudar a tu hijo a aprender a amar la adoración y para comportarse bien en el servicio. Ayuda a tus hijos a conocer más al pastor. Permite que estrechen manos en la puerta y que el pastor lo salude. Conversa con ellos sobre quiénes son los líderes de adoración; llámalos por nombre. Sugiérele al maestro de Escuela Dominical de tu hijo a que invite al pastor a pasar un par de minutos con los niños si la agenda de tu iglesia el domingo en la mañana lo permite. Si sabes cuál será el pasaje de la Escritura para el siguiente domingo, léanlo juntos varias veces durante la semana. El rostro de un pequeñito realmente se ilumina cuando escucha palabras conocidas desde el púlpito. Conversen sobre aquello que fue «especial» esa semana: un solo de trompeta, un amigo que cantó, un predicador misionero de otro país por el cual habían estado orando. A veces puedes tomar los elementos regulares del servicio y hacerlos parte de la preparación previa. «Hemos estado leyendo sobre José. ¿Qué crees que el pastor dirá sobre él?». «¿Qué cantará el coro esta mañana?». «Quizás podríamos sentarnos al lado de un amigo en situación de discapacidad y ayudarlo con su cancionero para que él pueda adorar mejor también». Hay dos preparaciones adicionales e importantes previas al servicio para nosotros: un lápiz y un cuaderno para las «notas del domingo» y un paseo al baño (salir en medio del servicio es bastante desanimante).

¿Qué pasa durante el servicio?

En primer lugar, le permitía a un hijo que quería tener una guía de adoración que tuviera una (ayuda al niño a sentirse un participante del servicio). Y en silencio, antes de que comience el servicio, podría apuntar a las diferentes partes del servicio en la lista de la guía. Durante el servicio, todos nos sentábamos y nos parábamos junto con el resto de la congregación. Compartía mi Biblia, himnario o guía de adoración con mi pequeño, porque el uso de estas cosas es una parte importante del servicio. El comienzo del sermón es la señal para el comienzo de la «toma de notas». (Quería que las actividades del niño estén relacionadas con el servicio. Así que no llevábamos libros de biblioteca para leer. Sí permitía que cada pequeño mirara los dibujos de su Biblia, si es que podía hacerlo rápidamente). La toma de notas no significaba solo hacer rayas, sino que «tomar notas» en una plataforma especial usada solo para el servicio. La «toma de notas» crece a medida que el niño lo hace. Al principio, hacen dibujos de lo que escuchan en el sermón. Palabras aisladas o nombres gatillan dibujos aislados. Podrías tomar una palabra que será usada con frecuencia en el sermón; haz que el niño escuche cuidadosamente y haga marcas en sus «notas» cada vez que escuche la palabra. Más adelante, él podría querer copiar letras o palabras del pasaje de la Escritura para esa mañana. Cuando deletrear le sea fácil, él escribirá palabras y luego frases que escuche en el sermón. Antes de que lo esperes, probablemente el niño bosqueje el sermón y anote conceptos completos.

Objetivos y requisitos

Mi entrenamiento para la adoración tiene tres objetivos principales:
  1. Que los niños aprendan lo antes posible y lo mejor que puedan a adorar a Dios de todo corazón.
  2. Que los padres puedan adorar.
  3. Que las familias no provoquen ninguna distracción a las personas que los rodean.
Por lo tanto, existen ciertas expectativas que les enseño a los pequeños y que espero de los mayores:
  • Párate, siéntate o cierra los ojos cuando se pida en el servicio.
  • Siéntate derecho y quieto (sin distraerte, inquietarte o salirte, sino que respetando a Dios y a los adoradores que te rodean).
  • Mantén las hojas de los boletines, las Biblias y los himnarios lo más en silencio posible.
  • Mantente despierto. Tomar notas ayuda. (Sí, permitía que los más pequeños durmieran, pero ¡normalmente no necesitaban hacerlo!).
  • Mira a los líderes de adoración que están al frente. Nada de miradas a personas ni al reloj.
  • Si puedes leer lo suficientemente rápido, corea las canciones con las palabras impresas. Al menos mantén tus ojos en las palabras y medita en ellas. Si aún no puedes leer, esfuérzate para escuchar las canciones.

Crea un ambiente en la banca

Por mi parte, intentaba crear un ambiente en nuestra banca que hace más fácil la adoración. En el pasado, me habría sentado entre cualquiera que estuviera provocando el mayor problema con otro ese día. Podríamos escoger asientos donde podamos ver mejor el frente (mientras estamos sentados, no arrodillados en la banca; arrodillarse lleva a que otros tengan que torcerse, pues bloquean su vista). Cada niño tenía una Biblia, dinero para la ofrenda y una guía de adoración a mano, para que no tuvieran que salir o hurgar en el tiempo de adoración. Durante el preludio, si noto en el boletín algo inusual para lo que necesitamos estar preparados (una lectura interactiva u oraciones congregacionales, por ejemplo), en voz baja le avisaba al hijo que era lo suficientemente mayor para que participara.

El después

Cuando el servicio terminaba, mis primeras palabras eran de halago para el niño que se comportó bien. Además de halagar, podría mencionar también una o dos cosas que ambos esperamos que mejoren una próxima vez. Sin embargo, ¿qué pasaba si hubo una desatención a las expectativas establecidas y pocos intentos para comportarse? Lo primero que sucedía después del servicio era un silencioso e inmediato viaje al lugar más privado que podíamos encontrar. Luego se pronunciaban las palabras merecidas y se administraban o prometían las consecuencias.

Cercanía y calidez

En las raras ocasiones cuando mi esposo pastor podía sentarse con el resto de nosotros, el más pequeño se subía a su regazo (y estaba más atento y quieto de lo normal). Qué maravillosa cosa para una mente joven asociar con atención la cercanía y la calidez del regazo de un padre con tiempos especiales de Dios. Un niño obtiene casi el mismo sentimiento al estar cerca de sus padres o al sentir un brazo sobre su hombro o una afectiva mano sobre la rodilla. El establecimiento del fuerte círculo de la familia centrándose en Dios será una imagen no verbal creciendo cada vez con más riqueza en la mente y en el corazón del niño a medida que madura en el aprecio por su familia y en el asombro por la grandeza de Dios.
John Piper © 1995  Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Cuándo dejo de seguir a mi pastor?
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¿Cuándo dejo de seguir a mi pastor?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
¿Cuándo deberíamos dejar de seguir a nuestros líderes cristianos? ¿Cuándo nuestra lealtad a Dios invalida nuestra lealtad a ciertos líderes? Nos llegó la pregunta de una radioyente llamada Peggy. «Hola, pastor John. Quisiera que me responda una pregunta crucial. Como cristianos, ¿prometemos compromiso a la iglesia o a Dios? ¿Cuándo y cómo se deben establecer esos límites? La manera en la que le responderé a Peggy va a depender de a qué se refiere ella cuando dice, «lealtad a la iglesia». ¿Quiere decir lealtad al pueblo de Dios como un todo; concretamente, la iglesia universal que consiste en todos los hijos de Dios que han nacido de nuevo por medio del Espíritu Santo, por medio del Evangelio, o quiere decir una expresión local particular de esa iglesia? Quizás ella ni siquiera esté pensando en esa distinción, pero es una importante, por lo que le voy a responder en ambos niveles: primero, la iglesia universal; luego, la iglesia específica. Tres testigos diferentes en el Nuevo Testamento, Pablo, Juan y Pedro, nos dicen que estar unidos a Dios en Cristo es estar unidos en principio y amor al pueblo de Dios. No se nos permite escoger entre pertenecer a Dios y pertenecer a su pueblo. Siempre van juntos. Tener a Dios es tener a la familia de Dios. Tener al Padre es tener a sus hijos como hermanos y hermanas. No hay escapatoria; así es. Amar al Padre es amar a los hijos. Este es el testimonio de Juan: 1 Juan 5:1: «Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios. Todo aquel que ama al Padre, ama al que ha nacido de Él». No puedes decir: «voy a amar a Dios y ser fiel a esa relación y no tendré nada que ver con los cristianos». No se puede hacer así; es contradictorio. Esto dice 1 Juan 3:14: «Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos». La realidad de haber nacido de nuevo, y por consiguiente, pertenecer a Dios como nuestro Padre, solo puede conocerse si amamos a los hermanos y hermanas cristianos. Si no los amas, entonces no puedes saber si perteneces a Dios. En 1 Juan 4:20 dice: «Si alguien dice: “yo amo a Dios”, pero aborrece a su hermano, es un mentiroso». Juan es claro. Él marca un límite firme. El texto continúa: «Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto». No puedes afirmar amar a Dios honestamente o ser leal a Dios donde no hay amor por sus hijos, tus hermanos y hermanas. Ese es el testimonio de Juan. Este es el de Pablo. Esto es Romanos 12:5: «Así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros». Ser injertados en el cuerpo de Cristo por fe unidos a Él es ser miembros los unos de los otros. Estar en Cristo es estar unidos a otros miembros del cuerpo. No puede ser de otra manera. Este es el testimonio de Pedro. Esto es 1 Pedro 2:4-5: «Y viniendo a Él [a Cristo], como a una piedra viva, desechado por los hombres, pero escogida y preciosa delante de Dios, también ustedes, como piedras vivas, sean edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo». En otras palabras, venir a Cristo, la piedra viva, es edificar con otras piedras vivas, como tú, una casa. No puedes ir a Él en otros términos. Concluyo: la lealtad a Dios en Jesucristo necesariamente incluye lealtad de amor a su pueblo. Esa es la iglesia universal, cristianos, donde sea que los encuentres. En segundo lugar, ¿qué pasa con la lealtad a una iglesia local específica? Supongo que Peggy está hablando de esto. Creo que todo el lenguaje sobre la membresía en Cristo y en el cuerpo del Nuevo Testamento implica tomar muy en serio la membresía en una iglesia local, pero esta lealtad no es absoluta como la lealtad al pueblo de Dios en general. Sabemos esto porque existen instrucciones en el Nuevo Testamento que implican que el liderazgo de una iglesia puede no ser digna de ser seguida, lo que implicaría no someterte más al ministerio de ese liderazgo. Por ejemplo, 1 Timoteo 5:19-20 habla sobre lo que pasa cuando un anciano deja de estar calificado para serlo. Esto es lo que sucede: «No admitas acusación contra un anciano, a menos que haya dos o tres testigos». Supongamos que tienes tres testigos y el anciano es culpable. «A los que continúan en pecado» (ancianos que siguen pecando; en otras palabras, que ya no están calificados) «repréndelos en presencia de todos para que los demás tengan temor de pecar». Ahora, eso implica que si este principio de lidiar con los ancianos no calificados no se lleva a cabo, la congregación no tendrá más opción que desligarse de los ancianos no calificados. Ese es el significado de no calificados. No pueden liderar a nadie, por lo que no van a liderarnos a nosotros. Si no pueden renunciar a su liderazgo por no estar calificados, entonces nosotros tenemos que renunciar a estar bajo su liderazgo para ser obedientes al texto, creo. Diría que este es el caso de miles de iglesias que tienen pastores que no creen en las verdades básicas del Evangelio. Aquí hay dos ejemplos más. En 1 Corintios 5:11 dice: «Sino que en efecto les escribí que no anduvieran en compañía de ninguno que, llamándose hermano, es una persona inmoral, o avaro, o idólatra, o difamador, o borracho, o estafador. Con esa persona, ni siquiera coman». Bueno, ¿qué pasaría si tu pastor fuera el que se está acostando con cualquiera, fuera culpable de avaricia, fuera un desfalcador, un idólatra, un difamador, un borracho o un estafador? ¿Qué pasaría si es tu pastor el que está viviendo en inmoralidad sexual? ¿Qué pasaría si los otros ancianos son cómplices y no lo están disciplinando? Bueno, entonces el texto dice que se supone que no debes tener nada que ver con él, así que claramente no estarías más bajo su ministerio. Un ejemplo más, 2 Juan 10-11 dice: «Si alguien viene a ustedes y no trae esta enseñanza» (concretamente, la enseñanza apostólica) «no lo reciban en casa, ni lo saluden, pues el que los saluda participa en sus malas obras». Bueno, ¿qué pasaría si tu pastor es quien no está llevando la enseñanza apostólica y los ancianos no están haciendo nada al respecto? El texto dice que ni siquiera lo saluden. Si se supone que no deben saludarlo, ¿cuánto más no deberías asistir a su iglesia? Mi conclusión para Peggy es que debe darse cuenta de que pertenecer a Jesucristo y ser hija de su Padre celestial la vincula en una relación de amor y en una relación leal con todos los cristianos verdaderos. No podría ser indiferente para amarlos y eso significa hacer comunidad con ellos de cierta forma. Debe deleitarse en esto y buscar encontrar maneras de vivirlo. Sin embargo, en cuanto a su lealtad a cualquier iglesia local específica depende de que el liderazgo cumpla sus responsabilidades morales, espirituales y doctrinales.
John Piper © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
Photo of William Tyndale
William Tyndale
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William Tyndale

A principios de la década de 1530, un comerciante inglés llamado Stephen Vaughan fue designado para buscar a William Tyndale e informarle que el rey Enrique VIII deseaba que dejara de esconderse en el continente. En una carta, con fecha 19 de junio de 1531, Vaughan escribió estas simples palabras sobre Tyndale (1494-1536): «siempre lo encuentro cantando la misma canción». Esa canción era esta: ¿el rey de Inglaterra le dará su respaldo oficial a la Biblia en lenguaje corriente para todos sus súbditos ingleses? Si no lo hace, Tyndale no volverá; si lo hace, Tyndale se entregará a sí mismo al rey y nunca escribirá otro libro. El rey se rehusó, y Tyndale nunca más volvió a su patria. Al contrario, si el rey y la Iglesia católica romana no proveían una Biblia impresa en inglés para que el hombre común y corriente pudiera leerla, Tyndale lo haría, aun cuando le costara su vida, y así fue.

Los jóvenes labradores conocerán su Biblia

Cuando Tyndale tenía 28 años en 1522, servía como tutor en casa de John Walsh en Gloucestershire, Inglaterra, donde pasaba la mayor parte de su tiempo estudiando el Nuevo Testamento en griego de Erasmo, que había sido impreso tan solo seis años antes, en 1516. Cada vez más, a medida que Tyndale veía las verdades de la Reforma con más claridad en el Nuevo Testamento en griego, él comenzó a desconfiar de la casa católica de John Walsh. John Foxe nos cuenta que un día un exasperado académico católico que cenaba con Tyndale dijo: «mejor nos iría sin la ley de Dios que sin del papa». En respuesta, Tyndale pronunció sus famosas palabras: «desafío al papa y a todas sus leyes… Si Dios me hace merced de seguir vivo, de aquí a no muchos años lograré que el muchacho que guía el arado sepa más de la Escritura que vos».

El crescendo de la única canción

Cuatro años más tarde, Tyndale terminó la traducción al inglés del Nuevo Testamento en griego en Worms, Alemania, y comenzó a introducirla por contrabando a Inglaterra en fardos de tela. Para octubre de 1526, el obispo Tunstall había prohibido el libro en Londres, pero el número de ejemplares impresos había sido de al menos tres mil, y los libros estaban llegando a las personas. Dentro de los ocho años siguientes, también se imprimieron cinco ediciones pirateadas. En 1534, Tyndale publicó un Nuevo Testamento revisado, al haber aprendido hebreo en el entretanto, probablemente en Alemania, lo que le ayudó a comprender mejor las conexiones entre el Antiguo y el Nuevos Testamento. El biógrafo David Daniell llama a este Nuevo Testamento de 1534: «la gloria de la obra de su vida» (William Tyndale, 316). Si Tyndale estaba «siempre cantando una misma canción», este fue el crescendo de la canción de su vida: el Nuevo Testamento en inglés terminado y refinado. Por primera vez en la historia, el Nuevo Testamento en griego fue traducido al inglés. Antes de su martirio en 1536, Tyndale continuó y tradujo al inglés claro y común no solo el Nuevo Testamento, sino que también el Pentateuco, desde Josué hasta 2 Crónicas y Jonás. Todo este material se convirtió en la base para la Great Bible emitida por Miles Coverdale en Inglaterra en 1539 y la base para la Biblia de Ginebra publicada en 1557 («La Biblia de la nación», que también vendió más de un millón de copias entre 1560 y 1640).

La traducción de la Biblia, verdad del Evangelio

¿Qué llevó a que Tyndale cantara una misma canción toda su vida? Fue la sólida convicción de que todos los humanos estamos cautivos al pecado, ciegos, muertos, malditos e inútiles y que Dios ha actuado en Cristo para entregar salvación por gracia por medio de la fe. Esto es lo que se encontraba oculto en la Escritura en latín y en el sistema de penitencia y mérito de la iglesia. Por esta razón la Biblia debía ser traducida. Finalmente, por esta razón Tyndale fue martirizado. Él escribió:
La fe, madre de todas las buenas obras, nos justifica, antes de entregar cualquier buena obra: como el esposo desposa a su esposa antes de que él pueda tener cualquier hijo legalmente con ella (William Tyndale, 156–57).
El hombre está perdido, espiritualmente muerto, condenado. Dios es soberano, Cristo es suficiente, la fe es todo. La traducción de la Biblia y la verdad de la Biblia eran inseparables para Tyndale, y al final fue la verdad (especialmente la verdad de la justificación solo por la fe) lo que encendió a Gran Bretaña con fuego de la Reforma y luego trajo una sentencia de muerte a este traductor de la Biblia. En octubre de 1536, con solo 42 años, la voz de Tyndale que entonaba una única canción fue silenciada, él fue atado a una estaca, estrangulado por su verdugo y luego consumido por el fuego. Sin embargo, debido a su traducción al inglés común y corriente, la misma canción se amplificó y llegó a ser un poderoso coro británico de sirvientas, de zapateros y, sí, incluso de jóvenes labradores.
John Piper © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Martín Lutero
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Martín Lutero

Uno de los grandes redescubrimientos de la Reforma (especialmente de Martín Lutero) fue que la Palabra de Dios llega a nosotros en forma de libro: la Biblia. Lutero captó este poderoso hecho: Dios preserva la experiencia de salvación y santidad de generación en generación por medio de un libro de revelación, no de un obispo en Roma.

El riesgo vital y potencialmente mortal de la Reforma fue el rechazo al papa y a los concilios como la autoridad final de la iglesia. El adversario de Lutero, Sylvester Prierias, escribió: «él, que no acepta la doctrina de la Iglesia de Roma ni al pontífice de Roma como regla infalible de fe, de la que la Sagrada Escritura también, obtiene su fuerza y autoridad, es un hereje» (Luther [Lutero], 193). A continuación, lo que ocurrió fue que Lutero fue excluido de la Iglesia católica romana. «Lo nuevo en Lutero», dice Heiko Oberman, «es la noción de obediencia absoluta a la Escritura contra cualquier autoridad; sean los papas o los concilios» (Luther [Lutero], 204).

Este redescubrimiento de la Palabra de Dios por sobre todos los poderes terrenales formó a Lutero y a toda la Reforma. Sin embargo, el camino de Lutero a ese redescubrimiento fue uno tortuoso, comenzando con una tormenta eléctrica a los 21 años.

Un monje temeroso

El 2 de julio de 1505, camino a casa desde la escuela de derecho, Lutero se vio envuelto en una tormenta y fue arrojado al suelo por un rayo. Él clamó: «¡ayúdame, Santa Ana! Me convertiré en monje». Quince días después, para la consternación de su padre, Lutero abandonó sus estudios de derecho y cumplió su promesa. Golpeó la puerta de la Orden de San Agustín en Erfurt y le pidió al prelado que lo aceptara en la Orden. A los 21 años, se convirtió en un monje agustino. En su primera misa dos años después, Lutero estaba tan abrumado al pensar en la majestad de Dios que casi huyó. El prelado lo persuadió para que continuara.

No obstante, este incidente de temor y temblor no quedaría aislado en la vida de Lutero. Él mismo se acordaría más adelante de esos años: «aunque viví como monje sin reproche, sentía que era un pecador ante Dios con una conciencia extremadamente angustiada. No podía creer que Él estuviera apaciguado por mi satisfacción» (Selections, 12).

Lutero no se casaría por otros veinte años (se casó con Catalina de Bora el 13 de junio de 1525), lo que significó que, como un hombre soltero, él vivió tentaciones sexuales hasta que cumplió los 42 años. Sin embargo, «en el monasterio», dijo él, «no pensé en mujeres, dinero ni posesiones; al contrario, mi corazón temblaba y se inquietaba respecto a si Dios me conferiría su gracia». Su anhelo absorbente era conocer la felicidad del favor de Dios. «Si yo podía creer que Dios no estaba enojado conmigo», él dijo, «me pararía de cabeza de alegría».

Buenas nuevas: la justicia de Dios

En 1509, el querido superior, consejero y amigo de Lutero, Johannes von Staupitz, le permitió comenzar a enseñar la Biblia. Tres años después, el 19 de octubre de 1512, a los 28 años, Lutero recibió su grado de doctor en teología, y von Staupitz le cedió la cátedra de Teología Bíblica en la Universidad de Wittenberg, la que Lutero dictó el resto de su vida.

A medida que Lutero comenzó a leer, estudiar y enseñar la Escritura desde los idiomas originales, su perturbada conciencia borboteaba bajo la superficie, en especial al enfrentarse con la frase «la justicia de Dios» en Romanos 1:16-17. Para Lutero, «la justicia de Dios» solo podría significar una cosa: el castigo justo de Dios a los pecadores. La frase no fue «evangelio» para él; fue una sentencia de muerte.

Pero entonces, en un instante, todo el odio de Lutero por la justicia de Dios se transformó en amor. Él recuerda:

Al fin, por la misericordia de Dios, al meditar en ella día y noche, le puse atención al contexto de las palabras; concretamente, «Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela [...], como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá». ...Y este es el significado: la justicia de Dios es revelada por el Evangelio; concretamente, la justicia pasiva con la cual [el] Dios misericordioso nos justifica por fe, como está escrito: «el justo por la fe vivirá».

Él concluye: «aquí sentí que nací de nuevo completamente y que había entrado al mismo paraíso por puertas abiertas».

Firme en el Libro

Lutero no fue el pastor de la iglesia de Wittenberg, pero sí compartió la predicación con su pastor amigo, Johannes Bugenhagen. El registro da testimonio de cuán completamente devoto era a la predicación de la Escritura. Por ejemplo, en 1522 él predicó 117 sermones, al año siguiente 137. En 1528, predicó casi 200 veces y de 1529 tenemos 121 sermones. Por lo tanto, el promedio en esos cuatro años era de un sermón cada dos días y medio.

A lo largo de los próximos 28 años, Lutero predicaría miles de sermones, publicaría cientos de panfletos y libros, soportaría muchas controversias y aconsejaría a innumerables ciudadanos alemanes, todo para esparcir las buenas nuevas de la justicia de Dios para un pueblo atrapado en un sistema basado en el mérito propio. Por medio de ese mensaje, Lutero tuvo un arma con la cual rescatar este Evangelio de ser vendido en los mercados de Wittenberg: la Escritura. Él expulsó a los cambistas (los vendedores de la indulgencia) con el látigo de la Palabra de Dios, la Biblia.

Lutero dijo con una estrepitosa contundencia en 1545, el año antes de que muriera: «permítanle al hombre que escuchará a Dios hablar, leer la Sagrada Escritura». Solo aquí, en las páginas de la Biblia, Dios habla con autoridad final. Solo aquí, descansa la autoridad decisiva. Solo desde aquí, el don de la justicia de Dios llega a los pecadores destinados al infierno.

Él vivió lo que exhortó. Él escribió en 1533: «por varios años, he leído la Biblia completa dos veces al año. Si la Biblia fuera un largo y poderoso árbol y todas sus palabras fueran pequeñas ramas, extraje la savia de todos ellas, ansioso de conocer lo que ahí había y lo que tenía que ofrecer» (What Luther Says [Lo que Lutero dice], vol. 1, 83). Oberman dice que Lutero mantuvo esa práctica por al menos diez años (Luther, 173). La Biblia llegó a significar más para Lutero que todos los padres y comentaristas.

Aquí estuvo Lutero, y aquí estamos nosotros. No en los dictámenes papales, no en las decisiones de concilios, ni en los vientos de la opinión popular, sino que en «esa palabra sobre todos los poderes terrenales»: la Palabra viva y perdurable de Dios.

John Piper © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Son los estándares de pureza sexual demasiado altos para los pastores?
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¿Son los estándares de pureza sexual demasiado altos para los pastores?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
¿Es la castidad intachable un estándar demasiado alto para los pastores? Esta es la pregunta de hoy; una que me recuerda una experiencia personal de hace un par de años. Mi familia y yo nos escabullimos en la parte de atrás de una iglesia para ver a un predicador que me gustaba. La iglesia estaba llenísima, pero el predicador no estaba ahí. Un rato después de llegar, se anunció que el pastor había sido relegado de su rol pastoral la noche anterior, después de descubrir su apego romántico hacia una mujer que no era su esposa. Cuando este castigo fue anunciado formalmente a la iglesia, el hombre que estaba justo frente a mí, a quien nunca antes había visto (no lo conocía para nada), se dio la vuelta, me miró a los ojos y dijo con una fuerte voz: «¡eso es excesivo, ¿no crees?!». Estaba asustado; nunca lo voy a olvidar. Momentos como esos, y cualquier disciplina formal de la iglesia, son aterradores; no los olvidas. Y caen sobre algunos con una horrorosa severidad. Esta es la experiencia que lleva a la pregunta de hoy hecha por una auditora de Houston. «Pastor John, uno de los pastores de mi iglesia recientemente fue despedido de su puesto después de haber confesado tener sexo con la mujer con quien estaba saliendo. Por un lado, fui tan humillada por la alta visión que el liderazgo de la iglesia tiene del estándar de Dios. Sin embargo, por otro lado, me pregunto si fue demasiado duro. Se requiere una gracia muy especial resistir la tentación sexual, especialmente en un hombre o una mujer de cierta edad y experiencia. Muchos pastores luchan con pecados ocultos como la pornografía. ¿Es la castidad intachable un estándar demasiado alto para los pastores?». Bien, comienzo con la convicción de la venida al mundo de Jesucristo, el Hijo de Dios; la revelación del amor de Dios en el sacrificio de su Hijo; el patrón de sufrimiento y abnegación establecido por Jesús; la efusión del Espíritu Santo como el Espíritu del Cristo resucitado; la vívida clarificación de las riquezas de la herencia cristiana más allá de la muerte; las enseñanzas radicales y contraculturales de Jesús respecto a cómo los cristianos deben vivir; y el establecimiento del nuevo pacto en el cual la Ley está escrita en nuestros corazones, comienzo con la convicción de que todas estas cosas y más significan que los estándares de comportamiento del pueblo de Dios ahora son más altos de lo que fueron en el Antiguo Testamento. Jesús elevó la vara.

El océano de la gracia de Dios

Él dijo, por ejemplo: «Por la dureza de su corazón Moisés les permitió a ustedes divorciarse de sus mujeres; pero no ha sido así desde el principio» (Mt 19:8). Y luego Él los llamó a ir más allá de la solución que Moisés proveyó para el pecado. Por lo tanto, con esa convicción, no estoy en desacuerdo con que se requiera una gracia muy especial para resistir la tentación sexual; ciertamente es así. Mi punto es que esta gracia comprada con sangre; esta gloriosa gracia del nuevo pacto, está disponible en Cristo para todos los cristianos. Por ejemplo:
  • «Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abunden para toda buena obra» (2Co 9:8). Toda buena obra, que incluye la más mínima buena obra de no acostarte en la cama con tu novia hasta que se casen, y luego ser fiel a tu esposa después en el matrimonio. Esas son las buenas obras mínimas.
  • En 1 Corintios 10:13 dice: «No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres. Fiel es Dios, que no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que puedan resistirla». En otras palabras, sí, , se requiere una gran gracia para ser casto, una gracia que va más allá de la gracia común. Sin embargo, ese es el océano al que fuimos lanzados cuando fuimos unidos a Cristo.
  • «Por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios» (Ro 5:2). Y yo diría: «en la cual nadamos», un océano; es un océano de gracia.
  • Ser un cristiano que vive en este océano de gracia todopoderosa es ser guiado por el Espíritu. En Romanos 8:14 dice: «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios».
  • En Gálatas 5:22-23 dice: «Pero el fruto del Espíritu es… dominio propio». Esa palabra, egkrateia, se refiere explícitamente al dominio propio sexual en Gálatas 5:23.
  • En Colosenses 3:5-6 dice: «Por tanto, consideren los miembros de su cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría. Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas».
  • Como Jesús dijo: «Pero Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno» (Mt 5:28-29).
Jesús y Pablo hablan sobre el infierno en relación al fracaso en adoptar, recibir y ser empoderado por esta gracia que Dios ha comprado para nosotros en el nuevo pacto.

Estándares más altos

Entonces, después de la convicción de que los estándares de Cristo son más altos que los de Moisés, existe la verdad de que los estándares para los ancianos y los pastores son más altos que para los miembros de la iglesia cristianos comunes y corrientes. Además de los dones especiales que se requieren de los ancianos y de los pastores llamados «de enseñanza» y «de gobierno» (1Ti 3:2, 5), existen estándares éticos en donde el pastor debe ser irreprochable (1Ti 3:2), porque es una figura muy pública y tiene un llamado de peso a ser un ejemplo para el rebaño (1P 5:3) y un ejemplo para el mundo (1Ti 3:7).
  • «Por tanto, a los ancianos entre ustedes, exhorto yo,...[a] vela[r] por él [rebaño]… [no] como teniendo señorío sobre los que les han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño» (1P 5:1-3).
  • Pablo hace explícito que este ejemplo que los pastores deben dar es la pureza sexual: «sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza» (1Ti 4:12).
  • «Muéstrate en todo como ejemplo de buenas obras… a fin de que el adversario se avergüence al no tener nada malo que decir de nosotros» (Tit 2:6-8).
  • Todo esto lleva a las palabras de peso de Pablo a los ancianos en Hechos 20:28: «Tengan cuidado de sí mismos y de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual Él compró con su propia sangre».

No como todos los demás

A pesar del hecho de que muchos pastores intentan dar la impresión, con una humildad desorientada, de que son «como todos los demás» («no me pongan en un pedestal; soy solo como todos los demás», sin lugar a dudas no son «como todos los demás». Lo diré nuevamente: los pastores sin lugar a dudas no son como todos los demás. Son el pastor de los demás; son los que cazan y luchan contra los lobos de los demás; el ejemplo  para los demás; son los protectores y maestros que tienen autoridad sobre los demás. Quizás uno de nuestros problemas es que hemos aterrado a los pastores al decirles lo que deben ser. Lo que sugiero es que es bíblicamente inconcebible que tal pastor pueda vivir por sobre el estándar de Moisés, por sobre el estándar de los cristianos comunes y corrientes, y por sobre el reproche del mundo, y aun así vivir en pecado sexual. Mi respuesta a la pregunta es que exigir que un pastor viva una vida libre de fornicación, de adulterio y de cualquier uso continuo de pornografía no es un estándar demasiado alto.
John Piper © 2020 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Cómo podemos criar niños que no sean ingenuos ni escépticos?
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¿Cómo podemos criar niños que no sean ingenuos ni escépticos?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Hoy día tenemos una muy buena pregunta sobre la crianza de los hijos, ¿cómo podemos criar niños que no sean ni ingenuos ni escépticos? Esta es una pregunta de un oyente de nuestro podcast, un papá llamado Rick de Fort Worth, Texas. «¡Hola, pastor John! Mateo 10:16 dice que debemos ser “astutos como serpientes e inocentes como palomas”. Cuando criamos a nuestros hijos no queremos que lleguen a ser crédulos o ingenuos, pero tampoco queremos que terminen siendo duros de corazón y escépticos. ¿Cómo, entonces, podemos dar forma a sus ideas y actitudes cuando los preparamos para este mundo? ¿Qué errores y consecuencias pueden resultar de este esfuerzo?». Esta es una excelente pregunta porque refleja una comprensión muy madura de una de las principales paradojas en la vida cristiana. Por una parte, Jesús nos manda al mundo como ovejas en medio de lobos. Las ovejas son muy vulnerables; se las considera afables. Nadie teme ser mordido por una oveja. Por otra parte, debemos ser sabios y juiciosos, maduros y estables, fuertes y astutos y no dejarnos engañar por toda corriente de doctrina falsa. Esta es la paradoja, y Rick así lo entiende. Por un lado, debemos ser humildes y mansos, considerando a los demás más importantes que nosotros mismos (Fil 2:3) y, sin embargo, por otro lado, debemos ser firmes en nuestras convicciones, llenos de coraje, porque Proverbios dice: «Los justos viven confiados como el león» (Pr 28:1). De manera que, me parece que Rick entiende muy bien el desafío que tenemos frente a nosotros: así es como debemos ser, y además, es como debemos criar a nuestros hijos para que sean esta clase de adultos. No creo que pueda decir nada que Rick no pueda pensar por sí mismo, puesto que tiene tan buen manejo del tema, pero lo intentaré. Déjenme hacer cuatro sugerencias. Creo que será obvio qué tipo de errores podrían surgir en el esfuerzo por llevar a cabo estas sugerencias; ya veremos.
1. Ilustra la paradoja
Desde temprana edad, enseñen a los niños la Biblia, día tras día, usando declaraciones bíblicas específicas de esta paradoja de astutos como serpientes e inocentes como palomas. Además complete sus enseñanzas con historias bíblicas, y quizás también con historia cristiana, biografías o historias contemporáneas. Donde sea que veas la paradoja en una persona, ya sea en biografías, en la historia, en las misiones o en la vida contemporánea, ilústrala. Destácala para ayudar a que los niños vean lo bella que es, cuánto tú la admiras, y lo mucho que ellos también debieran admirarla. Permítanme dar un ejemplo específico del tipo de enseñanza a la que me refiero cuando digo: «elije oraciones específicas para ilustrar cómo se ve esta paradoja». Estoy muy influenciado por lo que hemos estado pensando recientemente en Desiring God al tratar de enunciar un principio fundamental que expresa esto mismo. Lo mencionaré en unos minutos. Efesios 4:1-2 dice: «vivan de una manera digna» de nuestro llamamiento como cristianos. Luego menciona tres palabras (más que tres), pero solo nombraré las tres primeras: humildad, mansedumbre y paciencia. Les leemos eso a nuestros hijos. Luego les preguntamos: «¿qué creen que significan estas tres palabras?». Hablemos de la humildad. ¿Qué es la humildad? Es nuestra humilde condición a causa de nuestro pecado y del horrible sufrimiento que significó nuestra salvación, y de lo dependientes que siempre somos de Dios. Humildes y mansos; viviendo como palomas y como ovejas. Un estilo de vida que se ajusta a la humildad y a la paciencia; viviendo sin enojarse fácilmente ni devolviendo mal por mal. Entonces, haz una pausa y, luego vuelve a insistirles a tus hijos sobre el significado de estas palabras; siempre siendo ejemplos para ellos de cómo tomar seriamente las palabras de la Escritura. Pregúntales también: «¿cuál es el estilo de vida al que Pablo llama manso y que encaja con esta actitud de humildad?». Entonces, les modelas. Estoy pensando en esto justo ahora solo porque, al examinar Efesios en Look at the Book [Miremos el Libro], esto fue tan increíblemente nuevo y refrescante para mí. Nunca había visto en estos tres versículos juntos así. Me hice la pregunta a mí mismo y ahora se las hago a mis hijos imaginarios delante de mí: ¿cuáles serían algunos ejemplos de cómo luciría la mansedumbre? Queremos que esto quede claro de inmediato. No queremos que se entienda la mansedumbre como lo que no es.

Restaurar, corrigir, defender

Ahora veamos las tres ilustraciones. La primera:
Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado (Ga 6:1) [Énfasis del autor].
Este es el dilema: hay que tener muchas agallas, mucho coraje, para enfrentarse a alguien que se está comportando mal. Es mucho más fácil ignorarlo. Todos los demás lo están haciendo. Tú irás hasta esta persona con mucho coraje y lo confrontarás, pero lo harás con mansedumbre. La mansedumbre es esa manera valiente y humilde de hacerlo. Veamos la segunda ilustración:
El siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. Debe reprender tiernamente a los que se oponen (2Ti 2:24-25) [Énfasis del autor].
Ahí está de nuevo. La primera ilustración de Gálatas fue sobre cómo corregir su comportamiento. La segunda es sobre cómo corregir su doctrina. Y puede que eso requiera aún mayor coraje dependiendo del tipo de personas que sean. Tú los vas a enfrentar cara a cara y les dirás que lo que ellos creen, no es verdad. Pero tú lo harás con mansedumbre. La mansedumbre se combina con el coraje en esas dos instancias. Veamos la tercera ilustración:
Pero aun si sufren por causa de la justicia, dichosos son. Y no tengan miedo por temor a ellos ni se turben, sino santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia,  teniendo buena conciencia, para que en aquello en que son calumniados, sean avergonzados los que hablan mal de la buena conducta de ustedes en Cristo. (1P 3:14-16)
La mansedumbre encara a aquellos que, quizás, estén rechinando sus dientes listos para injuriarte y calumniarte, pero da testimonio de Jesús con coraje, con audacia y con mansedumbre.

Humilde coraje

Después de haber visto estas tres ilustraciones con tus hijos, vuelve a preguntar: «¿qué es mansedumbre? ¿Cómo es una persona mansa?». La respuesta es: alguien que tiene coraje, coraje, coraje, coraje para corregir comportamientos, para corregir enseñanzas, para dar testimonio frente a los calumniadores, pero siempre con un comportamiento manso y humilde. Esto será una paradoja con la cual tus hijos tendrán que luchar el resto de sus vidas. Volver a esto una y otra vez en nuestra lectura de la Biblia, ¡sería maravilloso! Entonces, podrías usar Hechos 5 como ilustración: donde los apóstoles habían sido golpeados por dar testimonio de su fe y, sin embargo, el versículo 41 dice: «Los apóstoles, pues, salieron de la presencia del Concilio, regocijándose de que hubieran sido considerados dignos de sufrir afrenta por su Nombre». La mansedumbre está dispuesta a sufrir; se complace tanto en Dios, confía tanto en Dios que se regocija en el sufrimiento. Enséñales usando textos específicos, historias e ilustraciones sobre esta paradoja entre coraje y mansedumbre.
2. Busca frases llamativas, fáciles de recordar
Lo segundo sería simplemente buscar frases ingeniosas, claras, atractivas y fáciles de recordar que resuman lo que estás tratando de enseñar. Eso es lo que hemos estado haciendo en Desiring God. Hemos dado con dos: una la hemos llamado «audacia con el corazón roto; y la otra, coraje contrito». Ese es uno de nuestros principios fundamentales hoy porque queremos transmitir esta paradoja en esta época tan colérica, estridente y controversial en la que vivimos, y también queremos examinar lo que es el coraje. ¿Cómo se ve en la práctica cuando los cristianos son valientes? ¿Se supone que son atrevidos, jactanciosos, ruidosos y estridentes? ¿O hay otra manera? Creo que te recomendaría encontrar una frase que puedas repetir a tus hijos año tras año para que cuando se vayan de casa en veinte años más, recuerden que «había algo llamado audacia con el corazón roto; había algo llamado coraje contrito en lo cual mi papá creía. Me gustaría volver a descubrirlo».
3. Modela lo que quieres ver
La tercera cosa que me gustaría sugerirte es esto: sé un modelo para tus hijos. Sé audaz, sé humilde, sé valiente, está contrito. Con el tiempo, ellos lo verán. Creo que una forma realmente importante de modelar en este tiempo saturado con medios de comunicación, se presenta cuando estás viendo las noticias, cuando estás viendo videos, cuando estás viendo algo en YouTube, cuando estás viendo toda clase de cosas, y ves algo que no soportas. En verdad, te molesta. Es algo tan dañino, tan antibíblico, que tus hijos saben cómo te sientes al respecto, ¡y lo están viendo! ¿Cómo va a responder papá? ¿Cómo va a responder mamá a estas cosas con las que están tan en desacuerdo? Es en ese momento cuando les sirves de modelo: «esto es malo. Esto es dañino. Esto deshonra a Dios». Es en ese momento cuando puedes enseñarles «cómo amar a su enemigo». Puedes hacer una pausa en ese mismo instante, apagar el televisor y orar. Pídele a Dios por la persona a quien acabas de criticar y por sus ideas destructivas. Los niños aprenderán que uno puede ser un crítico inteligente, cuidadoso e incluso duro de la cultura, pero podemos amarla, cuidarla y orar por ella.
4. Destila gozo
Lo último que me gustaría decir es esto: no vivan tristes, sin alegría; estén llenos de gozo. Yo recuerdo el esfuerzo que mis padres hicieron por darme convicciones firmes en medio de la mundanalidad que ellos pensaban que nos estaba invadiendo por todas partes incluso en la década de los 50 y 60. Creo que la clave que me convenció para abrazar su fe hoy fue que ellos, además de estar empapados de muy altos estándares bíblicos, fueron las personas más felices que he conocido. En ese entonces yo daba por sentado su alegría. Ahora cuando pienso en algunas de las cosas que pasaron en su matrimonio, en sus finanzas, en la cultura e incluso en los desacuerdos, me maravillo de que hayan sido tan felices. El gozo en el Señor en medio de la adversidad es una gran evidencia para los niños de que Cristo es real. No garantiza que ellos vayan a adoptar la verdad y la belleza de Cristo, pero sí es una atracción poderosa.
John Piper © 2020 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
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Cansada y ocupada: ¿cómo dedico más tiempo a leer la Biblia?
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Cansada y ocupada: ¿cómo dedico más tiempo a leer la Biblia?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Hay temporadas cuando la vida nos agota, cuando pareciera como si estuviéramos muy cansados y ocupados para cualquier tipo de involucramiento significativo con nuestras Biblias. Esa es la situación actual de Elaina, quien nos escribe hoy. «¡Hola, pastor John! Vivo sola. Trabajo por largas semanas. Se me hace casi imposible mantener mi lectura bíblica, pues tengo que cocinar, limpiar, ejercitarme, hacer trámites, comprar comida, hacer las compras, etc., etc., y para cuando regreso a casa, estoy exhausta. Planifico tiempos para leer mi Biblia, para orar y para estar a solas con Dios, pero siento como si le estuviera dando a Dios solo quince minutos de mi día, y no quiero eso. Sin embargo, debo pagar las cuentas para vivir. Me siento atascada. Cuando leo mi Biblia, estoy medio dormida. El único tiempo real que tengo ahora son los fines de semana, pero no es suficiente. ¿De qué maneras prácticas puedo rechazar el ajetreo de mi vida y asegurarme de hacer tiempo para Él?». Escucho a Elaina apuntando a tres cosas que están frustrando su tiempo con Dios en la Palabra. En primer lugar, ella se siente atascada. En segundo lugar, se siente agotada, como si se fuera a quedar dormida cuando está leyendo su Biblia. Y en tercer lugar, está increíblemente ocupada con muchas presiones, empujando la Biblia al borde de su vida. Permítanme decir una palabra sobre esto.

Atascada

Veo gente quedar atascada en la nieve fuera de mi casa. Vivo en una esquina, por lo que veo a esa gente detenerse y arrancar el automóvil. Algunas personas se quedan ahí, en el mismo lugar, por diez minutos. Miro hacia afuera diciendo: «bueno, tendré que salir y empujarlos». Ellos solo patinan, patinan y patinan y aunque hagan lo mismo una y otra y otra vez, los atasca más. La nieve es parte del problema, pero hacer lo mismo una y otra vez también lo es. Por lo tanto, atascarse podría requerir poner la marcha en reversa. Es casi ilógico: ir hacia atrás y hacia adelante para sacar el automóvil de ahí. O quizás tendrás que usar la pala: sales, usas la pala para sacar la nieve que está frente a tus neumáticos. Tal vez podrías tocar el timbre de la casa de los Piper y decir: «¿hay un hombre aquí?», ha ocurrido. Mis hijos y yo hemos empujado muchos autos para sacarlos de la nieve. El punto es: desatascarse a veces requiere esfuerzos nuevos ilógicos.

Una cosa necesaria

¿Qué relación puede tener eso con el ajetreo y el agotamiento? La lista de Elaina contiene cocinar, limpiar, hacer ejercicio, hacer trámites, tener comida y comprar. Me suenan a cosas clásicas, buenas y valiosas que tienden a llenar la vida. Sin embargo, Jesús estuvo en la casa de un par de mujeres que tuvieron diferentes respuestas a estas cosas. Sabes de quién estoy hablando: Marta y María.
Pero Marta se preocupaba con todos los preparativos. Y acercándose a Él, le dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude». El Señor le respondió: «Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada» (Lc 10:40-42).
Sé que Elaina dice: «mira, necesito pagar mis cuentas». Eso es lo que ella dice, pero creo que si Jesús visitara su casa y viera su agenda, probablemente Él señalaría algunas cosas y diría: «no, eso no tiene que consumir todo ese tiempo. No, no tienes que dedicar tanto tiempo y energía en eso. Una cosa es necesaria, más que tus patrones de comida, más que tus patrones de limpieza, más que tu patrón de ejercicios, más que tu patrón de trámites y compras. Simplemente, sin duda es más necesaria». En Lucas 8:14, Jesús advierte que una manera en que la Palabra es asfixiada es por el ajetreo bueno y común, ¿cierto? Él dice: «La semilla que cayó entre los espinos, son los que han oído, y al continuar su camino son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, ybsu fruto no madura». «Las preocupaciones de la vida» ¡Ay! ¿Acaso no las tenemos todos? Él nos recuerda: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4:4).

Rutina diaria

Lo que le animaría a hacer a Elaina es que tome asiento y haga una lista de las maneras en cómo ella vive su vida. Ella ya tenía detallada una lista en la pregunta que nos envió. Estoy hablando de los detalles de sus vida que parecen estarle robando lo que realmente quiere hacer. Ella debería cuestionarse cada uno. ¿La manera en que estoy llevando esto es la mejor? ¿Esto es más importante que pasar tiempo con Dios en su Palabra? ¿Existe alguna forma de reajustar el tiempo que paso en estas cosas para hacer tiempo para la Palabra? Muy específicamente —yo sugeriría—, pon tu alarma 45 minutos antes en la mañana. Dúchate como siempre, vístete y pon la Palabra de Dios antes de cualquier ajetreo. No dejes de lado la Palabra para resolver las dificultades. Permite que las otras cosas sean solucionadas por ella. No quedarán sin hacer. Pagarás tus cuentas si lees tu Biblia; lo harás. Lo prometo.

Mantente despierta

Sugiero despertar 45 minutos antes. Probablemente, ella está moviendo su cabeza ahora mismo diciendo: «¿es una broma? Estoy extremadamente cansada». Ella dijo que se quedaba dormida cuando leía la Biblia. ¿A quién no le ha pasado? Estas son tres sugerencias prácticas:
  1. Acuéstate más temprano en la noche de lo que usualmente lo haces para sentirte más descansada, especialmente para la Palabra. Puedes obligarte a ir de compras cuando estés cansada.
  2. En la mañana, si tienes que hacerlo, anda y hazte un café. Deja que la cafeína haga su magia. Yo no bebo café, pero entiendo lo que hace la cafeína. Yo tomo Coca-Cola light y té.
  3. Si tu cuerpo insiste en estar somnoliento, toma la Biblia en tu mano, levántate de tu cómoda silla y camina por la habitación en círculos con tu Biblia. No existe nada sagrado en sentarse, es mucho más difícil quedarse dormido si caminas. Yo lo hice el otro día.

Precioso tesoro

Tal vez más importante que estas esenciales sugerencias prácticas es la experiencia fundamental de que la Palabra de Dios es más preciosa que cualquier otra cosa. Recuérdate esto al predicarte a ti misma el Salmo 19:9-10. Predícate: «[...] Los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos; deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulces que la miel y que el destilar del panal». No permitas que el oro, no permitas que la comida, se sientan más valiosas o más dulces que la Palabra de Dios, pues no lo son.
John Piper © 2019 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Los bikinis y la modestia


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Ha llegado el verano y, con él, nuevas preguntas sobre la modestia en nuestra bandeja de entrada. Por lo tanto, pastor John, ¿podrías hablarnos sobre la modestia en relación a la vestimenta que se ocupa en la piscina, en especial sobre los bikinis? Háblale a los pastores y líderes. ¿Deben ellos darse el tiempo de abordar directamente el tema? Si es así, ¿cómo aconsejarías a ese valiente pastor para que atraviese ese campo minado lo mejor que pueda? Lo más importante que hay que decir es esto: es imposible entrar a una iglesia, a un ministerio de jóvenes o escuela (digamos, una escuela cristiana) que estén impregnados de una falta de modestia y querer arreglarlos con reglas sobre la modestia. Hay un lugar para las reglas, para las directrices en las familias, en las escuelas, en los ministerios de jóvenes y en las iglesias. Sin embargo, si intentas cambiar la dirección de esa institución comenzando con las reglas, no obtendrás una cultura de modestia libre, alegre, formada por la Biblia, sustentada por la fe, empoderada por el Espíritu, enraizada en el Evangelio y que exalte a Cristo. No lo harás. Sin embargo, esa es la meta.

La meta es el alma

Nunca comencé con reglas o directrices, sino que con Dios, el Evangelio, la Biblia, el Espíritu, la fe y el gozo. Deben ocurrir cosas profundas en el alma de una mujer o de un hombre antes de que ellos tengan cualquier oportunidad de pensar o sentir sobre estas cosas de una manera que honre a Dios. Le digo esto a cualquier mujer u hombre que se vista inapropiadamente: hasta que Dios no se convierta en tu tesoro; hasta que tu propio pecado no se convierta en aquello que más odias; hasta que la Palabra de Dios no sea tu autoridad suprema que sientas y consideres más preciosa que el oro y más dulce que la miel; hasta que el Evangelio de la muerte de Cristo en tu lugar no sea la noticia más preciada del mundo para ti; hasta que no hayas aprendido a negarte a tus placeres de corto plazo por el bien de un gozo y santidad a largo plazo; hasta que no hayas crecido para amar al Espíritu Santo ni anheles sus frutos más que la adulación del hombre; hasta que no cuentes todo como pérdida en comparación al valor supremo de conocer a Cristo, tu actitud hacia tu vestimenta y tu apariencia será controlada por fuerzas que no honran a Cristo. Todo pastor puede ver que tenemos trabajo por hacer; un profundo trabajo del alma. Un pastor invertirá el 99 % de su esfuerzo a establecer estas gloriosas y sobrenaturales obras de Dios en el corazón de las personas. Él predicará, enseñará, adorará y modelará en sí mismo y en su familia cómo el Evangelio lo cambia todo. Él se dará cuenta de que, aparte de la obra del Espíritu Santo por medio de la Palabra y la fe, su iglesia estará dividida entre dos tipos de personas carnales. Un grupo se erizará ante cualquier mención de modestia y dirán: «¡cómo te atreves a decirme a mí o a mis hijos cómo vestirnos!». Esa es una mala actitud; es carnal. Sin embargo, el otro grupo pondrá todos sus énfasis en la apariencia externa con poco sentido del corazón. Convertirán la apariencia externa en algo sumamente importante. Estos dos grupos nunca conocerán la paz. Ambos han fallado. Ninguno de ellos ha sido profundamente transformado por el Evangelio.

Enseña, expone y ora

Mi consejo es este: enséñale a tu congregación estas cosas año tras año. Expone el orgullo de la lujuria y la terquedad. Expone el orgullo del externalismo y del formalismo que no tiene un corazón por el Evangelio ni ve lo precioso que es. Predica y ora por una cultura del Evangelio donde hombres y mujeres tienen una sumisión dulce a Cristo, una saturación de la Palabra de Dios, una atención humilde a la sabiduría de otros, un deseo de crecer y aprender, una profunda desconfianza del poder de la mundanalidad para controlar nuestros hábitos y una consideración amorosa por los demás al elegir qué vestir. Cuando sea el momento correcto (aquí estoy intentando ser más específico), sí, toma los textos como 1 Timoteo 2:8-9: «Por tanto, quiero que en todo lugar los hombres oren levantando manos santas, sin ira ni discusiones. Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia [...]». Aborda el tema, asegurándote de que todos sientan que a la Biblia realmente le importa cómo nos vestimos; que realmente quiere que nos vistamos de una manera enraizada en la fe del Evangelio que es humilde, que es gozosa, que exalta a Cristo y que sirve a otros. Comparto tres consejos prácticos desde mi experiencia para cerrar.
1. Comienza desde arriba
Cuando se trata de las directrices que surgen del Evangelio, comienza con tu equipo y líderes de los ministerios visibles. No comiences con todos. Comienza trabajando desde adentro hacia afuera, de modo que la cultura y el modelo surjan desde tus líderes de adoración, desde tu equipo que está al frente, desde los líderes del ministerio de jóvenes, etcétera. Trabaja con tus líderes.
2. Trabaja con los padres
Lidia con los padres silenciosamente y trabaja para lograr expectativas comunes para los jóvenes. Esto no es fácil, pero es sabio priorizarlo en lugar de atacar las cosas en el punto más doloroso, concretamente, la manera en que las niñas y los niños se visten. Que los padres se suban al bote aquí.
3. Cultiva el gozo
Cultiva el gozo de saber que la modestia es hermosa. Renuncia a cualquier modo de pensar de que la modestia significa desaliñado. Desde mi propia experiencia (testifico como un hombre ahora que fue un adolescente, un chico de 20 años, un hombre de 30 años, de 40 años, de 50 años y de 60 años), puedo dar testimonio sin ninguna duda de que, en cada edad de mi vida, mi vida masculina, la vestimenta sexy de una mujer es menos atractiva que la belleza modesta. Por supuesto, hace que los ojos se desvíen. Provoca que se desvíen los ojos, pero existe un mundo de diferencia entre provocar que los ojos de un hombre se desvíen por una vestimenta sexy y ser atractiva por ser una persona hermosa o bella.
John Piper © 2016  Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
Photo of Juan Calvino
Juan Calvino
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Juan Calvino

En el otoño europeo de 1539, Juan Calvino le escribió a Sadoleto, un cardenal italiano que buscaba recuperar Ginebra para la Iglesia católica romana: «[tu] celo por la vida celestial [es] un celo que mantiene al hombre completamente devoto de sí mismo, y, ni siquiera en algo, lo estimula a santificar el nombre de Dios». Él continúa diciendo que Sadoleto debe «poner frente [al hombre], como el primer motivo de su existencia, un fervor por reflejar la gloria de Dios» (Juan Calvino: Selections from his writings [Juan Calvino: selección de sus escritos], 89). Esta sería la bandera adecuada para toda la vida y obra de Calvino: un fervor por reflejar la gloria de Dios. El significado esencial de la vida y de la predicación de Calvino es que él recuperó y encarnó una pasión por la verdad absoluta y la majestad de Dios.

