Una de mis temporadas de predicación más placenteras fue el año que pasé en Salmos. La serie no fue cronológica, es decir, no iba desde el Salmo 1 al Salmo 2, al Salmo 3 y así sucesivamente (aunque hay beneficios en abordarlo de esa manera). Mi criterio de selección incluyó una mezcla ecléctica de variables. Para comenzar, quería predicar salmos que no hubiese predicado antes. También pensé en que era importante predicar salmos de varios tipos, como los salmos de realeza, los salmos de lamento e incluso los salmos imprecatorios. Finalmente, escogí salmos específicos para coordinar con los eventos calendarizados a lo largo del año. Por ejemplo, acercándonos a la Pascua, prediqué los salmos que Jesús citó en la cruz; el domingo previo al Día de la Independencia, prediqué el Salmo 2; justo antes de Acción de Gracias, prediqué el Salmo 107.
Para el fin del año, nuestra iglesia tuvo una mejor comprensión de los Salmos como un todo. Más importante aún, los Salmos tuvieron una mayor influencia en nosotros. Este rico libro ha expandido nuestro vocabulario de oración y adoración y ha ganado nuestros corazones para el Señor.
¿Cómo alguien resume el centro de los Salmos? Es un libro verdaderamente único dentro del canon, con 150 poemas, escrito por múltiples autores, que abarcan desde la historia del éxodo hasta el exilio y expresan todas las emociones posibles desde la queja pura hasta la alabanza exuberante. Ah, e incluye un poco de profecía también. Los Salmos se resisten a un resumen fácil.
Sin embargo, el libro da evidencia de haber sido arreglado editorialmente; esto es, el orden fue intencionado. Debido a que confiamos en que el Espíritu le dio forma al libro precisamente como lo tenemos, es que es posible intentar resumirlo. Por lo tanto, así es cómo he llegado a entender su «punto central»: los Salmos nos enseñan cómo vivir una vida de adoración bajo la bendición del Rey de Dios. Esa es una pesada afirmación de propósito, lo sé. Pero toma mucho en consideración, por lo tanto, confío en que me darás la oportunidad.
Sin más que decir, a continuación comparto tres razones por las que debes predicar Salmos.
1. Ayudarás a que tu congregación vea, quizás por primera vez, la forma del libro como un todo
La mayoría de las personas ven los Salmos como 150 piezas de Lego en un balde. Podrían notar que algunas de las piezas tienen la misma forma o el mismo color. Por ejemplo, los Salmos de David podrían ser el bloque de Lego estándar 2×4, mientras que los Salmos de Salomón, de Asaf de los hijos de Coré tienen otro tamaño.
Quizás notarán la similitud de género: las piezas verdes son mesiánicas; las rojas, imprecatorias; las azules, de lamento. A medida que las personas leen y oran a través de los Salmos, ellas se darán cuenta de estas similitudes, incluso sin nuestra ayuda.
Sin embargo, la mayoría de las personas probablemente fallarán en ver cómo las 150 piezas (de todas las formas y colores) se ensamblan en una estructura. Los Salmos son mucho más que Legos individuales vertidos desde un balde y organizados en montones en el suelo. Deben ser armados; tienen una forma colectiva. Dios no solo nos dio 150 salmos, él nos ha dado los Salmos.
Es esta forma de los Salmos que me lleva a mi pesada afirmación de propósito, la cual presenté sin defensa. Quizás, puedo darte un empujón con cuidado en el camino que he seguido al llevar tu atención a tres características de los Salmos:
- Nota cómo en los Salmos 1-2 su inclusio [inclusión] de bendiciones (al principio y al final) encierran los temas de la Ley de Dios y el Rey de Dios. Estos Salmos introductorios establecen la escena para leer el libro completo como la Torá mesiánica. En otras palabras, el libro tiene el propósito de enseñarnos cómo vivir bajo la bendición de Dios en su Hijo.
