Durante todo este mes, compartiremos contigo una serie de devocionales llamada Treintaiún días de pureza. Treintaiún días de reflexión sobre la pureza sexual y de oración en esta área. Cada día, compartiremos un pequeño pasaje de la Escritura, una reflexión sobre ella y una breve oración. Este es el día doce:
No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres. Fiel es Dios, que no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que puedan resistirla (1 Corintios 10:13).
Nuestro Dios es un Dios que hace promesas y que las cumple. Lo que él dice, él hará; lo que él ofrece, él proveerá. Una de sus grandes promesas es que él estará con nosotros en medio de nuestras tentaciones. Incluso en esos momentos cuando Satanás personaliza una tentación que se acomoda perfectamente a nuestros deseos, incluso ahí (especialmente en ese momento) Dios promete estar con nosotros y que en su fortaleza podremos resistir. Todo lo que necesitamos hacer es tomar lo que él ofrece.
Hermano mío, solo has pecado porque decidiste pecar. Solo has pecado porque decidiste rechazar la vía de escape que Dios te ha ofrecido. Dios no promete que no serás tentado o que no serás tentado más allá de tu capacidad natural para resistir esa tentación. Sin embargo, él sí promete que está justo ahí en la tentación y que, si lo miras a él y te aferras a sus promesas, podrás resistir. Cuando la tentación viene, aférrate a sus buenas promesas, aférrate a su buena misericordia. Con su ayuda, podrás soportar cada tentación sin pecar.
Padre, oro para que me ayudes a armarme con tus promesas. Deja que mi mente y mi corazón se llenen con tu Palabra para que en el momento de tentación pueda ser como Jesús y enfrente cada prueba y cada tentación con tu verdad. Sé que hoy y todos los días seré tentado, así que déjame creer que tú proveerás una salida para cada situación que enfrente. Soy demasiado débil para depender en mí mismo. Por favor, enséñame a depender de ti, a confiar en tus promesas, porque tus promesas son verdaderas y buenas.