Dominado por la majestad

Calvino nació el 10 de julio de 1509, en Noyon, Francia, cuando Martín Lutero tenía 25 años y acababa de comenzar a enseñar la Biblia en Wittenberg. El mensaje y el espíritu de la Reforma no llegarían a Calvino por veinte años y, mientras, él dedicó sus primeros años de adultez al estudio de la teología, la ley y los clásicos medievales. Sin embargo, para 1533, algo dramático había ocurrido en su vida por medio de la influencia de la enseñanza de la Reforma. Calvino relata cómo él había estado luchando para vivir la fe católica con fervor cuando «Dios, por medio de una repentina conversión, sometió y llevó mi mente a un marco enseñable… así habiendo recibido una muestra y un conocimiento de la verdadera piedad, inmediatamente fui avivado con [un] intenso deseo de progresar» (John Calvin: Selections from his writings [Juan Calvino: selección de sus escritos], 26). De pronto, Calvino vio y probó en la Escritura la majestad de Dios. Y, en ese momento, tanto Dios como la Palabra de Dios fueron tan poderosamente reales en su alma que se convirtió en el siervo amoroso de Dios y de su Palabra por el resto de su vida.

El pastor ginebrino

Calvino sabía qué tipo de ministerio quería: el disfrute de la facilidad literaria, para que él pudiera promover la fe reformada como académico. Pero Dios tenía planes radicalmente diferentes. Después de escapar de París y finalmente dejar completamente Francia, Calvino tenía la intención de ir a Estrasburgo para tener una vida de pacífica producción literaria. No obstante, mientras Calvino pasaba la noche en Ginebra, Guillaume Farel, el acalorado líder de la Reforma en esa ciudad, supo que él estaba ahí y lo buscó. Fue una reunión que cambió el curso de la historia, no solo para Ginebra, sino que para el mundo. Calvino recordó:
Farel, quien ardió con un fervor extraordinario por el avance del Evangelio, inmediatamente descubrió que mi corazón estaba dispuesto a dedicarme al estudio personal, ...y al encontrar que no ganaba nada por medio de súplicas, él continuó pronunciando una imprecación de que Dios maldeciría mi retiro y la tranquilidad de los estudios que yo buscaba, si me retiraba y me rehusaba a prestarle ayuda, cuando la necesidad era tan urgente. Por esta imprecación, fui tan afligido con terror que desistí del viaje que había emprendido.
El curso de su vida había cambiado irrevocablemente. Nunca más Calvino trabajó en lo que él denominaba la «tranquilidad de los estudios». Desde ese momento en adelante, cada página de los 48 volúmenes de libros, tratados, sermones, comentarios y cartas que escribió serían aplastadas en el yunque de la responsabilidad pastoral. Por los próximos 28 años (aparte de una interrupción de dos años), Calvino se dio a sí mismo a exponer la Palabra, para exponer la majestad de Dios en la Escritura a su rebaño ginebrino.

La gloria recuperada

La necesidad de la Reforma era fundamentalmente esta: Roma había «destruido la gloria de Cristo en muchas maneras» (Portrait of Calvin [El retrato de Calvino], 113). Según Calvino, la razón por la que la iglesia fue «llevada por muchas doctrinas extrañas» era «porque nosotros no percibimos la excelencia de Cristo» (Portrait of Calvin [El retrato de Calvino], 66). En otras palabras, el gran guardián de la ortodoxia bíblica a lo largo de los siglos es una pasión por la gloria y la excelencia de Dios en Cristo. El asunto no es, primero, los puntos conocidos de fricción de la Reforma: la justificación, los abusos sacerdotales, la transubstanciación, las oraciones a los santos y la autoridad papal. Debajo de todos ellos —todas en riesgo para Calvino—, se encuentra el asunto fundamental de si la gloria de Dios estaba brillando en su plenitud o si de alguna manera estaba siendo apagada. Desde el comienzo de su ministerio hasta el final de su vida, la estrella que guió su visión era la centralidad, la supremacía y la majestad de la gloria de Dios.

Descubriendo los tesoros de la Escritura

Geerhardus Vos argumentó que este enfoque en la gloria de Dios era la razón por la que la tradición reformada tuvo éxito más completamente que la tradición luterana en «dominar el rico contenido de la Escritura». Ambas habían sido «moldeadas por la Escritura», pero había un diferencia:
Debido a que la teología reformada se aferró a la Escritura en la raíz de su idea más profunda, se encontró en una posición para trabajarla más profundamente desde su punto central y permitió que cada parte de su contenido fuera valorada. Esta raíz de idea que sirvió como la llave para abrir los ricos tesoros de la Escritura era la preeminencia de la gloria de Dios en la consideración de todo lo que ha sido creado (Shorter Writings [Escritos más breves], 243).
El verdadero genio de Ginebra no era la mente de Juan Calvino, sino su pasión por la gloria de Dios. Cada generación necesita descubrir los tesoros de la Escritura para los peligros peculiares y las posibilidades de su propio tiempo. Nuestra generación lo necesita tanto como cualquiera. Creo que solo haremos esto bien si somos profunda y alegremente dominados por la mayor realidad que revela la Escritura: la majestad de la gloria de Dios.
John Piper © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Cómo debo criar a mi adolescente no cristiano?
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¿Cómo debo criar a mi adolescente no cristiano?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
El Pastor John y yo grabamos un par de episodios en vivo y en persona en Nashville en nuestro verano de 2019. Terminamos nuestra sesión de grabación en vivo con una pregunta de la audiencia sobre la crianza de adolescentes no cristianos. Esta es la pregunta y la respuesta del pastor John. «Hemos recibido algunos correos electrónicos realmente importantes y valiosos de parte de personas de este lugar que están criando adolescentes no cristianos, adolescentes que no han profesado su fe. Varias de las preguntas tienen que ver con obligar a sus hijos a ir a la iglesia. Recibimos una pregunta de una mujer llamada Angela que creció yendo a una misa católica romana cada domingo. Su papá la obligaba a ir y ella comenzó a resentir el cristianismo. Con el tiempo, llegó a la fe, se casó con un hombre piadoso y ahora está involucrada en una maravillosa iglesia. Sin embargo, ella mira hacia atrás y se pregunta: mientras crías adolescentes (especialmente en los años intermedios y finales de la adolescencia) y ellos no tienen ningún interés en el Evangelio o en la iglesia, ¿cuánto deberíamos exigirles ir a la iglesia? ¿Dónde está el límite entre esperar que vayan a una reunión de la iglesia el domingo y ser pacientes con ellos y no dar la impresión de que el cristianismo es algo que se les impone?».

Cría desde el vientre

No puedo simplemente intervenir en el comportamiento de un chico o chica de 16 o 17 años sin retroceder un poquito. Sé que esta no es la pregunta que se hizo, pero permítanme solo decir: no somos Dios y no creamos a nuestros adolescentes completamente, pero sí lo hacemos en parte. Comenzamos a criar adolescentes cuando están en el vientre, por cómo oramos por ellos cuando están en el vientre. Afectamos el comportamiento de un adolescente cuando tiene 2 años. Observo a muchos padres jóvenes hoy. Ellos parecen creer que no pueden controlar el comportamiento de un niño o piensan que es un error hacerlo. El niño arruina o transforma en completo caos cada relación, cada cena, cada almacén, y el papá o mamá parece no tener poder. Eso no ayuda al adolescente. Se avecina, tú sabes, 12 o 13 años después. Un niño pequeño necesita sentirse profundamente seguro; profundamente amado, apreciado, disfrutado; y profundamente bajo autoridad. Estas cosas no son contradictorias, y todo niño lo sabe. Los niños quieren límites y muchísimo amor dentro de los límites. Por lo tanto, hay un sistema que me encantaría ver implementado, para que incluso cuando un chico (de 14, 15 o 16 años) comience a cuestionar y finalmente diga, en una noche aterradora y terrible: «papi, ya no creo más en esto; creo que nunca lo hice», la estructura de crianza en ese momento sea tal que el chico no sea un rebelde enloquecido contra la familia, sino que casi un rebelde con el corazón roto contra la familia. Quizás. Es decir, todo es un continuo, ¿cierto? Tenemos hijos que simplemente se oponen brutalmente a mamá y papá por cualquier razón, y otros que son sumisos, pero no creyentes. Y lo que tú haces en medio de ese continuo es realmente difícil.

Ama sin cesar

Aquí tienen que evitar la ira, porque, les digo, todo en ti simplemente colapsará ante la noticia. Mi hijo en el cual he invertido por 15 años acaba de decirme que lo más preciado en mi vida no es preciado para él. Simplemente es lo peor que puede pasar, peor que la muerte. Es peor que la muerte. Te lo dicen y tú tienes que evitar la ira y profundizar para intentar sacar información y escuchar con todas tus fuerzas, porque hay cosas ocurriendo que tú desconoces. No sabes lo que está pasando dentro de este chico. No sabes qué escuchó en la iglesia. No sabes qué escuchó en la escuela. No sabes cómo lo tratan sus amigos. No sabes nada porque él no se ha acercado y tú tienes que excavar pacientemente, y resolver firmemente: «te voy a amar sin importar qué. Eres mi hijo, eres mi hija, y te voy a amar sin importar qué».

Establece estándares cristianos

Entonces, dices: «este es un hogar cristiano. Mamá y papá ponen el tono aquí. Mamá y papá son la autoridad aquí y este es un hogar cristiano. Nuestros estándares son cristianos; tenemos prácticas cristianas. Mientras seas parte de esta casa, no esperamos que seas una persona falsa. No estamos diciendo que el comportamiento que esperamos de ti sea una careta, una careta hipócrita de fe, para que así te veas bien para el mundo y nos hagas ver mejor a nosotros. No queremos tener nada que ver con ese tipo de hipocresía. Solo queremos que acates esos estándares mientras vives aquí. Si en el momento en el que estés listo para irte estos estándares no son tuyos, seguiremos amándote. Te irás y establecerás tus propios patrones». Y ve qué obtienes. Es decir, un chico que es grande y fuerte (estoy pensando en chicos ahora, porque yo tuve cuatro hijos y una hija) no se irá si no quiere irse. Tomará el automóvil y se alejará o se irá de alguna otra manera. Si son así de rebeldes, no puedes obligarlos, pero creo que debes intentarlo. Y lo haces pidiéndoselo a la cara, real y honestamente. Dale sentido:
Esto es lo que va a significar ir a la iglesia con nosotros para ti como un no creyente el domingo en la mañana a los 15 años. Esto es lo que implica: «respeto a mi mamá y papá. Ellos me trajeron a este mundo. Invirtieron en mí por 15 años. Pagan por mi comida y alojamiento. Probablemente, me ayudarán a ir a la universidad. Les debo respeto. Ellos quieren que vaya a la iglesia, entonces iré y me sentaré ahí. Ellos saben que no significa nada para mí; yo sé que no significa nada, y también lo sabe el pastor. Estoy ahí. La esperanza de mis padres es que yo escuche algo que me lleve a Cristo. Mi esperanza es que yo pueda sobrevivir y poder salir de ahí lo antes posible».
Ese es el tipo de negociación que harías. Sin embargo, quiero admitir que habrá situaciones en las que le dirás a tu hijo o hija de 16, 17 o 18 años: «los novios o las novias no se quedan a dormir en esta casa. No hacemos eso. Si insistes en eso, no puedes vivir aquí». Con el tiempo, marcarás el límite.

Dios tiene una respuesta

Sin embargo, una de mis estrategias pastorales (y he descubierto que es muy útil) es que cuando las personas se acercan a mí al final del servicio con las situaciones más increíbles de la vida de lo que alguna vez pensé, generalmente veo que las imaginan en dualidades: «ocurrirá algo horrible o algo glorioso. Ayúdame a decidir cómo navegar esto». Yo les digo: «Dios es Dios, Él nunca está atrapado entre esas dos cosas. Siempre hay una tercera opción». Y digo: «oremos para ver si algo que incluso nunca imaginaron podría pasar aquí». Y oramos juntos, yo no tenía una respuesta para ellos, pero Dios sí la tiene.
John Piper © 2020  Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso
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¿Cómo bendecir a mis hijos antes de que vayan a dormir?
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¿Cómo bendecir a mis hijos antes de que vayan a dormir?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
¿Cómo puedo bendecir a mis hijos de manera significativa antes de dormir? Me encanta esta pregunta. La hizo un papá llamado Wes: «Hola, pastor John. Mi pregunta tiene que ver con bendecir a mis hijos. Tengo tres niños, desde los seis años hacia abajo. Entre las responsabilidades de la familia que regularmente asumo está acostar a los niños. Desde que cada uno nació, les he cantado la canción «Sí, Cristo me ama» cada noche, miles de veces, agregando sus nombres a la letra. Me asombra el impacto que esta canción tiene en ellos. Incluso cuando uno de ellos se funde o se rebela a la hora de dormir, no me permiten saltarme la canción. Además de eso, oro por cada hijo». «Ahora, he decidido darle a cada uno de mis hijos una bendición. Se las daré cada noche y debe ser rica teológicamente, puesto que la memorizarán a lo largo de los años. Hay tantas verdades bíblicas que quiero que entiendan y lleven a la adultez. Pareciera que no puedo encontrar las palabras correctas o la sección de la Escritura para incorporarlas todas. Si escribieras (o seleccionaras) una bendición para que tu hijo la lleve a lo largo de su vida, ¿cómo lo harías, y quizás más específicamente, qué verdades querrás que ellos escuchen cada noche?». Bien, puesto que me parece que Wes va mucho más adelante que la mayoría de los padres, permítanme desviar un poco la respuesta a su pregunta. Espero, antes de que diga algo breve en respuesta a su particular pregunta sobre un contenido para la bendición de sus hijos, dar un paso atrás y ofrecer una explicación, fundamento y ánimo. Lo que quiero decir cuando digo que él va más adelante que la mayoría de los padres es que supongo que muy pocos padres realmente han pensado mucho sobre cómo se vería bendecir a sus hijos; si deberían intentarlo en lo más mínimo; por qué deberían hacerlo; o qué debería incluir como él mismo está preguntando.

De mí para ti: por medio de Dios

Al responderle a Wes, quiero animar a los padres que quizás nunca han pensado que esta es una buena idea para considerar seriamente; en concreto, bendecir: pronunciar una bendición sobre la vida de sus hijos regularmente, quizás cada noche, mientras los acuestan. Por tanto, un poco de trasfondo y explicación: la bendición más famosa en la Biblia probablemente es Números 6:24-26:
El Señor te bendiga y te guarde; El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, Y tenga de ti misericordia; El Señor alce sobre ti su rostro, Y te dé paz.
Ahora, lo que es único respecto a una bendición como esta en oposición a una simple oración es que en la oración le estamos hablando directamente a Dios y cuando usamos la palabra en la oración, queremos decir: Tú, Dios. No le estamos hablando directamente a las personas cuando oramos, aun cuando la oración comunitaria es buena y tiene el propósito de que las personas nos escuchen y digan «amén» cuando oramos. Sin embargo, en una bendición, le hablamos directamente a las personas o a una persona. Cuando usamos la palabra , no nos referimos a Dios; nos referimos a ti: la persona a la que le estamos hablando. Y sin embargo, nuestro propósito es que Dios sea quien actúe en respuesta a nuestra bendición. En otras palabras, una bendición avanza en dos direcciones. En realidad, tenemos la intención de que dos personas escuchen lo que estamos diciendo: a quién nos dirigimos directamente y Dios, quien esperamos que nos escuche y bendiga a la persona a quien le estamos hablando. Entonces, cuando decimos: «El Señor te bendiga y te guarde», estamos hablándole directamente a otra persona o grupo de personas, pero le estamos pidiendo al Señor que haga la bendición. Cuando bendecimos a alguien, dejamos en claro que creemos que Dios es el actor decisivo, pero que Él usa medios humanos para llevar a cabo su acto de bendición. Si no creyéramos eso, no verbalizaríamos la bendición. Nuestra verbalización, creemos (por eso lo hacemos), es parte de la forma en que Dios bendice. Eso es único, poderoso y precioso respecto a la bendición. En cada acto de bendición, nos hacemos parte de los medios por los cuales Dios bendice a la persona a la que le estamos hablando. Así que la relación que esa bendición forja es parte de la bendición que Dios imparte. Es por eso que puede ser tan poderosa con nuestros hijos. La bendición viene de Dios por medio de papi; viene de Dios por medio de papi. Ese es un momento muy poderoso a medida que los niños llegan a comprender lo que está sucediendo ahí.

Bendice como Jesús

Por tanto, estos son un par de puentes a la práctica del Antiguo Testamento. Podrías estarte preguntando: «bueno, sí, hacían eso en el Antiguo Testamento, ¿dónde vemos esto en el Nuevo Testamento?». Estos son algunos puentes a la bendición en el Antiguo Testamento como Números 6. Por ejemplo, tenemos la bendición de Isaac a sus hijos por fe en Hebreos 11:20-21, que se remonta al Antiguo Testamento. O por ejemplo, Jesús dice en Marcos 10:15-16: «“En verdad les digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Y tomándolos en los brazos, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos». Es algo muy de Cristo que podemos hacer: bendecir a los niños, poner nuestras manos sobre nuestros hijos mientras pronunciamos una bendición sobre ellos.

Gracia al principio; gracia al final

Ahora, ¿qué guía obtenemos de los apóstoles para lo que un cristiano podría decir en una bendición sobre la vida de otro cristiano, de un hijo o de una familia? Estos son un par de consejos: Es maravilloso para mí que al comienzo de cada una de las cartas que Pablo escribió, él dijera algo como: «Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo» (Ro 1:7). Está al principio de cada carta. Y al final de cada una de sus cartas (sin excepción) escribe algo como: «La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con ustedes» (Ro 16:20). Estos son el tipo de bendiciones que Pablo pronuncia sobre los receptores de sus cartas. Van dirigidas a los lectores, a ti. Él está diciendo: «ustedes, lectores». Sin embargo, tienen el propósito de pedir gracia y paz de Dios, el Padre, y del Señor Jesús. Por lo tanto, Pablo espera que sus palabras sean parte de la bendición que Dios imparte con gracia y paz a los lectores. Piensa en la razón por la que dice: «gracia a ustedes» o «les concedan gracia» al principio de las cartas y «la gracia sea con ustedes» al final de ellas (sin excepción). La verdad divina de la carta misma es parte de la gracia poderosa que viene a ellos a medida que la leen. Y luego los efectos perdurables de la bendición mediada por la verdad que viene a ellos en la carta va con ellos a medida que se levantan y dejan la lectura y vuelven a sus vidas diarias.

Sigue a Aquel de quien fluyen todas las bendiciones

Por lo tanto, el contenido bíblico, podrías decir, de las bendiciones que verbalizamos sobre nuestros hijos ahora se encuentra entre el principio y el final de las epístolas de Pablo. Si quieres saber con qué bendecir a tus hijos, necesitas leer las epístolas de Pablo. Y si queremos ir al corazón del asunto, creo que podrías dejar que Romanos 8:32 guíe el contenido de tu bendición. Aquí va:
El que no negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?
En otras palabras, asegúrate de que el regalo insondable de Dios de que su Hijo muriera por nosotros sea el fundamento de toda gracia y toda paz y todas las bendiciones que tus hijos reciben. Y luego resume esa gracia y paz con las palabras que rodean a Romanos 8:32 en el resto de Romanos 8: llamados, justificados, inseparablemente guardados a través de dificultades, a través del sufrimiento, para el disfrute de la presencia de Dios por siempre. Un pequeño anuncio: creo que una de las mejores guías es el folleto escrito por David Michael titulado La guía de un padre para bendecir a sus hijos. Entonces, en resumen, mira a tus hijos a los ojos y pronuncia gracia y paz a sus vidas basándote en el regalo de Dios en la muerte de Jesús. Deja en claro las bendiciones centrales que Cristo compró para sus hijos: libertad del pecado, vida eterna, gozo eterno y la presencia personal de Dios (de Jesús) guardándolos a través de todas las dificultades de la vida y del sufrimiento.
John Piper © 2020  Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Qué pasa cuando cumplimos 65
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Qué pasa cuando cumplimos 65


Nota del editor: este artículo fue publicado originalmente el 2011, año en el cual John Piper cumplió 65 años.
Cuando cumplí 65 años en enero, me llené de entusiasmo por seguir ocupado. Estoy lo suficientemente cerca de la meta para ver que el rostro de Jesús se vuelve cada vez más nítido. Es tan emocionante que me dan muchas ganas de apurar el paso. Por supuesto que a Él no le impresiona tanta pasión en lo absoluto. Tampoco se complace con la indolencia de la generación del 50. Lo que su rostro me dice es: «Yo soy tu diario descanso y hay trabajo por hacer hasta el día en que llegues a casa».

Algo grandioso

Dios me ha llamado a hacer algo grandioso, y su rostro lo confirma cada día: «Con toda confianza, aun ahora [después de los 65] como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte» (Fil 1:20). Vive ahora para honrar con todo a Cristo. Debemos examinarlo todo de acuerdo con la siguiente pregunta: ¿ayudará a que más personas admiren a Jesús más intensamente y lo atesoren más profundamente? La Biblia dice: «Los días de nuestra vida llegan a setenta años; Y en caso de mayor vigor, a ochenta años» (Sal 90:10). Aunque por supuesto que «en Tu mano están mis años» (Sal 31:15). El Señor da y el Señor quita. No vivimos ni un día más ni un día menos del que Dios nos ha designado. De modo que a los 65 aún me repugnan las imágenes de curtidos ancianos tomando el sol en playas blancas y verdes prados. Durante quince años he arrojado cientos de mensajes publicitarios para personas mayores a la bolsa de reciclaje sin abrir. No es que me oponga a ahorrar $0.79 en almorzar en Perkins[1]. Solo no quiero que me traten de vender el cielo antes de que yo llegue allí. Queda demasiado infierno por combatir.

Anciano versus jubilado

Cumplir 65 años me ha hecho reflexionar sobre lo que las personas han hecho en sus últimos años. Por ejemplo, acabo de recibir una copia de la primera biografía importante de Charles Hodge en más de un siglo. Se titula Charles Hodge: Guardian of American Orthodoxy [Charles Hodge: Guardián de la ortodoxia americana], Paul C. Gutjahr, (Oxford, 2011). En la primera página leo: Cuando la gente llega a los setenta años a menudo piensa que ya ha terminado todo su trabajo. No fue el caso de Hodge. Sus últimos años fueron su período más productivo. Sentado en su estudio y usando su lapicero favorito produjo literalmente miles de páginas manuscritas que finalmente constituirían su gran Teología Sistemática y su incisivo ¿Qué es el darwinismo? (vii)[2]. Así que comencé a averiguar en el internet. A continuación detallo algo de lo que encontré (por ejemplo en www.museumofconceptualart.com/accomplished):
  • A los 65, Winston Churchill se convirtió en Primer Ministro del Reino Unido y durante los próximos cinco años condujo al mundo occidental a su liberación.
  • A los 69, el escritor y lexicógrafo inglés, Samuel Johnson, comenzó su última obra importante: Vida de Los Poetas Ingleses.
  • A los 69, Ronald Reagan se convirtió en el hombre de mayor edad que alguna vez haya sido presidente de los Estados Unidos. Fue reelegido a los 73 años.
  • A los 70, Benjamin Franklin ayudó a redactar la Declaración de Independencia.
  • A los 77, John Glenn se convirtió en la persona de mayor edad en viajar al espacio.
  • A los 77, Grandma Moses comenzó a pintar.
  • A los 82, Johann Wolfgang von Goethe terminó de escribir su famoso Fausto.
  • A los 82, Winston Churchill escribió Historia de los pueblos de habla inglesa.
  • A los 88, Miguel Ángel creó los planos arquitectónicos de la Basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires.
  • A los 89, Alberto Schweitzer dirigió un hospital en África.
  • A los 89, Arturo Rubinstein ejecutó uno de sus más grandes recitales en Carnegie Hall.
  • A los 93, Strom Thurmond, el senador de mayor antigüedad en la historia de los Estados Unidos, fue reelegido luego de prometer que no postularía de nuevo a los 99.
  • A los 93, P. G. Wodehouse trabajó en su novela número noventa y siete, fue nombrado caballero y murió.

Dependientes hasta el final

No debemos olvidar que si estamos corriendo esta maratón con Jesús, tenemos una gran ventaja. Dios nos ha prometido que «hasta sus años avanzados, Yo los sostendré. Yo lo he hecho, y Yo los cargaré; Yo los sostendré, y Yo los libraré» (Isaías 46:4). No hay nada de qué avergonzarse. Hemos estado asidos al yugo de Jesús desde que Él nos llamó. En nuestra plenitud, fuimos totalmente dependientes de Él y así será hasta el final. De modo que todos ustedes de la generación del 50, que recién comienzan a usar Medicare[3], ciñan sus lomos, tomen sus bastones, diríjanse al gimnasio y ejercítense para correr la última vuelta. Fijen sus miradas en el Rostro que está en la meta. Habrá mucho tiempo para descansar y relajarse en la Resurrección. Por ahora, hay una hermosa obra que realizar. [Publicado originalmente en la revista WORLD, 7 de mayo 2011.]
John Piper © 2011 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto

[1] N. del T.: Perkins es una cadena americana de restaurantes y pastelerías donde se sirve desayuno durante todo el día.

[2] N. del T.: traducción propia.

[3] N. del T.: Medicare es el programa de seguro de salud del gobierno de los Estados Unidos para personas mayores de 65 años.

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«Siento que mi vida no tiene sentido»
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«Siento que mi vida no tiene sentido»


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
¿Cómo seguir adelante cuando sentimos que esta vida no tiene sentido, como cuando tratamos de mantenernos a flote y sentimos que solo estamos pasando el tiempo hasta que esta vida llegue a su fin? Es una pregunta dura y honesta de Fred, un caballero anciano, que no nos ha contado su edad exacta. Fred nos escribió para decirnos lo siguiente: «Pastor John, evito este pensamiento porque no deseo ir por ese camino, pero en lo más profundo de mi ser anhelo la muerte porque me liberará de, lo que considero, hasta el momento, una vida bastante triste. Los momentos gozosos de mi relación con Dios parecen ser muy poco frecuentes ahora y parece que mi vida es realmente una cuestión de pasar el tiempo hasta que Jesús regrese o me lleve a casa. ¿Qué me aconseja? Me siento realmente cansado».  Lo primero que me gustaría decirle a Fred es que sentirse cansado de este mundo en la vejez es normal y bueno. Es normal porque nuestra energía se está agotando con la edad. Es bueno, porque en este mundo quebrantado, los cristianos no están realmente en casa. Nuestra ciudadanía está en el cielo y hemos sido diseñados para ser nuevas criaturas en Cristo para un cielo nuevo y una tierra nueva con cuerpos glorificados. Así que no seas tan duro contigo porque te sientes cansado de este mundo viejo, corrupto, moribundo y desgastado. Tú fuiste hecho para algo mejor que ya viene.  Sin embargo, lo que sí es pecaminoso es dejar que nuestro cansancio y desánimo se vuelvan negativos, sin esperanza, sin alegría o sin sentido. Permítanme que intente ayudar a Fred mencionando cinco o seis cosas que podrían servir de aliento y de orientación. 

Recuerda sus promesas

Mantén las promesas de Dios en tu mente día y noche. Algunas han sido maravillosamente diseñadas para gente mayor como nosotros. Isaías 46:3-4 dice: 
Escúchenme, casa de Jacob,  Y todo el remanente de la casa de Israel,  Los que han sido llevados por mí desde el vientre,  Cargados desde la matriz.  Aun hasta su vejez, Yo seré el mismo,  Y hasta sus años avanzados, Yo los sostendré.  Yo lo he hecho, y Yo los cargaré;  Yo los sostendré, y Yo los libraré. 
En otras palabras, no es que la grandeza de nuestro Dios nos exija cargarlo en carretas como los dioses babilónicos, sino que Él muestra su fortaleza en cargarnos a nosotros.  Mientras más nos debilitamos, más preciosa es esta promesa. Guarda las promesas de Dios en tu mente, especialmente aquellas diseñadas para nosotros.  Nunca olvides que no estás aquí por accidente. Dios te dio la vida y Dios te la quitará. Job 1:21 dice: «El SEÑOR dio y el SEÑOR quitó; bendito sea el nombre del SEÑOR». Dios no hace nada al azar ni por capricho. Él tiene razones sabias y gloriosas para hacer todo lo que hace, aun cuando nosotros no podamos entenderlas.  Todavía estás en esta tierra por una razón divina. Tu vida no carece de sentido. No es un accidente que estés aquí. Dios es soberano. Si aún estás aquí, es porque Él tiene buenas razones para hacerlo. Cuenta con esto, confía en Él. 

Apaga el televisor

No mediques tu tristeza y abatimiento con televisión. No dudo que algunas cosas le den recreación sana e inocente a tu mente. Pero son muy escasas. En su mayoría la televisión y los avisos comerciales apartan tu alma de Cristo. No promueven santidad ni pureza ni mentalidad celestial ni nobleza de alma. Te hacen sentir insignificante, tonto, ridículo e infantil. No te unas a los millones de ancianos que simplemente vegetan frente a la mundanalidad animada.  Si puedes leer, lee la Biblia y buenos libros sobre Dios y su mundo. Si no puedes leer, pídele a alguien que te ayude a suscribirte a audiolibros y escucha la Biblia, y libros importantes, destacados, interesantes y profundos.  Dios tiene mucho que enseñarnos en nuestra vejez; nunca dejamos de necesitar que se nos recuerden las grandes cosas que una vez supimos y que ahora hemos olvidado.  Dios nos ha dado un mundo absolutamente fascinante para entender y disfrutar. Busca la manera de seguir creciendo en su conocimiento y en su gracia. 

Busca un lugar donde servir

Reúnete con el pueblo de Dios en la iglesia y pregúntales a los líderes cómo puedes servir considerando tus limitaciones. Dios nos creó a todos para ser útiles. Una de las mayores frustraciones de envejecer es la sensación de inutilidad. Si no te faltan las fuerzas y puedes desplazarte bien, busca alguna manera de servir. Eso es lo último por ahora.  Un punto secundario: encuentra a alguien a quien puedas ayudar, alguien a quien puedas dedicar toda tu atención. Esa atención puede ser simplemente leerles, salir a caminar con ellos, darles un masaje en sus hombros o demostrar interés por sus vidas. Siempre hay quien tiene alguna necesidad. Hasta el día en que estemos paralizados, en cama e incapaces de movernos, es probable que podamos contribuir en algo a la vida de otra persona.  Fuiste hecho para eso, Fred. Fuiste hecho para amar y servir, así que busca a quién y dónde hacerlo. Este es el camino del gozo porque Jesús dijo: «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hch 20:35). 

Sobre sentirse inútil

Fred, no sé si te gusta la poesía, pero quisiera terminar con uno de mis poemas favoritos. Fue escrito por John Milton, autor del Paraíso perdido. Se titula «Soneto XIX: Cuando pienso cómo mi luz se agota».  Milton perdió la vista a los 46 años. Al menos, fue en ese tiempo cuando dejó de ver completamente. No podía ver nada después de los 46. Vivió otros 20 años, hasta 1674, totalmente ciego. Este poema se trata sobre su lucha de sentirse inútil y, sin embargo, llega a un entendimiento muy crucial.   
Cuando pienso cómo mi luz se agota Tan pronto en este oscuro y ancho mundo Y ese talento que es la muerte esconder Alojado en mí, inútil; aunque mi alma se ha inclinado Para servir así a mi Creador, y presentarle Mis culpas y ganar su aprecio ¿Qué trabajo él mandaría ya que me negó la luz? Pregunto afectuosamente. Pero la paciencia, para prevenir Ese murmullo, pronto responde: «Dios no necesita Ni la obra del hombre ni sus dones: quienes mejor Soporten su leve yugo mejor le sirven. Su mandato Es noble; miles se apresuran a su llamada Y recorren tierra y mar sin descanso. Pero también le sirven quienes solo están de pie y esperan».
John Piper © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
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Cómo tomamos el nombre de Dios en vano
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Cómo tomamos el nombre de Dios en vano

El lenguaje de los Diez Mandamientos es contracultural, contraintuitivo, ofensivo e impactante para cualquiera que no haya abrazado la centralidad que Dios tiene de sí mismo. Podríamos resumir los primeros dos mandamientos así:
No tengas nada por sobre mí en tus pensamientos, afectos, palabras y acciones. No tengas sustitutos tallados que te roben tus pensamientos, afectos, palabras y acciones. Puesto que tengo celo por tener todo tu corazón, toda tu mente, toda tu alma y toda tus fuerzas.
Luego viene el tercer mandamiento: «No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano, porque el Señor no tendrá por inocente al que tome su nombre en vano» (Ex 20:7). Este mandamiento no es menos contracultural, contraintuitivo, ofensivo ni impactante. Sin embargo, si Dios no fuera así de celoso por su propio nombre, no tendríamos salvación ni gozo. El llamado del tercer mandamiento, entonces, es este: rechaza tomar el nombre del Señor en vano. Arrepiéntete, recibe el perdón, y, luego, por el poder del Espíritu de Dios, deja de hacerlo. No tomes el nombre del Señor tu Dios en vano.

El nombre más grande

Continuemos con el significado de nombre y el significado de en vano, y luego dejemos que el flujo de pensamiento de los mandamientos del uno al dos y al tres nos ayuden a definir qué significa tomar el nombre del Señor en vano. El nombre: ¿qué es eso? ¿Qué es aquello que no debemos tomar en vano?

Yo soy el que soy

El primer enfoque del significado de Dios es sin duda el nombre propio de Dios que Él reveló cuando Moisés liberó al pueblo del gobierno de Egipto: Yahweh, que se basa en el verbo «soy» (Ex 3:14) y significa el ser absoluto de Dios: «YO SOY EL QUE SOY»; sin principio, sin fin, que siempre ha sido, sin depender de nada fuera de sí mismo. Ese es mi nombre. Dondequiera que veas Señor en versalitas, eso es lo que debes pensar (más de seis mil veces en el Antiguo Testamento). Sabemos que esto es primordial en la mente de Dios porque Él lo hizo tan prominente dentro de los Diez Mandamientos:
  • Éxodo 20:2: «Yo soy el Yahweh tu Dios».
  • Éxodo 20:5: «Yo, el Yahweh tu Dios, soy Dios celoso».
  • Éxodo 20:7: «No tomarás el nombre de Yahweh tu Dios en vano».
Por tanto, el primer y más obvio enfoque de lo que significa nombre en el versículo 7 es Yahweh. «YO SOY EL QUE SOY», no tomes ese nombre en vano.

Nombrar la realidad

No obstante, el mismo hecho de que el nombre Yahweh tenga un significado nos recuerda que, en la Biblia, el nombre de alguien dice cosas decisivas sobre la persona. No son meras etiquetas que te ayudan a distinguir a una persona de otra. Son expresiones de la realidad de la persona. Por ejemplo, aquí en el versículo 5, dice: «Porque Yo, el Yahweh tu Dios, soy Dios celoso». Por lo que «celoso» es parte de su realidad. Cuando llegamos a Éxodo 34:14, esto es lo que leemos: «No adorarás a ningún otro dios, ya que el Yahweh, cuyo nombre es Celoso, es Dios celoso» [énfasis del autor]. Fue una descripción de la realidad en Éxodo 20:5; ahora, en Éxodo 34:14, es su nombre. Y así lo es a lo largo de la Biblia.
  • Isaías 57:15: «[...] así dice el [...] que vive para siempre, cuyo nombre es Santo». Esa es su realidad, así que ese es su nombre.
  • Isaías 9:6: «[...] porque nos ha nacido un Niño, un Hijo nos ha sido dado [...] se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz». Esa es su realidad, así que esos son sus nombres.
  • Mateo 1:21: «[...] le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Su realidad es ser el Salvador, por lo que su nombre es Yeshua: Jesús, uno que salva.
  • Apocalipsis 19:13, 16: «[...] Su nombre es: El Verbo de Dios. [...] En su manto y en su muslo tiene un nombre escrito: “REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”». Esto es quien es Él, su realidad: el Verbo de Dios, el Rey de reyes, Señor de señores, así que esos son sus nombres.
Por tanto, «no tomes el nombre de Yahweh tu Dios en vano», significa «no tomes a Dios o cualquier cosa que su nombre exprese sobre su realidad, en vano». Dios es el YO SOY, el ser absoluto, Celoso, Santo, Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz, Jesús, Verbo de Dios, Rey de reyes, Señor de señores, «el Alfa y la Omega» (Ap 21:6). Esto es quien es Él, su nombre, su realidad, su divinidad. No lo tomes a Él ni ningún aspecto de su ser, de su nombre, en vano.

Tomar en vano

Tomar en vano: ¿qué significa? ¿Qué significa tomar alguna revelación de la realidad de Dios en nuestras mentes y pensar en Él en vano? ¿Tomar en nuestros corazones alguna revelación de la realidad de la manera en que Dios es y tener sentimientos acerca de Él en vano? ¿Tomar expresiones de la realidad de Dios en nuestras bocas y pronunciar palabras acerca de Él en vano? ¿Tomar alguna revelación de Dios en nuestras resoluciones para realizar acciones en este nombre en vano? ¿Qué significa eso? ¿Tratar a Dios, su nombre, en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos, nuestras palabras o nuestras acciones en vano?

Inútil, sin sentido, vacío, desperdiciado

El significado de la frase en vano que se encuentra en Éxodo 20:7 es en realidad bastante evidente al buscar sus usos en el Antiguo Testamento y luego rematarlo con una palabra de Jesús. Escucha estos usos:
  • Jeremías 2:30: «En vano he herido a sus hijos, no han aceptado corrección».
  • Jeremías 4:30: «En vano te embelleces; te desprecian tus amantes».
  • Jeremías 6:29: «En vano se sigue refinando, pues los malvados no son separados».
  • Jeremías 46:11: «En vano has multiplicado los remedios; no hay curación para ti».
  • Malaquías 3:14: «Ustedes han dicho: “En vano es servir a Dios. ¿Qué provecho hay en que guardemos sus ordenanzas [...]?”».
Por lo tanto, en vano significa inútil, vacío, sin sentido, un desperdicio: le das una nalgada a tus hijos, pero no hay corrección; te maquillas, pero no hay amantes; pones a los malvados en el fuego refinador, pero no hay arrepentimiento; tomas la medicina, pero no te sanas; sirves a Dios, pero no hay ganancias. Todo ocurre en vano.

Corazones lejos de Dios

La pregunta es: ¿cómo tomas el nombre de Dios (expresiones de su realidad) en tus pensamientos, tus emociones, tus palabras y tus acciones de tal manera que tus pensamientos, emociones, palabras y acciones son inútiles, vacíos, sin sentido y un desperdicio?
Jesús nos da una doble respuesta en Mateo 15:8-9. Él cita a Isaías 29:13: «Este pueblo con los labios me honra, Pero su corazón está muy lejos de mí. Pues en vano me rinden culto, Enseñando como doctrinas preceptos de hombres» [énfasis del autor ].
Se trata de adoración. Sin embargo, lo que se enseña se aplica a toda la vida, porque, para el cristiano, toda la vida es adoración (Ro 12:1-2). «Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios» (1Co 10:31, [énfasis del autor]). «Y todo lo que hagan, de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de Él a Dios el Padre» (Col 3:17, [énfasis del autor]).

Vacíos de afectos y verdad

Jesús dice que dos cosas provocan que la adoración a Dios (al nombre de Dios) sea vacía, inútil, sin sentido y un desperdicio.
  1. «Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está lejos de mí». El corazón está vacío de afectos por Dios, por su nombre; no hay amor, admiración, reverencia, aprecio, valoración.
  2. Lo segundo que provoca que la adoración sea «en vano» (Mt 15:9) es que «rinden culto, enseñando como doctrinas preceptos de hombres». Las palabras, las afirmaciones acerca de Dios han sido vaciadas de la verdad de Dios y reemplazadas por opiniones humanas.
Cuando el corazón está vacío de afectos por Dios y las palabras están vacías de la verdad de Dios, todos los pensamientos, todas las palabras, todas las emociones y todas las acciones son vacías, sin sentido, inútiles y en vano. Por consiguiente, tomar el nombre de Dios en vano es aceptar alguna expresión de la realidad de Dios en nuestros pensamientos, emociones, palabras o acciones cuando la verdad de Dios ha salido de ellas, pero los verdaderos afectos por Dios no están. Si pensaste que iba a abordar las palabrotas en este artículo, como «¡maldita sea!», «¡Jesucristo!» y «¡Dios mío!», bueno, lo hice (si es que tienes oídos para oír). La eliminación de ese tipo de uso del nombre de Dios es el kindergarten en la escuela de Cristo. Si aún tienen comportamientos tipo kindergarten, este es el remedio: llenen sus palabras con el peso de la verdad de Dios y llenen sus corazones de afectos por su nombre.

Nuestra vida en su nombre

Ahora, volvamos a los dos primeros mandamientos de los Diez Mandamientos. Recuerda el lenguaje contracultural, contraintuitivo, ofensivo e impactante de Dios: «No tengas nada por sobre mí en tus pensamientos, afectos, palabras y acciones. No tengas sustitutos tallados que te roben tus pensamientos, afectos, palabras y acciones. Puesto que tengo celo por tener todo tu corazón, toda tu mente, toda tu alma y toda tus fuerzas». Entonces, por tanto:
No me traten a mí, a mi nombre, como si fuera vacío, inútil, sin sentido, trivial, sin trascendencia e insignificante. No dejen que sus palabras estén vacías de mi verdad. No permitan que sus corazones estén vacíos de sus afectos. Reveréncienme. Ámenme. Confíen en mí. Atesórenme. Satisfagan su corazón conmigo.
Lo que muchos no pueden ver es que el celo de Dios por su nombre (su celo por ser supremo en nuestros afectos) es nuestra salvación y nuestro gozo.
Oh Señor, por amor de tu nombre, Perdona mi iniquidad, porque es grande (Sal 25:11). Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, Por la gloria de tu nombre (Sal 79:9). No obstante, los salvó por amor de Su nombre (Sal 106:8) El nombre del Señor es torre fuerte, A ella corre el justo y está a salvo (Pr 18:10).
No trates a esta torre como una choza que se está desmoronando, porque no lo es; es tu vida.
John Piper © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Estudiar matemáticas para la gloria de Dios
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Estudiar matemáticas para la gloria de Dios


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
La pregunta de hoy viene de un niño de 8 años, Joshua. Llegó a nosotros por medio de su mamá, una ávida oyente de nuestro pódcast. Esta es la pregunta de Joshua: «Querido pastor John, a mi mamá le gusta escuchar su pódcast cuando dobla la ropa limpia. Gracias por llenar su estanque mental. Tengo una pregunta: ¿a usted le gustaba estudiar cuando tenía 8 años? A mí no me gustan las matemáticas y me enojo cuando tengo que estudiarlas. No sé cómo no enojarme y no sé cómo confiar en Dios. ¿Por qué debo confiar en Dios para estudiar matemáticas? Mi mamá me dice que lo haga para Él, pero no me gustan y no quiero. Mientras más lo intento, más difícil es. Sin embargo, sé que hacerlo hace feliz a mi mamá».  Quisiera hablarle a Joshua directamente. Así que, mamá, anda a buscarlo. Hola, Joshua. Soy el pastor John. Muchísimas gracias por enviar tu pregunta sobre las matemáticas y contarnos sobre cuánto no te gustan. Te prometo que cuando tenía 8 años, tampoco me gustaban. Es más, cuando estaba en tercer grado, reprobé matemáticas el primer semestre. En esos tiempos, los profesores calificaban de esta manera: insatisfactorio, satisfactorio, muy bien, excelente (en lugar de usar A, B, C, D). Obtuve la nota más baja posible, insatisfactorio, en mi libreta de notas. Así que, no solo no me gustaban las matemáticas, sino que también no era bueno para ellas en absoluto. Y como tú, me parecían muy difíciles.  También, Joshua, como tú, tuve una mamá y era una buena mamá. Ella me ayudó a seguir intentándolo hasta que en tercer grado, apenas pude aprobar la asignatura de matemáticas. Por lo tanto, intentaré animarte, Joshua, a que no te des por vencido, sino a que hagas lo mejor que puedas, sin importar lo difícil que sea. Quiero animarte de cuatro maneras para que sigas perseverando.
1. Dios hizo un mundo matemático
Dios hizo que el mundo estuviera lleno de matemáticas. ¿Sabes, Joshua? Los números son como las palabras. Puede que no lo hayas pensado. La palabra perro nombra un animal real y nosotros nombramos a ese animal con el nombre perro. Sin embargo, un perro real no es una palabra, ¿no es así? Las palabras nos ayudan a comunicarnos mutuamente sobre lo que es real. Sin palabras, todo lo que podríamos hacer es apuntar a las cosas. Por lo tanto, las palabras son muy útiles aunque solo sean palabras. No son cosas reales, pero nombran cosas reales. Ahora, así es con los números también. Representan cosas reales o cantidades reales de cosas reales. Por ejemplo, si tuvieras 2 árboles de plátanos en tu patio, como mi familia cuando crecí, y en uno de ellos hay 4 plátanos y en el otro hay 4 más, y al día siguiente alguien de la escuela te pregunta: «Joshua, ¿cuántos plátanos hay en los árboles de tu patio?», tú podrías decir: «4 en un árbol y 4 en el otro». O podrías decir: «8 plátanos», porque 4 + 4 = 8 plátanos. Esto es matemáticas, pero esos números representan plátanos reales. No son solo números; representan cosas reales que puedes comer y de las que puedes hablar.  Dios hizo un mundo de plátanos, perros y miles y miles de otras cosas reales que puedes contar. Puedes designarlos con números y nombres. Ese es el tipo de mundo que Dios hizo. Por lo tanto, cuando estudiamos matemáticas, intentamos entender la manera en que Dios hizo al mundo. Este es el mundo de Dios y a Él le encanta cuando su pueblo, que incluye a los niños de 8 años, estudia su mundo, lo entiende y lo usa para su gloria.
2. Dios hizo las matemáticas para que fueran útiles
Lo anterior nos lleva a la segunda manera de animarte. Dios hizo que las matemáticas fueran muy útiles en este mundo. Él las hizo para ayudarnos. Joshua, déjame contarte dos historias, dos ilustraciones: Supón que en una bencinera, donde tus papás cargan el estanque del auto con bencina, notas que ahí tienen una oferta de 3 barras de chocolate por $1 dólar y le preguntas a tu mamá: «¿me das $1 dólar, por favor, para comprarme esas barras de chocolate?». Y ella te dice: «claro, aquí tienes $2 dólares. Cómprale a tu amigo también». Le pasas al vendedor tus $2 dólares y le pides las barras de chocolate. Supón que él te entrega 5 barras de chocolate y toma tus $2 dólares, ¿qué le vas a decir? Si has estudiado matemáticas lo suficiente en tercer grado, como yo intenté hacerlo, y ya te aprendiste las tablas de multiplicación, sabrás que si puedes comprar 3 barras de chocolate por $1 dólar, puedes comprar 6 con $2 dólares, porque aprendiste en tercer grado que 2 × 3 = 6, no 5. Y si no lo aprendiste, te irás con 5 barras en lugar de 6, porque no sabías usar las matemáticas. En otras palabras, las matemáticas son muy útiles para ser felices en este mundo, porque 6 barras de chocolate me hacen más feliz que 5. Mientras más creces, Joshua, más importantes llegan a ser estos números. Esta es otra historia seria: estás cazando ardillas en el bosque con tu rifle y, de pronto, 4 lobos feroces aparecen frente a ti. Muestran sus colmillos y pareciera que van a atacarte. Sabes que no puedes combatir 4 lobos feroces y salvar tu vida. Es posible que puedas luchar contra 1 lobo, pero no contra 4. En silencio, revisas tu arma y notas que solo te quedan 3 balas. Entonces, haces el cálculo matemático que aprendiste en tercer grado: «si mato a un lobo con cada una de mis 3 balas, entonces solo quedará 1 lobo que combatir, porque 4  3 = 1. Mi vida depende de este cálculo matemático». Apuntas con cuidado y matas 3 lobos. Cuando el cuarto ataca, puedes usar tu rifle y romperle la cabeza. ¡Hay camino que recorrer! Joshua, te prometo, las matemáticas no solo obtendrán las barras de chocolate que debes tener, sino que pueden salvarte la vida. Realmente pueden hacerlo.
3. Dios hizo sabios a los padres
Este es el tercer ánimo para ti. Dios hizo a tu mamá y a tu papá con mucha sabiduría sobre lo que necesitas para tu vida en el futuro (sabiduría que tú aún no tienes, porque solo tienes 8 años). Una de las razones por las que Dios les da papás a los niños es para que ellos puedan aprender de sus padres a vivir la vida y evitar cientos de errores. Me parece que tú tienes buenos papás, Joshua. Yo también los tuve. Ellos no me dejaron rendirme cuando sentía que debía hacerlo, porque ellos sabían lo que sería bueno para mí. Y yo todavía no sabía lo que sería bueno para mí cuando fuera mayor.  Yo quería jugar afuera en la tierra con mis camiones junto a mi amigo Sonny. Eso era todo lo que quería hacer. No quería estudiar ni siquiera quería ir a la escuela. No me gustaba la escuela en tercer grado. Sin embargo, estoy tan agradecido de Dios por darme una mamá y un papá que sabían lo que era mejor para mí, porque yo no lo sabía. La Biblia dice, y tú lo sabes, «Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor […]» (Ef 6:1). Y me encanta que lo diga. Me alegra haberlo hecho.
4. Dios te hizo para que confiaras en Él
Esto me lleva ahora, Joshua, a la última forma de animarte. Dios te hizo para que muestres cuán bueno y grande es Él al confiar en que Él te ayudará. Dios también me hizo a mí para eso. ¿Y adivina qué? Él me cambió. Él me cambió para que en décimo grado amara la geometría (un tipo de matemáticas). Finalmente, había un tipo de matemáticas que realmente me gustaba. Era como una historia de detectives. Encuentras las pistas, las juntas y descubres la solución al problema. Era como encontrar al malo de la película y ponerlo en la cárcel.  Sin embargo, Joshua, para ser honesto, aparte de la geometría, generalmente le tenía miedo a las matemáticas. Cuando terminé la última clase de matemáticas básicas que se requería en la universidad, sentí que había salido de un oscuro túnel hacia la despejada luz del día por el resto de mi vida. Nunca, nunca, nunca tendré que tomar otro curso de matemáticas. ¡Hurra! Se sintió como una liberación, como salir de prisión. Este es el asunto, Joshua: aun cuando hoy no te gusten las matemáticas, algún día te gustarán, porque creces y cambias. Tu cerebro cambia. O quizás, cuando crezcas no te gustarán las matemáticas y estarás muy contento cuando ya no tengas que estudiarlas más. Y está bien. Dios te hizo de la manera en que eres. No tienes que crecer para convertirte en un matemático. Sin embargo, un poco de matemáticas es bueno para todos, te lo prometo. Mi última palabra de ánimo es esta: cuando tu mamá y tu papá digan que necesitas terminar tu tarea de matemáticas, debes decir: «sí, señora» o «sí, señor». Y luego susurra una oración a Jesús: «Jesús, por favor, ayúdame. No quiero hacer esto. No me gusta hacerlo. Pero lo haré porque mamá me lo dice y el pastor John dice que es bueno para mí. Así que confío en que me ayudarás». Y Joshua, Él lo hará. Y tu confianza en Él mostrará cuán grande es Él.
John Piper © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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El rol de los padres en el desarrollo de género de un hijo
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El rol de los padres en el desarrollo de género de un hijo


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
En nuestra cultura, parece que a los niños se les da cada vez más libertad de elegir desarrollarse como hombres o como mujeres. Existe la suposición de que la masculinidad o la femineidad personal surgirá inevitablemente en el niño y en sus decisiones personales. Pastor John, en una jovencita que se desarrolla hacia la femineidad bíblica o en un jovencito que se desarrolla hacia la masculinidad bíblica, ¿cuánto de este desarrollo debería estar influenciado por padres piadosos?  Los padres deben involucrarse en todo el desarrollo de género de sus hijos. «Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque esto es agradable al Señor» (Col 3:20). Den esto vuelta y pregunten: ¿qué implica esto ahora para los padres? Si la Biblia les dice a sus hijos: «sean obedientes a sus padres en todo», entonces, padres, ¿qué implica esto para ustedes? Implica que más vale que ustedes conozcan su Biblia; más vale que conozcan la cultura lo suficiente como para poder aconsejar y guiar en todo a estos hijos. De esta manera, ellos podrán cumplir, sin pecar, el mandato bíblico de obedecerlos a ustedes en todo. 

Críenlos en la Palabra

Deuteronomio 6:7 dice: «Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes». Deuteronomio 6:9 continúa: «Las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas». Esa es la descripción de la guía, de la inspiración y del ánimo dominantes y saturados de la Palabra para nuestros hijos. No hay espacio para ningún pensamiento liberal ni actitud de dejarlos crecer y descubrir por sí mismos lo que es correcto o incorrecto. Alguien va a influenciarlos y Dios llama a los padres a amar a sus hijos lo suficiente como para moldearlos.  No sé cuántos padres consideran la última parte de la Gran Comisión en relación a sus hijos. Jesús dijo: «Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Y luego agrega: «enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes» (Mt 28:19-20, NVI). Él no dice que les enseñen a conocer todas las cosas; eso está implícito. Dice obedecer. Eso significa hacer

Enséñenles a obedecer

Si esto es verdad para las naciones, ¿qué implica para la crianza de nuestros hijos? Se supone que debemos enseñarle a todo no creyente de cualquier nación que llevemos a Cristo a hacer todo lo que Jesús ordenó. Mamá y papá, ¿están haciendo eso? Todo lo que Jesús ordenó, ¿están construyendo esto en sus hijos e hijas? Jesús dijo cosas como estas. Cuando llegaron los fariseos, le preguntaron: «[…] ¿Le está permitido a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo? […]». Él dijo: 
[…] ¿No han leído —replicó Jesús— que en el principio el Creador «los hizo hombre y mujer», y dijo: «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo»? Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre (Mt 19:3-6, NVI).
¿Cómo estás, papá? ¿Cómo estás, mamá? ¿Están explicándoles a sus hijos lo que es ser hombre y mujer como Jesús lo definió? ¿Están explicándoles lo que es ser una sola carne en términos de marido y mujer? ¿Les están explicando lo que es dejar y lo que es unirse? ¿Les están explicando qué significa «que no lo separe»? ¿Están sembrando todas estas cosas en sus corazones? Mi respuesta, Tony, es sí, absolutamente. Los padres deben involucrarse en la formación de la sexualidad de sus hijos. Quizás lo último que debo decir es que todos sabemos que esto se hace mejor al modelar. Lo que esos niños ven en una mamá y un papá es —digamos— un 90 % de lo que ellos aprenden para transformarse en hombres y mujeres saludables, al aprender cómo ser un hombre en relación a una mujer o cómo ser una mujer en relación a un hombre.  Ellos están observando. No escuchan todos tus devocionales ni todas tus enseñanzas, pero están observando todo el tiempo. El mayor desafío para una mamá y un papá es representar la obra de Cristo y la iglesia en Efesios 5:24-25: mujeres, estén sujetas siguiendo el ejemplo de la iglesia. Esposos, amen siguiendo el ejemplo de Cristo para que los hijos que están observando puedan ver cómo Cristo amó a la iglesia y cómo la iglesia amó a Cristo, al ver esa hermosa obra. Eso es lo que hará hijos saludables, sexualmente saludables. 
John Piper © 2013 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Qué debo decirles a mis hijos sobre Santa Claus?
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¿Qué debo decirles a mis hijos sobre Santa Claus?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Santa Claus llegó a la ciudad, probablemente a un centro comercial cerca de ti. Santa Claus aparece mucho en esta época del año, así como en muchos de los correos electrónicos que recibimos de nuestra audiencia (doscientas menciones de él en nuestra bandeja de entrada hasta la fecha). Aun así, han pasado un par de años desde que abordamos este tema aquí en el pódcast Ask Pastor John. Hablaremos de esto y, para ello, el pastor John se une vía telefónica. Ahora, por supuesto, existe un personaje histórico griego del siglo iv llamado San Nicolás. Sin embargo, todas esas doscientas referencias a Santa hablan del mítico Santa Claus que tiene una barba blanca, que usa un traje rojo y que viaja con sus renos voladores. Uno de los correos más recientes viene de una auditora del pódcast que se llama Jill.
Querido pastor John, soy mamá en casa de tres niños pequeños (de cinco, cuatro y dos años). Mi esposo y yo crecimos como niños que creían que Santa Claus era real y aunque fue efectivamente mágico por esos nueve años, cuando descubrí que no era verdad, recuerdo haberme avergonzado y haber sollozado. No estaba enojada con mis padres; sabía que querían sorprenderme y hacer especial la Navidad. Sin embargo, estaba realmente decepcionada. Ahora, como madre, me siento conflictuada con la Escritura —con «dejen de mentirse los unos a los otros […]» (Col 3:9), por ejemplo— y, sin embargo, aún deseo crear algo mítico, especial y mágico para mis hijos respecto a Navidad. Temo poner más énfasis sobre el hombre barbudo con su traje que en Jesús, ¡nuestro Salvador! Mi pregunta es esta: ¿qué pasa si mi esposo piensa de manera diferente y realmente quiere mantener vivo el mito de Santa en nuestros hijos? Pastor John, ¿qué debo hacer?
Bueno, veo tres temas diferentes en lo que Jill está preguntando, al menos si es que la escuché correctamente. Permítanme dar una palabra sobre cada uno de ellos y terminar con la pregunta sobre cómo lidiar con su esposo. Pero creo que hay dos temas aparte de ese que probablemente necesitan abordarse.