- Considera los contenidos de la división en cinco partes de los Salmos, poniendo especial atención a los Salmos ubicados alrededor de las líneas de cada división. Las cinco divisiones nos despliegan la historia de redención: desde la entronización y gobierno de David a la caída de la monarquía bajo el gobierno de Salomón hasta los recordatorios de la fidelidad de Dios, y finalmente, hasta la esperanza del Rey venidero. El libro tiene una forma y trayectoria amplias pero distinguibles que nos lleva a anhelar que Dios envíe a Cristo.
- Piensa que los Salmos 146 al 150 no solo entregan el clímax, sino que el objetivo del libro: ¡alabanza, alabanza, alabanza, alabanza, alabanza! En resumen, los Salmos tienen el propósito de ser leídos como un libro que nos enseña a vivir una vida de alabanza bajo la bendición del Rey de Dios. Ayuda a tu iglesia a comprender la gran y gloriosa unidad de los Salmos y avivarás el fuego de su adoración a Dios en Cristo.
2. Ayudarás a tu congregación a que conozcan íntimamente a Jesús
A medida que predicas los Salmos, sin duda desenvolverás sus elementos mesiánicos obvios. Sin embargo, quiero decir algo más que eso. Los Salmos son únicos porque nos capacitan para mirar con detención en la vida devocional de nuestro Salvador. Al considerar la frecuencia con la que Jesús hacía referencia a los Salmos, es claro que los Salmos tuvieron un rol prominente en su propia espiritualidad.
Tan solo piénsalo: Jesús meditaba en este libro de la Biblia; probablemente se lo memorizó en todos los años de adoración en la sinagoga; los Salmos le enseñaron sobre él mismo (su identidad, su misión, la ética y las emociones de la vida de fe, los detalles de su sufrimiento). ¡Cuán asombroso es darse cuenta de que Jesús habría orado cada salmo en su camino, comprendiendo cada uno en alusión a sí mismo!
¿Quieres que tu iglesia conozca mejor a Jesús? ¿Quisieras que tu congregación lo llegue a conocer más íntimamente? Abre los Salmos para ellos como el libro de oración del propio Jesús. Antes de que los Salmos fueran para nosotros, fueron para Jesús.
3. Guiarás a tu congregación en cada experiencia de la vida cristiana
En Jesús, los Salmos son para nosotros. Entonces, ¡qué mejor razón podemos tener para predicar los Salmos! No solo fue el libro formativo de Jesús, debe ser formativo para ti y para mí.
Una experiencia demasiado común en el discipulado es levantar murallas alrededor de nuestras almas. Quedamos atrapados en espacios pequeños, en términos espirituales. ¡Oh, cuánto necesitamos los Salmos! Los Salmos entran en nuestras pequeñas casas y comienzan a romper nuestras murallas. Los Salmos nos tratan como una casa que necesita ser remodelada. Los Salmos agregan nuevas habitaciones; hacen una renovación a gran escala.
En los Salmos, vemos que nuestro Dios amoroso también es santo, justo, fiel, perdonador, temible y glorioso. En los Salmos, aprendemos a orar no solo por la comida y por la familia, sino que también por nuestro prójimo y por las naciones (e incluso por nuestros enemigos). En los Salmos, nuestra preocupación ética y general de «hacer el bien» se hace concreta, enseñándonos a deleitarnos en Dios y en su Palabra, a confesar nuestros pecados, a disfrutar la seguridad de perdón, a no envidiar al malvado, a contar nuestros días con el fin de ganar un corazón sabio, a proponernos a lidiar justamente con otros, y mucho más. En los Salmos, aprendemos que las oraciones de adoración a menudo siguen a las oraciones de ansiedad, de enojo y de muchos clamores desesperados de ayuda.
Se ha dicho que toda la vida con Dios se expresa en los Salmos. Eso es verdad y nuestra congregación necesita el curso del discipulado comprensivo que se encuentra en este libro. Nuestras propias almas lo necesitan también.
Por lo tanto, hermanos, prediquen los Salmos. Predíquenlo completo en tres años, o según el tipo, o durante el verano, o en línea con el calendario de eventos o de cualquier manera. Pero predica el libro y lleva a tu iglesia a una vida de adoración bajo la bendición del Rey de Dios.