No se mientan

En primer lugar, la principal crisis en su mente parece ser si es que se puede preservar el mito y la magia de Santa Claus sin desobedecer mandamientos bíblicos como «Dejen de mentirse los unos a los otros […]» (Col 3:9). Creo que la respuesta a ello es realmente bastante simple y directa: no, no se puede. Eso es, no puedes enseñarles a tus hijos que Santa Claus es real si tu intención es enseñarles la verdad. Por real me refiero a la manera en que los niños piensan sobre lo que es real, no a la manera en que intelectuales sofisticados llamarían real a un mito ni tampoco la manera en la que la imaginación es real. Entiendo eso; simplemente no es el punto aquí. El punto es: ¿estamos engañando a los niños al contarles esta historia como una simple declaración de hechos?
  • Santa Claus vive en el Polo Norte.
  • Santa Claus vuela con renos.
  • Santa Claus deja los regalos bajo el árbol.
  • Santa Claus es servido por elfos.
Presentar este mito como un hecho no es veraz para nuestros hijos.

¿Qué pasa con Narnia?

Estoy tratando de meterme en la mente de otras personas cuando escuchan esto y hacen preguntas. Entonces, responderé ahora preguntas imaginarias que quiero hacerme a mí mismo. ¿Qué tan diferente es esto, por ejemplo, de leer ficción a nuestros hijos? Alguien podría decir: «bueno, no está mal la ficción en la vida de tus hijos, como las Crónicas de Narnia o Los cuentos de los hermanos Grimm». Estas no se presentan como algo real así como el desayuno es real y el jardín trasero es real. Son invenciones, así como Jesús inventó parábolas. Los niños deben saber que son historias inventadas y deben saber por qué los papás se las cuentan. Creo que es bueno hacerlo. Hay una razón por la que Jesús contó parábolas. Tienes ese tipo de cosas en la Biblia.

Esconder la verdad completa

Esta es otra respuesta a otra posible objeción: no ser veraz respecto a Santa Claus o ser falso respecto a Santa Claus es diferente a ocultar a los hijos pequeños asuntos difíciles de la vida marital. Puedo imaginar a alguien decir: «bien, no les contamos a nuestros hijos toda la verdad sobre lo que está pasando». No es mentir cuando no cargamos a nuestros hijos más pequeños con las dificultades económicas, con las peleas maritales insignificantes o con las dificultades que podríamos tener con los suegros. Mientras más grandes sean, más deben saber, pero cuando son muy pequeños e incapaces de lidiar con cualquiera de estas cosas, simplemente lo ocultamos. Sin embargo, cuando les traspasamos a nuestros hijos un completo marco inventado para entender la Navidad, que no es verdadero, pero que ellos toman como verdad, es totalmente diferente de ayudarlos a lidiar con tanta verdad como puedan de una manera acorde a su edad. Santa Claus no oculta una verdad dolorosa hasta que los niños sean lo suficientemente mayores para poder lidiar con ella. Santa Claus oculta una emocionante verdad porque pensamos que la verdad real no puede competir con Santa Claus en el corazón de nuestros hijos, lo que nos lleva ahora al segundo tema.

Aburridos de la más grandiosa historia

El primer tema fue: ¿se puede presentar y preservar el mito y la magia de Santa Claus a nuestros hijos sin mentir? Ese no es el punto; simplemente no es el punto real. El punto principal es: ¿por qué un cristiano que ha encontrado en Jesucristo el mayor tesoro en el mundo lo cambiaría por cualquier otra cosa? ¿Por qué ellos —que ven en la encarnación, la vida, la muerte, la resurrección y el reino de Jesús la historia más maravillosa del mundo— contarían otra historia? Para quienes saben que en este evento real e histórico toda la verdad del mito y de la magia se hizo realidad: ¿por qué un cristiano soñaría alguna vez con reemplazar, tapar o complementar esta verdadera historia? ¿Por qué lo reemplazarían con algo tan antievangelio, como lo es el mito tan patético de Santa Claus, cuyo mensaje es: «pórtate bien, no debes llorar»? Simplemente, no puedo imaginarlo. Considero que el esfuerzo que los padres cristianos están haciendo al poner la historia de Santa Claus por sobre la historia de Jesús es una interrupción para emocionarse con la historia más grande del mundo y una falta de imaginación sobre cómo hablar de la verdadera historia para mostrarla de una manera que ayude a los niños a compartir nuestro asombro. Es un fracaso. Es una transigencia sincretista con la cultura: «pobre Jesús. Él es invisible. Santa Claus no lo es. Puedes verlo en el centro comercial. Pobre Jesús no da ninguna vuelta en trineo en el cielo ni deja juguetes bajo el árbol». En cambio, podrían buscar en la Escritura la razón por la que es grandioso que Jesús sea invisible y que no esté aquí. Como lo dice en Juan 16:7, es grandioso que Él no esté aquí. ¿Por qué es grandioso que Él haya dejado la tierra y haya enviado a su Espíritu en lugar de permanecer aquí o andar en trineo? ¿Por qué su lentitud en regresar al final de los tiempos y su gran segunda venida son una gran misericordia que los niños deben entender (1P 3:9)? Al lidiar con la invisibilidad de Jesús, ¿por qué no es asombroso para los padres que seamos sus representantes en la tierra? Esa es una visión gloriosa de la vida humana (2Co 5:20). En lugar de buscar estupendas respuestas a preguntas que los niños podrían tener (buscarlas en la Biblia), reemplazamos las preguntas más importantes del mundo con una distracción fácil. Ese es el verdadero asunto. ¿Por qué hacemos eso?

Más extraño que un mito

El último asunto que Jill quiere saber es: ¿qué pasa si es que ella quiere enfocarse en las glorias de la verdad de Cristo, pero su esposo aún está atascado en la superioridad del sustituto Santa Claus? Estas son mis tres sugerencias para ella. En primer lugar, conversa esto con él en agosto, no en diciembre. Digo esto ahora sabiendo que es demasiado tarde. Este es un principio de conflicto que Noël y yo hemos encontrado muy útil a lo largo de los años: separa las discusiones sobre temas de principios de las crisis emocionales llenas de presiones en el momento aplicarlas. En segundo lugar, explica las ganancias, no las pérdidas. Soltar a Santa Claus es ganancia, de otra manera el cristianismo es una mentira. Si Cristo no puede competir con Santa Claus en el corazón de nuestros hijos, no conocemos al Cristo real o no existe el Cristo real. En tercer lugar, dale a tu esposo ideas concretas para celebrar la venida de Cristo que sean tan emocionantes como la farsa de Santa Claus. Si necesitas ayuda, mi esposa escribió un libro llamado Treasuring God in Our Traditions [Atesorando a Dios en nuestras tradiciones] que describe alguna de las cosas que hicimos a lo largo de los años por nuestros pequeños hijos cuando no teníamos a Santa Claus, medias ni un árbol. Probablemente estás diciendo: «¿cómo no puedes tener un árbol?». Bueno, hay alternativas emocionantes que se pueden hacer. En pocas palabras, la verdad es más extraña que la ficción: más extraña, más asombrosa, más emocionante, más durable, más transformadora del corazón, más honradora de Cristo y más satisfactoria para el alma. Tus hijos tienen vacíos con forma de Cristo en sus corazones. Ellos no saben eso. Tú debes mostrárselo, pero no puedes hacerlo con Santa Claus, solo con Cristo.
John Piper © 2018 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Cómo discernimos los falsos maestros?
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¿Cómo discernimos los falsos maestros?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
¿Cómo podemos discernir los falsos maestros? Este es un tema candente en nuestra bandeja de entrada. Siempre lo ha sido. A continuación, compartimos un correo representativo enviado por Krikor, oyente del pódcast. «¡Hola, pastor John! Soy un gran admirador de estos pódcasts y me encanta escucharlos. APJ [Ask Pastor John] me ha ayudado mucho a crecer en mi fe y mis convicciones, así como también me ha preparado mejor para ayudar a otros en sus pruebas». ¡Amén! Permítanme detenerme aquí un momento. Esa es una de las razones por la cual este pódcast existe: asegurarnos de que estés siendo equipado para ayudar a quienes son parte de tu vida en sus momentos de necesidad. Es muy alentador lo que dice Krikor. Ok, ahora de vuelta a la pregunta. «Mi pregunta es la siguiente: la Biblia nos da numerosas advertencias sobre falsos maestros, pero ¿cómo puedo establecer si alguien al que estoy escuchando en Internet es un falso maestro? Muchas personas han sido acusadas de serlo. ¿Cómo puedo discernirlos? ¿A qué debo estar atento?». Bien, me gustaría comenzar diciendo que no debes poner la vara muy baja y que solo dejes de escuchar a las personas cuando realmente puedas decir que son falsos maestros. Muchas personas son maestros que simplemente están equivocados y, de diversas maneras, son de poca ayuda pero no necesariamente caen bajo la categoría de ser llamados falsos maestros. Establece estándares altos. Escucha a aquellos que realmente están centrados en Dios, exaltan a Cristo, están saturados de la Biblia, dependen del Espíritu; aquellos que llevan las marcas de autenticidad en sus vidas. No obstante, puesto que me has preguntado cómo identificar falsas enseñanzas y falsos maestros, permíteme exponer cuatro maneras bíblicas de evaluar si alguien es un falso maestro. Lo hago solo porque la Biblia está de acuerdo contigo en que debemos estar alerta a la realidad de que hay falsos maestros y también nos ofrece pruebas que podemos aplicar.
1. La prueba del fruto
En primer lugar, tenemos la prueba del fruto de sus vidas. En Mateo 7:15-20, Jesús dice:

Cuídense de los falsos profetas, que vienen a ustedes con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. Así que, por sus frutos los conocerán.

Pablo le dio gran valor a este principio de santidad y rectitud en la credibilidad vivificante de su Evangelio. Me tocó verlo recientemente solo porque hemos estado estudiando 1 Tesalonicenses en Look at the Book [Mira al Libro]. A lo que me refiero es que Pablo les da una tremenda importancia por dos capítulos enteros. En 1 Tesalonicenses 1:5 dice: «[…] nuestro evangelio no vino a ustedes solamente en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo y con plena convicción; como saben qué clase de personas demostramos ser entre ustedes por el amor que les tenemos». Eso es increíble. Y luego procede a explicarlo en dos capítulos: «saben qué clase de personas demostramos ser, así que júzguennos de acuerdo con nuestras vidas». Ahora, por supuesto, no siempre es fácil observar el fruto de la conducta de un maestro, especialmente a través del Internet, ¿verdad? Por eso necesitamos buscar cuidadosamente, tomar tiempo y pertenecer a una iglesia —una iglesia real, presencial, de carne y hueso, humana y viva con un predicador real y vivo, cuya vida conoces—. Ya sea difícil o no, Jesús dijo: «por sus frutos los conocerán».
2. La prueba de la doctrina
En segundo lugar, está la prueba de las principales sanas doctrinas. Por ejemplo, la doctrina de la encarnación en 1 Juan 4:1-3:

Amados, no crean a todo espíritu, sino prueben los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo. En esto ustedes conocen el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios. Y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios.

En otras palabras, si alguien niega que Jesucristo es Dios-Hombre, Dios hecho carne, es un falso maestro o profeta. Juan no dice que si entiendes bien la encarnación no puedas cometer otros graves errores. Ese no es el punto. Él simplemente está discutiendo este problema en particular de esa iglesia y, en cuanto a ese tema, confesar que Cristo vino en carne significa que hablas la verdad de Dios. Entendiste esto correctamente, y ese era el problema de esa iglesia. Pablo enfatizó la misma importancia doctrinal, la prueba doctrinal, en 1 Timoteo 6:3-4 al decir: «Si alguien enseña una doctrina diferente y no se conforma a las sanas palabras, las de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido y nada entiende [...]». Dicho de otra manera, necesitamos evaluar las doctrinas que se enseñan con las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y con sus implicaciones para la piedad. Esa es la prueba número dos: doctrina, sana doctrina.
3. La prueba de la Escritura
En tercer lugar, tenemos la prueba de la sumisión a la Escritura. Pablo dice en 1 Corintios 14:37-38: «Si alguien piensa que es profeta o espiritual, reconozca que lo que les escribo es mandamiento del Señor. Pero si alguien no reconoce esto, él no es reconocido». Es asombroso. La autoridad de los apóstoles debe ser acatada, de lo contrario, eres un falso maestro; no eres reconocido. Juan lo expone de la siguiente manera en 1 Juan 4:6: «Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error». En otras palabras, los apóstoles ponen su enseñanza al nivel de una prueba de la verdad. Si una persona no somete su pensamiento y su enseñanza a la autoridad de los apóstoles, a los maestros autorizados de Cristo que escribieron el Nuevo Testamento, entonces no es un maestro confiable. No significa que no hablen cosas verdaderas. Todos dicen cosas verdaderas de vez en cuando, incluso el diablo. Pero eso no los convierte en maestros confiables.
4. La prueba del Evangelio
Finalmente, está la prueba del Evangelio mismo, por el cual Pablo es igual de apasionado. En Gálatas 1:8-9 nos dijo: «Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anunciara otro evangelio contrario al que les hemos anunciado, sea anatema. Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguien les anuncia un evangelio contrario al que recibieron, sea anatema». El Evangelio que tenía en mente cuando dijo eso es el Evangelio expuesto en el libro de Gálatas, el Evangelio de la justificación, solo por la fe, sin las obras de la ley. Lo resume en Gálatas 5:2-3 así:

Miren, yo, Pablo, les digo que si se dejan circuncidar [es decir, como un paso hacia la reconciliación con Dios en la justificación], Cristo de nada les aprovechará. Otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley.

En otras palabras, si insistes en guardar la ley como una manera de ser justificado ante Dios, tienes que guardarla en su totalidad y perfectamente. Luego, Pablo concluye con esta terrible advertencia: «De Cristo se han separado, ustedes que procuran ser justificados por la ley; de la gracia han caído» (Gá 5:4).

Nuestra mejor protección

Por tanto, hay al menos cuatro pruebas bíblicas que nos permiten distinguir la falsa enseñanza:
  1. La prueba del fruto de la conducta.
  2. La prueba de la sana doctrina.
  3. La prueba de la sumisión a la Escritura.
  4. La prueba de la enseñanza del Evangelio puro de la justificación por la fe.
Me gustaría terminar recordando simplemente que la mejor manera de protegernos de los falsos maestros es siendo parte de una iglesia sana que predique la Biblia y estando saturados de oración bíblica día a día.
John Piper © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
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¿Cuál es la diferencia entre la pereza y el descanso?
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¿Cuál es la diferencia entre la pereza y el descanso?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Bienvenidos a una nueva semana en nuestro pódcast. Algunos de ustedes recordarán que el verano pasado, en el episodio 1 500, hablamos de productividad personal. En esa oportunidad, pastor John, dijiste que era esencial que aprendiéramos la diferencia entre pereza y descanso. Nos compartiste tu poema titulado Pilgrim’s Conflict with Sloth [El conflicto del peregrino con la pereza]. Me gustaría elogiar ese poema y la manera en que lo recitaste. Sin embargo, en el APJ [Ask Pastor John] 1 500, dijiste que todos deberíamos saber que «hay un lugar, un lugar absolutamente crucial» para el descanso y el esparcimiento, porque «el principio del sabbat [aún] prevalece». Pero luego nos advertiste diciéndonos que «debemos saber la diferencia entre la pereza y el descanso». Realmente, no explicaste esa diferencia; solo nos señalaste el poema. Odio decirlo, pero creo que muchos oyentes querrían que expusieras estos principios en forma sencilla. Entonces, en principio, ¿puedes darnos la distinción entre la complacencia de la pereza pecadora y la virtud del verdadero descanso?  Sí, creo que puedo, porque la Biblia lo hace de manera bastante clara. Entonces, déjame usar algunas palabras bíblicas. 

¿Relajado u holgazán?

Usemos las palabras perezoso y diligente, porque ambos términos se usan en Proverbios. Por ejemplo, «El alma del perezoso desea mucho, pero nada consigue, sin embargo, el alma de los diligentes queda satisfecha» (Pr‬ 13:4 [énfasis del autor]). Entonces, la pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿cuál es la diferencia entre el descanso de los diligentes y la holgazanería de los perezosos? Esto es importante porque en cualquier momento dado, el descanso y la pereza podrían verse iguales si solo estás mirando a alguien sentado en una silla, acostado en una cama o durmiendo, pero no son lo mismo. Entonces, ¿cuál es la diferencia? Otra aclaración antes de establecer la diferencia: en este momento no estoy interesado en discutir la diligencia del incrédulo. La clase de diligencia que a mí me importa es la que ve la cruz de Cristo como la base de toda gracia, el Espíritu Santo como la clave de toda santidad y la gloria de Dios como la meta de toda realidad, que incluiría la meta de toda diligencia. No estoy hablando de cualquier diligencia, sino de la que tiene su raíz en la gloria de Dios, la cruz de Cristo y el poder del Espíritu Santo.  Por lo tanto, permítanme ahora darles mi resumen de la diferencia entre la holgazanería del perezoso y el descanso del diligente, y luego investigaremos sus raíces más profundamente. La holgazanería del perezoso se debe a su abrumadora aversión al trabajo. En cambio, el descanso del diligente se recibe como una recompensa misericordiosa por el regalo del trabajo que glorifica a Dios y como una preparación agradable para una nueva productividad renovada. Déjenme decirlo de otra manera: la holgazanería del perezoso es la rendición a su falta de disposición para esforzarse. Mientras que el descanso del diligente es una dulce compensación por el esfuerzo que honra a Dios y una agradecida renovación para seguir siendo útil. Estas son mis declaraciones resumen.

Esclavos de la pereza

Vayamos ahora a las raíces y tomemos solo un momento para enfocarnos en el problema del perezoso, luego, pasaremos la mayor parte de nuestro tiempo examinando la visión bíblica del trabajo que hace que el descanso del diligente sea tan dulce.  Pablo señala en 1 Corintios 6:12: «Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho»; es decir, útiles o beneficiosas para cumplir un buen propósito. Él continúa diciendo que «“todas las cosas me son lícitas”, pero no me dejaré dominar [regir, controlar, gobernar] por ninguna». Esa es la prueba en la que el perezoso fracasa: puedes dedicar tu vida a hacer cosas que son provechosas, útiles, beneficiosas y que logran algún bien para la gloria de Dios o puedes dejarte dominar por una aversión corporal al trabajo. Eso se llama pereza u holgazanería.  Pablo dice: «No seré regido, esclavizado, dominado o gobernado por nada. Yo pertenezco a Cristo. Solo Él es mi dueño; por tanto, daré muerte a esos impulsos corporales que tienden a esclavizarme y caminaré como un hombre libre, dedicándome a hacer cosas provechosas, útiles y beneficiosas». Pero el perezoso no es así. El perezoso es regido por su aversión corporal a esforzarse. Es un esclavo. Por eso su descanso no es la dulce recompensa por hacer el bien, sino la egoísta resistencia a hacer lo bueno. 

La recompensa de poder recuperarse del trabajo

Miremos por un momento a las increíbles raíces del diligente y al descanso del que goza. En esencia, la diferencia básica entre el perezoso y el diligente es que el primero considera que el trabajo es una desdicha que debe evitarse, en cambio el diligente ve el trabajo como un privilegio vivificante dado por Dios.  Ahora, por supuesto, es cierto que cuando el pecado entró al mundo a través de Adán y Eva, uno de sus efectos fue contaminar el trabajo con futilidad y carga. Dios le dijo a Adán: «Maldita será la tierra por tu causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida [...]. Con el sudor de tu rostro comerás el pan» (Gn 3:17, 19‬). Esa no es una perspectiva muy positiva del trabajo. Siempre habrá algo de esa carga, algo de esa futilidad en todo nuestro trabajo. Mientras esta era pecaminosa perdure, siempre habrá algo de eso, no importa cuál sea tu trabajo. Es por eso que el descanso final que Dios nos ofrece en su Reino es deseable y añorado, aun por aquellos que encuentran su trabajo gratificante aquí en la tierra.  Mas la gracia de Dios ha penetrado este orden mundial caído y le permite a los hijos de Dios recobrar, en parte, el significado gratificante del trabajo que Dios quiso que tuviera desde el principio de la creación. Y eso es lo que el diligente percibe. Aun cuando no lo expresa, lo siente. Antes de la caída, Dios le dijo a Adán y Eva: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Ejerzan dominio [...] sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra» (Gn 1:28‬). Ese sometimiento de la tierra y dominio sobre la creación no pasa mientras estás sentado en tu silla plegable con los pies en alto.  De hecho, en Génesis 2:15, antes de la caída, leemos: «El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara». Dicho de otra manera, el plan original no fue la pereza, la holgazanería, la inactividad o la falta de productividad. Los seres humanos son creados a imagen de Dios. Somos hacedores, como Dios. Ya sea que preparemos una comida, hagamos una cama, diseñemos un programa de computador, enderecemos un pedazo de madera, cavemos una zanja, edifiquemos una pared de ladrillos, preparemos una lección escolar o un sermón; todos somos hacedores por naturaleza. El diligente así lo ha descubierto y, por gracia, en Cristo, la caída no impide que recuperemos en gran medida el sentido glorificado por Dios del trabajo, de modo que el descanso se puede experimentar como una dulce recompensa por un día de trabajo y una renovación agradable para un nuevo día con propósito. 

Dulce diligencia

Eclesiastés 5:12 dice: «Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho o coma poco; pero la hartura del rico no le permite dormir». Lo que hace que el descanso del diligente sea dulce es saber y tener la paz de que el éxito de su trabajo finalmente depende de Dios, no de él. 
Si el Señor no edifica la casa,                 En vano trabajan los que la edifican; […]  Es en vano que se levanten de madrugada,                 Que se acuesten tarde,  Que coman el pan de afanosa labor,                 Pues Él da a su amado aun mientras duerme (Salmo‬ 127:1-2). 
La gracia de Dios es la que hace retroceder los efectos de la caída, la que elimina la ansiedad, la que da al trabajo significado y dulzura, y la que nos brinda un verdadero descanso. El Nuevo Testamento añade a las motivaciones del diligente que, cuando trabajamos:
  • tendremos algo no solo para nosotros, sino también para darle a otros (Ef 4:28);
  • no seremos una carga para los demás (2Ts 3:8);
  • seremos un buen ejemplo para los no creyentes (1Ts 4:12); y 
  • nuestra luz brillará delante de los demás, para que vean nuestras buenas acciones y nuestros esfuerzos para la gloria de Dios (Mt 5:16). 
Ninguna de estas motivaciones es atractiva para el perezoso.  Permítanme, entonces, darles mi resumen nuevamente: la holgazanería del perezoso se debe a su abrumadora aversión al trabajo. El descanso del diligente se recibe como una recompensa misericordiosa por el regalo del trabajo que glorifica a Dios y como una preparación agradable para luego reiniciar una productividad renovada.
John Piper © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
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Residencias de adultos mayores y el cuidado de padres ancianos
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Residencias de adultos mayores y el cuidado de padres ancianos


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Las residencias para adultos mayores y los centros de vida asistida se han vuelto un tema importante que las familias enfrentan. La pregunta de hoy nos llega en forma anónima, como muchas de ellas. «Querido pastor John, ¿qué dice la Biblia sobre las residencias para el adulto mayor? ¿Acaso los hijos no tenemos la responsabilidad de cuidar y de proveer directamente a nuestros padres en su vejez? ¿Dónde encajan (o no) las residencias de adultos mayores en este llamado?» Aunque el tema de cómo cuidamos a nuestros padres ancianos no se aborda específicamente en la Biblia (me refiero a los detalles de cómo hacerlo), creo que la Palabra de Dios nos da suficientes indicadores para que cualquier hijo cristiano con padres ancianos, que ha sido criado en la Escritura y que anhela magnificar a Cristo con su comportamiento (y esas son dos suposiciones enormes), encuentre ayuda.  No hay mucha gente así en el mundo. No son muchos los que optan decididamente por una relación cercana y cariñosa con sus padres. 

Vivir para otros

A continuación, encontrarás algunos textos que nos dan un par de puntos prácticos. Filipenses 2:3-8 es uno de los pasajes más transformadores de la Biblia si lo arraigamos a nuestras vidas. Pablo pone énfasis en ser esa clase de persona que se interesa en las necesidades de los demás, no solo en sus deseos privados.  Este es un aspecto importante de la vida. ¿Seremos egoístas o seremos siervos? Una vida hermosa, una vida que honra a Cristo y que se asemeja a la vida de Cristo es una vida de servicio a los demás, sin ignorarlos o usarlos para la autosatisfacción. El texto dice así: «No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo» —eso incluiría a los padres—, «no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás» (Fil 2:3-4‬). Eso incluye a los padres cuando envejecen. ‬ «Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo» (Fil 2:5-7‬). Él se rebajó, siendo el Rey del universo, para hacerse siervo, naciendo semejante a los hombres y «hallándose en forma de hombre». Él se humilló haciéndose obediente «hasta la muerte, y muerte de cruz». ‬‬ Ese es uno de los textos más convincentes, más hermosos y más transformadores en la Biblia. La gran marca del cristiano —le dice Pablo al hijo adulto creyente— es que no solo busca sus propios intereses al llegar a la mediana edad cuando sus carreras profesionales han alcanzado su punto culminante. Busca los intereses de los demás, incluidos los de sus padres en su vejez. Consideran a otros, como sus padres, más importantes que ellos mismos.  No se sientan sobre un pináculo de privilegio, sino que como Jesús, descienden donde hay necesidad y sirven, incluso hasta la muerte. Este es un principio básico y un llamado. 

Ama a tus padres

Jesús asoció el mandamiento de amar al prójimo con amar a los padres, poniéndolos lado a lado en Mateo 19:19. Él dijo: «Honra a tu padre y a tu madre; y amarás a tu prójimo como a ti mismo». Una manera de honrar a tus padres es amándolos como a ti mismo. Si esperas que a ti te ayuden en tu necesidad cuando envejezcas, entonces ayuda a tus padres.  Uno de los ejemplos más hermosos de esto —y es muy inspirador, por eso lo mencionaré— se encuentra en Juan 19:26. A pesar del indescriptible sufrimiento de Jesús en la cruz, Él hizo exactamente lo que Pablo dice, o sea, no buscó sus propios intereses o miró su propio dolor. Buscó los de su madre. Jesús fue el hijo mayor de María. ‬Evidentemente, José ya no estaba. No se menciona nunca más después de su aparición inicial en los evangelios.  La costumbre dictaba que el hijo mayor asumiera la responsabilidad especial por su madre en su vejez. Mirándolos desde la cruz, Jesús le dice a su madre: «Mujer, ahí está tu hijo», y luego le dice al discípulo: «Ahí está tu madre». Y «desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa» (Jn‬ 19:26-27). ‬

El llamado a cuidar

A veces, el ministerio, como dar la vida por Dios en este caso, no nos permitirá tener una relación tan estrecha con nuestros padres como quisiéramos. Seremos muy diligentes en no abandonarlos, pero debemos asegurarnos de que estén bien cuidados.  Probablemente, 1 Timoteo 5:4, es el texto que más luz nos ofrece en la Biblia. Dice: «Si alguna viuda tiene hijos o nietos, que aprendan estos primero a mostrar piedad para con su propia familia y a recompensar a sus padres, porque esto es agradable delante de Dios». Ahora, el contexto es si la iglesia o la familia debería cuidar a las viudas, y Pablo dice que la iglesia debería cuidar a las viudas que en verdad son viudas; es decir, aquellas que no tienen familia, insinuando así que primordialmente es la responsabilidad de las familias. Luego nos da tres razones que menciono a continuación.  1. Pablo dice que debemos «mostrar piedad». En otras palabras, cuidar de los padres es un acto dirigido hacia Dios. No es solo bienestar social. Es parte de lo que Dios está obrando en su pueblo. 2. «Recompensar a sus padres». En otras palabras, es bueno y correcto que los hijos recuerden todos esos años en que sus padres les proveyeron. Los padres cubrieron diez mil necesidades en sus primeros años de infancia. Deberían mirar hacia atrás y sentirse en deuda con ellos. 3. «Porque esto es agradable delante de Dios». Se nos dice claramente que Dios se deleita en esto. A Él le agrada cuando los hijos cuidan de sus padres en su vejez. El punto principal es si el corazón de los hijos es un corazón egoísta o un corazón de siervo. ¿Estamos dispuestos a hacer sacrificios por nuestros padres? ¿O resentimos el hecho de que se estén volviendo una carga? Esa es la verdadera prueba. Todo esto podría, o no, significar que los padres tengan que vivir con nosotros o cerca de nosotros. Existen innumerables variables que hacen que una situación sea adecuada para una familia y otra situación adecuada para otra. Les doy la siguiente pequeña ilustración. 

El papá de los Piper

Llegó el día cuando mi padre necesitó mayor cuidado, porque ya no podía vivir por sí solo. Había estado casado con mi madre, pero ella murió. Luego se volvió a casar, y después de 25 años de matrimonio, ella murió. Él quedó viudo y ya no podía vivir solo.  Se olvidaba de todo. Ya no podía conducir de vuelta a casa porque olvidaba el camino de regreso. Ahora, yo vivo a más de mil kilómetros de distancia. Él vivía en Greenville, Carolina del Sur; yo vivo en Minneapolis. Tengo una hermana que vive cerca de él, pero ninguno de nosotros vivía en Greenville mismo. Noël y yo conversamos sobre lo que significaría que él viniera a vivir con nosotros.  En el primer piso de nuestra casa tenemos un baño y una habitación que yo uso como estudio, pensamos que se podría convertir en un dormitorio. Era ideal porque tendría acceso inmediato al baño sin tener que subir ninguna escalera. ¿Estábamos dispuestos a hacerlo? Sí, lo estábamos. Así que llamé a mi padre y le dije: «Papito, nos encantaría que pasaras tus últimos días con nosotros». Pero no quiso. No quería dejar de vivir en el sur.  No le gustaba el clima de Minneapolis. Tampoco quería dejar a sus amigos. Decidió que Beverly, mi hermana, estaba lo suficientemente cerca. Había un hogar de ancianos administrado por la universidad de la que se graduó. Tenía todas estas razones por las cuales pensaba que no era buena idea venir a vivir con su hijo.  Pensé que estaba bien, si él así lo quería. No teníamos una relación tan estrecha tampoco, así que pasó sus últimos años en un hogar de ancianos. Beverly lo visitaba regularmente y yo viajaba tan a menudo como podía. A medida que perdía su memoria, parecía estar contento en ese lugar.  Lo vuelvo a repetir, el problema principal para el hijo cristiano de padres ancianos no son las circunstancias en sí. El problema es: ¿seremos siervos o egoístas? ¿Estamos dispuestos a sacrificarnos a nosotros mismos para satisfacer cada necesidad de nuestros padres y confiar en Dios con gozo?
John Piper © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
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La dignidad de aquellos que sufren demencia
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La dignidad de aquellos que sufren demencia


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Gracias por escuchar el pódcast Ask Pastor John, con John Piper, pastor y escritor desde hace muchos años. La pregunta de hoy la hace un hombre anónimo. «Pastor John, escuché el episodio sobre el cuidado de los padres que están envejeciendo». (Ese fue el episodio número 1 078 publicado el 9 de agosto [de 2017] y titulado Residencias de adultos mayores y el cuidado de los padres ancianos). «Ese episodio me hizo pensar en mi empleo. Yo trabajo en un hogar de ancianos y me toca ver a nuestros mayores deteriorándose de una manera que creo que muchos de nosotros temeríamos que nos pase. ¿Podrías hablar sobre la dignidad de la gente en hogares de ancianos con enfermedades como la demencia? Quizás esto es aún más fundamental en las respuestas sobre el cuidado de padres ancianos. ¿Le parece correcto?». Correcto, absolutamente correcto. La dignidad que Dios le da a cada ser humano, como personas creadas a su imagen y destinadas a rendir cuentas ante el Dios vivo, como ninguna otra criatura, es fundamental en nuestros pensamientos sobre cómo las familias o cuidadores deben de cuidar a los padres en su vejez o a cualquier persona cuyas capacidades mentales estén disminuidas por cualquier razón. Permítanme compartir algunos pensamientos fundamentales y también prácticos sobre la dignidad de aquellos con facultades de razonamiento y autoconciencia disminuidas.

A la imagen de Dios

En primer lugar, difícilmente podemos olvidar o ahondar lo suficiente en la impactante verdad de Génesis 1:27: «Dios creó al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó». Luego, podemos agregar la verdad complementaria de que aún después de la caída esta gran realidad de ser portadores de la imagen de Dios sigue siendo cierta para todas las personas con las que tratamos y, por ende, debería afectar nuestro comportamiento. Santiago 3:9 dice: «Con ella [la lengua] bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios». Santiago cree que ese hecho debería cambiar la forma en que usamos nuestras lenguas para hablar de otros. Cada ser humano, en cualquier parte del mundo, de cualquier raza, de cualquier origen étnico, de cualquier clase, hombre y mujer, rico y pobre, enfermo y sano es completamente diferente de todas las demás criaturas en la tierra. Luego encontramos en 1 Pedro 2:17 (en forma increíble) lo siguiente: «honren a todos», es decir, honren a todos los seres humanos. Y claramente la honra no mana de la honorabilidad moral. Algunos seres humanos no tienen ninguna integridad. Muchos son malvados como Nerón. Pedro dice: «Honren al Emperador». Son malvados. La honra no proviene de su condición moral única, sino de su posición única a la imagen de Dios, diferente a todas las demás criaturas. Eso se aplica a un ser humano que pese un poco más de 36 kilos, sufra de artritis, necesite pañales, babee, tenga sus ojos vidriosos, que amamos y que yace en su cama rogando morir en un hogar de ancianos o en una choza en la selva.

Gloria venidera

También necesitamos hacer una segunda observación, a saber, que la manera en que Dios trata con el mundo, ha elevado la debilidad a un lugar de extraordinaria importancia. «La debilidad de Dios es más fuerte que los hombres», dice Pablo en 1 Corintios 1:25. Vale decir que Cristo, al morir en debilidad y deshonra, logró lo más grande en el mundo. Pablo mismo se refiere a su propia debilidad en 2 Corintios 12 como la mejor senda para honrar en su vida al Cristo todo suficiente. Luego asocia su debilidad con el proceso de la muerte y la relaciona con la resurrección en 1 Corintios 15:43: «Se siembra [el cuerpo humano] en deshonra, se resucita en gloria; se siembra en debilidad, se resucita en poder». En otras palabras, Pablo nos dice que la sombra débil, ignominiosa y demente del que fuera un cristiano sólido alguna vez, frente a nosotros, está al borde de la gloria y poder. Necesitamos ir a los hogares de ancianos pensando así. Estas personas están por entrar a la gloria y poder. Es muy importante que mantengamos en mente esta continuidad entre los poderes disminuidos de estos seres humanos y los poderes espectaculares que tendrán en la resurrección. Si perdemos ese sentido de continuidad, asumiremos que nos estamos volviendo menos humanos en lugar de estar al borde de ser gloriosamente sobrehumanos. Si surge la pregunta (puesto que mencioné la palabra cristiano), ¿qué pasa con el no creyente en un hogar de ancianos? La respuesta es que nunca debemos dejar de orar para que ellos también formen parte de ese destino glorioso. Eso es lo que podrían llegar a ser. Nosotros no somos Dios; no determinamos el destino de nadie. Consideramos a la gente en la tierra en oración, les hablamos, les damos testimonio con la esperanza de que reciban redención y gloria.

El misterio

Lo que nos lleva a una cosa más: el misterio de la individualidad ante la presencia de la demencia. La ciencia no puede responder la pregunta que se relaciona con el alma que Dios mismo creó en conexión con el cuerpo. La relación va más allá de la comprensión humana. Nadie conoce la conexión precisa entre la mente con demencia y la persona humana real dentro de ella. Justo antes de morir, mi abuelo estaba acurrucado como un feto, usaba pañales y parecía un cadáver. Estuvo casi sin comunicarse por semanas respirando con dificultad y muy lentamente. Pero cuando mi padre se inclinó a su lado y oró (casi a voz en cuello), mi abuelo, casi usando todo su cuerpo, exclamó un profundo, inconfundible y gutural amén cuando mi padre terminó. Eso fue lo último que le escuchamos decir después de no haberlo escuchado por muchas semanas. Nunca voy a asumir que un ser humano que aún respira no pueda ser alcanzado en lo más profundo de su ser. No lo sé, así que no lo asumiré.

No son accidentes

Lo último que tendría que decir es que la invasión de la demencia en la vida de aquellos que amamos es un regalo para nosotros, porque pone a prueba nuestro amor como nunca antes. Una de las manifestaciones de la demencia es que cada momento es real para la persona afectada, pero pierde la conexión con el momento. Cuando llevaba a mi padre, que ya estaba en sus últimos días, al funeral de su hermano (un hermano al que quería mucho) me preguntó dónde íbamos cada dos minutos en un trayecto de veinte minutos . Cada vez que me lo preguntaba, él realmente quería saber. Si él realmente estaba ahí conmigo, en ese momento tenía mucha curiosidad por saber adónde íbamos. La verdadera prueba y pregunta para mí fue: ¿podría yo, con paciencia y amabilidad, contestarle por décima vez la misma pregunta con la gracia y el interés con la que le contesté la primera vez, e interactuar con la persona que estaba allí conmigo en ese momento? Tales desafíos de amor no son un accidente. No son un accidente. Dios no me dio este desafío sin motivo alguno. Ese fue un regalo y una prueba dolorosa. Todos tendremos estas pruebas, así que llenémonos de gracia para cuidar de aquellos que están física y mentalmente demasiado débiles para cuidar de sí mismos. Las prioridades de Dios para ser eficientes en este mundo no son nuestras.
John Piper © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
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Seis peligros de los pódcast
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Seis peligros de los pódcast


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Ocasionalmente, en este pódcast hablamos sobre pódcast. En particular, hemos hablado sobre cuán peligroso puede ser este pódcast para ti si lo usas sin sabiduría. Un par de episodios se me vienen a la mente en este punto: «Seven Ways This Pódcast Will Kill Your Joy [Siete formas en que este pódcast matará tu gozo]»; después de él seguimos con uno llamado «When to Stop Listening to This Pódcast [Cuándo dejar de escuchar este pódcast]». Sin embargo, hoy hablaremos sobre los pódcast de manera más general al responder una pregunta que nos llega de un auditor llamado Joel. «Pastor John, gracias por este pódcast. Parece que los pódcast son más y más dominantes estos días. Específicamente, como cristiano, escucho los pódcast presentados por otros cristianos. A menudo, se repite y se recicla la misma información una y otra vez. Y mucha de esa información se enfoca en la desaparición de otra personalidad cristiana, denominación o escuela. Esto me apena y estoy preocupado. ¿Qué peligros ves tú en los cristianos que buscan pódcast cristianos para encontrar información, para aprender, para obtener “discernimiento” o simplemente para “entretenerse”?». Veo peligros en todas partes, pero eso no es algo único de los pódcast. Veo peligros en todas partes, porque el pecado está en todas partes; el diablo está en todas partes; el espíritu de este mundo está en todas partes. Por lo tanto, cuando apunto a los peligros de los pódcast, no es porque esté ciego a los peligros que hay en otras partes o al buen potencial que hay en los pódcast; después de todo, Ask Pastor John [Pregúntale al pastor John] es un pódcast, así que, ¡ay de mí si pretendo ser hipócrita al lanzar piedras! Creo que la lista de peligros puede extenderse por muchas páginas, porque, realmente, todo lo que tienes que hacer es leer el Nuevo Testamento y darte cuenta de que dondequiera que hablen los seres humanos, hay un gran potencial para el bien y el mal. Y hacemos bien de vez en cuando en reflexionar sobre cuáles son algunos de esos potenciales nocivos. Por tanto, de mis muchas páginas de peligros que podemos poner en la lista, permíteme solo mencionar seis en respuesta a la pregunta de Joel.
1. Faccionalizar
En 1 Corintios 1:12 dice: «[…] “Yo soy de Pablo”, otro: “yo de Apolos”, otro: “yo de Cefas”, y otro: “yo de Cristo”». A lo que Pablo dice: «¿Está dividido Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por ustedes? […] (1Co 1:13). Qué pregunta tan asombrosa: «¿Acaso fue Pablo crucificado por ustedes?». ¿De dónde vino eso? En otras palabras, es posible pensar y hablar de los maestros humanos, o presentadores de pódcast, de tal manera que en realidad das la impresión de que son importantes para ti, que ocupan un lugar en tu corazón, mente o boca, comparable con Aquel que fue crucificado por ti; crucificado. Los pódcast ofrecen una voz, un maestro, un comentarista, un crítico, un analista, un académico, un escritor, un cómico, un cascarrabias. Por lo tanto, existe el peligro de que estemos tan fascinados con lo que dicen o con cómo lo dicen, que elevemos sus voces en nuestras consciencias, nuestros afectos, nuestro enfoque y nuestra conversación al nivel donde de pronto releguemos a Jesucristo mismo a un segundo plano. Y despertamos dándonos cuenta de que Jesús ha sido desplazado como el supremo maestro, como el que marca el paso, como el que forma la opinión, como el que controla el pensamiento, como el creador de valor y como el dador de gozo en mi vida. Y cuando Jesús pasa a segundo plano en nuestras conversaciones, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, y los presentadores de pódcast forman el primer plano, casi sin duda damos pie al faccionalismo al afirmar cuál es nuestro favorito por sobre el favorito de otro, mientras marginamos a Jesús.
2. Despriorizar la Biblia
No solo tengo en mente los pódcast que no hacen ninguna afirmación de hablar bajo la autoridad de la Escritura. También tengo en mente los pódcast cristianos que (increíblemente) ponen escasa atención a textos bíblicos específicos. He escuchado un pódcast completo de media hora sobre doctrina bíblica que nunca citó un solo versículo de la Biblia, lo que significa que puedes saturar tu mente con discusiones éticas, teológicas, culturales o políticas que nunca hacen referencia a la Biblia mientras afirman ser bíblicos y, por tanto, forman el hábito de despriorizar la Biblia en tu vida. Esta es una de mis mayores preocupaciones con el cristianismo contemporáneo, tanto en el púlpito como en los pódcast: que se defienda la autoridad bíblica con palabras vacías mientras rara vez citan textos concretos y específicos, y que se muestre que lo que tú crees está realmente enraizado en esos textos específicos. Mientras más dure esto, menos autoridad práctica tendrá la Biblia, y le será más fácil a la próxima generación ignorarla. Así que, pregúntate cómo tus hábitos de escuchar pódcast están afectando la seriedad y el cuidado con el cual lidias con pasajes bíblicos.
3. Sucumbir ante la tiranía de lo urgente
Una encuesta que leí decía que tres cuartos de las personas que escuchan pódcast regularmente lo hacen con el fin de aprender cosas nuevas. Ahora, eso podría no ser algo malo si significa ganar nuevo conocimiento para una antigua verdad. No obstante, si significa un sentido de deseo inquieto por no perderse las últimas noticias, la última moda o el último chisme, entonces significa que estamos sucumbiendo ante la tiranía de lo urgente. Por supuesto, hay pódcast devotos al tratamiento cuidadoso, reflexivo y paciente de la verdad históricamente arraigada, probada en el tiempo y perennemente relevante, pero son contados. El peligro en el que estoy pensando es un tipo de inquietud mental que implora algo nuevo, algún nuevo estímulo, algún nuevo conocimiento de lo que está ocurriendo ahora, algún nuevo chisme, opinión o controversia jugoso y dulce o alguna nueva ola de discusión que está pasando y que no quieres perderte. Toda esta necesidad mental inquieta por algo nuevo es una señal de que el alma está perdiendo su centro y se está fragmentando; por lo tanto, es aún más vulnerable a la tiranía de lo nuevo y lo urgente.
4. Ser infectado con un tono de vida torcido
Por «tono de vida» quiero decir que tu mente, tu actitud y tu boca pueden tomar cierto ímpetu, modo, estilo o calidad emocional que podría tener un punto de apoyo en la Biblia, pero que está fuera de proporción cuando la comparamos con otras actitudes, modos y tonos en la Biblia. Esto ocurre más a menudo cuando tenemos una voz, una autoridad o entretenimientos favoritos que están torcidos en su comportamiento y por lo tanto representan, por ejemplo, un tono dominantemente cínico, maleducado, satírico, sarcástico, presumido o frívolo. O quizás podría estar torcido en la otra dirección de ternura, delicadeza y precaución; de ambigüedad y matiz evasivo; de indeterminación aplastada a medio camino. El punto es que podemos encerrarnos en un cierto tipo de tono o estado de ánimo desproporcionado o tratar de lidiar con el mundo y fallar en darnos cuenta de que la enorme serie de profundidad y diversidad emocional representada en la madurez y en la sabiduría bíblica se ha perdido; se perdió. Por lo tanto, evalúa las voces de tus pódcast: ¿tus favoritos son evidentemente limitados? ¿Han perdido los estados de ánimo, tonos, sentimientos y emociones bíblicas que dan lugar a un alma madura y saludable?
5. Elevar asuntos públicos por sobre la santidad personal
Por supuesto, no hay duda de que las implicaciones de la enseñanza bíblica tienen una influencia en la vida pública y en los asuntos políticos. Sin embargo, cuando lees el Nuevo Testamento, lo que encuentras es un énfasis abrumador en la santidad personal. «Porque escrito está: Sean santos, porque yo soy santo» (1P 1:16, citando a Lv 11:44-45; 19:2; 20:7). De esta manera es cómo usamos nuestras lenguas respecto a otros; cómo lidiamos con las relaciones personales en amor; cómo soportamos el dolor; cómo hacemos la guerra a la tentación sexual; cómo permanecemos fieles y amorosos en nuestros matrimonios y en otros compromisos; cómo damos en integridad y cumplimos nuestra palabra, y cómo hacemos todo en el nombre de Jesús y para la gloria de Jesús en los niveles más prácticos de la vida. Ese es el enfoque abrumador del Nuevo Testamento. He visto, en mis cincuenta años de vida adulta, cómo la supuesta virtud pública y el establecer una postura pública puede ocultar mucha corrupción y falta de santidad privada. A las personas les gusta pensar que han conquistado el alto terreno moral en público, pero, de hecho, sus fundamentos se están derrumbando. Por lo tanto, mantente atento a que, en tu uso de los pódcast, no te encuentres reflexionando interminablemente sobre asuntos públicos mientras pierdes batalla tras batalla en el nivel de la santidad e integridad personal.
6. Reemplazar el cara a cara con lo digital
Para concluir, solo mencionaré brevemente el peligro de reemplazar la discusión cara a cara con información digital. Es fácil caer en un mundo de información y fascinación digitales que es tan convincente. Despertamos y nos damos cuenta de que no hacemos ningún esfuerzo para juntarnos con cualquier persona real para tener discusiones cara a cara y concesiones mutuas intelectuales y emocionales. Eso ya no está. Es una gran pérdida. Así que, gracias, Joel, por la pregunta. Estas son mis principales preocupaciones. Hay muchas más. Que el Señor te dé discernimiento. Podría ser que incluso debas reemplazar en tu vida este pódcast, Ask Pastor John, con algunas juntas presenciales con personas de carne y hueso en torno a la Biblia.
John Piper © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿El estrés me hace más santa o más pecadora?
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¿El estrés me hace más santa o más pecadora?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
¿Las presiones en mi vida me hacen más santo o más impío? ¿Cómo puedo saberlo? Esta es una excelente pregunta. Muchos de nuestros correos electrónicos nos llegan de cristianos que están sintiendo mayor presión en sus vidas. Este es el caso en el correo de hoy que envió una joven mamá llamada Victoria, quien está enfrentando los desafíos de criar a sus hijos pequeños. «Hola, pastor John» —nos escribe—, «desde que soy mamá, me he encontrado batallando con el pecado como nunca antes. Pareciera como si de la nada surgieran en mí nuevos pecados con los que no recuerdo haber luchado antes, especialmente en esta época en que estoy criando a un niño de dos años y otro recién nacido. Mi deseo es ser una esposa y una mamá para la gloria de Dios, pero siento que nunca he estado más lejos de esa meta. ¿Estas nuevas presiones de la maternidad me santifican o me hacen más impía? ¿Cómo puedo saber la diferencia? A menudo siento que me hacen más impía». Esta es una pregunta tremendamente importante, porque apunta a una realidad de la santificación que con frecuencia se pasa por alto; específicamente, el orgullo y las variadas formas de ese pecado que pueden estar latentes sin ser vistas en el cristiano que ha sido perdonado, en quien mora el Espíritu, y que a menudo le dan la impresión a él y a los demás que son más santos de lo que realmente son.  La imagen que tengo de los cristianos en esta condición es la de un vaso con agua. Mientras el vaso está quieto, posado en una mesa, el sedimento del orgullo y de otros pecados pueden pasar inadvertidos en el fondo del vaso. Por consiguiente, el agua se ve clara y más limpia de lo que realmente está. Sin embargo, si golpeas el vaso —ese golpe puede corresponder, por ejemplo, a las presiones de la maternidad— el sedimento del orgullo y del pecado se levanta, y se manifiesta en actitudes, palabras y acciones que dejan en evidencia que el vaso con agua no estaba tan limpio como pensábamos. Hay más pecado de lo que creíamos. Esa es una realidad muy importante que todo cristiano debe aceptar. Y esta pregunta nos obliga a hacerlo, a todos, no solo a las mamás. Por eso me alegra tanto esta pregunta, aunque sea doloroso para nosotros hablar de esto, porque, al menos a mí, no me gusta cuando las circunstancias golpean mi vaso y hacen que salga lo peor de mí.  Permíteme exponer brevemente siete observaciones bíblicas que son la base para entender la santificación y cómo deberíamos responder a ella.
1. Dios purifica a su pueblo a través de las pruebas
En primer lugar, Dios nos enseña en su Palabra que las presiones de la maternidad, del pastoreo o de cualquier otra clase de problema o presión, pequeña o grande, están diseñadas por Dios para purificar a su pueblo. 

[...] a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele (1 Pedro‬ 1:6-7, [NVI]).

Las presiones de la maternidad son como un fuego diseñado para refinar el oro de la fe de la mamá, no para consumirla. 

[...] [Dios] nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad.

Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, después les da fruto apacible de justicia (Hebreos 12:10-11).  Ese es el objetivo de todas las circunstancias de dolor o presión en la vida cristiana: el fruto apacible de la justicia, el oro de la piedad refinada.
2. Las pruebas hacen que algunos se aparten
Las tribulaciones y las presiones hacen que algunos cristianos se alejen de la fe para siempre. Jesús dijo en la parábola del sembrador:

Y aquel en quien se sembró la semilla en pedregales, este es el que oye la palabra y enseguida la recibe con gozo; pero no tiene raíz profunda en sí mismo, sino que solo es temporal, y cuando por causa de la palabra viene la aflicción o la persecución [el vaso es golpeado], enseguida se aparta de ella (Mateo‬ 13:20-21‬). ‬‬

3. Dios guarda a todo cristiano
Dios no permitirá que sus hijos, sus elegidos, se aparten. Él no permitirá que seamos tentados más allá de la gracia que nos da para resistir (1Co 10:13). O como dice en 1 Corintios 1:8-9: «Él también los confirmará hasta el fin, para que sean irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por medio de quien fueron llamados a la comunión de Su Hijo».  O en Romanos 8:30: «A los que predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los que justificó, a esos también glorificó». Si Él te llamó, Él te guardará.
4. Puede que no seamos tan piadosos como pensamos
La historia de Job muestra que algunas de las personas más piadosas tienen orgullo latente en sus corazones, que será revelado por algunas presiones y problemas. El libro de Job comienza así: «Hubo un hombre en la tierra de Uz llamado Job. Aquel hombre era intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal» (Job‬ 1:1‬).  Por tanto, Job era realmente un hombre bueno, piadoso y fiel. Él no vivió de una manera que trajera alguna acusación sobre sus acciones. Sin embargo, luego llegaron las pruebas. Al comienzo, la respuesta de Job fue tan buena como esperaríamos. Con sumisión, humildad y confianza declaró: «El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor» (Job‬ 1:21‬). Pero posteriormente las pruebas fueron más difíciles de soportar y, entonces, se enojó con Dios. Dijo cosas como: «¿Por qué [...] me consideras tu enemigo?» (Job 13:24). Dios no era enemigo de Job. No lo era. Este hermoso vaso con agua ahora se volvió turbio. Job no era perfecto.  Y el resultado de que el vaso con agua de Job se volviera turbio con orgullo e ira hacia Dios fue este: «He sabido de ti solo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto, Y me arrepiento en polvo y ceniza» (Job‬ 42:5-6‬). Este es el arrepentimiento que se produce cuando el vaso es golpeado y el sedimento que nadie había visto se levanta.
5. Dios expone el orgullo para conducirnos al arrepentimiento
Eso nos lleva a la quinta observación: Dios expone el remanente del orgullo y del pecado en nuestras vidas para que hagamos lo que Job hizo: mirarnos a nosotros mismos con mayor claridad y arrepentirnos más profundamente. 
6. Nuestra santificación puede parecer lenta
Esto significa que el proceso de santificación a menudo se siente como si estuviéramos retrocediendo. A esto es lo que apunta la pregunta. Job empezó muy bien en los dos primeros capítulos, pero posteriormente no le fue tan bien. Realmente retrocedió, al menos temporalmente. Parecía que Job se estaba volviendo más impío. Entonces, ¿cuál es la respuesta a la pregunta de Victoria? Hasta donde ella puede ver, Victoria dice que las presiones de la maternidad hacen que más pecado salga de ella.  Entonces, ¿se está volviendo más santa con estas presiones o más impía? Lo que hemos visto es que ella está de pie en una bifurcación del camino. ¿Las presiones y los problemas la convertirán en esa tercera semilla que se aparta de Cristo y probará que nunca fue cristiana en primer lugar? ¿O será igual que Job al final y se arrepentirá?
7. Lucha como una hija perdonada de Dios
Mi último punto, mi séptima observación, es una exhortación: deja que tus presiones y problemas, y el aparente aumento del pecado que realmente estaba en ti todo el tiempo, hagan más dulce la gracia de Dios; hagan tu corazón más humilde y tu arrepentimiento más profundo; hagan que tu lucha contra el pecado sea mayor al combatir como una hija perdonada de Dios.
John Piper © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto.
 
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La oración más grande del mundo
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La oración más grande del mundo

Es jueves, la noche anterior a la crucifixión de Jesús. Esta noche está llena de enseñanza (Jn 13-17): impactante por el lavado de pies realizado por el más grandioso para los de menos importancia (Jn 13:3-20); trascendental con la institución de la Cena del Señor (Mt 26:20-30; Mr 14:17-26; Lc 22:14-20), y crucial con la partida de Judas (Jn 13:30). Jesús y los once se han ido al jardín de Getsemaní (Jn 18:1; Mr 14:32). Es aquí donde Jesús ora la oración más grande del mundo. Lo que pendía de un hilo era la gloria de la gracia de Dios y la salvación del mundo. El éxito de la misión de Jesús en la tierra dependía de su oración y de la respuesta que recibiría. Oró con reverencia y su ruego fue concedido. La pregunta que me gustaría responder es la siguiente: ¿cómo se relaciona Hebreos 5:7 con la oración en Getsemaní? Hebreos 5:7 dice: «Cristo, en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente». Fue oído. Obtuvo su petición. ¿A qué se refiere esto en la vida de Jesús?

Gran clamor en el jardín

Nada en la experiencia de Jesús se acerca más a esta descripción que sus oraciones en Getsemaní. «Cristo [...] habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas» corresponde emocionalmente a Lucas 22:44: «Y estando en agonía, [Jesús] oraba con mucho fervor; y su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra». «Gran clamor y lágrimas» es la descripción de la «agonía» de Jesús. ¿Cuál fue el contenido de las «oraciones y súplicas» de Jesús en Hebreos 5:7? Si suponemos que el contenido fue «aparta de mí esta copa» (Mr 14:36); entonces, ¿qué significa que «fue oído a causa de su temor reverente» (Heb 5:7)? Hebreos enseña que, precisamente debido a su «temor reverente», Jesús «fue oído», es decir, recibió su petición. Pero la copa no fue apartada. Jesús sufrió el dolor físico y la ira divina en su totalidad. Entonces, ¿en qué sentido Jesús «fue oído a causa de su temor reverente»?

Su primera oración y la ayuda del ángel

Tanto Mateo como Marcos describen a Jesús orando tres veces separadas, y volviendo cada vez donde Pedro, Santiago y Juan a quienes encuentra dormidos. Por otro lado, Lucas nos da una sola descripción resumida de las oraciones de Jesús, pero incluye un detalle que sugiere una respuesta a nuestra pregunta, concretamente, la visita del ángel.

Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y poniéndose de rodillas, oraba, diciendo: «Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». Entonces se apareció un ángel del cielo, que lo fortalecía. Y estando en agonía, oraba con mucho fervor; y su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra (Lucas 22:41-44).

Antes de que el ángel viniera a fortalecerlo, Jesús oró para que la copa fuera apartada (Lc 22:42). Luego vino el ángel «que lo fortalecía». ¿Lo fortalecía para qué? Probablemente, para que pudiera llevar a cabo lo que había venido hacer. Dicho de otra manera, el ángel fue la respuesta de Dios a la primera oración de Jesús. El ángel le lleva el mensaje de Dios diciendo que no hay otra manera, pero yo te ayudaré. No abandones tu misión ahora, a pesar de su temible perspectiva. Yo te ayudaré. Este es mi ángel que te fortalecerá. Entonces, la pregunta es la siguiente: ¿cuál fue el contenido de las oraciones que siguieron? Lucas 22:44 dice: «Y estando en agonía, oraba con mucho fervor». ¿Significa esto que continuó diciendo «aparta de mí esta copa» aún con más fervor? Esa suposición no sería digna de Jesús. Entonces, ¿qué oraba? Y ¿es esta oración diferente a la que Hebreos dice que «fue oíd[a] a causa de su temor reverente»?

Jesús ora por segunda vez

Según Mateo, cuando Jesús se apartó de nuevo una segunda vez para orar, no pronunció las mismas palabras que la primera vez. En el primer momento, dijo: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa» (Mt 26:39). La segunda vez, dijo: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad» (Mt 26:42). ¿No deberíamos suponer que el ángel vino a Jesús la primera vez que oró, y le hizo evidente que, de hecho, no era posible que la copa se apartara de Él, pero que Dios lo ayudaría a beberla? Por eso es que, en su segunda oración, Jesús no pide que pase de Él la copa, sino que pide que se haga la voluntad de Dios dada la revelación de que la copa no será apartada: «Si esta copa no puede pasar sin que Yo la beba [lo que la venida del ángel me ha dejado en claro], hágase tu voluntad» [énfasis del autor]. Cuando Marcos dice en la segunda oración de Jesús que: «Él se fue otra vez y oró, diciendo las mismas palabras» (Mr 14:39 [énfasis del autor]), no contradice lo señalado, como si solo las mismas palabras hubieran sido pronunciadas las tres veces. «Las mismas palabras» pueden referirse simplemente a «hágase tu voluntad», lo que Jesús verdaderamente oró cada vez. Si vamos por buen camino, entonces el contenido de las súplicas de Jesús después de que viniera el ángel no fue igual al anterior. No continúo orando «deja que pase de mí esta copa». Lo que dice es que «estando en agonía, oraba con mucho fervor» (Lc 22:44). Si no oraba fervientemente que la copa fuera apartada, entonces ¿por qué cosa estaba orando?

Su mayor acto de obediencia

Hebreos 5:7 dice: «Cristo, en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente» [énfasis del autor]. Si «librar de la muerte» no significa «aparta de mí esta copa», entonces ¿qué significa? Porque su petición fue ciertamente oída y recibida. Jonathan Edwards responde:

Este era el más grande acto de obediencia que Cristo debía completar. Él ora por fortaleza y ayuda, que su pobre y frágil naturaleza humana fuera apoyada, que no fallara en esta gran prueba, que no fuera hundido y tragado, y su fuerza fuera sobrepasada que no pudiera soportar, y terminara su tarea.

[...] Temía que su pobre y frágil fuerza fuera sobrepasada, y de que fallara en esa gran prueba, que fuera tragado por esa muerte por la que tenía que morir, y así no ser salvado de la muerte; y por eso ofreció gran clamor y lágrimas a Aquel que podía fortalecerlo, y apoyarlo, y salvarlo de la muerte, que la muerte que iba a sufrir no sobrepasara su amor y obediencia, pero que Él pudiera sobrepasar esa muerte, y ser salvado de ella (La agonía de Cristo).

Jesús no siguió orando para que la copa fuera apartada. Continuó pidiendo que triunfara en beberla. Cuando Pablo habla sobre la resurrección de Jesús: «Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo» (Fil 2:9, [énfasis del autor]), el «por lo cual» se refiere a su obediencia inquebrantable hasta la muerte: «Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual […]» (Fil 2:8). Dios salvó a Jesús de la muerte porque fue obediente. Sus oraciones fueron contestadas.

La respuesta del Padre

Si Jesús no hubiera sido obediente hasta la muerte, Él hubiera sido tragado por ella para siempre y no habría resurrección ni salvación ni un mundo venidero lleno de la gloria de la gracia y de hijos de Dios. Jesús oró «al que podía librar de la muerte» para que lo librara de una muerte que no triunfara en su misión salvífica. «Fue oído a causa de su temor reverente». Dios sí lo salvó de la amenaza que esa muerte representaba a su obediencia. Jesús sí triunfó. Hay salvación para todo aquel que cree, y habrá un mundo nuevo lleno de la gloria de la gracia y de hijos de Dios. Todo eso se debe a la oración más grande del mundo. Toda esperanza del Evangelio triunfa gracias al fervor reverente en oración de Jesús y a la respuesta del Padre. «Y estando en agonía, oraba con mucho fervor […] y fue oído a causa de su temor reverente» (Lc 22:44; Heb 5:7). Es evidente que, para cuando Jesús terminó de orar en Getsemaní, el Padre ya había dejado en claro que no había otro camino que no fuera la cruz, pero también que triunfaría. El Cordero recibiría su recompensa por su sufrimiento. «Él verá a su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor en su mano prosperará. Debido a la angustia de su alma, Él lo verá y quedará satisfecho» (Is 53:10-11). Sin dudas es por eso que Hebreos 12:2 dice: «Por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz». Detrás del horror de la agonía presente estaba el sabor del gozo futuro. El ángel había venido a fortalecerlo aclarando, confirmando y conectando el gozo venidero.
John Piper © 2014 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
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Cinco maneras en que los pastores fallan
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Cinco maneras en que los pastores fallan


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Hoy en día, Dios nos ha bendecido con un sinnúmero de hombres fieles que lideran bien a sus iglesias. Alabamos a Dios por cada hombre que guarda cuidadosamente su vida y su doctrina por el bien de su propia alma y las de aquellos que le han sido confiadas (1Ti 4:16). Puede que estos hombres fieles pasen desapercibidos para el mundo, e incluso, puede que aquellos a quienes sirven no les agradezcan su trabajo lo suficiente. No obstante, nosotros damos gracias a Dios por ustedes. Muchos de ustedes escuchan este pódcast.  Sin embargo, uno de los temas más dolorosos que aparece en nuestro buzón de entrada son las consecuencias que tienen los pecados de pastores infieles. Los pastores les pueden fallar a sus congregaciones cuando descuidan sus vidas y su doctrina. Estas situaciones son trágicas, muy dolorosas y, a menudo, devastadoras. Las desgarradoras historias que nos llegan así lo confirman. Ninguna iglesia es inmune. Las transgresiones ocurren en las megaiglesias y en las pequeñas iglesias rurales. Fueron un problema lo suficientemente grande entre los sacerdotes del Antiguo Testamento como para producir las severas advertencias que leemos en los profetas. De hecho, Dios reservó parte del lenguaje más duro en la Biblia para los sacerdotes que fallaron moralmente como lo veremos hoy en Malaquías 2:1-9. Este texto aún sigue siendo relevante para los pastores de hoy, tal como lo explicó el pastor John en un sermón, aproximadamente 34 años atrás[1], en 1987. Los dejo ahora con el pastor John.  Ya observamos anteriormente en Malaquías 2:7 que realizar sacrificios no era la única tarea de los sacerdotes: «Los labios del sacerdote deben guardar la sabiduría, y los hombres deben buscar la instrucción de su boca, porque él es el mensajero del Señor de los ejércitos». En otras palabras, los sacerdotes eran maestros y no solo los encargados de llevar a cabo los sacrificios, y por eso es que el texto es relevante hoy en día; está dirigido a los ministros de la Palabra, y muestra que pueden fallar triste y dolorosamente, pero también pueden tener un éxito glorioso. De eso habla este texto aún tan relevante hoy porque encontramos esta realidad de fracasos y éxitos  ministeriales en todo nuestro alrededor.

Mayor severidad

La última vez concluí con un resumen general y me referí brevemente al tema con el que esta mañana quiero empezar, concretamente, una lista de dichas fallas; y posteriormente examinaré el éxito en el ministerio. Déjenme darles un resumen nuevamente. Los versículos 2, 8 y 9 señalan cinco fallas en el ministerio sacerdotal, cinco fallas pastorales. Los versículos 5, 6 y 7 describen el éxito en el ministerio de la Palabra, tal como se supone que debería ser. Pero lo que no mencioné la semana pasada fueron las advertencias contra los sacerdotes, los pastores, para hacer cumplir las instrucciones dadas en los versículos 5-7 y para redimirlos y mejorar su conducta con respecto a sus fallas. Encontramos esas advertencias en los versículos 2, 3 y 9. Creo que este sería un buen lugar para empezar. Comencemos, entonces, con las advertencias que principalmente se dan aquí, no por las advertencias en sí, sino para despertar a estos sacerdotes que estaban fallando, rescatarlos de la destrucción y conducirlos al éxito. Antes de examinarlas en detalle, me gustaría referirme a la lección que aprendo de estas advertencias: los pastores, los ministros de la Palabra, no estarán exentos de ser juzgados en el juicio final. Se me ocurrió esta semana, mientras reflexionaba en esto, que cuando yo esté de pie ante Cristo en el último día, cada uno de estos sermones será puesto sobre la mesa delante del juez, y luego Romanos 2:21 será leído en la corte: «Tú, pues, que enseñas a otros, ¿no te enseñas a ti mismo?». Piensen muy bien antes de envidiar a sus pastores en el último día. Santiago dice: «Hermanos míos, que no se hagan maestros muchos de ustedes, sabiendo que recibiremos un juicio más severo» (Stgo 3:1).

Cuatro advertencias sacerdotales

Leamos ahora estas advertencias en los versículos 2-3 y luego continuaré en el versículo 9.

«Si no escuchan, y si no deciden de corazón dar honor a mi nombre», dice el Señor de los ejércitos, «enviaré sobre ustedes maldición, y maldeciré sus bendiciones; y en verdad, ya las he maldecido, porque no lo han decidido de corazón. Yo reprenderé a su descendencia, y les echaré estiércol a la cara, el estiércol de sus fiestas, y serán llevados con él […] “Por eso Yo también los he hecho despreciables y viles ante todo el pueblo, así como ustedes no han guardado mis caminos y hacen acepción de personas al aplicar la ley”»

Hay cuatro advertencias en esos tres versículos. 1. «Enviaré sobre ustedes maldición» (v. 2). 2. «Maldeciré sus bendiciones», creo que esto se refiere a las palabras que hablan, destinadas a ser la bendición del pueblo, las transformaré en plaga sobre él (v. 2). 3. «Reprenderé a su descendencia», o quizás «sus cultivos» porque en hebreo la palabra para «descendencia» también podría ser usada para «semilla». En otras palabras, la maldición se extenderá mucho más allá de ustedes, ya sea a sus hijos o a su tierra. 4. Les echaré el estiércol de estas ovejas maltrechas, con patas quebradas y ciegas a la cara. O como el versículo 9 explica: «Los he hecho despreciables y viles ante todo el pueblo». ¿Por qué está Dios tan enojado? ¿Se dan cuenta de que está enojado, no es cierto? Porque cuando hablamos de echar estiércol a la cara de alguien, no estamos tratando desapasionadamente con una desobediencia menor; estamos al borde de la ira. Nada es más horrible que imaginar la belleza de la santidad volviéndose ira omnipotente en nuestra contra, y eso es exactamente lo que les está pasando a los pastores de Israel en estos versículos.

Cinco fallas sacerdotales

Dios está enojado por estas cinco fallas. Examinémoslas. 1. No escuchar a Dios o dejar de escucharlo: «Si no escuchan […]» (v. 2). Es una falta porque no se puede proclamar lo que no puedes oír. 2. No tener un corazón para la gloria de Dios: «“Si no deciden de corazón dar honor a mi nombre”, dice el Señor de los ejércitos […]» (v. 2). Y esa es la raíz del problema, hermanos y hermanas. A medida que avancemos esta mañana hacia los éxitos pastorales, veremos claramente que esa es la raíz del problema. Un pastor que no da de corazón honor a la gloria de Dios es un fracaso, no importa cuán llena esté su iglesia o cuán extenso sea su ministerio. 3. Se han desviado de los caminos de Dios y sus vidas no están en armonía con sus enseñanzas. Miremos la primera línea del versículo 8: «Ustedes se han desviado del camino». Ahora volvamos a mirar el versículo 9: «Yo también los he hecho despreciables y viles ante todo el pueblo, así como ustedes no han guardado mis caminos». La tercera falla, entonces, es no practicar lo que predican. Sus vidas están enfocadas en el mundo. No están caminando con Dios. Dicen una cosa, pero hacen otra. 4. Muestran parcialidad en su enseñanza. El versículo 9 dice: «Ustedes no han guardado mis caminos y hacen acepción de personas al aplicar la ley». ¿Qué significa eso? Significa que estaban haciendo con la Palabra de Dios lo mismo que hicieron con los sacrificios de Dios. ¿Recuerdan qué era eso? Le ofrecieron a Dios ovejas maltrechas, con patas quebradas o ciegas para quedarse ellos con el máximo de dinero en sus bolsillos. Si no las puedes vender, dáselas a Dios y llena tus bolsillos. Y eso es exactamente lo que estaban haciendo con la enseñanza. Era precisamente lo que les enseñaban a sus congregaciones para que sus bolsillos estuvieran llenos. Actúan para su audiencia. Le decían a Daddy Warbucks lo que quería escuchar[2]. Dicen: «“Paz, paz”, pero no hay paz» (Jer 6:14; 8:11). Hacen lo que Miqueas 3:11 describe: «Sus jefes [los de Jerusalén] juzgan por soborno, sus sacerdotes enseñan por precio, sus profetas adivinan por dinero». Cuando la gloria de Dios ya no satisface el corazón de un predicador, él puede hacer dos cosas: retirarse del ministerio o quedarse a predicar por dinero. Sería mejor que se retirara. 5. El resultado de todo esto lo tenemos en la mitad del versículo 8: «Han hecho tropezar a muchos». Déjenme hacerles una pregunta: ¿creen ustedes que los pecados de los pastores, de los líderes cristianos, son más graves que el de los demás? Yo sí. Pero no porque un pecado sea de una naturaleza o calidad diferentes en sí, sino porque el pecado de los líderes cristianos se agrava por el hecho de que el peso de la responsabilidad pública debería impedirlo, pero no fue así. No sé si ya han revisado la edición de Christianity Today[3] de esta semana. Está disponible en nuestra biblioteca; se las recomiendo. Encontrarán dos o tres artículos sobre los pecados de los líderes cristianos y cómo ellos pueden (o no) ser restaurados. También hay un artículo corto de David Neff, editor asociado. Esto es lo que él dice:

El líder que coquetea con mujeres rompe la confianza que una extensa comunidad ha puesto en él: confianza en su visión, su integridad, su sabiduría y veracidad. Y la esencia del liderazgo descansa en esa confianza. Por eso, un líder que rompa la confianza de manera fundamental y pública, deja de serlo inmediatamente («Are All Sins Created Equal?»  [«¿Son todos los pecados creados iguales?»])[4].

Y yo creo que Neff tiene razón.

Dios aborrece la hipocresía ministerial

Tengo muchos deseos de referirme al éxito del ministerio pastoral, pero antes quisiera aplicar lo que he dicho hasta ahora a aquellos de ustedes que están aquí hoy día y que han sido víctimas de las fallas sacerdotales. Tengo en mente a esas personas que han visto en ministros de la Palabra la suficiente hipocresía, oportunismo, inconsistencia, mundanalidad, debilidad, codicia, cobardía, mezquindad, dureza e insensibilidad como para poner un gran signo de interrogación a toda la misión cristiana. Quizás han construido un muro en sus almas, en sus corazones, que no deja pasar nada que proceda del mundo cristiano porque simplemente no están seguros de querer seguir teniendo que ver con toda esa confusión. Hay un mensaje de aliento en este texto para este tipo de personas aquí presentes esta mañana, y me gustaría parafrasearlo lo mejor que pueda. Déjenme hacerlo porque es lo que creo que Dios les está diciendo a aquellos que han sido víctimas de fallas sacerdotales. Esto es lo que Él dice:

Aborrezco la hipocresía ministerial diez mil veces más que ustedes, y voy a echar estiércol en el rostro de estos hipócritas ministeriales; a esos que han abandonado mi gloria, que se han desviado de mis caminos, que enseñan por remuneración  y hacen tropezar a muchos. «Mía es la venganza, yo pagaré» (Heb 10:30). No la lleven más; es mía y yo ejerceré una venganza infinitamente más grande de lo que ustedes se pueden imaginar en sus pequeños momentos de venganza.

Sería una enorme tragedia si esta mañana alguien se desviara de la gloria —la gloria intachable— de Jesucristo, Rey de reyes, debido a la conducta o falla hipócrita de uno de sus mensajeros cuando Dios mismo le echará estiércol a su cara, porque Él los ama y aborrece cuando su gloria es profanada. ¿No sería una trágica ironía si dejaran que ese hipócrita los arrastrara junto con él al infierno? No dejen que eso pase. No dejen que Satanás use sus ministros del mundo de capas luminosas para arrastrarlos al infierno junto a ellos. Eso es lo que Dios les dice en este texto a las víctimas de las fallas sacerdotales.
John Piper © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto

[1] N. del T.: este artículo fue publicado el 2021.

[2] N. del T.: Personaje ficticio de la tira cómica Little Orphan Annie.

[3] N. del T.: Christianity Today es una revista cristiana evangélica fundada en 1956 por Billy Graham y publicada mensualmente.

[4] N. de. T.: traducción propia.

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No necesitas más amor propio


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Después de un cuarto de siglo de servir en la Iglesia Bautista Bethlehem, el pastor John miró hacia atrás y reflexionó sobre una tendencia muy preocupante en el cristianismo que él mismo siguió. Era la tendencia de la autoestima y del amor propio, y que fue tan importante en las décadas de los setenta y ochenta. Se decía que la autoestima era la clave para el amor cristiano: ámate más a ti mismo para ser capaz de amar a los demás con mayor eficacia. Sin embargo, ese modelo fue una distorsión. Lo que la Biblia les exige a los cristianos es, en realidad, mucho más radical que la autoestima. Es más radical porque la Biblia no nos llama a amarnos más a nosotros mismos, sino a amar a los demás con el mismo fervor y celo con el que ya nos amamos a nosotros mismos. Este llamado más radical a amar es tan grande y exigente que el pastor John será muy franco en decir que esta revelación es totalmente «devastadora», porque hace que el cristianismo sea realmente «una religión imposible». Los dejo ahora con el pastor John, quien explicará uno de sus sermones del 2005 ¿Cómo se relaciona la deuda de amor que tenemos hacia los demás con el amor propio? Romanos 13:9 es una cita de Levítico 19:18. Jesús la citó; Santiago la citó; Pablo la citó. Esta es la ley real del amor: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Mi pregunta es: ¿qué significa «amarás como te amas a ti mismo»; «como a ti mismo»? He estado aquí por 25 años. Acabamos de celebrar eso el miércoles por la noche. Recuerdo que en los seis años que estuve en Bethel antes de llegar aquí, este tema se encontraba entre las preocupaciones más dominantes de mi vida desde 1974 hasta 1989. ¿Qué significa «como a ti mismo»? Destaco este pequeño hecho histórico solo porque o estoy escondiendo mi cabeza bajo el ala o las cosas han cambiado un poco. Hoy no escucho hablar tanto sobre el tan errado esquema psicológico que se desarrolló alrededor de este versículo hace veinte o treinta años. No obstante, les voy a contar lo que es en caso de que tenga mi cabeza esté bajo el ala, y por si tú has mordido el anzuelo. Intentaré librarte del anzuelo ahora mismo.

El evangelio de la autoestima

Durante muchos años, los cristianos escribieron artículos y libros en los que afirmaban que este mandamiento significa que la razón por la cual no amamos a nuestro prójimo es porque no hemos aprendido a amarnos a nosotros mismos lo suficiente y, por lo tanto, la tarea de la consejería, la educación, la crianza de los padres y la predicación es ayudar a la gente a amarse más a sí misma para que tenga los recursos para amar a los demás. Y en ese pequeño esquema, el amor propio siempre significó autoestima. En consecuencia, el evangelio universal que soluciona todos los problemas de los hijos y de los matrimonios, así como los conflictos de negocios, es la falta de autoestima y, por tanto, la tarea de todos los consejeros, los predicadores, los padres y los educadores es desarrollar una mayor autoestima en la vida de estos pequeños y en la de los trabajadores; entonces, las cosas irán mejor, porque a medida que se amen a sí mismos, derramarán amor a otros. Ese era el esquema, pero malinterpretaba desmedidamente el punto principal de varias maneras. En primer lugar, este mandamiento bíblico supone que todos nos amamos a nosotros mismos y no necesitamos en lo absoluto que se nos enseñe cómo hacerlo. Es una presuposición. Cada persona en este salón, sin excepción, tiene un tremendo amorío con sí misma. No necesita que se le enseñe. En segundo lugar, no tiene nada que ver con la autoestima. El amor que sientes por ti mismo es simplemente tu deseo de ser feliz y de hacer lo que sea necesario para que tu vida sea como la quieres. Él no dice que primero debes aprender a estimarte a ti mismo, y luego, debido a esa rica apreciación de tus cualidades, ahora eres libre para amar a otros —lo que, entonces, te ayudaría supuestamente a apreciar cuán maravillosos son los demás—.

Todos quieren ser felices

No era así como Pablo pensaba. Las palabras no son un mandamiento para amarte a ti mismo; son una suposición: ama a tu prójimo como ya te amas a ti mismo, y eso es todo. Miremos este ejemplo en Efesios 5 donde Pablo habla de los maridos y sus esposas. Él toma el mandamiento de amar a tu prójimo y lo aplica a los esposos y a las esposas. ¿Cómo ama un marido a su esposa bajo este mandato? Así: «Los maridos deben amar a sus esposas como aman a sus cuerpos. Aquel que ama a su esposa, se ama a sí mismo». Luego agrega esta afirmación increíblemente crucial en el versículo 29: «Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así como también Cristo a la iglesia» (Ef 5:28-29). Nunca nadie se ha aborrecido a sí mismo; por el contrario, nos sustentamos y cuidamos. Todos, sin excepción, se aman a sí mismos, ya sea que su autoestima sea alta o baja.
  • Todos queremos tener alimentos para comer y haremos lo que sea necesario para conseguirlos cuando tengamos hambre.
  • Todos queremos beber para no morir de sed y haremos casi cualquier cosa para encontrar algo que beber cuando tengamos sed.
  • Todos queremos evitar las heridas y la muerte, y haremos lo que sea necesario para no cruzarnos delante de un tren ni de un camión ni ingerir veneno ni acabar muerto de alguna otra manera.
Amamos mucho nuestra vida y salud. Y si alguien pone alguna objeción como, por ejemplo: «¿pero qué hay de los masoquistas y de las víctimas de suicidios? ¿Se considera la excepción? Porque ellos no se tratan muy bien a sí mismos, ¿no?» La respuesta es que los masoquistas y las víctimas de suicidios no son la excepción a esta regla. Un masoquista es una persona que, por razones muy tristes y enfermizas, encuentra placer en hacerse daño a sí misma o en buscar el cuidado de los médicos. He conversado con gente que se autolesiona. Le pregunté a una joven con la que trabajábamos: «¿por qué te cortas?» (tenía grandes laceraciones en su estómago) y respondió: «Es la única vez que alguien me toca». Ella quería que la tocaran. Se amaba a sí misma enormemente . «Tóquenme. Tóquenme, doctores». Lo mismo sucede con el suicidio. La única razón por la cual la gente comete suicidio es porque su vida se ha vuelto tan dolorosa que ya no pueden soportarlo más y quieren escapar. Ya no quieren más dolor, y eso es amor propio. «Ya no quiero más este dolor». A todos nos gusta ser elogiados y, aparte de la gracia, todos decimos y hacemos sutilmente cosas para ser apreciados, para ser elogiados. Se necesita una enorme obra de la gracia divina para liberarnos de ese ídolo. Amamos el elogio de los hombres. Todos tenemos amor propio. Jesús no lo manda, lo asume.

Busca el bien de los demás

Ahora, muchas personas piensan que sería muy radical si Jesús dijera: «dejen de amarse a sí mismos de esta forma y cumplan con el deber de amar al prójimo. Dejen de tener esos anhelos tan intensos por su propia felicidad y bienestar. Deténganlos, mátenlos, crucifíquenlos, mueran a eso y comiencen a hacer aquello que no fluye del deseo de su propia felicidad y sean obedientes en amar». Algunos dirían que eso es realmente radical, y supongo que lo sería. Sin embargo, no es tan radical como lo que Jesús, Pablo, Santiago y Levítico dicen: «Amen a su prójimo de manera tan desmedida como se aman a sí mismos. Hagan que su deseo de estar vivo y de ser feliz sea la medida con que deseen la felicidad de los demás». Hablas de exigencias radicales, imposibles, transformadoras de vida y que hacen estallar el corazón. Ama a tu prójimo como a ti mismo.
  • Si pones toda tu energía en buscar tu propia felicidad, sé enérgico en la búsqueda de la felicidad de tu prójimo.
  • Si eres creativo en buscar tu propia felicidad, sé creativo en la búsqueda de la felicidad de tu prójimo.
  • Si eres perseverante y persistente en buscar tu propia felicidad, sé perseverante y persistente en la búsqueda de la felicidad de tu prójimo.
Pablo no dice que busques para tu prójimo las mismas cosas que tú deseas; él dice: «Busca su bien de la misma manera en que buscas el tuyo. Haz del grado de la búsqueda de tu propio bien, y que es muy alto, la medida de tu búsqueda del bien de los demás».

Un mandamiento radical e imposible

Esto es devastador. Estás sentado en casa tranquilamente disfrutando de una velada. Se siente bien: ver televisión, mirar un video, comer una rica cena, hablar. Y en ese momento escuchas a Jesús decir: «ama a tu prójimo tanto como amas esta tarde». Eso es devastador. Mide tu búsqueda de la felicidad de los demás con la misma medida que usas para buscar la tuya.
  • ¿Cómo buscas tu bienestar? Busca el de tu prójimo de esa misma manera.
  • ¿Tienes hambre? Encuentra a alguien que tenga hambre y dale de comer.
  • ¿Tienes sed? Dale de beber al que tenga sed.
  • ¿Te sientes solo? Busca a alguien que esté solo y ofrécele tu amistad.
  • ¿Sientes temor? Encuentra a alguien a quien consolar.
  • Quieres obtener una buena calificación en tu próximo examen. Los demás también. Ayúdalos.
Eso es radical. Mucho más radical que decir: «Deja de desear y comienza a cumplir con tu deber». Es mucho más radical porque dice: «todos esos enormes deseos que tengo por encontrar mi felicidad no desaparecen, sino que son transferidos a algo totalmente diferente. La misma energía, los mismos anhelos, los mismos deseos ahora son los mismos que tienes para tu salvación, tu felicidad y tu bienestar; tu estómago satisfecho, tu mente educada y tu vida con sentido. Todo lo que yo deseo, ahora lo deseo con la misma fuerza para ti». El cristianismo es una religión imposible. Su estándar es abrumador y me hace anhelar que se haga un milagro en mí.
John Piper © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
 
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Si leemos nuestras Biblias, ¿por qué necesitamos escuchar sermones?
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Si leemos nuestras Biblias, ¿por qué necesitamos escuchar sermones?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Si leemos nuestras Biblias, ¿por qué necesitamos escuchar sermones? Esta es la pregunta de una oyente del pódcast llamada Lucia. «Hola, pastor John y Tony, soy alumna de secundaria y he sido bendecida por muchos de sus sermones y pódcast. Tengo una pregunta. Sé que hubo un episodio antiguo titulado «Si escuchamos sermones, ¿por qué necesitamos leer la Biblia?». Quisiera invertir la pregunta: si leemos nuestras Biblias, ¿por qué necesitamos escuchar sermones? Siento que mucha gente pone un gran énfasis en la lectura de la Biblia al decir que es nuestra forma directa de relacionarnos con Dios, mientras que, cuando escuchas sermones, estás escuchando la relación de otra persona con Dios.   También sé que los sermones potentes pueden emocionarnos, pero tengo entendido que nuestra fe no debería estar basada en emociones. Es difícil explicar a qué me refiero cuando digo que nos sentimos emocionados: es ese sentimiento inspirador en el que siento el amor de Dios, que me muestra cuán grande Él es y que me motiva a cambiar. Sin embargo, una vez que esas emociones dentro de mí se apagan, no estoy segura de qué es lo que debo hacer después. ¿Leo más la Biblia? ¿Escucho más sermones para sentir algo de nuevo? Pero me estoy desviando del tema. Mi pregunta principal es: ¿para qué escuchar sermones si ahora todos tenemos la Biblia para leerla por nuestra cuenta?». Déjenme intentar responder esta pregunta en dos partes. Primero, procuraré demostrar desde el Nuevo Testamento que es el plan y el diseño de Dios que, además de su palabra infalible en la Biblia, la iglesia debe ser conducida bajo esa palabra infalible por ancianos falibles (a veces llamados pastores, ancianos o maestros) que tengan el don de liderar y de enseñar al rebaño. Y luego en la segunda parte, examinaremos el porqué: ¿por qué Dios dispuso que los miembros comunes y corrientes de la iglesia, que tienen en sus manos una Biblia infalible, deberían escuchar, respetar, estimar, seguir y regocijarse en el ministerio de la Palabra por medio de la predicación falible?

Pastores para el rebaño

Primeramente, entonces, reflexionemos en el plan de Dios. Justo esta semana, mientras preparaba la sesión de Look at the Book [Miremos el Libro] en 1 Tesalonicenses 5:12-14, me sentí impulsado a abordar esta mismísima pregunta antes de saber que sería hecha aquí. Esto es lo que dice ese texto: «Pero les rogamos hermanos, que reconozcan a los que con diligencia trabajan entre ustedes, y los dirigen en el Señor y los instruyen, y que los tengan en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo». Este es un grupo de la iglesia que lidera y enseña. Y, luego, en el versículo 14, se dirige a esos mismos maestros así: «Les exhortamos, hermanos, a que amonesten a los indisciplinados, animen a los desalentados, sostengan a los débiles y sean pacientes con todos». De este texto, resalté el punto obvio, concretamente, que el apóstol infalible les escribe a los tesalonicenses y les da una gran responsabilidad en el ministerio de la Palabra en la iglesia. Se las da a personas falibles. Les dice a los maestros cómo ministrar la Palabra, y a los miembros de la congregación cómo recibirla y cómo respetar a los maestros. Ahora, consideremos 2 Timoteo 4:1-2. Me gustaría destacar lo importante que este texto ha sido en mi vida como pastor y predicador. Pablo le dice al joven Timoteo, a quien había nombrado pastor de Éfeso: «En la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por su manifestación y por su reino te encargo solemnemente: Predica la palabra». Esa es una orden muy clara para Timoteo: «Predica. Proclama la palabra». Dicho de otra manera, el punto no es si los creyentes de Éfeso piensan que necesitan escuchar a Timoteo predicar, puesto que tienen acceso a la carta infalible a los Efesios. El punto es si Dios, en su perfecta voluntad, les está diciendo que deben escuchar a Timoteo predicar la Palabra. Está diciendo: «Timoteo, predica la Palabra». Y Dios quiere que su pueblo escuche la Palabra predicada al ordenarles a sus pastores que la prediquen. Aquí hay un pasaje más en Efesios 4:11-12: «Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo». Entonces, lo que está claro en este pasaje es que el Cristo resucitado quiere que las iglesias tengan pastores y maestros que equipen a los santos, por medio de su predicación y enseñanza, para hacer el trabajo del ministerio, y se edifiquen en amor y en fe. Ese es el plan divino.

Cinco razones por las que debes predicar

La segunda parte de mi respuesta es: ¿por qué? ¿Por qué Dios lo ha establecido así? ¿Por qué habrá planificado que haya maestros y predicadores humanos y falibles (y estoy hablando de mí mismo, John Piper) que enseñen y prediquen a la gente en base a la Palabra infalible de Dios, cuando tienen esa Palabra infalible en sus manos? A continuación, les doy cinco razones bíblicas.
1. A los pastores se les da el don único de enseñar
De acuerdo a 1 Timoteo 3:2, a los predicadores y maestros se les da el don —o la aptitud o capacidad— de enseñar, lo que significa que deberían tener el tiempo, la predisposición, la habilidad y el discernimiento espiritual para ver en la palabra infalible de Dios cosas que el común de las personas no ve.
2. Los sermones nos ayudan a leer mejor la Biblia
Al enseñar y predicar, los pastores le demuestran y modelan a la gente cómo ver aquellas cosas que normalmente no perciben por ellos mismos cuando leen la Biblia. La predicación está basada en la Palabra de Dios, y una buena predicación muestra desde el texto mismo de la Palabra de dónde viene la enseñanza para que los que están escuchando puedan verlo por sí mismos. Y al hacerlo, a través de la predicación del pastor, aprenden a verlo por sí mismos. Entonces, la lectura de la Biblia se hace cada vez más fructífera por medio de una buena predicación.
3. La predicación despierta nuevos afectos por Dios
La predicación bíblica fiel es lo que yo llamo exultación expositiva. La palabra expositiva implica enseñar y explicar lo que la Biblia realmente dice. Y la palabra exultación implica que el predicador mismo siente y comunica el valor de lo que está viendo. Por lo tanto, la predicación es la transmisión tanto de lo que se vio como de lo que se saboreó de la realidad que está en el texto. Eso significa que los que escuchan este tipo de predicación, con el correr del tiempo, no solo acumularán nuevos pensamientos en sus mentes, sino que además sus corazones se llenarán de nuevos afectos por Dios, su Palabra, sus caminos y su pueblo. Podríamos pensar que la Biblia misma debería ser suficiente para despertar todos los afectos y emociones que los cristianos deberíamos sentir. El hecho es que, simple y llanamente, eso no pasa. Dios ha planeado que seamos inspirados, alentados, humillados y maravillados por las cosas de Dios, las que vemos en forma más conmovedora a través de la predicación fiel y llena del Espíritu Santo. Por eso, Pablo les dice a los maestros en Tesalónica: «Animen a los desalentados» (1Ts 5:14). Ese ánimo viene de la predicación. Es un cambio de emociones y afectos. Los afectos son cambiados, no solo las mentes, a través de la predicación ordenada por Dios.
4. Dios salva por medio de la locura de la predicación
Dios ha ordenado que los ojos de los que están ciegos espiritualmente sean abiertos y que la salvación venga por la locura de la predicación humana y falible. En 1 Corintios 1:21 dice: «Ya que Dios, en su sabio designio, dispuso que el mundo no lo conociera mediante la sabiduría humana, tuvo a bien salvar, mediante la locura de la predicación, a los que creen» [NVI]. Podríamos pensar que todo lo que el mundo necesita son Biblias lanzadas desde aviones y así la Palabra entre en la vida de las personas. Podemos imaginar todo lo que queramos. Sin embargo, el plan de Dios es que las personas sean salvadas a través de la predicación de la Biblia, a través de la predicación de la verdad bíblica, no solo a través de la lectura de la Biblia. La locura de la predicación ha sido designada como uno de los medios más importantes para salvar a los pecadores.
5. Necesitamos escuchar la Palabra proclamada por otros creyentes
Bajo los cuatro puntos anteriores yace la verdad de que Dios quiere que la iglesia sea un cuerpo de creyentes mutuamente interdependiente. El ojo no le puede decir a la mano: «No tengo necesidad de ti. Tengo mi Biblia. No te necesito». Eso viene de 1 Corintios 12:21: «Y el ojo no puede decirle a la mano: “No te necesito”». En otras palabras, Dios ha determinado que Jesucristo, a través del ministerio del Espíritu Santo, reciba más gloria a través del ministerio mutuo, saturado de la Palabra, que depende del Espíritu y que exalta a Cristo en la iglesia, de lo que recibiría si su pueblo solo leyera sus Biblias, en lugar de necesitar escuchar a otros creyentes proclamar la Palabra en sus vidas. En resumidas cuentas: Cristo es más glorificado cuando lo hacemos a la manera de Dios en lugar de abandonar su manera mientras suponemos amar la Biblia.
John Piper © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
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¿Cómo no exasperar a mis hijos?
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¿Cómo no exasperar a mis hijos?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Hoy tenemos una pregunta que todos los padres deben contestar por ellos mismos. ¿Qué puedo hacer para no exasperar a mis hijos? Es la pregunta de un padre joven, un padre primerizo, llamado Matt. Él escribe: «Hola, pastor John, y ¡gracias por responder a mi pregunta hoy día! Colosenses 3:21 les advierte a los padres: “Padres, no exasperen a sus hijos [...]” (NVI). O “Padres, no exasperen a sus hijos [...]” (NBLA). O “Padres, no hagan enojar a sus hijos [...]” (DHH). Debemos evitar amargar, provocar o exasperar a nuestros hijos para que no se desalienten. Entonces, ¿cómo es que un padre amarga a sus hijos? Este texto me parece muy importante como papá primerizo y, al mismo tiempo, me parece muy abstracto. ¿Cómo se vería esto?». Bueno, he pensado mucho en esta pregunta últimamente porque he estado examinando Colosenses en Look at the Book [Mira al libro]. Veamos, entonces, si puedo contener mi entusiasmo por unos diez minutos aquí. Pongamos el texto frente a nosotros con el suficiente contexto para asegurarnos de que dejemos a este padre en un estado de ánimo apropiado.
Mujeres, estén sujetas a sus maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amen a sus mujeres y no sean ásperos con ellas. Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque esto es agradable al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos [o amarguen a sus hijos], para que no se desalienten (Colosenses 3:18-21 [énfasis del autor]).

La responsabilidad peculiar del papá

La razón por la cual les doy todo este contexto para el versículo 21 que dice: «Padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desalienten», es porque quiero que los padres, quiero que Matt sienta la increíble responsabilidad que Dios les da a los padres de una manera especial. Y la razón por la cual digo que es de una manera especial es porque el versículo 20 dice que los hijos deben ser obedientes a sus padres, no solo a sus papás: «Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque esto es agradable al Señor». No obstante, cuando llegamos al versículo 23 y a esta peculiar responsabilidad de alentar a los hijos, Pablo no dice: «padres, no exasperen a sus hijos». Él dice: «papás, no exasperen a sus hijos». Por supuesto que las madres tampoco deben exasperar ni desanimar a sus hijos, pero el apóstol les da a los papás esta responsabilidad peculiar de una manera especial. Por lo tanto, el papá es la cabeza de la familia. Y la razón por la cual digo eso es porque el versículo 18 dice: «Mujeres, estén sujetas a sus maridos». Si los hijos deben obedecer a mamá y mamá debe estar sujeta a papá; entonces, hay una peculiar carga, responsabilidad, que Dios le da al papá para liderar a la familia. Y debe hacerlo de una forma que, primero, no sea áspera con su esposa y, segundo, no desaliente a sus hijos. Así que el llamado de papá a no desalentar a sus hijos es parte de una estructura más grande de su peculiar responsabilidad paternal y conyugal. Y enfatizo la palabra responsabilidad en lugar de derechos porque ese es el tono del pasaje. Ese es el tono de la realidad. Dios les da a los esposos y a los papás una sobrecarga de responsabilidad. Este no es un lugar para jactarse sobre los derechos que tiene un hombre como cabeza de la familia. Es un lugar para llevar la peculiar carga de la responsabilidad como esposos y papás.

Autoridad sin provocación

Como puedes ver, es una responsabilidad abrumadora, incluso yo diría que es imposible, en un sentido, liderar de tal modo a nuestros hijos que no se desalienten, desanimen o se apaguen. Esto involucra una obra de Dios, no solo del hombre. Las traducciones incluyen «no exasperen a sus hijos», «no enojen a sus hijos».  Esas son todas las traducciones que encontramos en las versiones más conocidas. Sin embargo, la idea general es que, puesto que el versículo 20 dice que los hijos deben obedecer a los padres y a las madres, el padre no debe evadir exigir obediencia solo porque su hijo le pone una cara triste para obligarlo a que no lo haga ir a la cama cuando es hora de acostarse. El versículo 21, «no exasperen a sus hijos», no debe ser usado para anular el versículo 20 que nos exhorta a exigir obediencia a nuestros hijos. Por consiguiente, los hijos no pueden sobornar a sus padres para anular el versículo 20 diciendo: «mira papá, no se supone que no debes desalentarme. Me siento desalentado, y por eso no puedes exigirme esto». No puedes hacer eso con la Biblia. Por lo tanto, el versículo 21 debe estar diciendo que hay una manera incorrecta o contraproducente de exigir obediencia a tus hijos que solo produce desaliento, y hay una manera correcta de exigir obediencia a nuestros hijos. El mandamiento a los papás de no exasperar a sus hijos para que no se desalienten no puede ser usado para que el papá sea pasivo, holgazán o indiferente al mal comportamiento de sus hijos.

Cómo no exigir obediencia 

Entonces, lo que entiendo que Matt está preguntando es lo siguiente: «¿cómo se ve cuando exiges obediencia, como dice el versículo 20, pero de una manera equivocada que termina por quebrantar el espíritu de tu hijo?». Permítanme mostrarles a Matt y al resto de nosotros ocho maneras que describen cómo no exigir obediencia a nuestros hijos. ¿De qué maneras podría un padre destrozar, desalentar o desanimar la vida de un hijo? Les ofrezco ocho de ellas. Solo las nombraré brevemente.
1. Fastidiando
No trates de obtener obediencia fastidiando. La palabra fastidiar fue inventada porque existen demandas o exigencias reiterativas que verdaderamente son molestas y exasperantes por ser degradantes. Sientes que «te he escuchado decir eso tres veces. Lo haré en el espacio de tiempo que me diste. No necesitas seguir diciéndome que lo haga». Eso es lo que un hijo puede sentir, aunque no lo diga. Por tanto, no exijas obediencia por medio del fastidio.
2. Exigiendo
No trates de obtener obediencia siendo un papá que solo exige. Exige, exige, exige, exige y nunca tiene una conversación con su hijo. Nunca lo felicita. Nunca celebra nada con él. Nunca le explica algo. Todo lo que el hijo escucha es haz, haz, haz, haz, haz, exigencia, exigencia, exigencia, exigencia. Por lo tanto, haz que tus exigencias sean parte de una estructura de una comunicación mucho más enriquecedora con tu hijo, para que él sepa que tú eres más que una persona que le exige todo el tiempo.
3. Enojándote
No trates de obtener obediencia usando un tono en que la exigencia parezca enojo. «Papá siempre está enojado. No sabe pedir nada con alegría. Él piensa que, para lograr que algo se haga, tiene que parecer estricto y enojado». Papá, no lo hagas. Es contraproducente y desalentador.
4. Recurriendo siempre a la vara
No trates de obtener obediencia dando siempre nalgadas. Hay un mundo de diferencia entre aplicar disciplina de manera cuidadosa, firme y amorosa dando nalgadas ante la rebeldía, y un papá que le gusta abofetear y que siempre parece estar dándole nalgadas a sus hijos. No acompañes tu exigencia de obediencia dando nalgadas a tu hijo. Dar nalgadas es apropiado, pero debe ser aplicado con esperanza, cuidado, sobriedad, paciencia y amor para que el niño tenga claro el motivo por el cual lo están disciplinando. Él sabe lo que ha hecho y que merece este grado de disciplina, pero no hagas que las bofetadas ni los golpes ni las nalgadas sean la norma para exigir obediencia.
5. Avergonzándolo
No trates de obtener obediencia avergonzando a tu hijo —quizás pidiéndole que haga algo delante de otros cuando es obvio que lo hará de todas maneras—. Busca formas de hacer que tus órdenes sean respetuosas y muestren que esperas obediencia inteligente.
6. Denigrándolo
No exijas obediencia denigrando a tu hijo. Por ejemplo, no le pongas apodos. No le hables de una forma en que sienta que lo estás despreciando. No le pidas que haga algo de la misma forma en que se lo pedirías a un niño de tres años si él tiene nueve.
7. Pidiendo lo imposible
No exijas cosas que son imposibles de hacer para un niño de su edad. No le pidas algo en lo cual fracasará automáticamente. No le digas: «quiero que estés aquí en treinta segundos», cuando sabes que eso no es posible. Le estás pidiendo a tu hijo que fracase, y eso es desalentador.
6. Negándole tu perdón
Quizás, más importante que nada —creo que todos son importantes—, pero probablemente esto sea lo más importante: no trates de obtener obediencia sin antes crear una atmósfera de perdón en el Evangelio. Muchos papás y mamás no les enseñan a sus hijos tempranamente que Jesús ha provisto una forma de aliviar su culpa después de que hacen algo malo, una forma de ser perdonado. Si no haces esto, el niño no sabrá qué hacer con sus propios pecados que él sabe que ha cometido. Todo niño sabe que hace cosas malas. Por eso, cada orden comienza a sentirse como estar excavando un agujero potencialmente aún más grande de culpa. Sin un modelo de confesión y perdón, probablemente, el niño se volverá reservado y mentiroso. Así que, papá, debes hablar el Evangelio, enseñar el Evangelio, para que tu hijo entienda cómo la sangre de Jesús brinda perdón, vida y alivio. Y debes encarnar el Evangelio en tu propia confesión de pecados y ofrecimiento de perdón. Así que, Matt, ánimo. Tienes un Padre celestial que ha modelado todo esto para ti y hacia ti. Y, por lo tanto, tienes la esperanza de que puedes ser un padre con hijos obedientes y animados.
John Piper © 2022 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
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¿Cometo pecado si no alcanzo la excelencia en mi trabajo?
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¿Cometo pecado si no alcanzo la excelencia en mi trabajo?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Buenos días a todos, gracias por escuchar nuestro pódcast. Veamos, ¿es pecado no alcanzar la excelencia en nuestro trabajo? Esta es una muy buena pregunta, relevante para los hombres de negocios, para las amas de casa, para los voluntarios, para los estudiantes y para todos nosotros. La pregunta la hace un oyente llamado Dylan.  Esta es su pregunta: «pastor John, hola y ¡gracias por responder a mi pregunta! En Colosenses 3:22-24, Pablo exhorta a sus lectores a que “todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”. ¿Significa eso que todo trabajo que no es hecho en forma excelente es pecado? ¿Cómo aplicamos la visión de Dios sobre el trabajo cuando estamos limpiando nuestra casa, escribiendo un ensayo para el colegio o durante nuestro trabajo de nueve a cinco? Me he estado sintiendo culpable por el modo en que manejo estas cosas desde hace meses y no estoy seguro si solo estoy siendo farisaico o si estoy siendo desobediente al Señor. ¿Está describiendo Pablo un tipo de excelencia en todo lo que hacemos?». Permítanme comenzar con una ilustración de mi ministerio de unos treinta años atrás. En ese entonces, estábamos analizando en la iglesia cómo considerar las expectativas de excelencia en la música, en los servicios de adoración. Había un grupo que insistía en la excelencia técnica y citaba 2 Samuel 24:24: «No ofreceré al Señor mi Dios holocausto que no me cueste nada», lo que aplicado a nuestra situación significaba: «no ofreceré a Dios ninguna música en nuestros servicios de adoración que no me cueste un esfuerzo extraordinario en la práctica para que técnicamente sea excelente, es decir, sin falta alguna». Además, había otro grupo o quizás debería decir que estaba yo. Apreciaba ese compromiso de excelencia; sin embargo, mi gentil rechazo a este enfoque era que, en la iglesia cristiana, a Dios no solo le importa si somos excelentes músicos, sino también si somos excelentes perdonadores. Así lo planteé: si somos excelentes en paciencia, excelentes en longanimidad. Por ejemplo, si mostramos paciencia y perdón cuando el esfuerzo musical de una persona no fue perfecto. En otras palabras, cuando se trata de la excelencia en la vida cristiana, no nos atrevemos a limitarla a la manera en que una persona ejerce una habilidad o un oficio. Siempre debemos tomar en cuenta la excelencia en actitudes, emociones y relaciones. Dios tiene mucho más que decir en su Palabra sobre la ira en nuestra actitud que sobre la competencia en nuestras habilidades.

Excelencia sin distracciones

La manera en que finalmente solucionamos este tema con nuestra gente, con nuestros líderes, fue usando esta frase como nuestra meta: excelencia sin distracciones. Dicho de otra manera, hay algo más grande, más profundo e importante en nuestra adoración que la calidad técnica de la música. No es que no sea importante, pero no es lo más importante. El objetivo es conocer a Dios, encontrarse con Dios, amar a Dios, atesorar a Dios, confiar en Dios y gozarme en Dios. Todos esos son actos del corazón y de la mente. Todo lo demás está subordinado a eso en este servicio: ayudar a la congregación a llegar a eso, incluyendo la excelencia en nuestro desempeño, ya sea que se trate de la música, el sistema de sonido, la luz, la calefacción, el aire acondicionado, la predicación o la ropa que usamos. Todo para eliminar los obstáculos —sin distracciones— y para servir con el fin de conocer a Dios, encontrarnos con Él, amarlo, atesorarlo, confiar y gozarnos en Él. Establecimos ese objetivo agregando las palabras sin distracciones después de la palabra excelencia. Eso implicaba que no solo un trabajo mal hecho nos distrae de conocer a Dios —cuando una persona continúa cometiendo errores. Todos se van a sentir avergonzados y distraídos, por tanto, eso no funciona—, sino que también una excesiva finura puede distraernos de la realidad espiritual de encontrarnos con Dios. Y esto lo estoy aplicando a la predicación, no solo a la música. Un sermón puede estar tan mal estructurado en orden y claridad que no nos ayuda en nada. Y puede ser tan refinado retóricamente que distrae, por lo que tampoco nos ayuda. Por eso, el criterio dejó de ser una visión abstracta de la excelencia técnica y se transformó en el objetivo espiritual de eliminar los obstáculos que le impiden a la congregación ver y saborear a Cristo.

Trabajando desde el alma

Dylan nos pregunta cómo Colosenses 3:22-24 nos llama a la excelencia. Este es el texto:
Siervos, obedezcan en todo a sus amos en la tierra, no para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino con sinceridad de corazón, temiendo al Señor. Todo lo que hagan, háganlo de corazón [literalmente es ek psyches: «desde el alma»], como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven.
Creo que Dylan hace bien en extraer principios de estos versículos para todos nosotros, aunque están dirigidos a esclavos y amos. Y digo eso porque más arriba de este párrafo, en Colosenses 3:17 dice: «Y todo lo que hagan, de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús». Pienso que Pablo simplemente está tratando de aplicar ese principio global para todos nosotros a la relación entre amos y esclavos para que todos aprendamos de su aplicación. Me gustaría señalar tres cosas que él dice.

Evita la hipocresía

En primer lugar, no trates de agradar a la gente en forma superficial si a tu corazón realmente no le importa ni las personas ni la calidad del trabajo que haces, siempre y cuando ellos piensen que ese trabajo está bien hecho. Eso es servicio para ser vistos —eso es agradar al hombre—. En otras palabras, no seas hipócrita. Si quieres darle una impresión superficial a tu jefe o a tu profesor o a tu cónyuge o a tu amigo de que estás haciendo algo para complacerlos, entonces haz algo que realmente les complazca. No seas hipócrita. No seas una persona falsa o de doble comportamiento, alguien que, por fuera, tiene un sentido de estar satisfecho con lo que otros ven, pero en el fondo no ha hecho un buen trabajo y lo está ocultando. Si tienes esa mentalidad, eso afectará significativamente la calidad de tu trabajo. Y Pablo dice: «no la tengas».

Trabaja para Jesús

En segundo lugar, cualquiera que sea tu trabajo y para quien sea que lo estés haciendo, como cristiano siempre piensa en Jesucristo como Aquel a quien tendrás que darle cuenta por la calidad de tu trabajo y de tus actitudes hacia él. Colosenses 3:24 dice: «Es a Cristo el Señor a quien sirven», lo que significa que a quien sea que estés sirviendo, realmente estás sirviendo a Cristo al servirles. Entonces, cualquiera que fuese la calidad de actitud que tendrías y la calidad de trabajo que harías si Cristo fuera tu supervisor inmediato, haz ese trabajo con esa actitud.

Fija tu mirada en la recompensa

En tercer lugar, Pablo dice: «Recuerden que su recompensa por el bien que hacen viene del Señor, y no del hombre». Claramente, Pablo está implicando que todo esto: (1) saber que no debemos ser ni hipócritas ni  falsos complacedores de hombres, (2) saber que, en definitiva, nuestro supervisor de la tarea o del trabajo en el hogar o de nuestro trabajo es el mismo Señor Jesús, y (3) saber que nuestra recompensa viene de Él, no esencialmente de nuestros profesores o cónyuges o jefes, influenciará la calidad del trabajo que hacemos y las buenas actitudes con las que lo hacemos.

Hay más en juego que la excelencia

Luego Dylan pregunta: «¿significa esto que el trabajo hecho sin excelencia es pecado?». Si vamos a responder a esa pregunta con precisión, yo diría que la respuesta es no, no siempre. No siempre es pecado. Pero la respuesta no es tan simple. Por ejemplo, si decides pintar tu habitación en lugar de contratar a un pintor profesional porque crees que Dios quiere que le des los varios cientos de dólares que podrías tener que pagarle a un pintor a un amigo misionero y, sin embargo, no eres un pintor muy hábil, ¿cómo podría Dios mirar la exactitud de la línea entre la pared beis y el cielo blanco donde se junta la una con la otra en la esquina? Hablo desde mi propia experiencia aquí. Un pintor profesional pone una gota de pintura (lo he visto hacer) en la punta de su brocha y la arrastra lentamente —esta perfecta gotita— por esa línea con una precisión tan increíble que la línea de la orilla, entre la pared beis y el cielo blanco, es perfecta. Mis líneas entre la pared beis y el cielo blanco son onduladas. Esta es mi respuesta: Dios no considerará mis orillas onduladas como pecado. No lo hará, aunque técnicamente no sean excelentes como las que un pintor podría hacer. En otras palabras, hay cosas más importantes que están en juego. No obstante, si yo me promociono como pintor, con la habilidad que tengo ahora, y voy a la habitación de alguien y pinto su pared con orillas ondulantes de beis en la pared y blanco en el cielo con una línea ondulante entre ambas, con la esperanza de que no lo notarán ni que tampoco verán lo mal que está hecho comparado con lo que un pintor profesional haría, eso sería pecado.

Haz tu mejor esfuerzo

Lo mismo se puede aplicar a tantas situaciones. No es pecado obtener una B en álgebra en vez de una A si has trabajado duro y has hecho tu mejor esfuerzo. No es pecado hacer cinco ventas esta semana en lugar de diez si estás dando lo mejor de ti. Yo definiría «lo mejor de ti» así: «lo mejor de ti» se define como un esfuerzo falible para tomar en cuenta todos los factores relevantes, como el sueño (cuando duermes), la salud, la familia, mi edad, mi energía, mis dones y otras relaciones que necesitan ser consideradas. Y luego, después de que ya has dicho y hecho todo, te encomiendas a la gracia de Cristo quien murió por ti para que tú goces de su excelente perdón.
John Piper © 2022 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto 
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¿Puedo repartir mi diezmo entre mi iglesia y otro ministerio?
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¿Puedo repartir mi diezmo entre mi iglesia y otro ministerio?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Una pregunta de la bandeja de entrada: «pastor John, cuando se trata de dar el 10 % de mis ingresos a la iglesia —mi diezmo—, puedo repartir el dinero y dar, por ejemplo, el 5 % a mi iglesia y el 5 % a un ministerio cristiano sin fines de lucro?». ¿Qué dirías sobre repartir el diezmo? Supongo que algunos de nuestros oyentes, tan pronto como escuchen esta pregunta, dirán «¿comparto siquiera la suposición de que los cristianos deben diezmar?». Así que permíteme comenzar por ahí.

¿Son requeridos los diezmos?

No, el diezmo —el 10 % de tu ingreso— no es un «deber» en el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento pone la vida del cristiano en un nuevo plano, que es diferente a la ley del Antiguo Testamento. Pablo dijo en Romanos 7:6: «Pero ahora hemos quedado libres de la ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra». Entonces, por ejemplo, cuando Pablo dio instrucciones sobre cómo debemos dar, nunca nos instruyó a apartar el diezmo. Él dice cosas como:
  • «cada uno de ustedes aparte y guarde según haya prosperado» (1Co 16:2).
  • Luego dice en 2 Corintios 8:3 que deberíamos dar de acuerdo a nuestros medios: «Porque yo testifico que según sus posibilidades, y aun más allá de sus posibilidades, dieron de su propia voluntad».
  • En 2 Corintios 9:6-7, describe la dádiva en la que Dios se deleita: «Pero esto digo: el que siembra escasamente, escasamente también segará; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará. Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría».
El punto no es que nos rijamos por porcentajes. Estos no son exigidos. Más bien, deberíamos ser gobernados por una abundante generosidad sacrificial que se desborda libre y gozosamente.

El robo de la clase media

A menudo, le he dicho a mi gente a lo largo de los años que la clase media americana que solo ofrenda el 10 % probablemente le está robando a Dios.  En otras palabras, nos hemos acostumbrado tanto a nuestra prosperidad occidental y a su estilo de vida, que creemos que el 5 % o el 10 % es generoso. Espero que quede claro cuando digo que diezmar no es un «deber» —no es una regla del Nuevo Testamento— y que estoy diciendo algo como esto: supongamos que un entrenador de fútbol no le dice a su equipo de alumnos de secundaria: «todo el mundo debe levantarse a las 5:00 cada mañana y correr cuatro kilómetros para estar en forma con el fin de que el equipo llegue a su máxima efectividad». Pero en lugar de eso, el entrenador dice: «quiero que amen este deporte con todo su corazón y quiero que den todo lo que tienen esta temporada. Quiero que busquen la máxima excelencia y que sirvan a este equipo para que sea el mejor equipo que puede llegar a ser». Ahora, ¿cuál de estas dos maneras de hablarle al equipo establece el estándar más alto? La segunda manera no viene con reglas. La primera, sí. Levantarse a las 5:00 cada mañana. Cuatro kilómetros. Suena bastante riguroso. Pero creo que la segunda frase del entrenador establece el estándar más alto. Él toca el corazón de los miembros del equipo. Si alguno de ellos usa la ausencia de reglas para justificar su tibia lealtad al equipo, simplemente no está siguiendo el corazón del entrenador. Y así es también el dar en la iglesia.

Abundancia al dar

Ahora, habiendo dicho todo esto, el escenario debería estar listo para responder esta pregunta: cuando damos nuestros recursos para sostener la causa del Evangelio, ¿Dios requiere que un cierto porcentaje vaya a la iglesia local? Por supuesto, ahora con base en todo lo que hemos visto, la respuesta es no. La cuestión no se decide basándose en reglas y porcentajes. Lo que va a determinar una respuesta es cuán grande es tu corazón, la centralidad bíblica de la iglesia local y el maravilloso valor de otros ministerios. Sí, creo que la iglesia local tiene un lugar especial y único en el plan de Dios y, por ende, un derecho especial sobre la generosidad de su congregación. Otros tipos de ministerios son maravillosos y quiero que todos florezcan. Estoy involucrado en algunos. Sin embargo, la única institución en el mundo que está claramente enraizada en el Nuevo Testamento y en el Evangelio es la iglesia local. Si esta institución falla, todos los otros ministerios se vuelven ineficaces. De hecho, si la iglesia falla, todos los otros ministerios se vuelven antibíblicos. La iglesia local es el semillero de todos los demás ministerios. La iglesia es el lugar donde los participantes de esos ministerios encuentran su alimento y la expresión bíblica de su adoración corporativa. Creo que es una buena regla básica —escucha esas palabras—, creo que es una buena regla básica comenzar a diezmar generosamente a la iglesia local y, luego, por encima de eso, dar en otros lugares. Pero eso no es una regla o un mandato. No puedo decir: «así dice el Señor». Esto no es un requisito. Simplemente puede ser una guía útil. Por supuesto, sé que hay personas adineradas que no pueden empezar a diezmar en su iglesia local porque su diezmo sería más grande que el total del presupuesto de la iglesia local. Así que hay excepciones como esa. Pero prefiero poner todo el énfasis en esto: seamos desenfrenados en nuestra generosidad. Seamos sacrificiales en nuestra forma de dar. Seamos fieles a nuestra iglesia local. Y seamos previsores en nuestro apoyo a muchos ministerios. Creo que Dios se encargará de los porcentajes.
John Piper © 2022 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Consejo para esposas con maridos ásperos
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Consejo para esposas con maridos ásperos


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Bienvenidos de nuevo al pódcast. Terminamos la semana hablando sobre un conflicto matrimonial. Hemos conversado sobre muchos de los conflictos y tensiones que los matrimonios enfrentan durante los años. Aquí tenemos uno más de esos temas, uno que no hemos abordado directamente hasta ahora. La pregunta nos llega de una joven esposa que nos escribe anónimamente y dice: «¡Hola, pastor John, y gracias por su pódcast! Tengo una pregunta sobre su opinión acerca del tipo de cuidado especial que los hombres le deben a las mujeres. Usted se ha referido a este punto en reiteradas ocasiones en el pódcast.  En particular, Pablo ordena a los esposos que «no sean ásperos» con sus esposas. Dice eso en Colosenses 3:19. Usted señala: “esta advertencia a los hombres se debe a la peculiar tentación masculina de ser áspero, incluso cruel, y a una vulnerabilidad peculiarmente femenina a esa violencia, por una parte, y por otra, a la natural alegría femenina de ser honrada con una afectuosa protección y una firme ternura”. Mi pregunta es la siguiente: mi esposo no es violento conmigo, alabado sea Dios, pero él es áspero. Simplemente no es un hombre amable. ¿Cómo debería abordar este tema con él?».  Bueno, si le estuviera hablando al esposo —y necesito decir esto para sacarlo del camino, pero no sin antes asegurarme de que se diga— tendría mucho que decir bíblica, espiritual y relacionalmente sobre cómo él necesita lidiar con su propio pecado y con sus características o debilidades personales. Sin embargo, esa no es la pregunta que se ha planteado. La joven esposa nos preguntó: «¿cómo puedo abordar este tema de manera provechosa con él?». Así que voy a hablar sobre eso, quizás ofreciendo las siguientes cinco sugerencias.

Ora por ambos

Primero, animaría a nuestra amiga para que orara tanto por su esposo como por ella sobre el tema de su aspereza. Jesús dijo que deberíamos pedirle a Dios que haga su voluntad en la tierra —y eso incluye a nuestros matrimonios—, así como en el cielo (Mt 6:10). Eso implica que se haga su voluntad como lo harían los ángeles. Los maridos deben amar a sus esposas, y las esposas deben amar a sus maridos, de la misma manera en que los ángeles obedecen a Dios, esencialmente, con alegría, con plenitud y de buena gana. Por lo tanto, es totalmente apropiado que ella interceda ante su Padre en el cielo para que su esposo se ablande y avance hacia una mayor semejanza a Cristo en su conducta hacia ella. Y digo que ella también debería orar por sí misma, porque si bien es cierto que él tiene su propia carga peculiar de responsabilidad ante Dios por su propio cambio, sabemos, por la Escritura y por experiencia, que Dios usa el comportamiento de los maridos y de las esposas para producir un cambio mutuo. Él usa a la gente que está a nuestro alrededor para afectar la manera en la que hacemos las cosas y cómo nos sentimos respecto a ellas. En consecuencia, lo que Dios haga en ella influirá en lo que Él, a su vez, haga en su marido. Por tanto, ella debe orar por sí misma también.

Gánalo con mansedumbre

Segundo, en 1 Pedro 3:1-2, Pedro les dice a las esposas que deben fomentar un cambio piadoso en sus maridos por medio de «su conducta casta y respetuosa». En otras palabras, Pedro destaca lo que sabemos por experiencia: es posible ayudar a que una persona sea liberada de su propia pecaminosidad por el modo piadoso en que otros se comportan a su alrededor, especialmente aquellos cercanos a él y a quienes él ama como, por ejemplo, su esposa. Pienso que entre el tipo de conducta que Dios usa para producir el cambio, en el caso de un esposo áspero, está lo que Él dice en Proverbios 15:1 (para la esposa, por ejemplo): «La suave respuesta aparta el furor», o quizás «aparta la aspereza». O lo que dice Proverbios 25:15: «La lengua suave quebranta los huesos», los huesos de la aspereza. Dicho de otra manera, yo animaría a nuestra amiga a que no devuelva mal por mal o aspereza por aspereza, porque probablemente eso solo los conducirá a una situación peor, más bien trata de ganarlo hacia la mansedumbre con mansedumbre.

Comparte la carga con sabiduría

Tercero, probablemente llegará el punto en que ella desee y necesite el apoyo de otros en su esfuerzo por amar a su esposo áspero. Va a necesitar que oren por ella, que la animen y la aconsejen. Sin embargo, yo le advertiría de todo corazón que no hable mal de él a sus espaldas con otras personas. Con casi toda seguridad eso sería contraproducente y podría provocar una situación con menos esperanza. Por lo tanto, la pregunta es: «entonces, ¿qué puede hacer ella?». Déjenme ilustrarles lo que podría pasar. Durante nuestros días de mayor oscuridad en nuestro matrimonio, Nöel y yo comprendimos que habíamos llegado a un punto donde necesitábamos que otros nos aconsejaran. No estábamos todavía seguros de si necesitábamos un consejero profesional o un consejero cristiano (que fue lo que eventualmente hicimos), pero queríamos que algunos de nuestros amigos nos alentaran y oraran por nosotros; amigos con los cuales podríamos desahogarnos y ser escuchados con empatía y no de forma ingenua (como si todo fuera culpa suya o mía). Queríamos que otros oraran por nosotros. Entonces, sabíamos que no queríamos hablar de nuestros problemas en forma casual con cualquier persona que se presentara. Eso hubiese causado daño. Así que conversamos y estuvimos de acuerdo en unos pocos amigos de toda nuestra confianza. También nos dimos permiso el uno al otro para decir lo que fuera provechoso decir, y pedirle a la otra pareja que no compartiera nada con nadie. De hecho, fue interesante. Uno de los consejeros que escogimos consultar insistió en que trajéramos a otra pareja con nosotros a cada sesión –bueno, quizás no a todas, pero a la mayoría—. Increíble, ¿no? ¡Qué estrategia! Pensé que eso era realmente bueno. Es un enorme compromiso de tiempo en el que otra pareja invierte, pero significa que otros siempre saben con qué estás lidiando y que no puedes exagerar en esa situación. Eso requería una confianza enorme, pero era nuestra manera de avanzar. También impidió que habláramos sobre nuestros problemas con cualquier persona. Confiamos en aquellos en que habíamos acordado. Entonces, para nuestra amiga quizás esa sea una manera de salir adelante.

Distingue el pecado de la personalidad

Cuarto, animaría a esta esposa a que reconociera que probablemente parte de lo que está experimentando con la aspereza de su esposo se debe al pecado y, otra parte, se deba probablemente a —¿cómo lo podríamos llamar?— las tendencias genéticas heredadas y establecidas en su propia personalidad intrínseca o en su crianza. No estoy justificando un pecado al decir eso, más bien creo ser realista y reconocer lo complejo que son los seres humanos. Conozco a personas cuyas personalidades te hacen desear que sonrieran más. Desearías que aceitaran sus ruedas relacionales con unas cuantas palabras más amables y animantes o que hicieran aseveraciones más afables. Pero en su lugar, hay una continua brusquedad y sequedad, una comunicación carente de emociones. He aprendido, a través del tiempo, que en algunos casos esto sencillamente no se debe al pecado, sino a un rasgo de personalidad profundamente arraigado que no proviene de alguna mala voluntad. No hay ninguna animosidad detrás de esto. Uno aprende eso con el tiempo. Y la gente alrededor de estas personas que les imputa pecado en forma continua, donde mayormente no lo hay, solo empeorarán las cosas.

Acércate a él con esperanza

Finalmente, último punto. Estas son algunas ideas de cómo acercarse al marido cuando llegue el momento oportuno.

Crea un contexto de aliento

Es perfectamente bíblico —como puedes ver, por ejemplo, en la forma en que Pablo aborda los problemas en 1 Corintios— encontrar cosas explícitas que puedes decir para agradecer, alentar y afirmar (llámalas evidencias de la gracia de Dios que ves en su vida), de manera que cuando lleguen las críticas, estas estén insertas en un contexto rico de amor y reafirmación verbal.

Sé un ejemplo de humildad y vulnerabilidad

En el contexto general de tu relación, quizás también pregúntale de vez en cuando si hay algo en tu comportamiento o actitudes que son una molestia para él o que le resultan frustrantes, que lo enojen o exasperen, y pídele que te señale cómo le gustaría que las cambiaras. Señalo todo esto en un contexto más grande y amplio, no como una manera artificial de decir: «bien, voy a expresar tres afirmaciones y tres vulnerabilidades, y ahora esta es mi crítica». Estás tratando de construir una relación más importante y sana para que cuando abordes un problema no sea parte de un patrón desagradable.

Trata de no generalizar

Cuando intentes describirle a la otra persona a qué te refieres con aspereza, trata de no generalizar. Esto fue algo que yo mismo tuve que aprender al tratar con mi esposa. Procura no generalizar. Eso significa que no dirás: «siempre haces esto. Siempre lo dices de esta manera. Siempre lo haces así». Te puedo asegurar de que a los seres humanos no les gusta la palabra siempre. Si quieres que alguien se aleje de ti, expresa tu crítica de forma general; es apabullante. «Es todo lo que eres como ser humano». Lo que eso le dice a la otra persona es: «no hay esperanza para ti». Se sentirán paralizados e indefensos. Por lo tanto, dale uno o dos ejemplos concretos de lo que deseas que cambie —un tono de voz o una forma distinta de contestar—. Y eso le dará una idea: «ya entiendo. Puedo ver cómo tú interpretas eso. Trataré de no volver a hacerlo». Quién sabe cómo Dios quiera obrar paulatinamente.

Persevera en buscar un cambio

Por último, agregaría que si él demuestra un sentido de apertura para conversar sobre esto, entonces puedes explicarle tus sentimientos más a fondo, puedes pedir lo que anhelas y quizás explicarle por qué sería tan bueno para la relación que él fuera menos áspero de todas esas maneras. Y si ambos se sienten bloqueados o sienten que no avanzan, es perfectamente bíblico y correcto buscar la ayuda de amigos cercanos, o si es necesario, de un consejero cristiano sabio.
John Piper © 2022 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
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¿Deberían los cristianos visitar los cementerios?
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¿Deberían los cristianos visitar los cementerios?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Los cementerios son lugares únicos. Normalmente, son áreas sombrías y tranquilas, fuera del bullicio de la ciudad. Para muchos, estos son lugares extrañamente incómodos. Otros se sienten atraídos a hacer peregrinajes habituales. Para aquellos que visitan los cementerios surge la pregunta sobre lo que buscamos lograr con estas visitas a las tumbas. La pregunta es de Dave.   «Querido pastor John, gracias por este pódcast», escribe. «Aprecio sus respuestas reflexivas a preguntas difíciles. Me pregunto qué es lo que los cristianos deberían hacer, sentir y pensar en un cementerio. Veo a algunos de ellos decorando las tumbas de sus seres queridos con flores. Otros las visitan a menudo, incluso en forma semanal. Algunos hacen recuerdos con cariño; otros lloran cada vez que las visitan durante un período de muchos años. ¿Hay una teología errada detrás de todas estas prácticas? ¿En qué momento nos volvemos demasiado sentimentales? ¿Cuándo se convierten estas visitas en un culto a los ancestros? ¿Cuándo se vuelven una pérdida de tiempo? La Biblia observa períodos extensos de duelo debido a muertes. Además, claramente algunas tumbas eran marcadas y recordadas por generaciones. Salomón dijo: “Mejor es ir a una casa de luto que ir a una casa de banquete” (Ec 7:2). ¿Qué deberían lograr y aprender los cristianos de las visitas a los cementerios?». Hay momentos en la vida que representan, de manera inusual, una división entre el pasado y el futuro: la graduación de la escuela secundaria o de la universidad, un matrimonio o un nuevo trabajo. Una temporada terminó; una nueva está comenzando. Sin embargo, a mí me parece que, aparte de nuestra propia conversión, probablemente el acontecimiento que divide más decisivamente nuestro pasado y futuro es la muerte de un ser querido. Esa etapa ha terminado de manera más irrevocable que todas las demás. Y podríamos decir que un cementerio, una lápida o una placa de bronce con un nombre querido es como un gran e inevitable letrero de señalización que apunta a dos direcciones: tu vida pasada con tu ser querido y tu vida futura sin él. Por lo tanto, ¿cuál es el mandato bíblico o la actitud bíblica cuando estás parado al lado de esa deslumbrante señalización que divide tu vida? O como Dave plantea en su pregunta: ¿habrá cosas que no son bíblicas ni saludables que podríamos hacer en este letrero, en esta lápida, y hay cosas bíblicas y saludables que sí podríamos hacer en un cementerio? Déjenme comenzar mencionando algunas cosas que no son bíblicas ni saludables que podrías sentir y hacer en un cementerio, y luego terminaré con algunas sugerencias bíblicas y saludables.

Visitas no saludables

Lo que hace que nuestra visita a la tumba de un ser querido no sea bíblica ni saludable es un tipo de necesidad constante por la persona fallecida que no se satisface en la fe en Jesús y que se expresa en maneras no saludables y que deshonran a Cristo. La Biblia dice claramente que hay un sentido en el cual los miembros del cuerpo de Cristo —y eso incluiría a los miembros de la familia cristiana— se necesitan unos a otros. No deshonramos a Cristo cuando nos damos cuenta de que otras personas son regalos de Cristo y están destinadas a representar a Cristo ante nosotros. En 1 Corintios 12:21, Pablo dice: «Y el ojo no puede decirle a la mano: “No te necesito”». Sí, lo necesitas; no es correcto que digas que no necesitas a otras personas que Dios ha designado y ha puesto en tu vida. No obstante, cuando Dios en su providencia —que es siempre sabia, justa y buena, y siempre amorosa hacia su pueblo— se lleva a un miembro del cuerpo de Cristo, a un miembro de la familia, Él dice: «ya no necesitas más a esta persona —no del modo en que lo hacías antes—. Yo seré tu provisión. Yo supliré todas tus necesidades en Cristo Jesús». Por tanto, si tu visita al cementerio es una expresión constante de «te necesito; no puedo vivir sin ti», esta es una expresión de desconfianza en las promesas de Cristo. Algunos ejemplos de cómo se manifiesta esa desconfianza serían, entre otros, ir al cementerio para expresar enojo con Dios: sentir enojo con el Dios infinitamente sabio y bueno es una respuesta pecaminosa a una pérdida. O puede que vayas al cementerio para decir: «te necesito tan apremiantemente que voy a tratar de comunicarme con los muertos». En Deuteronomio 18:10-12, Dios le dijo a Israel: «No sea hallado en ti […] quien practique adivinación, ni hechicería, o que sea agorero, o hechicero, o encantador, o adivino, o espiritista, ni quien consulte a los muertos. Porque cualquiera que hace estas cosas es abominable al Señor». Es un pecado intentar establecer comunicación con los muertos. Otra forma en la que esta respuesta infiel se puede manifestar es cuando vas al cementerio a hacer penitencia por todas las veces en que recuerdas haberle fallado a la persona fallecida. Te sientes culpable y piensas que quizás al mostrar suficiente dolor en la tumba compensará el mal que hiciste. El problema con eso es que Cristo no nos enseña a enfrentar nuestros fracasos y nuestros pecados de esa manera. Él entiende nuestras fallas y nuestros sentimientos de culpa. Y, créeme, cada uno de nosotros en la tumba de alguien que amábamos sentirá una sensación de fracaso; recordaremos todas las formas en que podríamos haber demostrado nuestro amor mucho mejor. Pero la solución a ese doloroso problema de culpa no son más horas de penitencia en el cementerio bajo la lluvia, sino más confianza en la sangre suficiente de Cristo. Esas son unas pocas formas en las que ir al cementerio podría no ser bíblico ni saludable.

Siete razones por las cuales ir al cementerio

¿Qué hay de las maneras sanas? Solo mencionaré siete.
1. Ve a llorar
No hay duda de que perder a un ser querido es peor que una amputación, y las amputaciones duelen. Deseadas o espontáneas, las lágrimas fluyen. Está bien que lo hagan, y la tumba es el lugar más adecuado para ellas.
2. Ve para experimentar la solemnidad de tu propia mortalidad
Medita en el cementerio lo inevitable que es tu propia muerte. Como dice el salmista, contar nuestros días debería traernos sabiduría (Sal 90:12). Pocas cosas disipan la niebla de la mundanalidad como la pérdida de un ser querido, así que anda al cementerio y deja que tu pérdida te enseñe sabiduría para la breve vida que te queda.
3. Ve para reavivar la llama de la esperanza de la resurrección
Deja que la tumba avive tu esperanza de estar con Cristo. Al pararte al lado de la tumba de un cuerpo que se descompone, un cuerpo que quizás sostuviste, levanta tus ojos al cielo y cree que la promesa sembrada en deshonra, resucitará en gloria (1Co 15:43).
4. Ve a meditar
Piensa; reflexiona: ¿qué puedo aprender de esta pérdida? ¿Qué hubiera hecho diferente? ¿Cuáles son las implicancias de este vacío en mi vida para mi futuro? ¿Qué puedo aprender acerca de Dios en Cristo, sobre la salvación, sobre el significado y el propósito de la vida desde este doloroso punto de vista? Es un momento extraño y valioso, y hay mucho que aprender.
5. Ve a expresar respeto y honor
¿No fue un gran privilegio haber sido el amigo o el cónyuge o el admirador a distancia de esta persona fallecida? Quiero rendirle tributo al valor que tuvo en mi vida. Le debo tanto. Mi presencia aquí dice: «lo honro. Lo respeto. Le rindo tributo a él y a Dios quien me dio el privilegio de conocerlo».
6. Ve a agradecer
Es prácticamente inevitable que brote agradecimiento desde nuestro corazón por aquellos que amamos y perdimos. Nos gustaría que lo supieran, pero sabemos que tratar de comunicarnos directamente con los muertos es pecado. Y por eso, todo nuestro agradecimiento lo ofrecemos a Dios, y Él no sentirá celos de nuestra sugerencia en oración de que le informe a nuestro amado redimido de lo que sentimos. Pero, principalmente, rebosamos de agradecimiento a Dios por su vida, por lo que significó y aún significa para nosotros, y es un gran lugar donde decirlo y sentirlo.
7. Ve al cementerio para inspirarte
Ten esperanza en las promesas de Dios, Él estará contigo desde hoy en adelante. Él nos ayudará, nos fortalecerá y sostendrá con la diestra de su justicia (Is 41:10). Él santificará todo nuestro dolor. Nos hará útiles en los días venideros para el bien de otros, para su gloria y para nuestro propio gozo.
John Piper © 2022 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
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¿Cómo oro por la salvación de mi esposo?
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¿Cómo oro por la salvación de mi esposo?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Buenos días y bienvenidos otra vez al pódcast. Hemos hablado recientemente sobre las tensiones dentro de un hogar cuando un cristiano está casado con un no cristiano. Esta dinámica puede suceder por varias razones, a veces intencionalmente. Un cristiano puede pecar y a sabiendas casarse con un no cristiano. Vimos esto en el episodio 1560. O dos no cristianos se casan y uno eventualmente se convierte. Vimos esto en el episodio 1029. O dos cristianos que profesan la fe se casan: uno persevera en la fe a través de los años o se convierte genuinamente y, el otro, a través del tiempo, se aleja. Hemos visto esta dinámica en los episodios 680, 1690 y en el 1839 hace solo un par de semanas.  No sé qué categoría corresponde hoy. Tenemos información limitada. Sin embargo, pastor John, a lo largo de los años hemos recibido un correo electrónico de una mujer llamada Rose. Sus correos electrónicos son siempre iguales. Siempre son breves. Siempre son una sola oración, la misma oración, es esta: «pastor John, ¿cómo oro para que mi esposo sea salvo?». ¿Qué le dirías a Rose? Oh, cómo desearía poder ver dentro del afligido corazón de Rose e identificar dónde siente la mayor dificultad para orar por su esposo no creyente. ¿Quiere saber con cuánta frecuencia debe orar? ¿O quiere saber cómo evitar vanas repeticiones cuando has estado orando la misma oración durante años y años, cientos de veces, miles de veces? ¿Quiere saber cómo seguir orando después de décadas de no ver cambios evidentes? ¿O ha estado luchando con textos particulares y cómo aplicarlos? ¿Es, tal vez, por falta de deseo o por falta de esperanza o falta de amor en su propio corazón? ¿Es porque se está enfriando su confianza en Dios? ¿Es por cosas prácticas como: «oro en voz alta o en el armario o cuántas veces al día»? ¿Quiere saber, tal vez, si deshonra a su marido al orar por él en grupos? Una mujer me preguntó eso. ¿Quiere saber si debe orar por él en su presencia? «¿Puedo hacer eso? ¿Puedo orar por él frente a él?». ¿Quiere saber si debe orar para que otras personas se acerquen a él o si debe orar directamente por su alma? Oh, cómo desearía poder ver cuál es el punto de lo que está preguntando. No obstante, tal vez es simplemente un lamento: «ayuda, lo que sea que digas, pastor John, puede ser de ánimo para mí o para ayudarme a seguir adelante». Entonces, no sé los detalles de su lucha, excepto que ha pasado mucho tiempo, evidentemente, debido a sus reiteradas solicitudes.

Soberanía que sustenta la esperanza

Y lo que me gusta hacer es sugerir una manera de orar por los seres queridos no creyentes que he encontrado esperanzador. Se basa —tengo que decir esto, es realmente crucial decirlo— en la convicción bíblica de que Dios es soberano y, siempre que lo decida, puede vencer toda resistencia y salvar al pecador más duro. No creo que los seres humanos tengan poder de veto final sobre la voluntad soberana de Dios. Algunos pueden pensar que este tipo de absoluta soberanía sobre la voluntad humana, que creo que es profundamente bíblica, crearía una sensación de fatalismo, tal vez, o de desánimo de que Dios pueda no elegir salvar a nuestro ser querido al final. Sin embargo, visto de otra manera, este Dios soberano en realidad crea esperanza. Esto significa que Dios realmente puede salvar sin importar lo que el no creyente haga o haya hecho. Nada puede detenerlo. Esto significa que no hay cantidad de tiempo transcurrido, no hay cantidad de pecado acumulado, no hay grado de dureza de corazón, no hay antagonismo irónico ni burla pública ni furiosa resistencia; nada puede impedir su salvación si Dios quiere quitar la dureza y salvar. Para mí, esa es la única esperanza que tenemos de que los no creyentes pueden ser salvados, porque todos están muertos en sus delitos y pecados, y muerto es muerto. No hay nada que yo pueda hacer. Si Dios no lo hace, la gente perece. Yo habría perecido.

Nuestro Padre generoso

Entonces, basándome en esta convicción sobre la soberanía de Dios que sostiene la esperanza, me encanta orar las promesas de Dios, especialmente las promesas de salvación del nuevo pacto. Sin embargo, antes de mencionar algunas de esas promesas, me resulta animante recordarme a mí mismo —debo hacer esto cada semana a partir de la Escritura— que Dios realmente se deleita en responder las oraciones de sus hijos. Necesito ver eso. Necesito que me recuerden eso en sus propias palabras. Él no es un Padre rencoroso. Así que, por ejemplo, a menudo vuelvo a Mateo 7:9-11:
¿O qué hombre hay entre ustedes que si su hijo le pide pan, le dará una piedra, o si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si ustedes, siendo malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?
O Lucas 12:32: «No temas, rebaño pequeño, porque el Padre de ustedes ha decidido darles el reino». Seguramente, Jesús nos dijo estas cosas para animarnos a orar, para recordarnos que deberíamos pensar en Él de esta manera: un Padre generoso para con sus hijos. A Él le encanta vernos orar: un Pastor deseoso por bendecir, un Rey deseoso de dar a sus súbditos. Y luego, con ese recordatorio fresco del anhelo de Dios por escuchar nuestras oraciones y responderlas, me dirijo a las promesas del nuevo pacto.

Transformando promesas en oraciones

Ahora, recuerda que el nuevo pacto, según Ezequiel 36, es diferente del pacto mosaico porque no solo viene con las demandas desde afuera, viene con la capacitación de hacer los mandamientos desde adentro. Él dice: «Pondré dentro de ustedes mi espíritu y haré que anden en mis estatutos, y que cumplan cuidadosamente mis ordenanzas» (Ez 36:27). «No solo voy a darles estatutos, voy a hacer que caminen en mis estatutos». Esa es la clave del nuevo pacto. Y Jesús dijo que este nuevo pacto fue asegurado por Él mismo, por su propia sangre. Él levantó la copa en la última cena: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes» (Lc 22:20). Él lo compró, y así está asegurado. Entonces, aquí hay algunas de las preciosas promesas del nuevo pacto que convierto en oraciones para los amados no creyentes.

«Vuélvete su Dios»

Ezequiel 11:19-20 dice:
Yo les daré un solo corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que anden en Mis estatutos, guarden Mis ordenanzas y los cumplan. Entonces serán mi pueblo y yo seré su Dios.
Entonces, ora así por tu esposo: «querido Padre, oro por mi precioso esposo, que tú, en tu gran misericordia, comprada por la sangre de Jesús, quites el corazón de piedra y le des un corazón tierno y blando hacia ti. Pon en él un nuevo espíritu. Dale una nueva disposición para amar tu Palabra y obedecerla. Vuélvete su Dios. Hazlo tu hijo».

«Circuncida su corazón»

Aquí hay otra promesa del nuevo pacto, está en Deuteronomio 30:6. Dios esperaba el día en el que un profeta como Moisés se levantará, es decir, Jesús, y promete esto para sus elegidos:
Además, el Señor tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.
Entonces, ora: «oh, Padre, ninguno de nosotros te ama primero y mueve tu corazón para amarnos. No podemos amarte a menos que tú, en tu gran, gratuito y misericordioso amor circuncides nuestro corazón. Debes cortar la vieja naturaleza de autoexaltación y autogobierno. Oh, Dios, te ruego, circuncida su corazón para que sea liberado de la resistencia a tu verdad, bondad y belleza. Haz que, oh Señor, te ame por causa de Cristo».

«Dale el arrepentimiento»

Piensa en la instrucción y la promesa de 2 Timoteo 2:24–26. Se aplica, creo, a todos los que en cualquier momento usamos la Palabra en oración para tratar de sacar a un incrédulo de las tinieblas. Dice esto:
El siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. Debe reprender tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad, y volviendo en sí, escapen del lazo del diablo, habiendo estado cautivos de él para hacer su voluntad.
Entonces, oramos: «Padre, aunque nadie merece ser salvado, nadie merece el regalo del arrepentimiento, nadie merece escapar del diablo; sin embargo, tú eres un Dios de misericordia. Sé esto porque yo escapé cuando estaba igual de ciega y atrapada en la muerte de corazón como mi esposo. Aquí estoy orando, amándote, confiando en ti: ¡gracia admirable en mi vida! Así que, eres un Dios de misericordia y, si tú quieres, puedes darle arrepentimiento, liberación, fe y vida. Sé que tienes misericordia de quien tienes misericordia. Sé que eres libre y completamente sabio y, como tu hija, te pido que, para la gloria de tu gracia, le des arrepentimiento a mi esposo».

No pierdas el ánimo

Y podríamos seguir, por supuesto, una y otra vez, de hecho, convirtiendo las promesas y las obras de Dios en oraciones. Podríamos convertir Hechos 16:14 en esto: «Señor, abre su corazón como lo hiciste con el de Lidia». O podríamos convertir 2 Corintios 4:6 en esto: «Padre, resplandece en sus corazones la luz del Evangelio de la gloria de Dios en la faz de Cristo». O podríamos orar las palabras de Jesús en Lucas 18:27: «Señor Jesús, tú dijiste de la conversión del hombre rico: “Lo que es imposible para el hombre es posible para Dios”. Así que haz lo imposible, te lo ruego. Convierte a mi esposo». Por lo tanto, Rose, estamos contigo en esta gran obra de luchar en oración por tu amado no creyente. No nos olvidemos de las palabras de Jesús en Lucas 18:1: «orar en todo tiempo, y no desfallecer».
John Piper © 2022 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Es la puntualidad e impuntualidad un asunto de testimonio cristiano?
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¿Es la puntualidad e impuntualidad un asunto de testimonio cristiano?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Una oyente del pódcast llamada Lisa nos escribe sobre la impuntualidad crónica. Ella pregunta: «querido Pastor John, ¿la impuntualidad habitual es pecado? ¿Cómo le hablarías a un hermano de la iglesia que de manera constante llega (diez, quince e incluso hasta veinte minutos) tarde a sus compromisos?». Tal vez si abordo esto de cierta manera, resultará útil no solo para tratar con personas que son crónicamente impuntuales, sino también con otras molestias, debilidades o defectos que pueden tener las personas y que necesitamos abordar o solucionar. Así que espero que lo que diga aquí sea de uso más amplio que solo ese tema en particular.

Consideraciones culturales

Lo primero que debemos decir, por supuesto, es: considera la cultura en la que vives. El hecho de que una persona llegue tarde está determinado, en parte, por las expectativas culturales sobre cuándo debe llegar, y existen algunas diferencias culturales entre distintos grupos. Pensamos en culturas menos orientadas a la precisión —como las que exigen el transporte y la industria occidentales—. Es posible que esas culturas hayan regido sus reuniones durante generaciones en función de dónde está el sol en el cielo, no de dónde están las manecillas del reloj. Y, por lo tanto, no serías considerado impuntual si llegas con media hora de diferencia o tal vez con una hora de diferencia. En esa cultura es así. Cuando estuve en Alemania en los 70, me invitaron a la casa de mi Doktorvater para una reunión nocturna. Era la primera vez. Era nuevo en una situación alemana y no sabía qué esperar. Así que tomé el tren (y, por cierto, puedes contar con que los trenes lleguen a tiempo en Múnich, Alemania). Tomé un tren y caminé hasta unos cinco minutos antes de la hora, toqué al timbre y me invadió una sensación de temor cuando su esposa abrió la puerta con una especie de mirada de sorpresa en su rostro. Se recuperó rápidamente y me invitó a entrar, y luego me dijeron que realmente el tiempo ideal para llegar es cinco minutos después de la hora señalada, no cinco minutos antes. Bueno, acabas de aprender lo que significa tarde y lo que significa temprano. Así que lo primero es la cultura. Para la mayor parte del mundo occidental, las demandas de la industria y los viajes han creado una cultura en la que llegar tarde no solo puede ser molesto, irrespetuoso o inconveniente, sino incluso peligroso, tanto para la persona que llega tarde como para los que tienen que esperar. Por ejemplo, si llegas tarde a un avión, perderás tu vuelo, lo que puede ser un gran problema. Si estás en el ejército y la orden es: a las 19:00 horas habrá fuego de la fuerza aérea, puedes tomar tu pelotón y correr durante quince minutos por este territorio abierto porque no podrán dispararte. Si se retrasan por tres minutos, tal vez la mayoría de ustedes acabarían muertos. Por lo tanto, la impuntualidad puede ser un problema importante o un inconveniente menor.

Amar para ayudar

Una vez que hayas discernido el nivel de expectativa en el grupo al que perteneces y una vez que hayas calculado la medida de molestia, irritación, perturbación o incluso el peligro que una persona podría causar, entonces tienes que discernir: ¿cuánto esfuerzo pongo en ayudar a alguien a no llegar tarde? Y se convierte en un problema moral, dice la Biblia, si estás haciendo mal a tu prójimo. «El amor no hace mal al prójimo [...]» (Ro 13:10), y si llegar tarde perjudica al grupo, dificultando de alguna manera su trabajo, entonces no estás actuando con amor, y entonces se convierte en un problema moral. Pablo dice: «El amor [...] no se comporta con rudeza» (1Co 13:4-5, NVI). Y esa idea de rudeza significa que no ofende las expectativas culturales. Y la rudeza cambia de una cultura a otra. El amor no está tan envuelto en sí mismo como para no prestar atención a cosas como cuáles son las expectativas de este grupo. La Biblia también dice: el amor considera a los otros como más importantes que a sí mismos (Fil 2:1–3). Y el amor piensa en los intereses de los demás, no solo en los propios. Entonces, los casos de impuntualidad pueden convertirse en un problema grave de pecado si un número suficiente de personas se ven seriamente perjudicadas por tu impuntualidad.

Cuatro sugerencias para ayudar a los que llegan tarde habitualmente

Entonces, ¿qué hacer si conoces a alguien —o tú eres parte de ese grupo— y necesitan que alguien los ayude, ya que esto está causando inconvenientes, interrupciones o siendo un obstáculo? Esto es lo que yo haría.
1. Aludir de manera gentil el tema
Primero, gentilmente, quizás en broma, le indicaría en privado a la persona que sería útil que llegara a tiempo. Déjalo así. No es una gran cosa, es solo una simple sugerencia. Fíjate si ayuda, y mi opinión es que ayudaría a mucha gente.
2. Mantén una conversación uno a uno más enfocada
Si no produce ningún tipo de cambio, apartaría a la persona para hablar a solas una segunda vez y le preguntaría si hay algún problema, si hay alguna razón por la cual siempre llegan tarde y por la que no puede llegar a tiempo. Y puede que descubras algo que lo podría ayudar. O puede que disciernas (y esto sucede) que simplemente hay una desconexión de personalidad de algún tipo aquí. Y eso los vuelve habitualmente distraídos con el tiempo. Y en ese caso, la pregunta es: ¿tienes suficiente capital relacional para trabajar eso con ellos? Si no lo tienes, probablemente no podrás hacer mucho.
3. Ofrece consejos prácticos
Si tienes suficiente capital relacional con la persona, si está dispuesta a dejarte entrar en su vida, entonces puedes decir: «¿qué tal si configuras tu alarma quince minutos antes en la mañana?». O podría decir: «tengo una aplicación en mi teléfono y esta aplicación te avisa con anticipación. ¿Qué tal si la configuras? ¿Qué tal si me dejas configurarla por ti?». En otras palabras, tienes que determinar: ¿es tal la falta de atención de esta persona que se marchará y dirá: «buena idea» y nunca lo hará? ¿O puedes hacerlo tú por él?
4. Ora por humildad
Ahora, por supuesto, todo esto requiere una enorme cantidad de humildad por parte de la persona que está siendo impuntual. Admitir que tienes un problema y que no lo puedes resolver por ti mismo requiere humildad. ¿Y querrán someterse a tu consejo? ¿Tomarán la actitud de una persona en necesidad que no es capaz de dirigir su propia vida de manera tan eficiente como quisiera, y que eso molesta a otras personas? Y si no encuentras ese tipo de humildad que te permita trabajar con ellos de manera práctica, sino que se resiste, entonces probablemente necesitarás orar por ellos y trabajar para que su impuntualidad no sea un obstáculo. Y eso significa que probablemente nunca tomarán un cierto rol en ese grupo, en el que se necesita tener más precisión, más cuidado, más intencionalidad y atención. Y tu expectativa será que lleguen tarde y los tomen por lo que son. En el servicio a los demás, cambiamos algunas cosas, perdonamos algunas cosas y soportamos algunas cosas. Y necesitamos sabiduría para saber cuál es cuál para cada persona en nuestra vida.
John Piper © 2022 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Cuántas joyas son demasiadas joyas?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Bienvenidos de nuevo al pódcast. Bueno, ¿cuántas joyas son demasiadas joyas? Es una pregunta que nos preocupa en el pódcast debido a que ustedes preguntan sobre esto. Más importante aún, es una inquietud porque es un tema de preocupación en la Biblia, específicamente en 1 Pedro 3:3, un texto que nos ha provocado muchos correos electrónicos a lo largo de los años acerca de cómo limitar los adornos. Aquí hay una pregunta representativa que tomé de un esposo y padre. «¡Hola, pastor John, y gracias por este pódcast! Mi esposa y yo estamos tratando de averiguar si es bueno permitir que nuestra hija use esmalte de uñas. Tiene dos años y le encanta jugar a disfrazarse. No quiero que esto se convierta en una necesidad, pero supongo que está bien como expresión de su creatividad infantil. En última instancia, también es una pregunta para mi esposa. Ella a menudo no usa maquillaje o joyas, y estoy feliz con eso. Sin embargo, disfruta que le pinten los dedos de los pies. Considerando 1 Pedro 3:3–4, no conozco a muchas personas que argumenten que todos los adornos femeninos sean malos. Pero es claro que algunos sí lo son. ¿Dónde trazamos esa línea hoy?». Permítanme comenzar con una observación general y analogía del Nuevo Testamento y después hablaré de algunos aspectos específicos. Consideremos una analogía entre el adorno del cabello, la ropa elegante y el uso de maquillaje por un lado, y las riquezas y abundancia por el otro. Esta es la analogía. El Nuevo Testamento no llama a las riquezas y a la abundancia malas en sí mismas, sino que el Nuevo Testamento entero tiene una trayectoria lejos del lujo y de la opulencia y se acerca hacia la simplicidad, hacia una especie de estilo de vida en épocas de guerra que es consciente de los peligros del dinero y de la apariencia de amar a este mundo más de lo que amamos a Dios. Ahora bien, la comparación o la analogía es esta: la Biblia no califica a la moda, al maquillaje o a los peinados malos en sí mismos. Sin embargo, la trayectoria del Nuevo Testamento es hacia la simplicidad, la modestia, la belleza interior del carácter y hacia lo que podríamos llamar una vestimenta que no distrae y que revela la personalidad, en contraposición a la ropa que revela el cuerpo. Esa es mi observación general. Ahora hablemos de algunas cosas específicas.

Dos textos sobre la belleza

Sería bueno poner frente a nosotros dos de los textos más directos sobre la vestimenta y el adorno de una mujer y cómo ella se presenta a sí misma. Y hay, como puedes ver en estos textos, claras implicaciones para los hombres también, pero están dirigidos a las mujeres. Tenemos 1 Pedro 3:3-4. Él está diciendo esto a las esposas que están casadas con maridos no creyentes, probablemente debido a la tentación de usar su realidad sexual para influenciar de alguna manera a este marido no creyente. Y Pedro está diciendo:
Que el adorno de ustedes no sea el externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino que sea lo que procede de lo íntimo del corazón, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios.
Y aquí está 1 Timoteo 2:9-10:
Asimismo, [deseo] que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad.
A partir de estos dos textos, podemos decir lo siguiente:

Tres principios para la modestia

Primero, no te enfoques más en la belleza externa que en la belleza interna. «Que el adorno de ustedes no sea el externo [...], sino que sea lo que procede de lo íntimo del corazón [...]» (1P 3:3-4). Este es el gran principio para las mujeres y, yo diría, obviamente, que también es para los hombres. Es como el ejercicio corporal. Nos gusta citar esto: «Porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo» (1Ti 4:8). De este modo, el adorno externo, se podría decir, es de poco valor, y el adorno interno es valioso en todo sentido. Eso es lo primero que podemos inferir de estos textos. Segundo, las restricciones de Pedro y Pablo no tienen la intención de ser totales. Y la razón por la que sabemos eso es porque justo después de decir: «Que el adorno de ustedes no sea [...] peinados ostentosos, joyas de oro», dice: «Que el adorno de ustedes no sea [...] vestidos lujosos» (1P 3:3). Esto no quiere decir: «no usen ropa»; quiere decir: «no destinen sus principales esfuerzos y preocupaciones en su ropa, sino en su belleza interior». No significa que no lleves joyas ni peinados. Tercero, el lenguaje de Pablo en 1 Timoteo 2:9-10 sobre la vestimenta se refiere casi por completo a lo que es «adecuado» o «sobrio» o «apropiado» (estas son las frases griegas que me aseguré de entender correctamente):
  • katastolē kosmiō: «indumentaria sobria».
  • meta aidous: «con respeto a lo convencional o a lo que es adecuado».
  • mē himatismō . . . polytelei: «no vestidos costosos, lujosos o llamativos».
  • prepei gynaixin epangellomenais theosebeian: «como corresponde a las mujeres que profesan la piedad».
Ahora, la implicación de estas directrices parece ser esta: dentro de una cultura siempre cambiante, altamente corrupta en ese entonces y ahora, con elementos marginales de grunge, estridencia y provocación, enfócate en lo que tu ropa, tu adorno y tu maquillaje dicen de ti como persona, no en lo que dice de tu piel o forma. Palo llama a esto «como corresponde a las mujeres que profesan la piedad» (1Ti 2:10).

Feminidad fiel

Ahora, regresemos a la pregunta sobre la pequeña niña que quiere pintarse las uñas. Esto trae a colación el tema —y es un tema tan relevante— de la sexualidad masculina y femenina y lo que son. ¿Cuál es la diferencia entre masculino y femenino? Hace veinte años, podríamos haber sentido que no necesitábamos hablar de eso. Todos sabían lo que eso era. Bueno, ahora necesitamos estar alertas al hecho de que nuestra pequeña niña debería crecer con una conciencia alegre y reflexiva de que Dios la hizo una niña. Y nuestro hijo debería crecer con una conciencia alegre y reflexiva de que Dios lo hizo niño y no niña. Así que diré sin vergüenza que deberíamos estar felices cuando nuestra hija de dos años quiera pintarse las uñas y nuestro hijo no quiera pintarse las uñas. Deberíamos afirmar su inclinación hacia esta expresión de feminidad y debemos desanimar a nuestro hijo en esta expresión de feminidad (y hay maneras sensibles de hacer esto). Y utilizo el término «expresión de feminidad» porque estoy completamente consciente de que el esmalte de uñas es una expresión cultural y no innata. No está en sus genes el que tenga que tener esmalte en sus uñas. Las niñas no nacen con uñas pintadas. Sin embargo, lo que sí es innato, dado por Dios e innato, es que niños sanos que tienden hacia una masculinidad madura tienen la inclinación, por su naturaleza dada por Dios, a abrazar expresiones culturales apropiadas de la masculinidad. Y deberíamos ayudarlos con esto. Y niñas sanas que tienden hacia una feminidad madura tienen la inclinación, por su naturaleza dada por Dios, a abrazar expresiones culturales apropiadas de feminidad. Y creo que Pablo enseñó esto mismo en 1 Corintios 11:14. «¿No les enseña la misma naturaleza [...]?» dice. Y enseña lo mismo en Romanos 1, donde dice que las personas están actuando en contra de la naturaleza (Ro 1:21-28). Entonces, estaría agradecido de que mi hija quisiera pintarse las uñas. Y, junto con mi esposa, la entrenaría para que sepa cuán inocente y completamente insignificante es el esmalte en cuanto a su valor como persona y su influencia en el mundo. Queremos que ella tenga una cosmovisión tal, que incluso si pierde sus dedos en un accidente con una máquina, ella sabrá que puede ser una persona hermosa, valiosa y fructífera como una creyente de Cristo Jesús y como una hija del Rey del universo.

Llevando la atención hacia arriba

Así que, además de ordenar nuestras prioridades, además de abrazar lo bueno de la masculinidad y de la feminidad, y de vestirnos de maneras que son apropiadas y dignas de nuestra devoción a Cristo y de vestirnos de maneras que apuntan a nuestra persona en lugar de a nuestro cuerpo y además de evitar la arrogancia que busca desafiar la convención de manera impactante, además de todo eso, yo sumaría una preocupación especial de que criemos a nuestras hijas e hijos para no ser sexualmente provocadores. Ahora bien, esto significa exponer menos piel, no más piel. Y significa menos leggings y camisas ajustadas. Y si una mujer se enoja conmigo por este punto y dice: «yo no necesito ajustar mi ropa de acuerdo a la tentación sexual masculina» (que es una réplica tan común si intentas decir algo sobre la modestia hoy en día), mi respuesta es: «eso es verdad. Tú no tienes que ajustar tu ropa de esa manera. Pero te voy a preguntar lo siguiente (algo que creo entienden las mujeres que quieren abrazar la belleza y la santidad femenina): ¿crees que el atractivo de la belleza aumenta por la cantidad de piel que muestras?». Aquí está mi respuesta: los ojos que son atraídos por más piel, no son atraídos por más piel debido a que sea hermosa, sino porque es más piel, punto. Más piel no es más belleza, es un imán. No tiene nada que ver con la belleza. Tiene todo que ver con la pura, física y magnetizante piel. La verdadera prueba de si uno es bellamente atractivo no es cuán sensual se puede ser, porque el sexo y la belleza no son lo mismo en lo absoluto. Y una mujer piadosa sabe esto. Ella no quiere ser un imán de piel. Ella, con su ropa, quiere decir: «estoy agradecida de ser mujer, amo la hermosura de la sencillez, y Cristo es mi mayor tesoro».
John Piper © 2022 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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El rol de papá en las tareas del hogar
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El rol de papá en las tareas del hogar


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Un oyente del pódcast llamado Zack escribe para preguntar: «usted ha mencionado muchas veces antes el glorioso rol de la mujer como madre y como ama de casa. Hablando bíblicamente, ¿qué rol tiene el esposo en las tareas del hogar y en el cuidado de los hijos? ¿Qué responsabilidad tiene?». El esposo carga con la gozosa y pesada responsabilidad de supervisar y liderar el hogar para que cada uno de los miembros florezca al máximo potencial según la medida que Dios ha planeado para ellos. Esta es la manera más simple de decirlo: la afirmación amplia y general. Él es el supervisor y el responsable, lo cual involucra proveer la guía para formar y formular la visión moral de la familia. ¿Qué representa? ¿Cuáles son sus objetivos últimos? ¿Cuál es el tono de esto? ¿Cuál es el espíritu de la familia, las estructuras de la familia, las expectativas de la familia?

Los roles principales de un padre

Esta supervisión implica la responsabilidad principal de la protección de la familia: física, moral y espiritual. Implica la responsabilidad principal de proveer para la familia. Implica un corazón de siervo que lidera con el ejemplo en lugar de simplemente mandar. E implica cultivar el gozo como la atmósfera indomable a causa del Evangelio y la soberanía de Dios. Permíteme mencionar algunos versículos bíblicos para cada uno de esos roles.
1. Los papás lideran a sus familias
«Porque el marido es cabeza de la mujer» (Ef 5:23). Eso significa que él es el líder. El guía, y eso es lo que hace la cabeza con las otras partes del cuerpo. Los ojos están en la cabeza. Las orejas están en la cabeza. La lengua y la voz están en la cabeza. El cerebro está en la cabeza. Por supuesto, esto no significa que las otras partes del cuerpo no tengan responsabilidades ante Dios a su manera. Significa que hay un rol único para el esposo al liderar. Él es como el Salvador. «Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo Él mismo el Salvador del cuerpo» (Ef 5:23), lo que significa algo así como un protector o un libertador. Él cuida a la familia del mal moral y físico. «Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo por ella» (Ef 5:25), que significa que todo este liderazgo y toda esta protección son sacrificiales. Él no es autoritario. Él es edificante. Él lidera como Cristo. Recuerda que Jesús dijo: 
Los reyes de los gentiles se enseñorean de ellos; y los que tienen autoridad sobre ellos son llamados bienhechores. Pero no es así con ustedes [...]. Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? [...]. Sin embargo, entre ustedes Yo soy como el que sirve. 
Así que Jesús les dice a los padres: «sirvan a sus hijos, sirvan a sus esposas. Que el liderazgo servicial marque la manera en que supervisan su hogar».
2. Los papás cuidan a sus familias
Y después encontramos la palabra cuidar en Efesios 5:28-29: 
Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así como también Cristo a la iglesia.
Entonces, hay sustento y cuidado. El esposo es el proveedor. Él provee sustento. Él no se sienta y espera que su esposa provea para la familia. Él asume la responsabilidad principal y lo resuelven juntos: ambos usan sus dones para proveer para esta familia. Y todo esto él lo hace con gozo.
3. Los papás forman a sus familias
Deuteronomio 6:6-7 dice:
Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. 
Esta es la peculiar función de enseñanza de los papás. Y digo papás porque Efesios 6:1 dice: «Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor». Y luego Pablo avanza en el versículo 4 y dice: «Padres [...] críenlos en la disciplina e instrucción del Señor». Y toda esta instrucción tiene al centro «Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea perfecto» (Jn 15:11). Por lo tanto, el padre carga el peso de formar el espíritu, estructura la mano de obra de la familia y, como siervo del Señor, forma el carácter del niño, las habilidades del niño y la cosmovisión del niño, todo con gozo, porque él es un pequeño pastor. Hebreos 13:17 dice: «Obedezcan a sus pastores y sujétense a ellos [...] que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para ustedes». Así que los papás que lideran a sus hijos y a sus esposas con quejas no los están sirviendo.

Pastores de pequeñas iglesias

Nosotros, los hombres, somos pequeños pastores en nuestro hogar. Tenemos una pequeña iglesia ahí, y somos responsables de liderar esa pequeña iglesia, crear la visión para esa pequeña iglesia y crear el espíritu y la atmósfera para esa iglesia. Y debe ser hecho con gozo para que los niños se den cuenta de que estar felices en Dios es realmente de lo que se trata la vida.
John Piper © 2014 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Leo la Biblia y no siento nada, ¿qué debería hacer?
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Leo la Biblia y no siento nada, ¿qué debería hacer?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Cerramos esta semana con una pregunta muy común en la mente de muchos cristianos. Es una pregunta que usted, pastor John, le hacen mucho cuando viaja, y es una de las preguntas más comunes que recibimos en los correos electrónicos de nuestros oyentes. Esta es: «si leo mi Biblia, pero no siento nada en mis afectos que resuene con el valor, la importancia, la preciosidad, la belleza y los placeres que deben comunicar esas palabras, ¿hay algo más que pueda hacer? ¿O simplemente debo esperar y dejar que la experiencia me suceda en el futuro? ¿Cómo responde usted?». Me alegra mucho esta pregunta porque es algo que he estado pensando últimamente. He estado meditando en una sección del libro de Proverbios, y creo que esta sección es introducida por el escritor inspirado precisamente para dar respuesta a esta pregunta. La sección es Proverbios 22:17-24:22. Si miras Proverbios 22:20, dice: «¿No te he escrito cosas excelentes, de consejo y conocimiento?». Ahora bien, estas cosas excelentes se encuentran agrupadas. Algunas Biblias separan las agrupaciones para ti. Entonces, cada vez que comienza un nuevo tema, hay un nuevo dicho, y hay treinta de ellos en esta unidad. El versículo 17 es donde ellos comienzan, y dice: «Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, y aplica tu corazón a mi conocimiento». Por lo tanto, usualmente tienen el título «Los dichos de los sabios». Pues bien, lo más importante de esto es que creo que los primeros dos versículos o los primeros tres tal vez, en esta nueva sección de treinta dichos, están escritos precisamente para responder la pregunta que se nos acaba de formular, es decir, ¿cómo oyes estas palabras y cómo te sientes en consecuencia?

Acércate

Permíteme leer Proverbios 22:17-18:
Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, Y aplica tu corazón a mi conocimiento;  Porque te será agradable si las guardas dentro de ti; Para que estén listas en tus labios.
Fíjate en dos cosas. La primera línea dice: «Inclina tu oído y escucha las palabras de los sabios». Así que claramente el punto allí es que las palabras están siendo habladas y tú debes acercarte, inclinar tu oído. Literalmente, si no puedes oírlas, ¿qué hacemos cuando no podemos oír? Nos inclinamos hacia adelante. Nos acercamos más. Sin embargo, también lo hacemos con nuestra atención. Si estás leyendo palabras o si estás escuchando palabras y las palabras están simplemente pasando, él está diciendo: «no las dejes pasar. No dejes pasar ninguna de las palabras. Atiende meticulosa, cuidadosa y atentamente a las palabras mismas, porque las palabras van a formar conocimiento en tu mente».

Despierta

La siguiente línea dice: «Y aplica tu corazón a mi conocimiento». Así que el conocimiento es lo que forma en la mente alguna idea —alguna comunicación de algo valioso o precioso o importante o sabio que él va a comunicar— que viene a través de palabras que llegan a tu oído, que entran y producen conocimiento. Entonces, aquí viene, el efecto es que: «te será agradable». Y yo entiendo que el corazón es el órgano de lo agradable o del placer. Y de eso se trata, ¿no? ¿Cómo puedo experimentar placer al admirar valorar, atesorar, amar, abrazar, disfrutar y disfrutar apropiadamente lo que percibo a través de las palabras? Y dice que la manera de hacerlo es mediante la aplicación del corazón. Ahora voy a hablar durante uno o dos minutos acerca de lo que eso significa. No obstante, debes saber que este escritor, este escritor inspirado, está respondiendo a tu pregunta con un sí. ¿Hay algo que puedas hacer para pasar de los oídos que prestan atención a las palabras y la mente que capta el conocimiento hacia un corazón que experimenta el placer de lo que está dentro? ¿Hay algo que puedas hacer? Y su respuesta es sí. Y las palabras que utiliza son «aplica tu corazón» a lo que tu oído ha escuchado y al conocimiento que se está formando en tu mente. ¿Qué significa eso? Lo tengo aquí, justo frente a mí, en mi pantalla, tashit, el verbo hebreo para «aplicar». Balibbcha tashit significa «aplicar tu corazón», o literalmente, «poner» o «colocar» o «estar de pie» o «ubicar». Así que tomas tu corazón y lo aplicas. Lo colocas en lo que has visto con tus ojos o escuchado con tus oídos. Metes la nariz de tu corazón en la belleza del conocimiento. Si el corazón no siente nada, le dices a tu corazón: «¡corazón, despierta!». Y tomas el corazón y lo aplicas. Lo empujas. Lo colocas en el conocimiento. Lo empujas. Hay algo que puedes hacer.

Sigue probando y viendo

He aquí una analogía. Supongamos que quieres probar un filete. Lo oyes chisporrotear en la parrilla afuera. Así que sales y tus ojos ven el filete chisporroteando en la parrilla. Y si te acercas lo suficiente, tu nariz puede oler el filete chisporroteando en la parrilla y, sin embargo, en tu boca todavía no está el sabor de ese filete. ¿Hay algo que puedas hacer? Esa es la cuestión. Esa es la verdadera cuestión. ¿Hay algo que puedas hacer con el «filete de Dios», con el «filete de Cristo», con el «filete de la salvación», con el «filete de la Palabra de Dios», la Palabra del infinito Dios creador? ¿Hay algo que puedas hacer para saborearla? Ya sabes cuál es la respuesta: toma un cuchillo y corta un trozo y te lo metes en la boca y masticas y masticas, y luego tragas y saboreas. Entonces, le dices a tu corazón: «come, corazón. Come, corazón». Permíteme dar algunos ejemplos más. Estoy caminando hacia la iglesia. Es octubre. Esto sucedió en las últimas dos semanas. Las hojas de los árboles de mi barrio están increíblemente brillantes de amarillo y naranja, y el sol brillaba, y era un octubre más templado de lo habitual (alrededor de quince grados). Las hojas oscilan y es absolutamente impresionante. Sin embargo, estoy caminando hacia la iglesia, a una reunión de oración, y no me doy cuenta de nada. Mis ojos lo ven y yo no lo veo. ¿Qué tiene que pasar? Hago una pausa. La gracia de Dios me hace hacer una pausa. Este pódcast de aquí hace que tú y yo nos detengamos. Lo miras y lo miras. Te inclinas y dices: «corazón, eso es naranja. Eso es amarillo. Eran verdes y ahora son naranjas, amarillas y doradas, y el sol las hace brillar. Y te están saludando con la brisa, y Dios está tratando de llamar tu atención y te está diciendo: “la gloria de Dios está brillando aquí”. Mira, corazón». Y metes la nariz del corazón hacia el árbol. Cuando volví a casa hace varios días, hubo dos o tres tardes que fueron tan impresionantes que miraba por la ventana y decía: «impresionante». Entonces, me levantaba, bajaba las escaleras, caminaba bajo el árbol y miraba hacia arriba. Luego cruzaba la calle y volvía a mirar. Sacaba la cámara e intentaba hacer varias fotos. Luego di la vuelta a la casa para ver cómo se veía desde ese ángulo.

Aplica tu corazón

Este es el empuje del corazón hacia el oro de la revelación natural. Y haces lo mismo con la Palabra de Dios. Se te ofrece un diamante. Ves el diamante, pero no ves el diamante y le dices a tu corazón: «corazón, muévete alrededor de este diamante. Mira el diamante desde este lado y mira el diamante desde ese lado». Y cuando una persona nacida de nuevo está haciendo la segunda mitad de Proverbios 22:17: «aplica tu corazón a este conocimiento, aplica tu corazón, aplica tu corazón», no puedes evitar convertirlo en oración. Cuando le estás predicando a tu corazón y le estás diciendo a tu corazón: «vamos, corazón, despierta. Vamos, corazón, mira esto. Vamos corazón, siente esto. Es hermoso. Despierta, corazón», instintivamente estás orando. No solo le estás hablando a tu corazón, aunque le estás hablando a tu corazón, porque eso es lo que el texto dice que hagas: aplica tu corazón. No obstante, también estás orando: «Dios, ayúdame. Dios, abre mis ojos». Así que, permíteme sugerirte que incluso si escuchas esto ahora mismo y dices: «ya lo he intentado y no funciona» o «ni siquiera sé de qué estás hablando», ¿puedo rogarte, puedo suplicarte? Puede que seas un novato en esto, como un niño pequeño que no sabe nada de sexo. Elige una analogía. Puede que seas tan novato que necesites practicar. Por favor, no te rindas. No digas que estás más allá de la capacidad de sentir la belleza del conocimiento de Dios en la Biblia y el conocimiento de sus caminos. Este texto es la Palabra de Dios para ti. Aplica tu corazón.  
John Piper © 2015 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Cómo puedo echar mis preocupaciones sobre Dios?
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¿Cómo puedo echar mis preocupaciones sobre Dios?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Echo mis preocupaciones sobre Dios y esas preocupaciones siguen encontrando una manera de volver a mí. Entonces, ¿cómo puedo deshacerme de esas preocupaciones para siempre? Recibimos mucho esa pregunta. Hoy nos llega en un correo electrónico de una oyente del pódcast llamada Claire. Claire escribe: «¡hola, Pastor John y Tony! Soy una estudiante universitaria cristiana y escucho APJ todo el tiempo. Pastor John, recientemente estuve releyendo su libro Batallando contra la incredulidad. En el primer capítulo, usted menciona 1 Pedro 5:7 y dice que debemos «echar nuestras preocupaciones sobre Dios». A menudo me he preguntado sobre este mandato y cómo lo hace usted. ¿Cómo lo hace? ¿Simplemente le dice a Dios que renuncia a sus preocupaciones? Además, una vez que las echa, ¿se espera que las olvidemos? ¿O podemos esperar que vuelvan a nosotros?». Pastor John, ¿qué le diría a Claire? Supón que vives en una aldea con unas quinientas personas y sin ejército, sin fortaleza, y supongamos que oyes que un ejército enemigo de cinco mil soldados armados viene contra ti para tomar tu aldea y destruir a sus habitantes. Ahora, eso sería una carga en tu corazón. Sería una ansiedad y el tipo de cosas que Pedro dice en 1 Pedro 5:7 que deben ser echadas sobre el Señor, ¿verdad? «echando toda su ansiedad sobre Él». O el Salmo 55:22: «Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará; Él nunca permitirá que el justo sea sacudido». Y supón que hubiera un rey, con un ejército de cincuenta mil soldados, que se hubiera comprometido a protegerte a ti y a tu pueblo cuando le pidieras ayuda. Así que envías un mensajero al rey y le suplicas que venga a protegerte contra el enemigo y él envía un mensajero real de vuelta con un mensaje con el sello oficial del rey que dice: «los protegeré. El enemigo no te abrumará». Firmado, «el Rey». Ahora bien, ¿qué significaría para ti en ese momento echar tu carga, echar tu ansiedad sobre el rey? Seguramente, la respuesta es esta: en la medida en que confíes en la promesa del rey de protegerte, en esa medida, tu carga será aliviada. Si tu confianza es pequeña, seguirás sintiéndote agobiado, pero si tu confianza es grande, tu carga será ligera. Así que la clave para descargar tus cargas, tus ansiedades sobre el rey es confiar en la palabra del rey, la palabra de la promesa, que, por supuesto, incluye confiar en que tiene el poder para hacer lo que dice que hará, que tiene la sabiduría para ser tan estratégico como necesita ser, que tiene la voluntad o el deseo o el compromiso de hacer lo que dice. La confianza implicará todas esas cosas, pero la confianza es la clave para soltar tu carga, para poner tu carga sobre el rey.

¿Qué clase de Dios es?

Cuando se trata de depositar nuestras ansiedades en Dios, lo fundamental es que Dios nos diga qué clase de rey es. ¿Es el tipo de Dios, el tipo de rey, que quiere sobrecargar a su pueblo con cargas como el trabajo esclavizante —como cuando los israelitas en Egipto fueron sobrecargados haciendo ladrillos sin paja— porque ese era el tipo de rey que era el Faraón? ¿O es el tipo de Dios al que le encanta quitarle cargas a su pueblo? ¿Qué clase de Dios es Dios? Eso hay que resolverlo, y Dios tiene que decirnos y mostrarnos qué clase de Dios es. Oh, qué liberador, qué emocionante fue —lo recuerdo— para mí la primera vez que vi los textos que voy a leer ahora. Nunca había llegado a comprender que Dios es realmente así. Este es el tipo de Dios que creó el universo, que envió a Cristo al mundo, que gobierna las cosas con la providencia de su sabiduría. Él es realmente esta clase de Dios. Así que aquí están.
Generoso
Hechos 17:25: «[Dios] ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que Él da a todos vida y aliento y todas las cosas». En otras palabras, Dios no tiene ninguna necesidad. No me necesita. No necesita mi trabajo de esclavo. Al contrario, muestra su divina plenitud, su sabiduría, su poder y su amor dando, no recibiendo.
Libertador
He aquí el Salmo 50:12, 15. Dios dice: «Si Yo tuviera hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y todo lo que en él hay. Invoca mi nombre en el día de la angustia; Yo te libraré, y tú me honrarás». Qué dos versículos tan asombrosos. En otras palabras, nunca pienses que puedes glorificar a Dios proveyendo sacrificialmente para Él, proveyendo tu trabajo para Él, como si Él dependiera de ti para algo. Dios no es glorificado al ser tu beneficiario. Él es glorificado siendo tu benefactor. «Invócame», dice, «en el día de la angustia; Yo te libraré», no al revés. «Yo te libraré, y tú me glorificarás por haberte librado». Él nunca renunciará a la gloria de ser el proveedor y libertador todo suficiente.
Trabajador
Isaías 64:4, oh, esto es glorioso. Recuerdo la primera vez que vi esto y me mostraron la clase de singularidad que Dios reclama para sí mismo. «Desde la antigüedad no habían escuchado ni puesto atención, ni el ojo había visto a un Dios fuera de ti [...]». Bien, ¿cuál es la singularidad aquí que nadie ha visto? «[...] que obrara en favor de los que esperan en Él». En otras palabras, lo que hace a Dios único entre todos los dioses paganos de las naciones es que Él no busca ayuda; Él proporciona ayuda. Él trabaja para aquellos que esperan en Él. Baal y Nebo, esos dioses babilónicos, son como ídolos sentados en carretas que tienes que arrastrar con yugos al hombro, mientras que nuestro Dios nos carga. Nosotros no lo cargamos a Él.
Fortalecedor
Y tal vez el texto que más me asombró de este conjunto que estoy leyendo fue 2 Crónicas 16:9: «Porque los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente suyo». Lo que realmente dice esto es que Dios está merodeando; está al acecho de personas que le permitan trabajar para ellos, de personas cuyos corazones se vuelvan hacia Él y confíen en que Él será fuerte en su favor. Dios está buscando maneras, por así decirlo, de mostrar su poder por nosotros, no contra nosotros, por el bien de aquellos que se humillan bajo su poderosa mano y confían en que Él trabaja por ellos. Asombroso.
Servidor
Un texto más para ilustrar el punto y que va directo al meollo del asunto porque tiene que ver con la encarnación y lo que Dios se propuso cuando envió a Jesús. He aquí Marcos 10:45: «Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos». En otras palabras, en el punto culminante de la revelación de quién es Dios —a saber, en la encarnación de su propio Hijo—, lo que vuelve a decir es lo siguiente: «No vengo a buscar ayuda. No vengo a que me sirvan. Vengo a servir. Aquí soy el Salvador. Soy el que ayuda. Soy el Salvador aquí. Aquí soy el proveedor. Aquí soy el guía sabio. Aquí soy el tesoro. No cambies los papeles conmigo. Siéntete necesitado, siéntete satisfecho, siéntete confiado».

Confía en el Dios que es completamente suficiente

Entonces, para responder nuestra pregunta más fundamental: ¿con qué clase de Dios estamos tratando cuando se trata de llevar nuestras cargas? Estamos tratando con un Dios que es tan pleno que no necesita nuestra ayuda para estar más pleno, para ser mejor, para ser más eficaz, para estar más satisfecho, para ser más glorioso. Toda su plenitud —toda su excelencia, su eficacia, su gloria— se muestra a su pueblo al trabajar para ellos, no cuando ellos trabajan para Él. Él levanta cargas. No levantamos las suyas. Entonces, con esta realidad gloriosa y masiva del tipo de Dios con el que estamos tratando, lo que significa echar tu carga o tu ansiedad en el Señor es que escuches sus promesas sobre tu situación y que confíes en que Él es el tipo de Dios suficientemente fuerte, suficientemente sabio, suficientemente bueno para tomar sobre sus fuertes hombros tu preocupación y cumplir su promesa para ti. Ahora, observa que el mandato en 1 Pedro 5:7 de echar sus ansiedades sobre el Señor está precedido por la declaración de que Dios es poderoso, y seguido por la declaración de que Dios se preocupa. Dice así: «Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo, echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes» (1P 5:6–7). Por lo tanto, confiarle nuestras angustias significa confiar en su poder y confiar en su cuidado para cumplir las promesas específicas que Él hace a sus hijos en las diversas situaciones de la vida. Entonces, al enfrentar una situación de ansiedad, admito que no puedo satisfacer las necesidades de Dios. Ese no es mi trabajo. Él no quiere que tome ese papel. Estoy indefenso. Dios es completamente suficiente, así que viene a mi mente una promesa como Isaías 41:10, mi promesa más preciada, donde Dios me dice personalmente (casi puedo oírlo pronunciar mi nombre): «John, te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia», una promesa maravillosa. Y confío en esa promesa en ese momento, y esa confianza es el lanzamiento de mi ansiedad sobre Él. Si, por la gracia, puedo descansar en la promesa, la carga se quita y puedo caminar en la situación aterradora sin miedo. Por lo tanto, nunca dejes de asombrarte de que Dios no es un hombre al que se le debe servir, sino que es Dios, y que se deleita en mostrar su poder y su cuidado no agobiándonos, sino aligerando nuestras cargas. Confía en Él para esto.
John Piper © 2022 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Cómo sé si estoy amando bien a mi esposa?
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¿Cómo sé si estoy amando bien a mi esposa?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Puesto que el amor de Cristo por la iglesia nos da el modelo tipológico, el arquetipo del amor de un hombre por su esposa, no es sorpresa que recibamos bastantes correos electrónicos de maridos que no saben si están en el camino correcto con respecto a esto. ¿Cómo se manifiesta en la vida diaria de un marido un amor semejante al de Cristo?  Es la pregunta de hoy de un oyente llamado Zachary. «Pastor John, me caso este invierno y en mi vida tengo poca o ninguna experiencia de otros maridos que sean buenos líderes de sus esposas. ¿Cuáles son algunos de los parámetros generales que debo considerar —y también todos los maridos nuevos— para saber si estamos liderando a nuestras esposas de una manera que honre y refleje el amor de Cristo por la iglesia?». Bien, Zachary, en resumidas cuentas, mi consejo es el siguiente: haz de Efesios 5:25-33 tu norma de por vida sobre cómo amar a tu esposa y lo que significa vivir en la relación de pacto que Dios diseñó para mostrarle al mundo la belleza de su propio amor de pacto por la iglesia. Haz que sea tu norma de por vida. 

Una norma para toda la vida

Este es un pasaje inagotable. Te derribará para luego volver a levantarte una y otra vez a medida que descubras más y más profundamente las maravillas del misterio del matrimonio. Muy poca gente hoy en día, incluso en la iglesia, considera el matrimonio de forma tan profunda, seria y gloriosa como Dios lo diseñó. En términos generales —me parece—, hemos absorbido las visiones superficiales del mundo con respecto al matrimonio y sus glorias, y hemos descuidado totalmente lo que realmente significa.  Después, agrega 1 Pedro 3:7 a esta norma de por vida. Ahora tienes dos porciones de esa norma: Efesios 5:25-33 y 1 Pedro 3:7. Pedro usa la frase: «herederos del grato don de la vida» (NVI). Nunca podrás llegar al fondo de esa frase, ni en esta vida ni probablemente en la próxima. «Herederos del grato don de la vida». Dos personas, un hombre y una mujer, ambos absoluta y totalmente pecadores y, por lo tanto, absoluta y totalmente dependientes de la gracia para esta vida y la próxima. ¿Cómo se vería eso?  Qué glorioso se vería. Dos personas con sus corazones quebrantados y dependientes de la gracia. Déjame ser específico, solo unas cuantas preguntas específicas, porque estoy seguro de que eso es lo que quieres. 

Sigue la historia

Efesios 5:25-33 está diseñado para ser la redención de lo que fue destruido en Génesis 3. Empecemos allí. Solo debes fijarte en esa conexión cuando Adán y Eva cayeron del hermoso plan que Dios tenía para ellos.  Efesios 5:25-33 es la reconstrucción de lo que fue destruido. Ahora, leamos acerca de lo que fue destruido. Lo podrás ver. Podrás ver al menos tres terribles catástrofes: «Entonces fueron abiertos los ojos de ambos», Adán y Eva recién habían comido del fruto prohibido «y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales. Y oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día. Entonces el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del huerto» (Gn 3:7-8).  A continuación, el Señor Dios llamó al hombre, «Acércate, Adán»: «Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde estás?”. Y él respondió: “Te oí en el huerto, tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí”» (Gn‬ 3‬:9‬-10, énfasis del autor‬).  Y Dios dijo: «“¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo?” […]. “¿Has comido del árbol del cual yo te mandé que no comieras?”. El hombre respondió: “La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí”» (Gn‬ 3‬:11‬-12‬). 

Tres corrupciones

Observa tres corrupciones catastróficas en esta hermosa relación.  Primero, el hombre y la mujer sintieron vergüenza por su desnudez: habían dejado de sentirse seguros el uno con el otro. Todos hemos probado esto, ¿no es cierto? Él o ella puede verme en mi condición más vulnerable, desnudo, y puede decir algo totalmente devastador sobre mí, lo que heriría esta relación por el resto de nuestras vidas.  Segundo, no solo se escondieron el uno del otro, sino también de Dios. Tuvieron miedo: «tuve miedo porque estaba desnudo» y, por lo tanto, la relación se arruinó horizontal y verticalmente. Oh, qué universo de miseria entró al mundo.  Tercero, la primera reacción del hombre ante este nuevo conjunto arruinado de relaciones fue culparla a ella y culpar a Dios, quien se la había dado: «La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol». Ese es, entonces, el resultado trágico que Efesios 5 trata de sanar: la vergüenza, el temor, la culpa y el culpar al otro.  Lo que tú sabes, Zachary, (lo sabes como cristiano) es que Jesucristo vino al mundo para salvar a la gente de toda esa destrucción relacional. Esa es la razón por la que vino. Su manera central y crucial de salvarnos de la vergüenza, del temor, de la culpabilidad y de culpar al otro es muriendo, muriendo en lugar nuestro y en representación nuestra, resucitando de entre los muertos y dándonos esperanza eterna.  En otras palabras, Jesús se ocupa de nuestro pecado de tal manera que el temor, la vergüenza, la culpabilidad y el culpar al otro son destruidos en su familia redimida. Lo hace muriendo, muriendo

Toma la iniciativa

Pues bien, ¿qué significa eso para ti como esposo, como alguien que ha sido llamado para ser la cabeza de tu matrimonio y de tu familia? Efesios 5:23 dice: «Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia». Lo que esto significa es que ahora tú tomas la iniciativa.  En otras palabras, sientes una responsabilidad especial de tomar iniciativas con el fin de crear un ambiente e implementar los medios de gracia que reemplazan la vergüenza con honor, el temor con confianza alegre y sobrellevar la culpa o el culpar al otro con paciencia y perdón. Sientes una responsabilidad especial de establecer un ambiente y los medios de gracia que logren esos gloriosos fines. En otras palabras, primero recibes la obra redentora de Cristo en tu propio quebrantamiento y pecaminosidad, y luego la extiendes hacia afuera según el modelo de Cristo para mostrársela a tu esposa y a tus hijos.  Sin embargo, observa cuidadosamente que tanto tú como tu esposa son herederos de la gracia (1 Pedro 3:7). Esto significa que ella experimenta la misma redención del Señor Jesús directamente por la fe, no a través de ti. Ella también tiene la responsabilidad de extenderla hacia afuera y horizontalmente hacia ti y los hijos.  Ese es el motivo por el cual digo que como cabeza, como líder, tú tienes una responsabilidad especial. Como cabeza, debes tomar iniciativas para crear y mantener un ambiente espiritual, emocional y físico donde tu esposa se sienta protegida y segura. Ella necesita un lugar a salvo de humillaciones verbales y de otras heridas que puedan venir de ti o de los hijos. Un lugar donde ella se sienta provista y donde sienta que no tiene que empujarte porque tú ya te estás moviendo en la dirección de establecer un ambiente piadoso y lleno de gracia en el hogar. 

Una pequeña recomendación

Zachary, aquí tienes una pequeña orientación, una pequeña prueba práctica para ver si estás cumpliendo tu llamado en este sentido cuando estés en esa posición. Haz esta pregunta: ¿quién (yo o mi esposa) en esta familia dice más a menudo: «conversemos…»? El marido necesita establecer un modelo de vida familiar saludable: patrones de oración, patrones de lectura bíblica, patrones de asistencia a la iglesia, patrones de guía moral para los hijos, patrones de ritmos y horarios, patrones de cómo manejar los teléfonos, patrones de responsabilidad financiera para vivir dentro de un presupuesto, etcétera. El marido, como cabeza, no debe dejar a su esposa en una posición en la que ella sienta que estas cosas han sido descuidadas o que tiene que empujarte para iniciar las conversaciones necesarias.  El liderazgo espiritual viene del marido, que es un pecador salvado, dependiente de la gracia diaria, quien confiesa rápidamente sus propios pecados y errores a ella, a sus hijos y amigos. Este tipo de liderazgo espiritual no significa tomar decisiones unilateralmente. Significa decir: «conversemos sobre el presupuesto. Conversemos sobre cómo disciplinaremos a nuestros hijos. Conversemos sobre el patrón más provechoso de oración y de lectura de la Biblia para ambos. Conversemos sobre la iglesia y nuestra participación en ella. Conversemos sobre la visión moral que queremos tener como familia en esta comunidad».  La razón por la cual lideras usando: «conversemos…» en lugar de dar órdenes unilaterales es porque no eres Cristo, solo eres semejante a Él. ¿Puedes hacer esa distinción? Necesitas liderar y amar a tu esposa como Cristo amó a la iglesia. Eso significa que tomas plenamente en cuenta tu pecaminosidad y finitud, y como un líder pecaminoso y finito creas el gozo y la más plena fructuosidad en la familia.  Puede que descubras que, en cualquiera de estos casos, tu esposa posee mayor sabiduría que tú. Eso no significa que ella de repente se convierta en la líder. Ella estará encantada de que en tu liderazgo de tomar la iniciativa seas lo suficientemente humilde como para recibir una palabra sabia cuando la escuchas. Ningún líder honorable, ya sea el presidente de los Estados Unidos o el general de un ejército, ningún líder respetable supone que posee toda la sabiduría que necesita. Zachary, hay tanto más que decir y el Señor te lo mostrará si haces de Efesios 5 y de 1 Pedro 3 la norma de vida para tu llamado como marido.
John Piper © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
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¿Es el placer sexual esencial para el matrimonio?
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¿Es el placer sexual esencial para el matrimonio?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Bienvenido al pódcast «Ask Pastor John» [Pregúntale al pastor John]. Cerramos la semana con dos preguntas importantes que comúnmente recibimos sobre el tema de la intimidad conyugal. Por supuesto, están destinados a un público maduro. La primera pregunta viene de Kyle en Kansas City. Él tiene una pregunta que surge de lo que se conversó previamente: «Estimado pastor John, mi pregunta es una pregunta que surge a la luz del episodio n.° 475: “¿es la atracción sexual esencial para el matrimonio?”. Allí usted dijo que no. Entonces, si la atracción sexual no es “esencial” para el matrimonio, ¿por qué parece tan esencial en el Cantar de los Cantares? Seguro que no sería una gran “canción” si quitaras todo lo que tiene que ver con el placer físico, ¿verdad?». Aclaremos lo que estaba respondiendo. La pregunta que estaba respondiendo no era: ¿es el sexo esencial para el matrimonio?, sino que ¿es la atracción sexual esencial para el matrimonio? Respondí que no por razones culturales y razones físicas. Cultural e históricamente, muchos matrimonios verdaderos fueron formados por los padres y sin que existiera al principio un deseo físico por parte de la pareja: matrimonios arreglados. Y físicamente, hay estaciones de la vida, a medida que envejeces, en las que esos placeres suben y bajan, van y vienen. Si dijeras que la atracción sexual es esencial, entonces el envejecimiento sería el final gradual del matrimonio, lo cual no es. Creo que algunas de las mayores glorias suceden en el matrimonio cuando hay ausencia de deseo sexual. 

El verdadero matrimonio

Entonces, aclaremos lo que estoy diciendo y lo que no estoy diciendo cuando afirmo que el placer sexual no es parte de la esencia del matrimonio. Lo que estoy diciendo es que el matrimonio realmente existe sin él. La ausencia de placer en las relaciones sexuales no hace que un matrimonio deje de ser un matrimonio. El mandato bíblico para las relaciones sexuales está en 1 Corintios 7:3. Sin embargo, ni siquiera las interrupciones prolongadas convierten al matrimonio en otra cosa que no sea un matrimonio, como cuando un esposo o una esposa están en prisión durante diez o veinte años o cuando los marinos se embarcan en una expedición ballenera de dos años. Esto es lo que yo digo: el matrimonio sigue siendo matrimonio cuando los placeres suben y bajan, cuando se pueden expresar o no se pueden expresar, o cuando desaparecen por completo, lo que ocurre a veces por razones puramente fisiológicas. Un verdadero matrimonio —de hecho, uno feliz— puede existir cuando esos placeres no son parte de la alegría. Lo que no estoy diciendo es que el Cantar de los Cantares pueda ser el Cantar de los Cantares sin placer sexual. El Cantar de los Cantares, él dijo, no sería una gran canción si quitaras todo lo que tiene que ver con el placer sexual. Eso es absolutamente correcto. Es una canción absolutamente sensual. Es una lujosa celebración del regalo de Dios del placer sexual en el matrimonio. Me alegro de que esté en la Biblia. Entonces, lo que no estoy diciendo es que, si algo no es esencial para el matrimonio, no puede ser enormemente importante y espectacularmente maravilloso. Si algo no es esencial para el matrimonio, aún puede seguir siendo enormemente importante y espectacularmente maravilloso. Así que Kyle tiene razón: si quitas el placer sexual del Cantar de los Cantares, ya no es una celebración del placer sexual. Y de ninguna manera estoy elogiando las relaciones sexuales sin placer. Considero tales experiencias como una realidad muy triste con la que algunos deben vivir. La pérdida del placer sexual en el matrimonio no es el ideal; no es el objetivo.

Los placeres de conocer a Cristo para siempre

De hecho, vamos un poco más lejos. Puesto que Dios diseñó el matrimonio en esta unión de una sola carne para que fuera una parábola, una representación de su relación con la iglesia y de la iglesia con Él, la ausencia del placer profundamente amoroso, en el acto de la unión de una sola carne, es menos que el drama completo de la intensidad, del gozo, entre Cristo y su iglesia. Quiero decir, me resulta asombroso pensar que Dios sabía exactamente lo que estaba haciendo al crear el sexo como parte del matrimonio y todos sus placeres exquisitos, y Él tenía en mente a Cristo y a la iglesia cuando lo hizo en el principio. Lo sabemos por Efesios 5:32. ​​Entonces, aunque el matrimonio puede existir sin este placer —sí puede—, es decir, no es su esencia; sin embargo, la representación más plena y completa del significado último del matrimonio no es posible sin ese placer. Puedes tener un verdadero matrimonio que sea una representación imperfecta de Cristo y su iglesia, pero el Cantar de los Cantares es correcto al celebrar el placer sexual en el matrimonio, porque una de las razones por las que el placer sexual en el matrimonio es tan maravilloso y tan importante se debe a que completa la imagen de cuán intensos serán para siempre los placeres de conocer a Cristo. Entonces, la conclusión: no, no es esencial, pero sí, es asombrosamente importante y maravilloso.
John Piper © 2022 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Mi esposa no disfruta el sexo
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Mi esposa no disfruta el sexo


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Cerramos la semana con otra pregunta sobre la intimidad conyugal. Esta pregunta es aún más franca que la de ayer, así que obviamente está dirigida a un público maduro. Steve, un oyente, escribe sobre una pregunta común que recibimos en la bandeja de entrada con bastante frecuencia, pastor John. «¡Hola, pastor John! En el episodio #475, usted habló sobre la atracción sexual y argumentó que no es esencial para el matrimonio. Estoy casado con una mujer amable que con gusto me complace si se lo pido, pero descubro que, aunque necesito sexo, no lo deseo cuando sé que ella me complace sin ningún deseo sexual por mí. Si siento que ella no disfruta del acto, me resulta completamente repugnante. ¿Qué consejo tienes para mí?». Me duele el corazón por Steve cuando escucho esto. Sé exactamente lo que quiere decir. Y creo que es normal y saludable, tal vez con la excepción de cuando dijo: «me resulta repugnante». Volveremos a eso. Sin embargo, estoy de acuerdo: Dios hizo que las relaciones sexuales fueran profundamente mutuas en el matrimonio, cada uno da, cada uno recibe, cada uno siente el acto como la consumación de una unión espiritual y personal más amplia y más profunda para la cual el sexo es solamente una de las piedras angulares, pero una importante. Cada uno dice: «a ti y solo a ti me entrego de esta manera. De ti y solo de ti recibo de esta manera». Hay tantos niveles en los que la reciprocidad de las relaciones sexuales es significativa. Entonces, sí, a su consternación y tristeza por la falta de reciprocidad. La experiencia de Steve, de una forma u otra, es bastante común. Y necesitamos ampliarla y pensarlo por un momento. Las parejas rara vez tienen el mismo nivel de interés y pasión por las relaciones sexuales. Y eso se relaciona con la frecuencia, la ubicación, el tiempo, los métodos, la privacidad, los tipos de contacto. Ninguna pareja tiene el mismo nivel de comodidad con todas estas variables. Así que parece que Steve está lidiando con un ejemplo particularmente difícil de lo que es prácticamente común a todas las parejas: cómo vivir la sexualidad cuando los deseos en todas estas áreas suelen ser significativamente diferentes, o, al menos, en algunas de ellas.

Derechos maritales

Aquí está el pasaje clave de la Escritura donde Pablo aborda esto de manera muy directa: 1 Corintios 7: 3-5 dice:
Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No se priven el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicarse a la oración. Vuelvan después a juntarse, a fin de que Satanás no los tiente por causa de falta de dominio propio.
Ahora, lo más obvio en este pasaje es que Pablo recomienda las relaciones sexuales relativamente frecuentes: «No se priven el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo [...]. Vuelvan después a juntarse, a fin de que Satanás no los tiente».

Dándose preferencia

Lo que es menos obvio es los deseos de quién deberían regir la forma en que ocurre este acto sexual, lo que resulta desconcertante. Qué pasa si dices: «esposa, accede a los deseos de tu marido». «Marido, accede a los deseos de tu mujer», que es, de hecho, lo que él dice: «Porque la mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido». Así que él puede hacer lo que le plazca. «Así mismo, el marido no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer». Así que ella puede hacer lo que le plazca. De modo que ella tiene la última palabra y él tiene la última palabra. Ahora bien, ¿qué haces si las últimas palabras no coinciden? No creo que Pablo haya cometido un desliz aquí. Pablo no es ese tipo de persona y es guiado por el Espíritu Santo. Creo que sabía exactamente lo que estaba haciendo. Sabía que estaba lidiando con uno de los momentos emocionales más profundos y complejos de la vida humana, lo que significa que cualquier fórmula simple sobre quién puede hacer qué, cuándo, dónde y cómo —una fórmula simple— no se ajustará a la realidad. La realidad es que, en un matrimonio cristiano, donde la pareja está creciendo en gracia, se resolverá esto según lo que dice Romanos 12:10: «con honra, dándose preferencia unos a otros». O se podría decir gracia, misericordia, amor, amabilidad, gentileza o lo que sea. Es la clase de competencia más maravillosa: «supérense el uno al otro en mostrarse honor». Ella querrá honrarlo dándole lo que él desea. Y él querrá honrarla dándole lo que ella desea, que puede ser menos de lo que él desea. Y orarán y hablarán y lucharán y crecerán en mucha frustración a lo largo del camino.

Para el gozo de él

Así que quiero decirle unas palabras a la esposa de Steve y luego a él. A su esposa: asegúrate de nunca dejar de crecer en la madurez emocional que puede unir a las personas en su alegría, al hacer cosas que no te importa hacer. Y puedes escucharme generalizando aquí. Esto no se trata solo de sexo. Este es un tema de crecimiento general en la vida cristiana para todos nosotros. Esto se aplica especialmente a tu esposo y él debería hacer lo mismo por ti. Es posible que él quiera que vayas a pescar o jugar al golf, y es posible que tú quieras que él vaya a ver el tipo de película que a ti te gusta o a un concierto en particular. Y todos conocemos a personas que dicen que sí a esas invitaciones y luego en una docena de maneras, a través de su lenguaje corporal y otras formas, demuestran durante todo el evento: «no quiero estar aquí»; «desearía no estar pescando contigo»; «desearía no estar en esta estúpida película a la que querías que fuera». Esa es una marca de profunda inmadurez y amor superficial. La necesidad es crecer y aprender a bañarse en gracia en este momento. Y esto se aplica especialmente en el lecho matrimonial. No le digas que sí al deseo de tu esposo esta noche obedeciendo y luego comunicando en media docena de maneras: «ojalá no estuviera aquí». Esto puede ser una revelación para ti: no tienes que tener el mismo tipo de placer para que él se sienta amado. Si no estás disfrutando de las realidades físicas del tacto y la unión sexual, regocíjate por él:
  • Gózate por el hecho de que puedes darle placer.
  • Gózate por el hecho de que él solo lo quiere de ti.
  • Gózate por el privilegio de que te confíe su desnudez, su entrega emocional, física e irrisoria, que le avergonzaría mostrar en cualquier otro contexto. Y él te confía eso a ti.
  • Gózate por la gracia de Dios que tienes y porque puedes entregarte a él en esas situaciones.
En otras palabras, una esposa madura, en crecimiento, llena de gracia y que no encuentra placer físico en las relaciones sexuales, puede encontrar muchos placeres en el evento, debido a la manera en que Dios lo estableció. Existen manera en que una esposa madura puede deleitarse en ese momento sexual.

Para el gozo de ella

Y solo unas palabras finales para Steve. Yo diría: no asumas lo peor de ella. Asume que incluso sin deseos sexuales ella tiene otros buenos deseos de complacerte, y ese es un tipo de amor que puedes recibir y disfrutar. Sí, desearías que ella fuera más apasionada, más presente, más comprometida. Sí, lo deseas. Eso es normal. Está bien. ¿Qué esposo (o qué esposa) no querría eso, si su cónyuge no estuviera comprometido? No obstante, no dejes que tu decepción se convierta en una creciente ira o disgusto. No dejes que tu decepción y el desencanto se conviertan en un disgusto que los aleje aún más. Haz tu mejor esfuerzo para convertir el encuentro sexual en algo que ella disfrute en algún grado. Puede que sea lo que digas lo que marque la diferencia. Ella espera esos momentos solo por tus palabras, no por el evento. Y voy a orar, realmente lo haré. Oraré por ti, Steve, y por tu esposa para que ambos aprendan el secreto de darse preferencia en mostrarse honor y placer.
John Piper © 2015 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Disfruto estar solo, ¿eso es falta de amor?
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Disfruto estar solo, ¿eso es falta de amor?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Hemos abordado los desafíos de ser un cristiano solitario en el episodio 109 y 212. Se pueden encontrar muchos consejos útiles en ese par de episodios. Un oyente llamado Brian los escuchó y nos escribió una pregunta que complementa lo que se ha tratado previamente en esos dos episodios. Brian escribe esto: «Hola, pastor John. ¿Cuál dirías usted que es la diferencia entre ser un solitario que es cristiano y un solitario que falla en “amar a los hermanos” como dice Juan en 1 Juan 3:14? ¿Es eso lo mismo? ¿Ser una persona solitaria es lo mismo que ser una persona que no ama? ¿Cómo resolvería esto, pastor John?». Bueno, como de costumbre, empecemos con una definición. No podemos hablar de lo que no sabemos que estamos hablando. Entonces, aquí está mi definición —solo voy a elegir una— de solitario. Una persona solitaria es una persona que se siente bastante cómoda estando sola. Se siente cómoda leyendo un libro por la noche sin nadie más en su apartamento. Se siente cómoda trabajando con madera en su garaje sin nadie más a su alrededor. Se siente cómoda trabajando en la cocina o en un trabajo manual o caminando por las montañas sin amigos cerca. A eso me refiero con solitario. Ya sea por genética, por educación o por experiencias posteriores en la vida, una persona se siente ahora bastante cómoda estando sola. Entonces, la pregunta es: ¿ser una persona solitaria significa que eres una persona que carece de amor por otras personas?

Nuestras personalidades innatas

Durante mucho tiempo, me ha fascinado el hecho de que los seres humanos sean por naturaleza tan diferentes unos de otros, y lo que son propensos a hacer, cuál es su inclinación, es tan variado debido a su personalidad innata. Me ha fascinado el significado moral que esto tiene, ya que parece estar muy arraigado en nuestra personalidad y no parece cambiar, esencialmente, cuando nos convertimos en cristianos. Permítanme dar una ilustración de la Biblia de lo que quiero decir y cómo esto me fascina. En Romanos 12:6-8, Pablo da algunas instrucciones sobre cómo usar tus dones espirituales, y es una lista inusual. Déjenme darles los tres más inusuales que me despiertan, me fascinan y me hacen reflexionar sobre ser una persona solitaria. Él dice: «Pero teniendo diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: [...] si el de servicio, en servir; [...] el que da, con liberalidad; [...] el que muestra misericordia, con alegría» (Ro 12:6-8). Servicio, generosidad, misericordia. Ahora, lo que resulta sorprendente al mencionar esos dones espirituales es que se supone que todos los cristianos deben servir, se supone que todos los cristianos deben dar y se supone que todos los cristianos deben ser misericordiosos. Entonces, ¿qué está diciendo Pablo? Entiendo que Pablo quiere decir que aunque estos tres rasgos deberían caracterizar a todo cristiano, hay algunas personas que se inclinan hacia ellos de una manera inusual. Así es como son; eso es lo que hacen, es simplemente parte de ellos. El servicio simplemente se les da. Y lo mismo ocurre con el dar y la misericordia. Entonces, aquí está la conclusión que extraigo: hay diferencias reales entre los seres humanos, incluidos los cristianos, en la forma en que naturalmente o con qué facilidad o disposición somos dados o no a comportamientos que son verdaderos deberes cristianos para todos. Este hecho de que seamos menos dados a ciertas cosas buenas no es necesariamente pecaminoso. No significa que seamos pecadores, que estemos cometiendo pecado cuando no hacemos esas cosas buenas en el mismo grado o con la misma intensidad con la que otras personas las hacen. Podrías ser más solitario o podrías ser más gregario o más sociable y, en cualquier caso, no necesariamente estar pecando. Eso es lo que deduzco.

La verdad desde varios ángulos

Cuando me pregunto por qué Dios diseñó el mundo de esa manera, hay una parte interesante de la respuesta en la forma en que Jesús habló de sí mismo y de Juan el Bautista. Esto es lo que dijo:
¿A qué, entonces, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes? Son semejantes a los muchachos que se sientan en la plaza y se llaman unos a otros, y dicen: «Les tocamos la flauta, y no bailaron; entonamos endechas, y no lloraron» (Lucas 7:31-32).
Luego Él explica en Lucas 7:33-35:
Porque ha venido Juan el Bautista, que no come pan, ni bebe vino, y ustedes dicen: «Tiene un demonio». Ha venido el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: «Miren, un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores». Pero la sabiduría es justificada por todos sus hijos.
Así que, este es el punto: esta es una generación incrédula, y Dios ha expuesto su dureza de corazón mostrándoles que si una persona como Juan o una persona como Jesús les habla, de todos modos no creerían. Juan es un tipo de persona —un verdadero hombre solitario, nada fiestero, que le gusta el desierto—, y él dijo la verdad, y no te gustó. No te gustó la forma en que lo dijo. Luego vino Jesús, muy diferente a Juan. Se presentó comiendo y bebiendo, era sociable, gregario, asistía a las fiestas, y tampoco te gustó su forma de hablar, lo que, en la sabiduría de Dios, demuestra que no puedes culpar al orador por tu incredulidad. La sabiduría de Dios se ve al enviar todo tipo de personas diferentes a tu vida para mostrar que tu rechazo hacia ellos se debe realmente a tu rechazo al mensaje, no al mensajero, porque Él te ha enviado tantos tipos diferentes de personalidades. No recibirás el mensaje sin importar qué tipo de personalidad lo traiga. Por lo tanto, estoy infiriendo que una de las razones por las que Dios ha diseñado el mundo con tipos solitarios y gregarios, entre muchos otros, es para asegurarse de que el mundo escuche la verdad de diferentes recipientes, diferentes voces, diferentes formas, diferentes personalidades con el fin de aclarar cuál es el verdadero problema.

Solitarios que aman y que no aman

Entonces, mi respuesta a la pregunta de si ser solitario significa ser no amoroso es esta: no necesariamente. Y diría exactamente lo mismo de ser una persona que se integra, que es gregaria o que es sociable. ¿Es una persona amorosa? No necesariamente. La gente puede necesitar a la gente por razones egocéntricas, y la gente puede amar la soledad por razones egocéntricas. Por tanto, la pregunta final es: ¿qué hace la diferencia entre una persona solitaria que es egocéntrica y una persona solitaria que es amorosa? Yo diría solo dos cosas.

Resistir el miedo y la indiferencia

El solitario amoroso busca librarse de toda forma de miedo a los demás y de toda forma de indiferencia hacia el bien de los demás. Dondequiera que vea un motivo de temor, busca hacerlo morir por el Espíritu (Ro 8:13). Dondequiera que vea indiferencia en su corazón hacia el bien de los demás, busca hacerlo morir por el Espíritu, confiando en las promesas de Dios. Confía en la promesa de que Dios lo cuidará, de que Dios lo ayudará. No necesita ser gobernado por ningún motivo pecaminoso, como el temor al hombre o la indiferencia hacia el bien de las personas. Una de las formas en que detectamos y hacemos morir las dimensiones pecaminosas de nuestra personalidad es ampliando regularmente nuestra zona de confort y actuando en contra de nuestra inclinación natural. Ahora bien, no me refiero a que dejemos de ser quienes somos o que vivamos constantemente en contra de ser solitarios o sociables, pero sí que nos pongamos a prueba de vez en cuando para saber si estamos meramente justificando una conducta pecaminosa con una inclinación natural. Esa es la primera prueba de cómo sabemos si somos una persona solitaria amorosa o una persona solitaria egoísta.

Aprovechar la soledad para amar

Aquí está la segunda cosa: lo que distingue a un solitario egocéntrico de un solitario amoroso es que el solitario amoroso reconoce sus inclinaciones naturales, y en lugar de tratar de ser una persona que no es, busca con todas sus fuerzas y por medio de toda oración, fe y creatividad, hacer de su personalidad solitaria un medio de amor. Si a él le gusta estar en el garaje haciendo trabajos de carpintería solo, entonces déjalo soñar, orar y trabajar para encontrar formas de convertir su trabajo solitario de carpintería en un ministerio para el bien de los demás. Si a ella le gusta rebuscar sola en los archivos históricos de la biblioteca, déjala soñar con convertir su investigación solitaria en un ministerio para el bien de los demás. En otras palabras, no tienes que estar paralizado por la desesperanza de dejar de ser solitario para ser amoroso. Solo tienes que preocuparte realmente por convertir tu inclinación a ser solitario en amor.
John Piper © 2022 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Cómo puedo resistir un espíritu crítico?
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¿Cómo puedo resistir un espíritu crítico?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Hoy abordamos el tema del espíritu crítico. La pregunta nos llega de un oyente llamado Alan. Este es su correo electrónico: «Pastor John, gracias por su conocimiento sobre muchos temas en este pódcast. Mi pregunta para usted es la siguiente: ¿qué dice la Biblia sobre un espíritu crítico? ¿Qué es un espíritu crítico? Supongo que tener altas expectativas no es lo mismo que tener un “espíritu crítico”. Entonces, ¿cuándo se convierten las altas expectativas en juicios pecaminosos? ¿Y cómo puedo luchar contra esta tendencia de centrarme principalmente en los fracasos de los demás?».

Estar predispuestos a ser críticos

Esta última pregunta es exactamente la pregunta correcta para todos nosotros, y me incluyo aquí. John Piper está predispuesto a ser crítico. Recuerdo haber hecho un test de personalidad, creo que fue Myers-Briggs, hace mucho tiempo. Y mis letras, no recuerdo exactamente, creo que fueron INTJ o algo así. Este no es el tipo de persona con la que quieres vivir. Recuerdo que dijeron: «Bien, aquí está tu número, Piper, y aquí está la narración de cómo es ese tipo de personalidad». ¿Y sabes cuál era uno de los lemas? El lema era: «siempre se puede mejorar». Ahora, es bueno saber eso sobre ti, porque significa que eres una persona con la que es difícil vivir. A nadie le gusta estar bajo un ojo incesantemente escrupuloso que básicamente dice: «bueno, no importa qué tan duro y qué tan bien hagas tu trabajo, podría haberse hecho mejor». Quiero decir, eso hace que el matrimonio o la escuela dominical o la iglesia sean bastante opresivos. Así que tuve que estar realmente al tanto de las inclinaciones pecaminosas con las que nací. No hay excusas aquí. No estoy tratando de hacer nada fácil. Por eso digo que esta última pregunta es tan acertada: ¿qué podemos hacer o cómo podemos pensar o hay pasos que podemos dar para no convertirnos en personas hipercríticas? Y si estamos programados de esa manera, ¿podemos cambiar o ejercitar el dominio propio para canalizarlo en esfuerzos analíticos adecuados y no en los que arruinan a las personas?

Combatir un espíritu crítico

Entonces, ¿cuáles son las estrategias que he encontrado en la Biblia y en mi propia vida que podrían ser útiles aquí para no ser una persona hipercrítica o juiciosa? Tendrías que preguntarle a mi esposa qué tan exitoso he sido en esto, pero estoy seguro de que estoy decidido a ser mejor.

1. Reconoce tus propias faltas

Concentrémonos en la palabra juzgar, sencillamente porque Alan se refirió a ella y Jesús la aborda directamente.
¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Déjame sacarte la astilla del ojo», cuando ahí tienes una viga en el tuyo? (Mateo 7:3-4, NVI).
En otras palabras: «soy una persona súper hipercrítica; veo manchas por todos lados». Sin embargo, ¿cómo puedes hablar de sacar la astilla del ojo de otro cuando tienes una viga colgando de tu propio ojo? Jesús dijo:
¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano (Mateo 7:5).
Entonces, la respuesta de Jesús a la pregunta de cómo no ser hipercrítico con la astilla en el ojo de tu hermano es ser profundamente consciente de la viga que hay en el tuyo. Ahora bien, no creo que eso signifique que aquello que detectas en la otra persona, que te parece una astilla, sea peor en ti que en él. No creo que signifique eso. Eso no funciona. Sin embargo, lo que significa es que hay muchas cosas en mí, ante Dios y los hombres, que no deberían inclinarme a juzgar rápidamente a los demás por sus astillas, porque si yo recibiera el justo juicio que merezco, sería devastador. Esa es, creo, la esencia de lo que significa, y realmente, realmente funciona. Quiero decir que tiene un profundo efecto en frenar tus críticas hacia los demás o, al menos, en la reducción de su intensidad, porque sabes que si Dios te tratara con el mismo rigor con el que ahora estás tratando a otra persona, quedarías hecho polvo.

2. Recuerda de qué has sido salvado

Esto es realmente una extensión del primer punto. Nunca pierdas de vista de qué has sido salvado ni cuánto costó ni cuánta corrupción queda todavía en ti. Y me baso en Efesios 4:32: «Sean más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los perdonó en Cristo» [énfasis del autor]. Perdonar como has sido perdonado conlleva una implicación. Y la implicación es la siguiente: estar dispuestos a tratar a las personas mucho mejor de lo que merecen, porque hemos sido tratados mucho mejor de lo que nosotros merecemos. Así que, aunque no lo llamamos perdón cuando somos menos críticos al principio de una relación, la raíz es la misma. Tratamos a las personas mejor de lo que merecen porque Dios nos trata mejor de lo que merecemos. Y a Cristo le costó la vida que Dios nos tratara de esa manera.

3. Da las gracias

Llena tu corazón y tu boca de acción de gracias por todo. Efesios 5:20: «Den siempre gracias por todo». Sé una persona asombrosamente desbordante de gratitud. En otras palabras, sé radical, radicalmente agradecido. Practica levantarte por la mañana con agradecimiento, caminar durante el día con agradecimiento, acostarte por la noche con agradecimiento, porque un espíritu agradecido expulsa a un espíritu crítico.

4. Crece en amar a otros

Medita sobre lo que es el amor y cuán esencial es el amor para el cristiano. ¿Qué significa amar a las personas? Y creo que la mayoría de nosotros deberíamos memorizar 1 Corintios 13 completo. Ese capítulo tiene solo 13 versículos. Es el capítulo más importante sobre el amor en la Biblia. Y puedes memorizarlo en una semana si te lo propones, y luego repetirlo una y otra vez durante un año más o menos, y ver qué pasa.
El amor es paciente, es bondadoso. El amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante. No se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido. El amor no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (1 Corintios 13:4-7).
¡Buenas noches! Memoriza eso, dilo y dilo, ora y ora, hasta que sea tuyo, y Dios te sanará de gran parte de tu espíritu hipercrítico.

5. Pregunta cómo ayuda la crítica

Esto es realmente pragmático. La gente duda del valor de esto, y explicaré por qué no deberían hacerlo. Pregúntate esto: «¿de qué le sirve a alguien que yo me muestre constantemente tan crítico con los demás? ¿Qué bien le va a hacer a alguien, a mí o a ellos?». Ahora, puedes pensar que una pregunta como esa es emocionalmente inútil: «¿y qué? Eso no me cambia. Hacer esa pregunta no me cambia. No me ayuda». Bueno, si eso fuera cierto, si esa pregunta fuera inútil, por qué Jesús dijo, cuando estaba tratando de ayudarnos a vencer la ansiedad (que es tan difícil de eliminar como un espíritu crítico): «¿Quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida?» (Mt 6:27). Entonces, aquí está mi paráfrasis: estar ansioso no sirve de nada. No tiene sentido. No pasa nada, ¿verdad? Bueno, ¿por qué estás ansioso? No estás logrando nada. Y sé que hay mucha gente aquí que dice: «bueno, ¿cómo ayuda eso?». Así que di eso sobre ser hipercrítico: simplemente no sirve de nada. Ahora bien, esa no es la única estrategia, pero añádela a tu arsenal de armas porque Jesús dijo que es una buena pregunta para hacer cuando se trata de una buena cantidad de pecados: ¿qué bien están haciendo? ¿Estás ayudando a alguien con esa inclinación en particular?

6. Mira el mundo

Cultiva una visión de la vida, hora tras hora, que sea más expansiva: un corazón más grande, global, universal, que lo abarque todo, centrado en Dios. Mira toda la vida. Mira la totalidad del universo. Mira toda la naturaleza. Mira lo grande que es y mira todas sus deslumbrantes maravillas, y sorpréndete del mundo por el cual estás caminando. Mi profesor de literatura favorito en la universidad, Clyde Kilby, lo expresó así. (Es una de sus resoluciones para la salud mental).
Abriré mis ojos y mis oídos. Una vez al día simplemente miraré un árbol, una flor, una nube o una persona. Entonces, no me preocuparé en absoluto de preguntar qué son, sino que simplemente me alegraré de que lo sean. Con alegría les permitiré el misterio de lo que Lewis llama su existencia «divina, mágica, aterradora y extática».
Esta tarde, cuando estaba caminando de regreso después de la capilla, cruzando mi puente revelador, escuchando en mi teléfono la historia de los bautistas, me di cuenta: «apaga esa cosa. Puedes escuchar eso mientras te cepillas los dientes. Estás caminando bajo el cielo azul de Dios. Mira hacia arriba. Mira esas nubes, John. Solo míralas. Deja que Él te ministre. Estás adentro todo el día. Tienes diez minutos bajo la gloria de Dios, ¿y vas a escuchar un libro?». Gran parte de nuestra inclinación hipercrítica se debe al hecho de que nuestro mundo se ha reducido a la diminuta situación en la que este grano de arena de la astilla en el ojo de una persona, este grano de arena de un problema parece cien veces más grande de lo que realmente es porque hemos hecho de nuestro mundo algo tan pequeño que esto parece tan grande. Hemos enfocado nuestra lente tan estrechamente que no podemos ver las glorias que nos rodean. Así que ese es el número seis.

7. Adora siempre

Llena tu mente, tu corazón y tu boca de alabanza. Eso es muy parecido a agradecer, pero no es exactamente lo mismo. Hace décadas, leí esta cita de C.S. Lewis. Tony la conoce. Muchos de los que están escuchando probablemente hayan oído esto. Déjame decirlo de nuevo, solo porque es muy curativo. Oh Dios mío. Cuando leí esto por primera vez, me inundó como un torrente purificador sobre cómo no ser una persona irritable. Esto es lo que dijo Lewis sobre los elogios:
El hecho más obvio sobre la alabanza… extrañamente se me escapó. Pensé en ello en términos de cumplido, aprobación o entrega de honor. Nunca me había dado cuenta de que todo el disfrute se desborda espontáneamente en alabanzas… El mundo resuena de alabanzas: los amantes alaban a sus amantes, los lectores a su poeta favorito, los caminantes alaban el campo, los jugadores alaban su juego favorito, alabanzas al clima, a los vinos, a los platos, a los actores, a los motores, a los caballos, a las universidades, a los países, a los personajes históricos, a los niños, a las flores, a las montañas, a los sellos raros, a los escarabajos raros, incluso a veces a los políticos o académicos. . .  No había notado cómo las mentes más humildes, y al mismo tiempo más equilibradas y capaces, alaban más, mientras que los excéntricos, inadaptados y descontentos (y puedo agregar: tipos hipercríticos, tipos INTJ) alaban menos (Reflections on the Psalms [Reflexiones sobre los Salmos], 109-110).
Así que ahí está. El remedio para no ser un inadaptado malhumorado e hipercrítico es estar lleno de alabanza. Por tanto, fijen sus ojos en Dios y en las maravillas de su creación y redención, y sean llenos de alabanza.
John Piper © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Cómo no corregir a un hermano cristiano?
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¿Cómo no corregir a un hermano cristiano?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Hay maneras correctas de corregir a otros creyentes, y hay maneras incorrectas de corregir a otros creyentes. Entonces, ¿cuál es la diferencia? Romanos 14:13 dice: «Por tanto, ya no nos juzguemos los unos a los otros, sino más bien decidan esto: no poner obstáculo o piedra de tropiezo al hermano». Aquí está John Piper explicando el significado de este punto en un sermón de 2005. Considero que: «¿por qué juzgas a tu hermano?» (Romanos 14:10), significa dos cosas.

Espíritu de hermandad

Primero, no critiques a tu hermano creyente sin manifestar un fuerte afecto de amor fraternal. Puedes ver cómo lo estoy diciendo porque estoy dejando espacio para todos los textos que dicen que nos corrijamos unos a otros, nos amonestemos unos a otros, nos reprendamos unos a otros. Tienes que emitir un juicio si vas a obedecer la Biblia. Pero este texto tiene que significar algo cuando dice: «no juzgues», y lo primero que estoy captando es la palabra hermano. Véase el punto destacado en «tu hermano»: «¿por qué juzgas a tu hermano?» En otras palabras, ten cuidado aquí de que cuando te comprometas a hacer alguna corrección, alguna amonestación, alguna reprensión, que la hermandad esté en todo, no un espíritu de condenación. Hemos creado una palabra para este mal: criticón. ¿De dónde vino esa palabra? ¿Por qué se creó en español? Por este verso o algo como este versículo. Todo el mundo sabe que hay un momento adecuado para corregir a alguien y decirle que está haciendo algo un poco estúpido. Y hay una manera de hacerlo y un mal momento para hacerlo que te envanece. Saca primero la viga; entonces, verás claramente cómo sacar la astilla del ojo de tu hermano (Mt 7:1-5). Las vigas en los ojos son malos cirujanos oculares. Golpeas a la gente hasta la muerte con las vigas que tienes en tus ojos. ¿Puedes ver esta imagen? Alguien dice: «disculpe, hay una astillita en su ojo» y, mientras buscan esa astillita, proceden a golpear a la otra persona con la viga que tienen en su propio ojo. Probablemente, estaban sonriendo cuando Jesús decía esto, y luego colapsaron por la autocondena. Así que, el primer significado, creo, de no juzgar a tu hermano es este: no critiques a tu hermano creyente sin una afirmación manifiesta de afecto fraternal. Si no la tienes (la afirmación), tienes un problema, un gran problema. ​​Este es el segundo significado que creo que tiene. Creo que significa, además, no tratarlos como incrédulos. No emitas un juicio final sobre ellos. No le digas a un hermano, por alguna cosa de carne o de verdura o de día o de vino: «no puedes ser un cristiano. No eres un cristiano».

Humildad y mansedumbre

Ahora, esto es lo que creo que significa despreciar: «¿por qué desprecias a tu hermano?» (Ro 14:10). Interpreto que significa: no trates a tu hermano con desdén, sin afecto fraternal. Pones los ojos en blanco, chasqueas la lengua y giras la cabeza, y todo en tu lenguaje corporal es despectivo, desdeñoso, menospreciador y humillante, y no hay nada de fraternal en ello. Por eso creo que la palabra «hermano» en Romanos 14:10, repetida esas dos veces, tiene la intención de despertar el afecto que ablanda, suaviza y endulza cualquier corrección que tengamos que hacernos unos a otros. El mandato es claro: no juzgues; no despreciéis a tus hermanos en la fe tratándolos como incrédulos o criticándolos sin afecto fraternal. En otras palabras, cuando sea necesario juzgar, hazlo como Pablo dijo que lo hicieras en Gálatas 6:1-2. Y hazlo como Jesús dijo que lo hicieras en Mateo 7:5. Déjame leerlos de nuevo. Esta es la forma en que Pablo interpreta el mandato de Jesús: «Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna transgresión», entonces, hay una razón para corregir aquí. «Tú que eres espiritual», y podrías pensar que lo espiritual te envanecerá. No es espiritual envanecerse. Observa el efecto de esto: «Ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado» (Gá 6:1). En otras palabras, ten cuidado con la viga en tu propio ojo. Y he aquí las palabras de Jesús: «[...] saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano» (Mt 7:5, NVI). Si quieres invertir algo de energía emocional en un conflicto, lidia contigo mismo el 99 % del tiempo. Puedes salvar un matrimonio de esa manera.

Todos seremos juzgados

Vayamos al argumento. El argumento está en la segunda mitad del versículo 10 hasta el versículo 12. Y lo leeré contigo. Comenzaré por el principio.
Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O también, tú, ¿por qué desprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Dios. Porque está escrito: «Vivo Yo, dice el Señor, que ante Mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua alabará a Dios». De modo que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí mismo.
Él dice dos veces que seremos juzgados: «todos compareceremos ante el tribunal de Dios» (versículo 10), y luego lo vuelve a decir en el versículo 12: «De modo que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí mismo». Y entre esas dos declaraciones viene la base de ellas en el Antiguo Testamento de Isaías 45:23: «Por mí mismo he jurado, ha salido de mi boca en justicia una palabra que no será revocada: que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua jurará lealtad». Hay un énfasis aquí en la palabra «toda». ¿Qué está enfatizando en estos tres versículos? Creo que está enfatizando la palabra todos, toda, cada uno. Versículo 10: «todos compareceremos ante el tribunal de Dios». Sin excepciones. Versículo 11: «ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua alabará a Dios». Versículo 12: «De modo que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí mismo». Entonces, tienes la palabra «todos», tienes la palabra «toda» y tienes la palabra «cada uno». Ese es el énfasis en estas tres declaraciones. Significa que cada persona que está escuchando el sonido de mi voz se presentará individualmente ante el Creador del universo y dará cuenta de su vida. Piensa mucho en eso. Piénsalo cuando te vayas a la cama por la noche y piénsalo cuando te levantes por la mañana.
John Piper © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Es pecaminoso orar por un mayor ingreso?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Hoy queremos hablar de la riqueza personal. Es bastante interesante que al comienzo del libro de Job, Job es un hombre rico. Al final del libro de Job, Job es un hombre rico multiplicado por dos. Entonces, ¿es correcto esperar que Dios tenga la intención de duplicar la riqueza de todos sus hijos? Esa es una pregunta que nos suscita Job y que nos envía un oyente. «Pastor John, ¡hola! Mi nombre es Genesis. Tengo 23 años y vivo en Filipinas. No creo en los predicadores de la prosperidad que afirman que Dios quiere que todos los cristianos sean muy ricos. Sin embargo, ¿es pecado orar que Dios me dé suficiente dinero para disfrutar de una vida cómoda? ¿O es que los cristianos solo debemos abrazar y dar la bienvenida a la pérdida y al sufrimiento? ¿Hay lugar para orar y buscar mayores niveles de comodidad material? ¿Es esto peligroso? ¿Existe una forma segura de orar para que nuestro modesto patrimonio neto se duplique con el tiempo? Al leer la Escritura, veo que Dios tenía la intención de duplicar la riqueza de Job en última instancia (Job 42:10-17). ¿Esto fue solo para Job o Dios invita hoy a los cristianos a orar con ese fin?». Escucho esencialmente tres preguntas: (1) ¿Es correcto orar para tener suficiente dinero con el fin de disfrutar una vida cómoda? (2) ¿Está destinado el cristiano a solo abrazar la pérdida y el sufrimiento? (3) ¿Tenía Dios la intención de que la duplicación de los recursos de Job nos sirviera de modelo para orar? Permítanme tratar de arrojar luz bíblica sobre cada una de esas preguntas en orden inverso.

¿Duplicar tu dinero?

Primera pregunta: ¿tenía Dios la intención de que la duplicación de los recursos de Job nos sirviera de modelo para orar? Si Dios hizo eso por Job, ¿quiere hacer lo mismo por nosotros? Este es el tipo de pregunta que no podemos responder de la misma manera para todos. Por ejemplo, estoy absolutamente seguro de que para mí sería pecado orar con el fin de que mis recursos se duplicaran ahora, porque como estadounidense que vive un cómodo estilo de vida de clase media, yo soy, según los estándares globales, mucho más rico que miles de millones de personas pobres en todo el mundo. La carga que tengo sobre mí en la oración no debería ser amontonar y acumular más tesoros en la tierra, sino dar, dar y dar, más y más, e invertir más y más en otras personas, acumular tesoros en el cielo (Mt 6:19-20), y usar lo que tengo para el mayor bien de los demás, y que tenga cuidado, cuidado, cuidado, porque a los ricos les cuesta entrar en el cielo, dijo Jesús (Lc 18:24). Sin embargo, si alguien está ganando un dólar al día, trabajando tan duro como sea posible para mantener a su familia, el doble de un dólar serían dos dólares, y seguiría siendo pobre, solo que menos pobre. ¿Quién lo podría culpar por desear y orar que sus recursos se duplicaran de uno a dos dólares por día para poder proveer mejor a su familia? Como ves, la pregunta no se puede responder de la misma manera para todos.

«Ven y ve»

No obstante, aquí hay un principio crucial a tener en cuenta cuando usamos textos del Antiguo Testamento para justificar la búsqueda de la riqueza. Job ya era rico. Dios duplicó la riqueza de un hombre rico. Entonces, ¿por qué no aplicar eso a ti mismo, Piper? Y aquí está la razón: Dios tenía la intención de que la religión del Antiguo Testamento, en general, fuera una religión de «ven a ver», enfatizando la prosperidad como un testimonio al mundo de la fidelidad de Dios con Israel. La Reina de Sabá vino de los confines de la tierra, y se quedó sin aliento ante la riqueza y la sabiduría de Salomón (1R 10:1-13). Esa es una religión de «ven y ve».

«Anda y cuenta»

Sin embargo, Dios tiene la intención de que la religión del Nuevo Testamento sea una religión de «anda a contar», no de «ven a ver», sino una religión de «anda a contar», que pone su énfasis en la sencillez, el sacrificio y la generosidad para cumplir la misión de alcanzar a todas las naciones del mundo y mostrar que nuestro tesoro no está en este mundo, sino en Cristo en el cielo. Él es nuestra «inescrutable riqueza» (Ef 3:8). Cuando leemos el Nuevo Testamento, es implacable en empujarnos hacia la sencillez y la economía por el bien del avance del Reino, lejos del lujo, la opulencia y las galas. Tengo frente a mí en este momento veinticuatro pasajes de la Escritura que nos empujan en esa dirección. No puedo leerlos todos. Permítanme nombrar solo algunos.
  • Lucas 6:20: «[...] Bienaventurados ustedes los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios».
  • Lucas 6:24: «[...] ¡Ay de ustedes los ricos! Porque ya están recibiendo todo su consuelo».
  • Lucas 8:14: Las personas «son ahogad[as] por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida [...]».
  • Mateo 6:19: «No acumulen para sí tesoros en la tierra [...]».
  • Lucas 12:33: «Vendan sus posesiones y den limosnas; háganse bolsas [...] en los cielos [...]».
  • Lucas 14:33: «[...] cualquiera de ustedes que no renuncie a todas sus posesiones, no puede ser mi discípulo».
  • Lucas 18:24: «[...] ¡Qué difícil es que entren en el reino de Dios los que tienen riquezas!».
  • 2 Corintios 6:10: Nosotros los apóstoles somos «[...] como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, aunque poseyéndolo todo».
Y sigue y sigue y sigue. Textos como esos no hacen más que presionar y presionar a los cristianos estadounidenses y del resto del mundo a moverse hacia la necesidad, no hacia la comodidad. Vivir con sencillez. Vive un estilo de vida en tiempos de guerra. Entonces, mi respuesta es no. No, Job no debe usarse como una justificación para que todos nosotros pidamos que se dupliquen nuestros recursos. Puede ser perfectamente correcto que una persona pobre quiera que se dupliquen sus recursos y orar por ello. No lo critico en absoluto, pero eso no estaría basado en Job. De ninguna manera. Eso se basaría en otros textos.

¿Destinado a la pérdida?

Segunda pregunta: ¿está destinado el cristiano a solo abrazar la pérdida y el sufrimiento? No.
  • Debemos orar por sanidad si estamos enfermos (Stg 5:16).
  • Debemos orar por gozo si estamos desanimados (Ro 15:13).
  • Debemos orar por fruto y eficacia si nuestra vida es estéril (Fil 1:11; Col 1:10).
  • Debemos orar por la paz en las relaciones si nuestra vida está en conflicto y es dolorosa (Fil 4:6-7).
  • Debemos orar por victoria sobre los pecados que destruyen la vida, como las borracheras, las drogas o la fornicación (Ro 6:12-14).
Todas estas son oraciones, todos estos son deseos para que superemos ciertos tipos de pérdida y sufrimiento. En otras palabras, la pérdida y el sufrimiento no son en sí mismos algo que Dios considere deseable. De hecho, pueden ser algo a lo que Dios nos llama como un medio para algo más, como el avance del Evangelio. Sin embargo, no debemos desearlos ni buscarlos en sí mismos. En 1 Timoteo, Pablo advierte contra aquellos que enseñan a los cristianos que los placeres de la comida y el matrimonio son malos. Aquí está su respuesta: «Esos prohibirán casarse y mandarán abstenerse de algunos alimentos, que Dios los ha creado para que con acción de gracias participen de ellos los que creen y que han conocido la verdad» (1Ti 4:3). El sufrimiento y la pérdida son instrumentos de Dios para nuestra santificación. No tomamos el bisturí del médico y comenzamos a cortarnos. Simplemente obedecemos al doctor y hacemos lo que nos dice. Y si necesitamos cirugía en el camino o incluso una amputación, confiamos en nuestro médico y glorificamos su sabiduría y misericordia en nuestro sufrimiento. El objetivo del cristiano no es sufrir, sino amar y aceptar cualquier sufrimiento que Él requiera.

¿Qué dice tu corazón?

Y finalmente, una tercera pregunta: ¿es correcto orar para tener suficiente dinero con el fin de disfrutar una vida cómoda? De nuevo, esa pregunta no puede responderse de la misma manera para todos. Algunas personas acomodadas —las conozco— quieren más y más y más y más cosas, porque creen que no pueden estar cómodas a menos que tengan dos automóviles o dos casas o diez camisas, mientras que hay millones de personas en el mundo para las que cómodo significaría: «¿podría tener solo una camisa, comida suficiente para mi familia, un techo sobre mi cabeza, algo de educación para mis hijos, un poco de atención médica básica?». El apóstol Pablo dijo: «Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar de él. Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos» (1Ti 6:7-8). Creo que esa fue la manera de Pablo de decir que no está mal querer tener lo básico para poder realizar un trabajo significativo y fructífero en la vida. No está mal desearlo; no está mal orar por ello. Todo esto, me parece, que es en gran medida un asunto del corazón. ¿Dice tu corazón como el apóstol Pablo: «Cristo es tan precioso para mí que he aprendido el secreto para enfrentar la abundancia y el hambre, la abundancia y la necesidad» (ver Fil 4:11-13)? ¿O dice tu corazón: «tengo que tener más y más y más para estar contento»? Solo Dios conoce la verdadera condición de tu corazón. Ahí es donde se libra la verdadera batalla. Entonces, que Dios nos aclare a todos cuánto más de nuestros recursos podemos poner al servicio de sus propósitos para la extensión del Evangelio, y cuánto podemos usar legítimamente para nosotros mismos.
John Piper © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Las parejas cristianas están obligadas a tener hijos?
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¿Las parejas cristianas están obligadas a tener hijos?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Nos encanta escuchar a nuestros oyentes internacionales que se encuentran repartidos por todo el mundo. Aquí está la pregunta de hoy de una mujer joven. «¡Hola, pastor John! Saludos desde Finlandia y gracias por este pódcast. Estoy casada, pero mi esposo y yo no tenemos hijos. En Génesis, Dios le dice a la primera pareja: “En cuanto a ustedes, sean fecundos y multiplíquense. Pueblen en abundancia la tierra y multiplíquense en ella(Gn 9:7). Hoy en día, muchas personas en mi nación, personas casadas y capaces de tener hijos, deciden no tenerlos. La falta intencional de hijos se ha vuelto muy común en la última década, y las razones son diversas: miedo al cambio climático, preocupaciones sobre la frágil salud de la madre, preocupaciones sobre ser un mal padre o simplemente no dar ninguna prioridad a los hijos. Sé que usted dijo que estaba permitido que las parejas esperaran para tener hijos y que limitaran la cantidad de hijos que tienen. Y usted dijo que está permitido, en algunos casos, que una pareja misionera renuncie a tener hijos por completo. ¿Pero qué pasa con los cristianos no misioneros? ¿Está permitido que una pareja cristiana común simplemente elija no tener hijos? ¿Cómo respondería, pastor John?». Mi primera respuesta es que no creo que exista tal cosa como «simplemente elegir». Ella pregunta: «¿está permitido que una pareja cristiana común simplemente elija no tener hijos?». No estoy seguro de lo que quiere decir con la palabra «simplemente», pero parece que quiere decir «solo porque queremos». En otras palabras, «simplemente elegir» significaría «sin luchas, conflictos o razonamientos, sino simplemente porque nos da la gana». Y mi primera respuesta a esto es decir que tal cosa no existe. Siempre hay realidades, en nuestros corazones, en nuestras mentes y en nuestras experiencias, que dan forma a lo que llamamos «simplemente elegir». Jesús dijo: «Porque de la abundancia del corazón habla la boca» (Mt 12:34). ¿Cuánto más sería cierto que de lo que hay en el corazón elegimos no tener hijos? No estamos «simplemente eligiendo»; estamos eligiendo por lo que somos, por realidades profundas que han dado forma a nuestros corazones, nuestras preferencias, nuestros deseos, nuestras necesidades, nuestras inclinaciones. Entonces, permítanme hacer cinco observaciones que pueden revelar algunas de las cosas ocultas del corazón.

1. Los niños son un regalo precioso

Es normal, hermoso, apropiado, natural y normativo, según la Escritura, tanto explícita como, yo diría, implícitamente en muchos lugares, que una pareja casada tenga hijos. Este fue el plan de Dios desde el momento de la creación; era parte de lo que era «muy bueno». «Dios los bendijo y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla” [...]» (Gn 1:28). Y siguió siendo el plan después de la caída catastrófica y la ruina del mundo, e incluso después del diluvio y el reconocimiento de que el pecado hará estragos en el mundo hasta el día del juicio final.
El que derrame sangre de hombre, Por el hombre su sangre será derramada, Porque a imagen de Dios Hizo Él al hombre. En cuanto a ustedes, sean fecundos y multiplíquense. Pueblen en abundancia la tierra y multiplíquense en ella (Génesis 9:6-7).
En otras palabras, habrá asesinatos hasta el fin de los días, así que ten hijos. Esto es justo lo contrario de lo que piensan algunas personas. Y sigue siendo el buen plan de Dios, generación tras generación.
Un don del Señor son los hijos, Y recompensa es el fruto del vientre. Como flechas en la mano del guerrero, Así son los hijos tenidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que de ellos tiene llena su aljaba; No será avergonzado Cuando hable con sus enemigos en la puerta (Salmo 127:3-5).
Este es todo el sentido de la Palabra de Dios: los hijos son un don; los hijos son una bendición. Cuando no se tienen, es un dolor, a veces incluso un juicio. Las generaciones que brotan de tu simiente y de tu vientre son una corona: «Corona de los ancianos son los nietos, y la gloria de los hijos son sus padres» (Pr 17:6). Y son una bendición: «Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada» (Pr 31:28). Qué tristeza cuando muchas mujeres modernas, creo que imprudentemente, optan por renunciar a esa bendición, mientras que millones darían literalmente su brazo derecho por tenerla. Esa es la observación número uno: es la postura en la que se inclina la Escritura.

2. Dios sabe que las familias tendrán dificultades

Esa visión positiva de los niños como una bendición sigue siendo cierta, aunque la Biblia es muy realista acerca de lo mal que pueden ir las cosas en las familias. Incluso el libro de Proverbios, que es quizás el libro de la Biblia más a favor de la familia, dice: «Hay gente que maldice a su padre, y no bendice a su madre» (Pr 30:11). Jesús advierte: «Porque desde ahora en adelante, cinco en una casa estarán divididos; tres contra dos y dos contra tres» (Lc 12:52). Y dijo que hubiera sido mejor que Judas nunca hubiera nacido (Mt 26:24). El clamor de David se ha oído en boca de diez mil padres: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Ay, Absalón, hijo mío, hijo mío!» (2S 18:33, NVI). La Biblia no es un cuento de Pollyanna de familias felices. Casi todas las familias en la Biblia están rotas, de una manera u otra. Pero nada de esto, nada de eso, obstaculiza la realidad actual de que concebir y criar hijos es normal, hermoso, apropiado, natural, normativo.

3. El objetivo de la vida no es evitar las dificultades

Entonces, la pregunta es: ¿por qué es así? Aquí está mi tercera observación: eso puede deberse a que la Biblia simplemente no comparte la mentalidad moderna, ya sea en Finlandia o en Estados Unidos, de que el objetivo de la vida sea evitar las dificultades, la angustia o el sufrimiento. Por supuesto, no sabemos si tendremos o no un hijo con discapacidad que cambiará nuestras vidas para siempre. Por supuesto, no sabemos si un niño nos romperá el corazón con su incredulidad. Por supuesto, no sabemos si nuestro hijo vivirá seis horas y luego morirá. Y, por supuesto, sabemos que nuestros hijos exigirán una atención enorme y enfocada. Sabemos que criar a un hijo en el Señor exige desesperación espiritual, oración, enfoque y atención. Sabemos que habrá demandas financieras de nuestro compromiso de por vida con este niño. Sabemos que habrá miles de horas en las que deberás negarte a ti mismo una necesidad sentida inmediata para hacer el bien a este niño. Sin embargo, desde el punto de vista de la Palabra de Dios, ninguna de esas posibles angustias y ninguna de estas tensiones garantizadas son razones para no tener hijos, porque la Biblia no comparte el punto de vista moderno de que el objetivo de la vida sea evitar las dificultades. Por el contrario, la Biblia asume que a través de muchas tribulaciones entramos en el Reino (Hch 14:22), y que la prueba de nuestra fe produce constancia (Stg 1:3), y que hay gozo al entregarnos. Jesús dijo: «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hch 20:35). En otras palabras, casi todos los argumentos para no tener hijos se basan en una cosmovisión radicalmente diferente a la cosmovisión de la Biblia.

4. No podemos predecir la influencia de nuestros hijos

Hay otro problema con la idea de que podemos hacer más bien al no tener hijos, por ejemplo, por el cambio climático. El problema es que simplemente no sabemos si nuestro hijo será un débito o un crédito para la raza humana: una maldición o una bendición, alguien que toma o alguien que da. No lo sabemos. Puede ser un flojo que deje una gran huella de carbono, o puede ser el genio que inventa los medios para salvar millones de vidas. ¿Quiénes nos creemos que somos? Dios mío, ¿quiénes nos creemos que somos para predecir que nuestros hijos serán una pérdida en lugar de una ganancia para el mundo y para la gloria de Cristo, a través de quien podemos creer y orar? No lo sabemos, y no es asunto nuestro saberlo. Nuestro negocio es darles vida y levantarlos, y hacer lo que podamos para construir en ellos cada sueño y cada posibilidad y poder y bendición para el mundo y para la glorificación de Dios.

5. Dios ha despejado el camino

Y mi observación final es que ni una pareja entre mil decide tener hijos sentándose a calcular el efecto de su hijo en el calentamiento global o la tasa de reemplazo de la población para que dentro de treinta años la fuerza laboral sea lo suficientemente grande como para mantener a los ancianos, o si ciertamente tendremos suficientes recursos para establecer al niño en un lugar fructífero. Simplemente no sucede de esa manera, no para el 99 % de las parejas. Y estoy sugiriendo que no debería suceder de esa manera; no somos lo suficientemente inteligentes para que suceda de esa manera, y la Biblia no nos anima a tener hijos bajo esa mentalidad. Más bien, sucede así; una combinación de:
  1. La bendición bíblica pronunciada al tener hijos, junto con
  2. La voz de Dios en la naturaleza cada mes, cuando la mujer ovula y el hombre está siempre listo para depositar su semilla, y
  3. A medida que surgen los anhelos profundamente arraigados, dados por Dios, de un hombre y una mujer de ser padre y madre.
Estoy argumentando que esa bendición bíblica, esa voz de la naturaleza y ese anhelo dado por Dios deben seguirse, a menos que Dios mismo deje muy claro que el camino abnegado de la obediencia que exalta a Cristo sea no tener hijos.
John Piper © 2020 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¡Ayuda! Me resulta difícil aceptar la enseñanza bíblica sobre el hombre y la mujer
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¡Ayuda! Me resulta difícil aceptar la enseñanza bíblica sobre el hombre y la mujer


Este artículo es parte de la serie ¡Ayuda! publicada originalmente en Crossway.

Una visión profundamente satisfactoria

La experiencia me ha enseñado que existen dos maneras de presentar la visión de la masculinidad y la femineidad. Una manera está relacionada con la argumentación racional que tiene que ver con evidencias basadas en hechos. Por ejemplo, un cristiano evangélico quiere saber si: «¿la Biblia realmente enseña esta visión de la masculinidad y femineidad?». Así que, una manera de presentar la visión es por medio de la argumentación exegética paciente, detallada y cuidadosa. Sin embargo, existe otra manera de presentar la visión. Una persona también quiere saber: «¿la visión es hermosa, satisfactoria y plena? ¿Se puede vivir con ella?». Esta no es una mala pregunta. Presentar una verdad bíblica involucra más que decir: «hazlo porque la Biblia lo dice». Ese tipo de presentación podría resultar en un tipo de obediencia tan a regañadientes y tan vacía de deleite y de afirmación sincera que el Señor no se complace con ella en lo absoluto. Entonces, existe una segunda tarea que es necesaria para convencer a las personas de la visión de la masculinidad y la femineidad. No sólo debe haber una exégesis rigurosa, también debe haber una descripción de la visión que satisfaga tanto el corazón como la mente. Dicho de otra manera: debemos presentar la belleza así como también la verdad de la visión. Debemos mostrar que algo no es sólo correcto, sino que también bueno. No sólo es válido, sino que también valioso, no sólo es fiel, sino que también admirable. Intento mostrar que nuestra visión de la masculinidad y la femineidad es un regalo de gracia profundamente satisfactorio de un Dios amoroso que, en el fondo, tiene los mejores intereses para sus criaturas. La visión no es pesada ni opresiva. No promueve el orgullo ni la autoexaltación. Se ajusta a lo que somos por el buen diseño de Dios. Por tanto, es satisfactorio en el sentido más profundo de la palabra.

Cada uno es único

La tendencia actual es enfatizar la igualdad entre hombres y mujeres al minimizar el significado único de nuestra masculinidad y femineidad. No obstante, esta depreciación de la persona masculina y femenina es una gran pérdida. Tiene un tremendo precio para las generaciones de jovencitos y jovencitas que no saben lo que significa ser un hombre o una mujer. La confusión sobre el significado de la persona sexual hoy es una epidemia. La consecuencia de esta confusión no es una armonía libre y feliz entre personas libres de género que se relacionan basándose en competencias abstractas. Al contrario, la consecuencia es más divorcio, más homosexualidad, más abuso sexual, más promiscuidad, más violencia social y más aflicción emocional y suicidio que vienen con la pérdida de la identidad dada por Dios. Es una observación notable y reveladora que las feministas cristianas contemporáneas dediquen poca atención a la definición de la femineidad y la masculinidad. Se presta poca ayuda a la pregunta de un hijo: «papá, ¿qué significa ser un hombre y no una mujer?». O a la pregunta de una hija: «mamá, ¿qué significa ser una mujer y no un hombre?». Se gasta mucha energía hoy minimizando las distinciones de la masculinidad y de la femineidad. No obstante, no escuchamos muy a menudo lo que la masculinidad y la femineidad deberían inclinarnos a hacer. Estamos a la deriva en un mar de confusión sobre los roles sexuales. Y la vida no es mejor por ello. Irónicamente, los pensadores más perspicaces reconocen cuán esenciales son la masculinidad y la feminidad para nuestra persona. Sin embargo, el significado de la masculinidad y la femineidad se considera inalcanzable. Por ejemplo, Paul Jewett, en su perspicaz libro El hombre como varón y hembra[1] argumenta persuasivamente que la masculinidad y la femineidad son esenciales, no periféricas, para nuestra persona:
La sexualidad impregna el ser de un individuo hasta lo más profundo; condiciona cada faceta de la vida de una persona. Como el yo está siempre consciente de sí mismo como un yo, entonces este yo está siempre consciente de él mismo o de ella misma. Nuestro conocimiento de nosotros mismos está indisolublemente ligado no sólo a nuestro ser humano, sino que a nuestro ser sexual. En el plano humano no existe un yo y vos per se, sino sólo el yo que es varón o hembra confrontando al vos, el otro, que también es varón o hembra[2].
Él cita a Emil Brunner en el mismo sentido: «nuestra sexualidad penetra hasta el terreno metafísico más profundo de nuestra personalidad. Como resultado, las diferencias físicas entre el hombre y la mujer son una parábola de diferencias psíquicas y espirituales de una naturaleza más fundamental»[3]. Después de leer estas maravillosas declaraciones que tienen que ver con cuán esenciales son la masculinidad y la femineidad para nuestra persona y cómo la sexualidad «condiciona cada faceta de la vida de una persona», es impresionante leer que Jewett no sabe qué son la masculinidad y la femineidad. Él dice:
Algunos, al menos, entre los teólogos contemporáneos no están tan seguros de que sepan lo que significa ser un hombre en distinción con ser una mujer o viceversa. Como el autor comparte esta incertidumbre, ha esquivado la pregunta ontológica en este estudio[4].
Toda actividad humana refleja una distinción cualitativa de naturaleza sexual. Pero, en mi opinión, tal observación no entrega ni una pista del significado final de esa distinción. Podría ser que nunca sabremos qué significa esa distinción en última instancia. No obstante, esto, al menos, parece claro: entenderemos la diferencia (lo que significa ser creado como hombre o mujer) sólo mientras aprendamos a vivir como hombre y mujer en una relación verdadera de vida[5]. Sin duda, esto es una gran tristeza. Sabemos que la «sexualidad impregna el ser de un individuo hasta lo más profundo». Sabemos que «condiciona cada faceta de la vida de una persona». Sabemos que cada encuentro yo-vos no es uno de personas abstractas, sino de personas masculinas o femeninas. Sabemos que las diferencias físicas no son más que una parábola de la persona masculina y femenina. No obstante, desafortunadamente, no sabemos quiénes somos como hombres y mujeres. Ignoramos esta dimensión todo-dominante de nuestra identidad. Sin embargo, ¿qué hay de la receta de Jewett para la esperanza de cara a esta impresionante ignorancia de quienes somos? Él sugiere que descubramos quiénes somos «como hombres o mujeres» al experimentar una «verdadera relación» como hombre y mujer. El problema con esto es que no podemos saber lo que es una «verdadera relación» hasta que conozcamos la naturaleza de cada uno. Una verdadera relación debe ser fiel a quienes son los que conforman la relación. Una verdadera relación debe tomar en consideración la realidad sexual «que condiciona cada faceta de [sus] vidas». Simplemente, no podemos saber lo que es una «verdadera» relación hasta que sepamos lo que verdaderamente «impregna [nuestro] ser [...] hasta lo más profundo». Si somos realmente ignorantes respecto a lo que es la masculinidad y la femineidad, no tenemos permiso para prescribir la naturaleza de lo que es una verdadera relación. La confusión sexual de nuestra cultura no es sorprendente cuando descubrimos que nuestros mejores pensadores cristianos afirman que no saben lo que es la masculinidad y la femineidad, y aún así reconozcan que ellas estén dentro de los aspectos más profundos de la persona que «¡condiciona cada faceta de [su] vida!». ¿Cómo deben los padres criar a las hijas para que sean mujeres y a los hijos para que sean hombres cuando incluso los maestros que lideran la iglesia no saben lo que es la masculinidad y la femineidad? Mi convicción es que la Biblia no nos deja en ignorancia sobre el significado de la persona masculina y femenina. Dios no nos ha puesto en una dimensión todo-dominante ni todo-condicionante de la persona para luego escondernos el significado de nuestra identidad. Él nos ha mostrado en la Escritura la belleza de la masculinidad y de la femineidad en una armonía complementaria. Él nos ha mostrado las distorsiones e incluso los horrores que el pecado ha provocado en la masculinidad y la femineidad caídas. Y Él nos ha mostrado el camino de redención y sanidad por medio de Cristo. Sin duda, vemos «por un espejo, veladamente». Nuestro conocimiento no es perfecto. Debemos siempre estar abiertos a una nueva luz. No obstante, no estamos tan a la deriva como para no tener nada que decirle a nuestra generación sobre el significado de la masculinidad y la feminidad y sus implicaciones para nuestras relaciones. Nuestra comprensión es que la Biblia revela la naturaleza de la masculinidad y femineidad al describir diversas responsabilidades para el hombre y la mujer mientras enraízan estas responsabilidades discrepantes en la creación, no en la norma. Cuando la Biblia enseña que los hombres y las mujeres cumplen diferentes roles en relación al otro, responsabilizando al hombre con un rol único de liderazgo, basa esta diferenciación no en normas culturales temporales, sino en hechos permanentes de la creación. Vemos esto en 1 Corintios 11:3-16 (especialmente en vv. 8-9, 14); Efesios 5:21-33 (específicamente en vv. 31-32), y en 1 Timoteo 2:11-14 (especialmente en vv. 13-14). En la Biblia, los roles diferenciados para hombres y mujeres nunca se remontan a la caída del hombre y la mujer en el pecado. Al contrario, la base de esta diferenciación se remonta a cómo eran las cosas en el Edén antes de que el pecado pervirtiera nuestras relaciones. Los roles diferenciados fueron corrompidos, no creados, por la caída[6]. Fueron creados por Dios.

Este artículo es una adaptación del libro What’s the Difference? [¿Cuál es la diferencia?] escrito por John Piper.


Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
[1] N. del T.: Todas las citas de este libro son traducción propia. Aunque el libro sí existe en español, no pudimos acceder a él para tener la traducción oficial. [2] Jewett, Paul. El hombre como varón y hembra. Ahí se hace referencia a Emil Brunner, Das Gebot und die Ordnungen [El mandamiento y las ordenanzas] (Tuebingen: J.C.B. Mohr, 1933). [3] Jewett, Paul. El hombre como varón y hembra. [4] Jewett, Paul. El hombre como varón y hembra. [5] La enseñanza en 1 Pedro 3:1-7 en relación a la diferenciación de los roles no está basada explícitamente en el orden de la creación, pero tampoco está basada en la norma. Al contrario, está enraizada en el ejemplo de «las santas mujeres que esperaban en Dios» (v. 5). Se cita a Sara como un ejemplo de sumisión, no porque obedeciera el deseo de Abraham de hacerse pasar por su hermana (Gn 20) —un maravilloso ejemplo de sumisión que podríamos haber esperado que Pedro usara—, sino al contrario porque ella dijo «mi señor» cuando hablaba a la ligera sobre su marido para sí misma. Esto parece sugerir que la raíz de la sumisión de Sara era una profunda lealtad al liderazgo de Abraham que se expresaba sin obligación o presión pública. [6] John Sailhammer y Ray Ortlund Jr. desarrollaron y defendieron exegéticamente esto en dos extensos ensayos en Recovering Biblical Manhood and Womanhood [Recuperemos la masculinidad y la femineidad bíblica] (Crossway Books, 1990).
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¿Cómo puedo animar sin adular?
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¿Cómo puedo animar sin adular?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Bienvenidos nuevamente al pódcast. Recientemente, hemos estado hablando sobre cómo servimos y alabamos a Dios. Hace una semana, miramos lo que significa servir a Dios: «una de las preguntas más importantes que un cristiano puede hacer», dijo el pastor John. Ese fue el episodio número 1956, que llevó a esta pregunta: ¿qué le ofrecemos a Dios a medida que lo servimos? ¿Nos necesita? Y la respuesta a esa pregunta fue «no», Él no nos necesita. No satisfacemos ninguna necesidad de Él. Entonces, ¿qué le ofrecemos a medida que lo servimos? Es otra pregunta esencial que resolver. Y esa fue la última, en el episodio 1957. Hoy veremos la alabanza, pero un tipo de alabanza diferente de la que hemos estado hablando en el pódcast recientemente. Hoy hablaremos de la alabanza en el contexto de celebrarse los unos a los otros. ¿Cómo nos celebramos mutuamente de manera auténtica y sin adular, lo que es un pecado? Esta pregunta la hace Sarah, una oyente que nos escribe esto: «Pastor, John, hola. ¿Puedes explicarme la diferencia entre adulación y ánimo? Somos llamados a animarnos unos a otros, pero también a no inflarnos en orgullo. ¿Cómo puedo saber cuál es cuál?». Existe la adulación. Obtener cosas no siempre es bueno, entonces para eso tenemos la palabra avaricia, ¿cierto? Y no todas las formas de dar son buenas, por eso tenemos la palabra soborno. Alabar, que implica tanto obtener como dar, podría no ser bueno por lo que tenemos la palabra adulación

La adulación en la Escritura

La palabra griega para adulación, kolakeias, aparece una vez en el Nuevo Testamento. Pablo está defendiendo su ministerio a los Tesalonicenses y dice: «[...] nunca hemos recurrido a las adulaciones ni a las excusas para obtener dinero; Dios es testigo. Tampoco hemos buscado honores de nadie, ni de ustedes ni de otros» (1Ts 2:5-6, NVI). Creo que es más que una coincidencia que «adulación» aparezca en esa oración junto a las palabras sacar provecho. En otras palabras, «quiero algo de ti» (estás llegando al centro de la adulación cuando piensas en ello). La idea de la adulación está presente sin mencionar la palabra en Judas 16, donde Judas acusa a ciertos hombres de admirar personas para su propio beneficio. Esta es la idea: admiras y le dices cosas agradables a alguien para obtener algún beneficio propio.  Ahora bien, se dice mucho más sobre la adulación en el Antiguo Testamento que en el Nuevo. La palabra adulación se basa en la palabra hebrea que significa ser suave o infiable. Por lo tanto, una persona que adula suaviza y halaga. «Porque los labios de la extraña destilan miel, y su lengua es más suave que el aceite» (Pr 5:3). Este es Proverbios 7:21: «Con sus palabras persuasivas lo atrae, lo seduce con sus labios lisonjeros». La afirmación más general sobre la adulación en cuanto a sus efectos destructivos se encuentra en Proverbios 26:28: «[...] la boca lisonjera causa ruina» o Proverbios 29:5: «El hombre que adula a su prójimo tiende una red ante sus pasos».

Adulación vs. alabanza

Por lo tanto, la pregunta clave llega a ser: ¿cómo podemos celebrar o alabar cosas buenas de los demás sin tender una red ante sus pasos o causar ruina? Creo que la clave es mantener en mente la diferencia esencial que hay entre la buena alabanza y la mala adulación. La adulación es mala porque es calculadora. Se entrega en vista de obtener algún beneficio (Jud 16). La adulación podría ser verdad; podría no serlo. A veces las personas piensan que tiene que ver con que si es verdad o no. Ese no es el punto. Podrías estar diciendo algo que es verdad sobre alguien y aún así es adulación. El punto es si es que es calculado para lograr algún propósito que no está enraizado en un deleite auténtico y espontáneo respecto a una virtud que estamos alabando. En otras palabras, la marca de la alabanza genuina y que no es adulación es el desbordamiento de deleite auténtico en lo que estamos observando sobre la otra persona. Es lo opuesto a cálculo; es espontáneo. C. S. Lewis —una de mis citas favoritas— dice: «nos gusta elogiar lo que disfrutamos porque la alabanza no sólo expresa, sino que también completa, el placer; es el reconocimiento de su consumación» (Reflexiones sobre los Salmos, 74). Sí, exactamente. No obstante, la adulación no fluye de un deleite sincero en aquello que es alabado. Es algo externo y manipulador. Es suscitado por algún otro beneficio que esperamos obtener por medio de la adulación, no por el beneficio que acabamos de obtener de la amabilidad, virtud, belleza o logro de la persona. Por lo tanto, la adulación es una forma de hipocresía. Intentamos dar la impresión de que somos movidos por una admiración espontánea en algo que admiramos, pero no estamos siendo realmente movidos por una admiración espontánea. Estamos siendo calculadores; estamos deseando usar la alabanza para obtener algo. Y creo que la sola frase «usar la alabanza» me da arcadas. Vas a ir a Dios y a usar la alabanza. Asqueroso. Es una manera horrible de pensar y es bastante frecuente hoy.

Mantengamos la alabanza auténtica

Esto levanta la pregunta de si es apropiado «usar la alabanza» como un medio para provocar comportamientos en los niños, en los empleados o en amigos. ¿Acaso eso no implica algún tipo de uso calculador de la alabanza por motivos ocultos? Y esa es una pregunta difícil. Creo que la respuesta sería algo como esto: si la alabanza aún puede ser una expresión de deleite auténtico y espontáneo en algo bueno que hayamos observado y si nuestro objetivo es que el niño o el amigo se comporte más de esa manera, no por la alabanza, sino porque es intrínsecamente hermoso y honra a Dios, entonces es legítimo esperar que nuestra alabanza produzca más buen comportamiento. No obstante, en general, creo que es peligroso pensar en nuestra alabanza a otros —incluyendo a nuestros hijos— en términos utilitarios. Los niños van a caer en cuenta sobre esto en algún momento. Van a decir: «no creo que papi realmente disfrute lo que acabo de hacer. Él sólo está intentando usar esto para que yo haga algo». Los niños se van a dar cuenta si es que pensamos que nuestra alabanza provocará los comportamientos que queremos. No va a ser auténtico. Los padres pensarán como manipuladores psicológicamente entrenados. Es mucho mejor ser el tipo de persona —el tipo de padre— que ve la virtud dada por Dios o los logros dados por Dios, y se siente tan auténticamente conmovido por admiración y gozo que se desborda en alabanza. Y, por supuesto, va a tener maravillosos efectos en nuestras relaciones y en los comportamientos futuros de nuestros hijos y de los demás. Sin embargo, si comenzamos a destacar la dimensión utilitaria —que está siendo destacada hoy— dejará de ser auténtico y, a la larga, creo que saldrá el tiro por la culata.

Evidencias de gracia

Sólo una última ayuda. Tengo amigos que me han enseñado que una buena forma de concebir nuestra alabanza a otros es pensar que llamamos la atención (disfrutando espontáneamente y por ende llamando la atención) a las «evidencias de la gracia de Dios». Esa pequeña frase es bastante común en algunos círculos y creo que es una buena. Si creemos que en seres humanos pecaminosos toda virtud viene de Dios en última instancia, lo que es así, entonces toda la alabanza de verdadera virtud o de verdaderos logros o de cualquier rasgo hermoso que vemos será concebido como honra a Dios, no al hombre. Así que, es algo bueno en una familia, en una iglesia y entre amigos llevar la atención habitualmente a las evidencias de la gracia en la vida de cada uno, decirle a nuestros hijos en una docena de formas (no tenemos que ser mecánicos en esto): «me encanta lo que Dios está haciendo en tu vida». «Fue tan buena la forma en que compartiste tus juguetes con Juan». Los niños no van a pensar: «oh, papá está predicando», no si es auténtico y si realmente sientes alegría por lo que tu hijo acaba de hacer y alegría en la gracia de Dios. Sin embargo, mi ferviente ruego es este: intenta evitar acercamientos utilitarios y calculadores que convierten la espontaneidad en manipulación, pues esa es la tierra en donde crece la adulación.
John Piper © 2023 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Por qué vemos tan pocos milagros hoy?
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¿Por qué vemos tan pocos milagros hoy?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Parece que vemos señales, prodigios y milagros por todas partes en nuestras Biblias. Sin embargo, muchos de nosotros vemos una ausencia de señales, prodigios y milagros en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea. ¿Dónde se fueron los prodigios? Es una pregunta que nos hace un estudiante universitario. «Pastor, John, gracias por este maravilloso pódcast. Lo escucho regularmente. Soy novato en la Universidad de Pennsylvania. Mis padres son misioneros en la República de Georgia. He pasado algún tiempo en el campo misionero con ellos también. Es obvio que vivir en un campus tan secular es extremadamente diferente al del campo misionero, en especial a medida que converso con mis compañeros sobre la fe, la vida y el cristianismo en general. Una pregunta que mis amigos me hacen a menudo es esta: “¿por qué Dios no obra milagros patentes hoy en los Estados Unidos del siglo XXI como lo hizo tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento? ¿No parece ser conveniente que Dios sólo obrara milagros en la Biblia?”. ¿Cómo respondería usted a esta objeción a la fe?». Mi respuesta a esto es bastante simple: había menos milagros en la Biblia de los que probablemente crees, y hay más milagros hoy de los que probablemente sabes, y hay una buena razón bíblica de por qué  hubo un cierto tipo de prevalencia de milagros en la Biblia que es diferente a la de hoy. Permíteme decir unas palabras sobre cada una de estas tres observaciones.

Antiguos milagros

Piensa en el Antiguo Testamento. Esta es una declaración típica: el salmista dice en el Salmo 77:11: «Me acordaré de las obras del Señor; ciertamente me acordaré de tus maravillas antiguas». Cuando lees el Antiguo Testamento, te das cuenta de que la mayoría de los santos en la mayoría de los siglos habrían hablado así: «las maravillas antiguas. Oh, recuerda las maravillas antiguas». Ellos se habrían hecho la misma pregunta que nosotros: «¿por qué había más milagros en los días de Elías o en los días de Moisés de los que hay hoy en los días de los profetas o en los días de los reyes?». Es simplemente un gran error pensar que hubo milagros a lo largo de toda la historia del pueblo de Dios como la Biblia lo registra. No ocurrieron a lo largo de toda la historia del pueblo de Dios. Aparecían alrededor de ciertos periodos como el éxodo y como los ministerios de Elías y Eliseo. La mayoría del tiempo, los santos del Antiguo Testamento vivían por fe en las promesas de Dios para el futuro, enraizados en las maravillas antiguas que Dios había realizado. Esta es la manera en que vivimos nuestras vidas hoy: por fe en las promesas de Dios, por un Reino que aún debe consumarse, mirando hacia atrás a la obra determinante de Jesucristo en la Biblia.

Nuevos milagros

En relación al Nuevo Testamento, es gloriosamente cierto que Jesús realizó milagros perfecta y consistentemente, aun cuando Él sólo resucitó a tres personas de los muertos y no sanó a personas en muchos de los lugares donde viajó o donde no viajó. Los milagros de Jesús claramente no ocurrieron para mostrar que el Reino de Dios había sido consumado. Mostraron que el Reino había venido al mundo, apuntando a un día futuro cuando todos serán resucitados de los muertos y los que creyeron en Cristo ya no sufrirán enfermedad, porque así es Jesús y Él estaba mostrando algo de eso ahora. No sólo eso, sino que Jesús mismo explicó sus propios milagros como una señal de su divinidad. En otras palabras, algo acerca de estos milagros estaba relacionado con Él y no esperarías que se relacionaran a otras personas de la misma forma. Por ejemplo, Él dijo en Juan 10:37: «Si no hago las obras de mi Padre, no me crean». En otras palabras, «estas obras son buena evidencia de que estoy en el Padre y que el Padre está en mí. Soy único. Soy el Hijo de Dios. Es verdad». Aun cuando Él también le dio autoridad a sus discípulos para realizar milagros, ellos sabían que había algo totalmente único sobre este Hombre y la manera en que Él realizaba milagros. La autoridad y el poder residía únicamente en Él como el mismo Hijo de Dios.

Pocos y distantes entre sí

Cuando vas al libro de los Hechos y al resto del Nuevo Testamento, es obvio que los apóstoles realizaron algunos milagros asombrosos, pero también es cierto que sufrieron mucho y sus colegas se enfermaron. Pablo andaba junto a un doctor. Fueron a la cárcel juntos. Fueron asesinados. Aunque había dones de milagros, de sanidad y de exorcismo de los que se habla en 1 Corintios 12, habría sido una gran exageración pensar que los cristianos con esos dones en el primer siglo lo hacían de la misma forma en que Jesús lo hacía. Ya, en el primer siglo, fuera de la vida de Jesús, las cosas habían cambiado. Mi primera observación es que no debemos pensar en los tiempos bíblicos, tampoco en el Antiguo o Nuevo Testamento, como tiempos en los cuales los santos de Dios realizaron milagros consistentemente. Eso sería una distorsión del registro bíblico. Hubo algunos pocos y distantes entre sí en el Antiguo Testamento. Estuvieron únicamente concentrados en el tiempo de Jesús y sus apóstoles de una manera muy especial y que exaltaba a Cristo. Ellos compartían, en parte, los dones espirituales con todos los santos.

Innumerables milagros

La segunda observación que haría es que probablemente hay más milagros ocurriendo hoy de lo que nos podemos dar cuenta. Si pudiéramos recopilar todas las historias auténticas alrededor de todo el mundo (desde los misioneros hasta los santos en todos los países del mundo, todas las culturas del mundo). Si pudiéramos recolectar todos los millones de encuentros entre cristianos y demonios, cristianos y enfermedades, y todas las denominadas «coincidencias del mundo», estaríamos pasmados. Pensaríamos que estaríamos viviendo en un mundo de milagros, lo cual es cierto.

Bases de nuestra fe

La tercera observación que haría, y esto es lo que probablemente le diría a un no creyente que me está desafiando, es que el corazón del cristianismo no se trata de que el Reino haya venido completamente y que todo el pecado y la maldad estén siendo vencidos ahora en esta era. El corazón del cristianismo trata de que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino en un punto de la historia del pasado para revelar cómo es Dios y para alcanzar la salvación al morir y resucitar por todos aquellos que crean en Él. Los milagros se agrupan alrededor de esa aparición en la historia de Jesús para validar sus afirmaciones y en la vida de los apóstoles para vindicar sus escritos. El cristianismo es básicamente una vida vivida mirando hacia atrás con confianza en la obra de Cristo y mirando hacia adelante con esperanza, debido a ese pasado, hacia la consumación que viene. Es estar dispuesto a sufrir y a amar personas ahora y a llamarlos a esa fe.  Vivimos en un periodo donde sufrir es precisamente normal. Sin embargo, Dios, de vez en cuando, y a veces regularmente en tiempos de avivamiento, aún usa su poder para realizar, según su soberana voluntad, milagros para su pueblo. La razón por la que no lo hace más ahora es en parte (quizás) debido a nuestra falta de expectación y fe, pero es, en última instancia, debido a su decreto soberano. Cuando llamamos a personas a arrepentirse y a creer, no las estamos llamando a hacerlo basándose en un milagro que vieron ayer, incluso si este ocurrió. Los estamos llamando basándose en la gloria de Jesucristo revelada en su muerte y resurrección por medio de la Escritura. Esa es la base. Incluso si ocurrieran más milagros hoy, ahí es donde necesita residir el fundamento de la fe.
John Piper © 2018 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
 
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¿Deberíamos ponernos del lado de Israel o Palestina?
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¿Deberíamos ponernos del lado de Israel o Palestina?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Una auditora de nuestro pódcast llamada Melinda escribe: «pastor John, ¿cuál es la respuesta cristiana apropiada a lo que está ocurriendo en Israel y Gaza? Tengo amigos cristianos que elogian a Israel porque es el pueblo de Dios que derrota a sus viejos enemigos, diciendo que todas sus ofensivas están justificadas y permitidas por Dios porque están defendiendo la tierra que Él les dio. Tengo otros amigos cristianos que están indignados por la matanza de civiles y niños inocentes que Israel está llevando a cabo en Gaza y por el apoyo que están recibiendo de los Estados Unidos. ¿Cuál es la respuesta correcta?». Comencemos con una postura general del conflicto y, luego, intentaré respaldarla con la Biblia y la explicaré. Cuando digo «conflicto», me refiero al conflicto entre judíos (o Israel, el Estado, y judíos como cuerpo) y los palestinos. 

Ambos son rebeldes que rechazan a Cristo

Hay judíos cristianos y hay palestinos cristianos. Estos cristianos son los mansos que algún día heredarán la tierra, eso incluye la tierra de Israel. Jesús murió para hacer la paz entre los judíos y las naciones. Ese es el punto de Efesios 2:11-22. Por lo tanto, nuestras oraciones y esfuerzos deben estar especialmente dedicados a anunciar el Evangelio del Mesías Jesús como la única esperanza para la paz y la justicia a largo plazo entre judíos y palestinos. Creo que eso es lo más importante que hay que decir. Luego, diría esto: la Biblia no enseña que debemos ser parciales con Israel o con los palestinos en la rebelión actual a Cristo en la que ambos participan contra Dios, como si cualquiera de ellas tuviera un derecho divino sobre la tierra de Israel a pesar de su rebelión e incredulidad contra su Hacedor y su Dios del pacto. Esto trae la implicación de que ambos lados, palestinos e israelíes, deben ser tratados con justicia pública y compasiva de la misma manera en que generalmente se resuelven las disputas entre naciones, con una sabia combinación de justicia y misericordia. Esta es mi postura general: ni judíos ni palestinos pueden justificar sus acciones o ser tratados de manera especial al afirmar un actual derecho divino a la tierra mientras viven en rebelión contra Aquel que hizo de la tierra un regalo del cumplimiento del pacto.

Las promesas específicas

Estos son algunos fundamentos bíblicos. Israel fue escogido por Dios de entre todos los pueblos del mundo para ser el foco de su bendición en la historia, la historia de redención. Esta historia llegó a su clímax en la venida, muerte y resurrección de Jesús, el Mesías. «[...] el Señor tu Dios te ha escogido para ser pueblo suyo de entre todos los pueblos que están sobre la superficie de la tierra» (Dt 7:6). Amén. Israel es el pueblo escogido de Dios. No sólo eso, sino que Dios le prometió a Israel desde el tiempo de Abraham en adelante la tierra que actualmente se está disputando. Dios dijo: «[...] Esta es la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob: “Yo la daré a tu descendencia” [...]» (Dt 34:4). Declaraciones con ese propósito se repiten muchas veces. Pero ninguno de esos dos hechos (la elección de Israel y la promesa pactual de Dios de la tierra) significan que Israel tiene un derecho divino a la tierra en el presente.

Los rebeldes pierden sus derechos

¿Por qué digo esto? Porque el pueblo que no cumple el pacto no tiene el derecho divino de aferrarse a la tierra de la promesa que fue dada por medio de un pacto. Romper el pacto anula los privilegios del pacto. Dios le dijo a Israel: «si en verdad escuchan mi voz y guardan mi pacto, serán mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra» (Éx 19:5). Actualmente, Israel es un pueblo que quebranta el pacto. Existen miles, lo sé, de judíos que confían en el Mesías. Ellos no están quebrantando la ley. Ellos disfrutan del favor salvífico de Dios. Sin embargo, como un todo, como una unidad étnica, como Estado, son definidos por rechazar al Mesías Jesús. Ellos no quieren definirse a sí mismos como cristianos. Si aceptan al Mesías Jesús como Mesías y Salvador, serían cristianos. Ellos son conscientemente no cristianos. Están en un estado de traición contra su Rey que envió a su Hijo para salvarlos. Un pueblo en traición contra su Rey no puede hacer un reclamo legítimo de las promesas que el Rey le hizo a un pueblo que sí cumplía el pacto. Por ejemplo, cuando Israel fue sacado de la tierra prometida por los babilonios bajo el juicio de Dios, Daniel oró así:
Ay, Señor, [...] hemos pecado, hemos cometido iniquidad [...] Tuya es la justicia, oh Señor, y nuestra la vergüenza en el rostro [...] a todo Israel, a los que están cerca y a los que están lejos en todos los países adonde los has echado, a causa de las infidelidades que cometieron contra Ti (Daniel 9:4-7).
En otras palabras, Dios es justo. Él es justo al negarle a Israel su derecho divino a la tierra por ser un pueblo traicionero y traidor contra Dios.

Parte del plan

Jesús miró a Jerusalén con lágrimas y dijo: «[...] ¡Si tú también hubieras sabido en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. [...] Porque no conociste el tiempo de tu visitación» (Lc 19:41-42, 44). Habían rechazado a la piedra angular. Aún lo hacen. Cuando lo hicieron, Jesús dijo: «[...] el reino de Dios les será quitado a ustedes y será dado a una nación que produzca los frutos del reino» (Mt 21:43). Entonces, Él explicó de la siguiente manera: «vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera [...]» (Mt 8:11-12). Porque ahora ha venido un endurecimiento sobre Israel (Ro 11:25). Estos son los tiempos de los gentiles, los tiempos de las naciones. No obstante, este endurecimiento de Israel no es la última palabra de Dios. Él tiene un propósito de salvación para Israel. Todo Israel un día se volverá al Señor Cristo como grupo. Esta es mi comprensión y creencia profunda de Romanos 11. Las ramas desgajadas serán injertadas en un día en el pueblo de Dios, la novia de Cristo, su iglesia. Creo que debemos orar por ese día. Oro: «Señor, trae el día cuando el endurecimiento sea levantado de Israel. Concede, oh, Dios, que sus ojos sean abiertos, que puedan ver a Jesús como su Mesías y que puedan unirse a la iglesia de Jesucristo. En un gran árbol de amor pactual, que sean injertados en la salvación». 

Súplica por todas las naciones

Debemos ser cuidadosos (quizás está es una calificación final) de no hacer inferencias falsas y no bíblicas de cualquier cosa que yo haya dicho, como: «bueno, la rebelión presente de Israel significa que otras naciones tienen el derecho de molestarlos». No, no es así. Israel aún tiene derechos humanos entre las naciones cuando no tiene ningún derecho ante Dios, así como todas las naciones. No pensamos que cualquier nación, por ser pagana e incrédula, debe ser tratada de manera injusta. Tampoco debe serlo Israel. En el Antiguo Testamento, las naciones que se alegraban de la disciplina divina fueron castigadas por Dios (Is 10).  Nuestra súplica como cristianos para los palestinos y judíos es esta: crean en el Señor Jesús y serán salvos. Hasta el día en que los seguidores del Rey, tanto judíos como gentiles, hereden el mundo (no sólo la tierra); hasta el día en que heredemos juntos el mundo sin alzar espadas y sin levantar armas, los derechos de las naciones deben decidirse por principios de justicia compasiva y pública, no por afirmaciones de derecho divino ni de estatus divino. 
John Piper © 2014 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
 
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Una meditación en la víspera de Año Nuevo
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Una meditación en la víspera de Año Nuevo


Nota del editor: este es un sermón que John Piper predicó para el Año Nuevo de 2009, pero aunque haya sido escrito años atrás, su aplicación es la misma hoy.
Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte (2 Corintios 7:10).
Lo que quiero hacer es resaltar el hecho de que al final del año todos tenemos arrepentimientos. Sin duda tenemos acción de gracias, pero tenemos arrepentimientos. Algunos son grandes y otros, pequeños. Somos pecadores. No nos gusta pecar, por lo que nos arrepentimos de pecar. Así que todos tenemos arrepentimientos. Fíjense que existen dos tipos de arrepentimiento: el tipo que produce muerte y el tipo que conduce a la salvación. Te sientes roto, triste, mal. Te arrepientes (te vuelves), encuentras perdón, continúas sin que te deprima. Mientras que la aflicción mundana produce muerte.  Sin embargo, hay un tipo de arrepentimiento, un mal sentimiento, que es paralizante, destructivo, que derrota y arruina, y ¿cuál es la diferencia? Miremos Miqueas 7. Este es uno de mis pasajes favoritos de todo el Antiguo Testamento porque es tan maravillosamente denso del Evangelio y por la manera en que lidia con nuestros fracasos. Este es el texto en el que baso el término culpa valiente. La culpa valiente se está mirando al espejo, viendo lo que no te gusta y siendo valiente a pesar de ella por el bien de la justicia.

Cómo vivimos con la culpa valiente

¿Cómo diantres puedes hacer eso? ¿Cómo puedes saber que eres culpable, que eres pecador, que has fallado e ir al futuro del 2009 con todas tus armas cargadas y todas tus cuerdas tensas para la justicia? ¿Cómo puedes hacer ese giro? ¿Cómo puedes hacer eso? De eso se trata este texto. Sé que hay personas esta noche que tienen una alegría sigilosa y hay personas que están aferrándose con uñas a la extraña providencia de Dios y su gracia en todo. Algunas familias pueden sentirse malditas. Algunas familias parecen recibir más de lo que comparten. ¿Cierto? ¿No es así? Al menos en mi experiencia en estos 28 años pastoreando es que Dios no distribuye el dolor de manera equitativa. No lo hace. No sé por qué. Clasifica y puedes sentirte maldito. Bueno, quisiera ayudarte a luchar a través de una sensación que podrías tener como: «tengo mala suerte en la vida. Nada sale bien para mí. Metí la pata». Ahora ¿qué haces?
Pero yo pondré mis ojos en el Señor, Esperaré en el Dios de mi salvación. Mi Dios me oirá. No te alegres de mí, enemiga mía. Aunque caiga, me levantaré, Aunque more en tinieblas, el Señor es mi luz. La indignación del Señor soportaré, Porque he pecado contra Él, Hasta que defienda mi causa y establezca mi derecho. Él me sacará a la luz, Y yo veré su justicia (Miqueas 7:7-9).
Ese es un pasaje extraño y maravilloso de la Escritura. Dividámoslo en diez pequeñas piezas. 1. «Aunque caiga». Él ha caído. No sabemos qué pecado fue. Podría haber sido que Israel aquí esté hablando de manera comunitaria y hayan caído en las manos de Babilonia por toda su idolatría. Podrías tomarlo de manera individual o podrías tomarlo de manera comunitaria. Esta persona ha tropezado con algo. Lo descubriremos. Ha ocurrido una caída. 2. «Porque he pecado contra Él». Ahora sabemos de qué caída está hablando. Él pecó. No tropezó inocentemente y se cayó, y culpó a alguien más. Él pecó. Ok, nos caímos y es pecado. 3. «No te alegres de mí, enemiga mía». Sabemos que los enemigos están observando, que están viendo la caída y el pecado, y saborean. Saborean: «eras tan justo, un santurrón, ibas a la iglesia y lo arruinaste». Están saboreando. Miran a los cristianos o a los israelitas o a Israel como nación, la manzana escogida de Dios sentada en Babilonia, y se saborean por la condición. Y el cristiano, el profeta, el piadoso dice: «no hagas eso. No te alegres de mí, enemigo mío». 4. «La indignación del Señor soportaré». Él está bajo el enojo de Dios. Él es un hombre de Dios, el pueblo de Dios, una mujer de Dios y está soportando la indignación del Señor. Dice: «la soportaré. Pequé. Caí. Las personas se están riendo y yo voy a soportarlo porque Dios está legítimamente enojado conmigo. Avergoncé su nombre». 5. «Mi Dios me oirá». La indignación del Señor está sobre él, él ha pecado, las personas se saborean. Sin embargo, él ora y está confiado en que Dios lo escuchará. Ahora, comenzamos a tener agallas. Sin la parte valiente, dirías: «espero que escuche. No creo que escuchará. No creo que escuche la oración de pecadores». Hablarás así. Pero si hay una culpa valiente, dirás: «Mi Dios me oirá». 6. «Esperaré en el Dios de mi salvación». La disciplina del Señor no viene con algún límite prescrito. ¿Una hora? ¿Un año? ¿Qué tipo de indignación, qué tipo de enojo tendré que soportar? Soportaré la indignación del Señor. Enemiga, no te alegres de mí. Estoy clamando a Él. Él me escuchará y yo esperaré. El Salmo 40:1-3 dice: Esperé pacientemente al Señor, Y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor. Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; Asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos. Puso en mi boca un cántico nuevo, un canto de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán esto, y temerán Y confiarán en el Señor. Siempre me detengo ahí y pregunto: «¿cuánto esperó?, porque dice: “esperé pacientemente al Señor”». ¿Cuánto esperó? No lo dice. Eso es bueno. José tuvo que esperar treinta años. Se puso cada vez peor, peor y peor mientras se adentraba más y más en Egipto, hacia el calabozo. ¿Dónde estás entu espera? 7. «Aunque more en tinieblas, el Señor es mi luz». Bajo la indignación de Dios, clamando a Dios, confiado de que escuchará, espera al Señor. Está oscuro. El Señor es su luz en la oscuridad. Asumo que eso significa que las circunstancias pueden ser sombrías. Su indignación es real, esto no es como quiere que sea la vida. Las cosas no son como deben ser y él tiene una luz ahí. La única luz en esta oscuridad es el Señor. «Aunque more en tinieblas, el Señor es mi luz». 8. «Hasta que defienda mi causa». Sentir la maravilla de esto, comenzar el versículo nueve: «La indignación del Señor soportaré, porque he pecado contra Él». ¿Cuánto tiempo soportaré su indignación? ¿Cuánto tiempo viviré bajo la nube y la oscuridad de su indignación? «Hasta que defienda mi causa». Eso es realmente extraño. Él es quien está enojado conmigo. La oscuridad viene de Él. Él está enojado y me tiene bajo la indignación, y la oscuridad viene de Él y yo me quedo aquí hasta que defienda mi causa, ¿Acaso suena como algo que conoces? ¿Acaso no te suena como el Evangelio? ¿Acaso no te suena como la cruz? ¿Acaso no suena como la dinámica de la expiación? ¿Dios tenía al mundo bajo la oscuridad de su ira hasta enviar un defensor? Él envió a un Salvador, Él envía a Aquel que vindica su gloria y cubre nuestros pecados. Esto es maravilloso. Esta es la culpa valiente si es que alguna vez hubo culpa valiente. La conciencia simultánea de la indignación de Dios y de su defensa. ¿Puedes lidiar con eso? La vida cristiana es complicada. Si quieres respuestas simples para tu vida emocional, no las encontrarás aquí. La vida emocional del cristiano es extraña. Debemos aprender a vivir en las complejidades de que podemos saber que Dios está enojado y saber cuán terriblemente hemos pecado y también saber que Él no sólo está enojado conmigo, sino que va a defender mi causa en el debido tiempo. Nadie puede librarme de su enojo, sino Dios, Dios lo hará. Eso es valiente; realmente valiente. 9. «Y establezca mi derecho». Tiemblas por cuál podría ser la siguiente palabra. ¿Estará en contra o a favor? Gracias Dios por estar a mi favor. Todo sobre la justicia diría que ahora Él va a ejercer juicio en mi contra y estoy frito. Se acabó porque pequé. Este tipo es tan valiente sobre la gracia de Dios, que espera aquí bajo la indignación hasta que venga un defensor y defienda su causa, y Dios ahora desde la banca del universo ejerce juicio y resulta que es a mi favor. Este es el Evangelio. Esto es lo que se hizo realidad en Jesús. Todo apunta a Jesús aquí. Todo apuntaba justo a esto. Esto es una representación de eso, el juicio sucedió por mí, ocurrió en el Calvario. El juicio que debió haber caído sobre mí y eliminarme recayó en Jesús, mi Defensor. 10. «Él me sacará a la luz, y yo veré su justicia». No permaneceré en esta oscuridad por siempre. Ahí dentro he visto la luz. Lo he conocido y esta es mi oración: sé que defenderá mi causa, sé que el juicio vendrá para mí, ahora que viene y estoy viendo la luz y estoy contemplando su vindicación y liberación. Ahora, ese es el final de este texto. Estamos en la luz. Todo está bien ahora y hemos aprendido cómo vivir en una culpa valiente. 

Nadie como nuestro Dios perdonador

Si no estudias para vivir con una culpa valiente, no sé cómo lidiarás con tus pecados ni cómo estarás al tanto de ellos. Simplemente, no sé cómo lo harás. Tendrás que minimizar tus pecados y decir que no son tan malos o tendrás que hundirte bajo ellos y decir: «se acabó. No puedo vivir la vida cristiana, simplemente, no es buena». Pero si comprendes lo terrible que es el pecado, cuán en serio lo toma Dios y cuán increíblemente poderosa es su gracia para abogar por su pueblo en su pecado, podrás superar tu vida de fracasos. Te prometo que fallarás el 2009 tanto como fallaste el 2008. Pero no te tienes que revolcar en eso ni tampoco tienes que ser derrotado ni destruido por ello. Vayamos a la mesa del Señor al ir al final del capítulo:
¿Qué Dios hay como Tú, que perdona la iniquidad Y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en Su ira para siempre, Porque se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse de nosotros, Eliminará nuestras iniquidades. Sí, arrojarás a las profundidades del mar Todos nuestros pecados. Otorgarás a Jacob la verdad Y a Abraham la misericordia, Las cuales juraste a nuestros padres Desde los días de antaño (Miqueas 7:18-20). 
Miqueas está pasmado por el perdón de Dios. «¿Quién es un Dios perdonador como Él y quién tiene una gracia tan rica y libre; quién tiene una gracia tan rica y libre?». Ese verso del himno se basa en este texto. Mi corazón se llena de amor por ti porque Dios me ama tanto.

Sé valiente

Siento de manera muy profunda cómo Dios me tomó y me amó a través de todas mis fallas pastorales, familiares, personales y cívicas el 2008. Espero que a medida que nos acercamos a la mesa ahora mires hacia atrás con medidas de arrepentimiento piadoso que lleva a una vida de acción de gracias piadosa. No intentes cegarte a los arrepentimientos y asegúrate de no fallar en dar las gracias. Espero que tengas un marco de trabajo ahora para manejar los arrepentimientos, para lidiar con los verdaderos pecados que has cometido. Quizás todavía estás en un tiempo de disciplina y oscuridad y no tienes que hundirte. Sé valiente. Aférrate a la gracia. Dile al diablo: «no te atrevas a alegrarte de mí. Voy a salir a la luz. Tarde o temprano, Dios escuchará mi clamor y saldré de esta oscuridad».
John Piper © 2008 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Una teología de las vacaciones
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Una teología de las vacaciones


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
La escuela terminará pronto y la temporada de vacaciones familiares está a punto de comenzar. Un oyente llamado Ryan escribió para preguntarnos: «Pastor John, me pregunto si podrías hablarnos sobre una teología de las vacaciones. A menudo hablas sobre no desperdiciar tu vida o cualquier momento o temporada en ella. Intelectualmente, estoy de acuerdo, pero a veces simplemente pareciera que necesito descansar. ¿Dónde encajan las vacaciones?».

Cuatro fundamentos para el descanso

Bien, tú sí necesitas un descanso. Y la Biblia provee algunos fundamentos bastante significativos para el descanso y, creo, indirectamente, para las vacaciones. Permíteme mencionar sólo algunos de esos fundamentos que creo que nos dan cierta orientación.

1. Fuimos hechos para descansar en Dios

En primer lugar, Dios nos creó con la necesidad diaria de dormir. Siempre he encontrado eso un poco frustrante. Detesto dormir. Encuentro que dormir es aburrido. Entonces, ¿por qué Él me hizo como un bebé indefenso y debo estar inconsciente un tercio de mi vida? Es decir, tan sólo piénsalo. ¿Cuál es el mensaje en eso? Tiene que haber un mensaje en ello. Y el Salmo 127:2 dice: «Es en vano que se levanten de madrugada, que se acuesten tarde, que coman el pan de afanosa labor, pues Él da a su amado [algunas traducciones dicen aún mientras duerme y otras, el sueño]». Creo que lo esencial en el contexto es más o menos lo mismo. Según este texto, dormir es un regalo de Dios y el regalo a menudo es desdeñado por la afanosa labor. El dormir en paz es lo opuesto a la ansiedad. Dios no quiere que sus hijos estén ansiosos, sino que confíen en Él. Por lo tanto, concluyo que Dios hizo el dormir como un recordatorio continuo de que no debemos estar ansiosos, sino que debemos descansar en Él como un pequeño bebé. A menos que cambien y sean como niños, no podrán entrar siquiera en el Reino. Él creó el dormir para asegurarse de que tuviéramos un recordatorio diario de que no somos Dios. Nuestro trabajo no es decisivo para hacer funcionar al mundo; la obra de Dios lo es. «Jamás se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel» (Sal 121:4). Entonces, nosotros dormimos; Dios nunca duerme. Por lo tanto, dormir es fundamental. Es un indicador. Y creo que la idea principal que obtenemos es que no te vuelvas un engreído por tu trabajo y llegues a pensar que puedes hacer funcionar al mundo y hacer que todo ocurra. Eres como un pequeño bebé durante el tercio de tu vida y Dios quiso decirte algo al crearte de esa manera. 

2. Dios nos dio el sabbat

En segundo lugar, Dios estableció el principio del sabbat. Independientemente de la manera en que relaciones la ley del Antiguo Testamento con el presente, el sabbat sigue siendo un regalo con sabiduría en él. Recuerdo haber leído el libro de la esposa de C. S. Lewis sobre los diez mandamientos y ver cómo ella señalaba la maravilla, la gloria y el increíble regalo de contarles a un pueblo antiguo y agrícola, cuyas vidas dependían de labrar la tierra: «no sólo no tienes que ir a trabajar hoy, sino que pueden no ir a trabajar hoy» (una vacación semanal obligatoria). Y fue impresionante. Es decir, nunca lo había visto en esa luz. Y esa es exactamente la manera en que habría afectado al pueblo al menos al principio. «Es posible que no trabajen siete días a la semana. No se los permitiré. Deben descansar». Y luego Él consagró el sabbat para sí mismo como una señal de su propio poder creativo y santidad. Sin embargo, persiste el asunto subyacente de su naturaleza como regalo para nosotros: un pueblo agrícola desgastado, finito y cansado. Y por eso digo, el ritmo de trabajar seis días y descansar uno; trabajar seis y descansar uno; trabajar seis y descansar uno, probablemente evitaría muchos infartos y daría longevidad a muchas vidas que son llevadas prematuramente porque nunca se relajan. Están siempre trabajando. Trabajan en la casa, trabajan en el trabajo, trabajan en su juego y no pueden dejar de trabajar. No creo que eso signifique uno en siete. Este manantial por el cual vivimos, especialmente para algunos de nosotros, necesita relajarse no sólo dos semanas al año, sino que un día a la semana.

3. El descanso nos fortalece para las buenas obras

Esta es la tercera idea fundamental que nos apunta hacia el descanso y las vacaciones. El trabajo es bueno y no es una maldición, sino que está redimido. Por lo tanto, debemos hacer su trabajo mientras aún es de día (ver Jn 9:4). Jesús llamó a trabajar y debemos trabajar. Y Pablo dijo: «[...] Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma» (2Ts 3:10). Y me encanta 1 Corintios 15:58: «[...] estén firmes, constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que su trabajo en el Señor no es en vano». Eso significa, trabajen mucho, abundando en la obra del Señor. Y Pablo dijo: «[...] no se cansen de hacer el bien» (2Ts 3:13). Entonces, aquí está el problema: ¿cómo no nos cansamos? Él dice: «no se cansen de hacer el bien». Pero nos agotamos físicamente; nos agotamos mentalmente, lo que levanta la pregunta de las vacaciones. Esto es lo último que diré. 

4. Jesús descansó

Este es el cuarto punto fundamental. Dios el Hijo tomó tiempos especiales para descansar del trabajo: «Y Él les dijo: “Vengan, apártense de los demás a un lugar solitario y descansen un poco”» (Mr 6:31). Es interesante que Él haya dicho eso justo después de que esos hermanos enterraron la cabeza degollada de Juan el Bautista. Arriesgaron sus vidas para obtener esa cabeza o el cuerpo al menos. Y Jesús dijo: «ustedes arriesgaron sus vidas. Esto ha sido un tiempo de gran estrés para ustedes. Así que vengan y descansen un rato».

El descanso refresca para el Reino de Dios

Mi resumen sería que parece que el asunto de las vacaciones se transforma en un asunto de sabiduría. Debemos intentar conocernos a nosotros mismos y a nuestras familias. Me parece que en esta era caída, dónde el foco está en la redención, el descanso final que se nos promete sólo se degusta incrementalmente y como medio de un trabajo más productivo en esta era redentora. Los juegos y la recreación en esta era no son la manera principal de glorificar a Dios. Creo que es algo secundario y es un medio de refrescarnos e inspirarnos para el trabajo productivo. Trabajamos para avanzar el Reino salvífico de Dios en un mundo caído, y eso es verdad ya sea que estemos en un trabajo secular o en el así llamado trabajo cristiano. Las vacaciones, los sabbats, los días libres y las noches de dormir son re-creaciones de trabajo creativo, feliz y fructífero para el avance del Reino de Cristo en el mundo, ya sea que estés en un trabajo secular o no. Y, por supuesto, no hay una línea clara (siento esto especialmente) para muchos de nosotros entre la vocación y la recreación. Muchos de nosotros amamos lo que hacemos, encontramos demasiado placer en ello y somos demasiado energizados por ello que el concepto de tomar un tiempo para la recreación por el bien de la creación no es tan claro. Para esas personas (nosotros), necesitamos asegurarnos de que nos conocemos no sólo a nosotros mismos, sino que tenemos que conocer a aquellos que nos rodean. Nuestras esposas podrían no sentirse de la misma forma y nuestros hijos podrían necesitarnos justo cuando estamos llenos de energía gracias a nuestra lectura o estudio. Y eso no es lo que ellos necesitan en ese momento. Las vacaciones pueden contar tanto para eso así como también para nosotros.
John Piper © 2014 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Estoy demasiado distraído con la vida como para meditar en Cristo
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Estoy demasiado distraído con la vida como para meditar en Cristo


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Comenzamos una nueva semana analizando el corazón distraído. ¿Qué hacemos cuando nuestros corazones están demasiado distraídos para enfocarse en Cristo? Dos oyentes lo preguntaron, pastor John. La primera fue Tess. Ella escribe: «¡hola, pastor John! Muchísimas gracias por esta plataforma maravillosa y única que ministra los corazones de las personas a través de este pódcast. Cuando se trata de poner mi mente en las cosas de Cristo, como dice en Colosenses 3:2, sé cómo predicarme la verdad a mí misma y recordarme las promesas de Dios en la Escritura. Sin embargo, cuando pienso en mi exnovio que está saliendo con una de mis queridas amigas y que ambos se han alejado del Señor hace poco, mi mente está demasiado enfocada en esa sola cosa, no puedo enfocarme en la Palabra. ¿Cómo puedo entrenar a mi mente distraída para que se aleje del mundo, sus preocupaciones y tensiones y así, en lugar de ello, pueda fijar mi mirada en Cristo mismo? Me encantaría tener una perspectiva sobre esto».  Y luego Michelle de Canadá escribe: «pastor John, no tienes idea de cuán útil ha sido este pódcast para mí. Gracias por responder cada pregunta con consideración y amor. A veces tengo problemas con quedarme dormida y lo que más me ha ayudado es soñar despierta sobre cosas que probablemente nunca me van a pasar. Imagino la casa de mis sueños con muebles lujosos, viajar a lugares remotos, ser la CEO de una empresa y así sucesivamente. Aun cuando me ayuda a quedarme dormida, me siento culpable de que pensar en el Señor y en lo que Él está haciendo en mi vida real no me traiga la misma paz. Ahora encuentro que estos escenarios ficticios me consumen durante mi rutina diaria fuera del tiempo de dormir: durante mi traslado al trabajo, mientras me alisto en la mañana, cuando cocino y otras cosas. Dado que la Biblia nos dice: «pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra» en Colosenses 3:2, ¿es pecado soñar despierta de estas maneras?». Estas dos preguntas levantan una pregunta sobre Colosenses 3:2: específicamente, «pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra», pero apuntan a maneras casi opuestas de luchar con este versículo.

Pérdidas y sueños

Tess está luchando con el pensamiento controlador de algo que ha perdido (un novio y más) y Michelle no está luchando con algo que perdió, sino que con algo que ella sueña tener (una casa soñada, viajar, ser CEO). El mismo hecho de que poner nuestras mentes en las cosas que están arriba pueda ser entorpecido tanto por arrepentimientos como por sueños es muy instructivo para nosotros. Lo es porque nos recuerda que el corazón de nuestro problema no es lo que teníamos y perdimos ni lo que nunca tendremos y deseamos tener; el problema es más profundo. Es similar a la instrucción que obtenemos cuando nos damos cuenta de que ser rico o ser pobre podría ser caracterizada tanto por ser avaro como por ser codicioso. La persona que tiene mucho podría confiar y amar sus posesiones, y la persona que tiene poco podría anhelar cosas terrenales con tanta pasión como un rico las ama. Por lo tanto, la esencia del problema no está en la riqueza o en la pobreza. La esencia del problema se encuentra en el corazón, en lo que desea y dónde descansa. Eso es lo que diría que aprendemos de Tess y Michelle. La esencia del problema no es que algo se haya perdido o aún no se haya ganado algo. La esencia del problema es más profunda.

Nuestra impresionante identidad

En ambos casos, la acción de poner la mente en las cosas que están arriba es entorpecida por un patrón de pensamiento recurrente —en un caso, un patrón de pensamiento sobre lo que se ha perdido y, en el otro caso, un patrón de pensamiento sobre lo que ella no tiene y sueña tener—. Creo que si leemos Colosenses 3:1-4, el Señor nos mostrará cuál debe ser la raíz común y más profunda del problema aquí. Así que leámoslo: 
Si ustedes, pues, han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces ustedes también serán manifestados con Él en gloria.
Ahora, estas palabras son simplemente impresionantes. Lo son por la manera en que nos muestran la realidad de quién es Tessa, quién es Michelle y quién es Jesús.

Quiénes somos

Entonces, consideremos cinco cosas que Tess y Michelle necesitan saber sobre sí mismas:
  1. Han muerto (v. 3). Debido a su unión con Cristo por la fe, su viejo, incrédulo, rebelde y condenado yo murió cuando Cristo murió.
  2. Han resucitado con Cristo de los muertos (v. 1). Son una nueva creación en Cristo. Esto no es algo que se deba lograr, sino algo que les ha ocurrido a ellas. Dios lo ha hecho. 
  3. La esencia de su nueva vida en Cristo está escondida con Cristo en Dios (v. 3). Son tan reales y están tan seguras como Cristo está en el cielo.
  4. Su vida no sólo está escondida con Cristo en Dios, sino que Cristo mismo es su vida (v. 4). Su vida es tan indestructible como Cristo porque Él es su vida. 
  5. Con la venida de Cristo en gloria, Tess y Michelle aparecerán con Él como los seres eternos y gloriosos que realmente son, aun cuando muy pocas personas puedan ver eso en ellas ahora.
Estas son realidades impactantes que Tess y Michelle necesitan saber sobre sí mismas. 

Quién es Cristo

Y estas son cuatro realidades sobre Cristo en esos versículos:
  1. Cristo está vivo para siempre jamás (v. 1).
  2. Cristo ahora mismo está sentado a la diestra de Dios (v. 1). Él es un cosoberano de todas las cosas en el universo.
  3. Cristo es la vida de su pueblo (v. 3). Toda nuestra existencia nueva y eterna fluye de Él y consiste en nuestra unión con Él.
  4. Cristo aparecerá en las nubes con gran gloria para establecer su Reino (v. 4), y con Él, todo su pueblo brillará como el sol en su gloria digna de un rey.

Pongan la mira

Ahora, incrustado en esas nueve verdades está esto: «Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (v. 2). Eso está incrustado en esas glorias. Lo que estoy sugiriendo es que el asunto más profundo con el que Tess y Michelle están lidiando, y con el que todos nosotros lidiamos, es que podrían estar intentando obedecer esta exhortación —poner su mente en las cosas de arriba— sin tener una comprensión clara, profunda y satisfactoria de esas nuevas gloriosas realidades sobre ellas mismas y sobre Cristo. En otras palabras, es difícil poner tu mente en algo en contraposición a tus pérdidas y sueños si ese algo en lo que estás intentando poner tu mente no es claro, grande, hermoso y deseable en tu mente y corazón.

Reservorio de gloria

Ahora, me doy cuenta de que alguien me va a decir: «pero ¿cómo eso las ayuda, puesto que estás diciendo que los pensamientos sobre la pérdida y los pensamientos sobre los sueños son precisamente lo que está evitando que ellas pongan su mirada en la grandeza, en la belleza y en la deseabilidad de esas realidades? Entonces, no has dicho nada útil, Piper».  Ahora, mi respuesta es que no es precisamente así. Permíteme explicar. Cuando me quedo despierto en la noche, sabiendo que necesito dormir y no ocurre, y estoy tentado a poner mi vista en algo terrenal que quiero o de lo que me arrepiento, lo que me ayuda a volver mi mente a las cosas que están arriba es que paso un tiempo y energía significativos y devotos en un par de pasajes de la Escritura para adentrarme en la claridad de la grandeza, de la belleza y de la deseabilidad de la realidad que está presente.  En otras palabras, no espero que todo ese trabajo ocurra en mi almohada. Los momentos en los que necesito alejar mis pensamientos de las ansiedades y de los deseos terrenales no son el momento para llevar a cabo el serio asunto de comprender textos y adentrarme en ellos hacia una realidad grande y hermosa que pueda conquistar mis pensamientos errantes. Por tanto, mi sugerencia para Tess, Michelle y para todos nosotros es que dediquemos ciertos tiempos a crear un reservorio de belleza, gloria, grandeza y deseabilidad con un par de pasajes de la Escritura, para que cuando, en el curso del día o de la noche, intentemos poner la mirada en las cosas de arriba, no tengamos que llenar ese reservorio en el momento. Ya está ahí. Podemos pedirle a Dios: «Padre, a medida que recito este versículo, o a medida que recito este pasaje ahora, provoca que vea (que realmente vea), saboree y quede asombrado de la grandeza, la belleza y la deseabilidad de las cosas que están arriba».
John Piper © 2022 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
 
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¿Cuánto deberían ganar los pastores?
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¿Cuánto deberían ganar los pastores?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
¿Cuánto debe ganar un pastor? El salario del pastor es una pregunta que nos hacen a menudo. El tema ha llegado al menos a tres episodios en el pasado, de lo que recuerdo, los episodios 217, 472 y 912 de Ask Pastor John. No obstante, el sueldo del pastor era sólo un subtema en todos esos episodios. Llegó el momento de dedicarle un capítulo completo para explorar esta pregunta más completamente, sólo porque se nos hace con mucha frecuencia. Y para internarnos en esa discusión, así es cómo un oyente del pódcast, llamado John, hizo la pregunta. John vive en Los Ángeles: «¡Pastor, John, hola, y gracias por este pódcast! ¿Cuáles son algunas de las directrices que debe establecer una iglesia a fin de remunerar a los pastores? ¿Podrías abordar el significado de “doble honor” en 1 Timoteo 5:17? ¿Y podrías explicar si se debe considerar el trasfondo, la experiencia y la educación en la decisión también? ¡Gracias!». Este pasaje en 1 Timoteo 5:17 es uno de los tres pasajes cruciales sobre cómo se debe apoyar a los ministros del Evangelio. Pienso que es bueno poner los tres frente a nosotros y luego sacar algunas lecciones.

Un sueldo bien ganado

Comencemos con Lucas 10:1-7. 
Después de esto, el Señor designó a otros setenta, y los envió de dos en dos delante de Él, a toda ciudad y lugar adonde Él había de ir. Y les decía: «[...] Vayan; miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias; y a nadie saluden por el camino». En cualquier casa que entren, primero digan: “Paz a esta casa”. Y si hay allí un hijo de paz, la paz de ustedes reposará sobre él; pero si no, se volverá a ustedes.  Permanezcan entonces en esa casa, comiendo y bebiendo lo que les den; porque el obrero es digno de su salario [...].
Ahora, esa afirmación al final: «el obrero es digno de su salario», es citada por Pablo en 1 Timoteo 5:18 como una cita de la Escritura. Sólo existe otro lugar donde aparece esta afirmación en la Biblia (hay algo casi igual en Mateo 10:10). Por lo tanto, pareciera que Pablo ya está haciendo referencia a las palabras del Señor Jesús (preservadas por Lucas, el médico) como parte de la Escritura. Volveré a esa cita cuando hablemos de 1 Timoteo 5:17 en un minuto. Sin embargo, vale notar que, aun cuando nosotros, de la forma en que leemos la Biblia, podríamos pasar volando por esa afirmación cuando leemos los evangelios, Pablo no lo hizo. Él lo tomó como un principio que se aplicaría a los ancianos de la iglesia. «El obrero es digno de su salario».

No somos bueyes sin bozal

Luego, voy a 1 Corintios 9:6-14.
¿O acaso sólo Bernabé y yo no tenemos el derecho a no trabajar? ¿Quién ha servido alguna vez como soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta una viña y no come de su fruto? ¿O quién cuida un rebaño y no bebe de la leche del rebaño? ¿Acaso digo esto según el juicio humano? ¿No dice también la ley esto mismo? Pues en la ley de Moisés está escrito: «No pondrás bozal al buey cuando trilla» [Deuteronomio 25:4]. ¿Acaso le preocupan a Dios los bueyes? ¿O lo dice especialmente por nosotros? Sí, se escribió por nosotros, porque el que ara debe arar con esperanza, y el que trilla debe trillar con la esperanza de recibir de la cosecha. Si en ustedes sembramos lo espiritual, ¿será demasiado que de ustedes cosechemos lo material? Si otros tienen este derecho sobre ustedes, ¿no lo tenemos aún más nosotros? [...]. ¿No saben que los que desempeñan los servicios sagrados comen la comida del templo, y los que regularmente sirven al altar, del altar reciben su parte? Así también ordenó el Señor que los que proclaman el evangelio, vivan del evangelio. ¡Vaya! Esto es asombroso. Es una afirmación fuerte que los pastores que hacen tiendas (pastores que tienen que trabajar en otros empleos remunerados para ser pastores) deben ser la excepción, no la regla. Jesús dijo que debe ser normal pagarles un sueldo de tiempo completo a aquellos que se dedican al ministerio del Evangelio a tiempo completo. Es el principio bíblico. De hecho, en este texto, es más que un principio; es un mandamiento. El Señor ordenó que aquellos que proclaman el Evangelio deben poder vivir por el Evangelio. Ahora, ese fue el segundo texto.

Doble honor

Primero Lucas 10; luego, 1 Corintios 9, y ahora, tercero: 1 Timoteo 5:17: «Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza». Ahora, ¿por qué pienso que «doble honor» se refiere aquí a una remuneración económica (que así lo creo)? Hay dos razones. Una es que, justo antes de este versículo, Pablo ha estado hablando sobre honrar a las viudas. Entonces, «honra a las viudas», y luego dice: «los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor». «Honra a las viudas que en verdad son viudas» (1Ti 5:3).  Entonces, todo el contexto de 1 Timoteo 5:3-16 habla sobre el cuidado económico de las viudas. Esa es la forma que debe tomar el honor. Él está hablando sobre viudas que no tienen familias. Eso es lo que quiere decir con viudas en verdad. No tienen familias que las cuiden. Quedarán en la miseria si no hacemos algo. Entonces, hay una buena razón para pensar que Pablo dice: «ahora si esa es la manera en que honras y cuidas económicamente a tus viudas, haz lo mismo, aún más —el doble— por los pastores».  Ahora, la otra razón por la que creo que el versículo 17 está lidiando con el sueldo de los pastores es porque el siguiente versículo comienza con porque, lo que significa que da razón o una base para darle doble honor a los pastores. Y esto es lo que dice: «Porque la Escritura dice: “No pondrás bozal al buey cuando trilla”, y: “El obrero es digno de su salario”» (1Ti 5:18). Por lo tanto, Pablo establece su preocupación para pagarle a los pastores con doble honor al citar Deuteronomio 25:4 y Lucas 10:7, llamándolos a ambos Escritura. Y ambos están claramente relacionados a las necesidades físicas del pastor. Ahora bien, podría significar que a los pastores debemos pagarles el doble de lo que las viudas reciben como salario de la iglesia (siguiendo el orden de las viudas del que Pablo ha estado hablando en los versículos anteriores). Pero lo dudo. El término doble honor en el versículo 17 probablemente no significa algo así de preciso, porque no existe referencia a un sueldo en específico para las viudas. No sabemos cómo cuidaban a las viudas; simplemente eran cuidadas. Sus necesidades eran satisfechas. Tenían que ser honradas; debían honrarse al satisfacer sus necesidades en la ausencia de una familia.  Por lo tanto, diría que 1 Timoteo 5:17 («Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza»), probablemente significa: «asegúrate doblemente de que se honre a los ancianos y de que se les pague lo suficiente para satisfacer sus necesidades, así como con las viudas». Y el hecho de que diga: «principalmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza», probablemente, con la palabra trabajan insinúa que ese es su trabajo. Se dan a su rebaño y el rebaño debe cuidar de ellos económicamente con un sentido doble del deber que el que sienten hacia las viudas. No es que los ancianos sean seres humanos más valiosos que las viudas, pero en eso, junto al valor de la persona, está el gran valor del ministerio de la Palabra (trabajar en la predicación y la enseñanza) en el cual se apoya toda la vida de la comunidad.

Principios básicos para las iglesias

Por eso, mi consejo para las iglesias sería que el principio básico para la remuneración pastoral fuera algo como esto: deja que sea un reflejo del honor que pones al ministerio de la Palabra de Dios y deja que sea un compromiso levantar las cargas económicas del pastor a fin de que pueda entregarse completamente a la oración, a la Palabra y al rebaño. Y si se les ocurre que necesitamos un salvavidas contra la ambición del pastor, la respuesta a esa preocupación es que debió haberse resuelto cuando la iglesia evaluó la aptitud del anciano o del pastor para el cargo desde el mismo principio. Porque 1 Timoteo 3:3 dice que el obispo no debe ser «avaricioso». Ni siquiera contratas a alguien que pareciera que está ahí por el dinero. Entonces, en resumen: no llames a un pastor que está intentando hacerse rico y no seas una iglesia que intenta mantenerlo pobre. 
John Piper © 2023 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿Mi pasado sexual me descalifica para el pastorado?
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¿Mi pasado sexual me descalifica para el pastorado?


Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del podcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.
Bienvenidos de nuevo este lunes. Gracias por escucharnos. Bien, hay muchos factores que descalificarían a un hombre de ejercer el cargo de anciano o pastor en una iglesia local. Y eso levanta una discusión importante sobre la historia de un hombre. ¿Hasta qué punto el pasado pecaminoso de un hombre entra en juego en su calificación (o falta de calificación) hoy, específicamente cuando ese pecado es sexual? Esa es la pregunta que recibimos de un joven. «Querido pastor John, ¡hola! Desde que me convertí hace cinco años, he sentido un fuerte deseo de buscar el pastorado a tiempo completo. El deseo de mi corazón es servir al Señor y a su rebaño por el resto de mi vida, y ese deseo se ha hecho más intenso a medida que pasa el tiempo. No sólo esto, sino que, en el año que recién pasó, el Señor puso frente a mí todo lo necesario para ir tras esto: entrenamiento en el seminario y apoyo de mis ancianos. Sólo hay una importante pregunta que debo responder. ¿Mi vida de fornicación antes de mi conversión me descalifica ahora para el ministerio pastoral? Me he arrepentido, pero esa vida rebosaba de pecado. Según 1 Corintios 6:16, fui una carne con la chica con la que cometí este pecado. No estoy casado ahora, pero si considero 1 Timoteo 3:2, ¿mi pasado pecaminoso me descalifica para ser anciano hoy?». No, no creo que tu pasado de fornicación te descalifique para el ministerio, no por sí mismo. Y la razón por la que digo esto es porque sería parte de lo que te descalifica si fuera un defecto de carácter continuo, como la esclavitud a la sensualidad, a la pornografía o la carencia de dominio propio. La fornicación pasada no descalifica a alguien para el ministerio a menos que sea una mancha continua, pecaminosa y no santificada en el presente. Por lo tanto, permíteme dar un paso atrás y dar tres (creo que son sólo tres) razones de la Escritura de por qué creo que es verdad, concretamente, que un hombre que fue rebelde en una temporada de la vida y fornicó, pero que fue liberado de ese pecado y se ha arrepentido de su fealdad moral y espiritual que deshonra a Cristo por un tiempo lo suficientemente largo como para demostrar su genuina renovación, sea adecuado considerarlo para el ministerio cristiano en la iglesia de Cristo.

Pablo, el primero de los pecadores

Este es el primer argumento. El ejemplo de Pablo en su vida pasada y en su ministerio presente con la bendición de Cristo es realmente bastante sorprendente por el uso actual que él mismo hace de ese ejemplo. Pablo fue cómplice del asesinato de Esteban en Hechos 7 (ver Hechos 7:58; 8:1). Luego, a medida que se convertía en el cabecilla de los esfuerzos para acabar con el cristianismo con encarcelamientos y asesinatos, empeoró aún más y fue más intencional. Hechos 9:1-2: «Saulo, respirando todavía amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, fue a [...] Damasco [...]». En resumen, Pablo fue un asesino, y «ningún asesino tiene vida eterna permanente en él», dijo Juan (1Jn 3:15). La propia evaluación de Pablo de su vida precristiana fue que él fue el peor y el primero de los pecadores, y que Dios lo salvó y lo usó de igual manera (precisamente como ejemplo a otros que se sienten desesperanzados por sus posibilidades futuras de perdón y utilidad), es una realidad preciosa en la Escritura. Así es cómo lo dice en 1 Timoteo 1:15-16: «Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero. Sin embargo, por esto hallé misericordia» —y por esta razón es tan extraordinario, porque no tenemos que hacer la aplicación; él la hace— «para que en mí, como el primero, Jesucristo demostrara toda su paciencia como un ejemplo para los que habrían de creer en Él para vida eterna». Por lo tanto, Pablo da su propia experiencia de misericordia como un ejemplo, que yo creo que se extiende a una persona que puede no haber asesinado, pero que, de hecho, ha fornicado. Ese es mi primer argumento.

Esposo de una mujer

En segundo lugar, es un poco más complicado porque nuestro joven amigo con el que lidiamos aquí es muy perspicaz. Él ha estudiado y ha pensado muy bien en las posibles obstrucciones a su propio servicio como anciano. Él hace una pregunta más sofisticada. Él pregunta sobre la base de 1 Corintios 6:16 si es que, de hecho, la fornicación es el único tipo de pecado que podría excluirlo del ministerio cuando, en realidad, el asesinato no lo haría. Esa es una pregunta profunda debido a la manera en que Pablo da razones contra la fornicación en 1 Corintios 6, y también en 1 Timoteo 3:2, a la cual el joven se refiere. En ese texto, Pablo dice que un ministro en la iglesia debe ser «marido de una sola mujer», que algunos traducen como «hombre de una mujer». Esa es una paráfrasis bastante común: «hombre de una mujer». En otras palabras, nuestro amigo se pregunta si se puede calificar como hombre de una mujer porque fornicó. Esa es la razón por la que él está pensando esto, la que es una buena manera de pensar; quiero decir, es una buena pregunta que hacer. Significa que no se está escabullendo. No está intentando esquivar los rigores de la Escritura. Por lo tanto, déjame intentar clarificar lo que yo creo que Pablo quiere decir con «marido de una sola mujer» (que es importante por la forma en que su argumento está funcionando contra sí mismo), y por qué «hombre de una mujer» podría ser una traducción engañosa. Tengo muchos amigos que lo traducen de esa manera, pero tengo dudas sobre esa traducción. Supongamos que tu pastor es soltero. (Ahora, creo que eso es legítimo: Jesús fue soltero; Pablo fue soltero. Creo que es legítimo tener a un hombre soltero como pastor). Supongamos que tu pastor es soltero y fornica regularmente sólo con una mujer. ¿Calificaría como hombre de una mujer? Bueno, ¡madre mía! Técnicamente, sí, pero todos sabemos que eso no es lo que Pablo quiso decir. Por tanto, traducir «marido de una sola mujer» como «hombre de una mujer» puede meternos en problemas si no somos cuidadosos. Pablo realmente está lidiando con el matrimonio y si es que un hombre es fiel a su esposa o si comete adulterio.

¿La fornicación es un matrimonio?

La pregunta entonces se transforma: ¿cómo interpretamos el argumento de Pablo contra la fornicación en 1 Corintios 6? Algunos podrían decir: «bueno, Pablo realmente argumenta que, en esencia, una relación sexual antes del matrimonio es un tipo de matrimonio». Entonces nuestro joven amigo podría concluir: «bien, entonces, en un sentido, estaba casado y no soy fiel a esa chica ahora al no estar oficialmente casado con ella —sin mencionar que ni siquiera me puedo casar legítimamente si aún estoy casado con ella por esa vieja relación—». ¿Eso es lo que Pablo quiso decir? Él dice en 1 Corintios 6: 13-18: «[...] el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. [...] ¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo?». Y aquí se pone muy específico; él se refiere a los órganos sexuales. Entonces, nuestras partes del cuerpo son las partes del cuerpo de Cristo. «¿Tomaré, acaso, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera?», y él exclama: «¡De ningún modo!». Y aquí está la parte difícil. Argumenta así: «¿O no saben que el que se une a una ramera es un cuerpo con ella?». Y cita Génesis 2:24, que habla del matrimonio: «Porque Él dice: «Los dos vendrán a ser una sola carne». Pero el que se une al Señor, es un espíritu con Él. Huyan de la fornicación [...]». Y ese es el final de 1 Corintios 6:13-18. Así que Pablo retrata el horror de la fornicación para el cristiano como tomar las partes del cuerpo de Cristo, porque las nuestras son suyas, y hacerlas partes del cuerpo de una prostituta. Así de íntima y profunda es la relación sexual en la mente apostólica e inspirada de Pablo: te conviertes en un sólo cuerpo con ella. Lo que hace al texto verse amenazante para nuestro joven amigo es que Pablo cita a Génesis 2:24, que es un texto sobre matrimonio: «los dos vendrán a ser una sola carne». Entonces, ¿Pablo quiere decir que, en esencia, quien fornica con una prostituta está casado con ella? Eso es lo que él se pregunta. Eso lo excluiría basado en 1 Timoteo 3:2. 

Prostituir al sexo

Mi respuesta es no, eso no es lo que Pablo quiere decir. Él podría haber dicho eso. Él no infiere eso ni saca esa conclusión. Eso habría sido poderoso si es que lo hubiera dicho, pero no llegó a eso. Entonces, ¿qué está haciendo? Creo que lo que está haciendo es esto, lo que él dice: «lo que hace la fornicación tan horrible es que toma el diseño de una sola carne del matrimonio y lo prostituye». Él prostituye esa parte del matrimonio al desnudarlo de la relación pactual del matrimonio y lo trata como si estuviera diseñado para una prostituta. Precisamente, es que esto no es un matrimonio lo que hace tan horrible la prostitución de las partes del cuerpo de Cristo. Sacar la unión de una sola carne diseñada para el matrimonio (que representa a Cristo y la iglesia, razón por la cual no es idolatría tener relaciones sexuales en el matrimonio) del pacto sagrado con la esposa y con Cristo, y prostituirla en fornicación es lo que hace que esta fornicación sea tan horrible. Por tanto, concluyo que Pablo no estaba tratando a la fornicación como un tipo de matrimonio. No hay pacto formado en lo absoluto con esta prostituta, y eso es precisamente lo que hace que la similitud sexual del matrimonio sea tan repugnante moral y espiritualmente. Por lo tanto, no creo que el argumento de Pablo en 1 Corintios 6 signifique que nuestro joven amigo arrepentido y transformado deba usar este texto para argumentar que está excluido de ser anciano simplemente por 1 Timoteo 3:2, que dice que debemos ser «marido de una sola mujer».

Lavado, santificado y justificado

Una última observación, que también es preciosa. En el mismo capítulo, Pablo se refiere específicamente a la fornicación como algo en la iglesia que ha sido lavado y perdonado.
¡No se dejen engañar! [...] los inmorales sexuales [y aquí se refiere a la fornicación, porque después hace referencia a los adúlteros], [no] heredarán el reino de Dios. Y eso eran algunos de ustedes. Pero ya han sido lavados, santificados y justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios (1 Corintios 6:9-11, NVI).
A lo cual digo: «alabado sea Dios que cualquiera de nosotros puede ser salvado de nuestro pecado». Mi conclusión es que los ancianos de la iglesia de este joven deben (y si me están escuchando, saludos en el nombre de Jesús) cuidadosa y bíblicamente evaluar sus cualidades para el ministerio y no dejar que el pecado pasado de la fornicación sea decisivo para excluirlo.
John Piper © 2023 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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