Transcripción de la entrevista
Mike Andrews, hola y gracias por la invitación a The Narrative Podcast, del Center for Christian Virtue, mediante una grabación. Mi nombre es Tony Reinke, soy periodista y profesor sin fines de lucro que vive en Phoenix. He buscado servir a la iglesia al escribir sobre tecnología y redes sociales por ya una década. Sirvo como profesor titular en desiringGod.org, y tengo el honor de ser el productor y anfitrión del pódcast de John Piper, Ask Pastor John [Pregúntale al pastor John].
Enviaste tres preguntas realmente buenas. Las responderé una por una.
Viajes digitales
Pregunta 1: ¿cuáles son algunos principios bíblicos (límites, disciplinas, etc.) que pueden aplicarse al uso del celular que los padres cristianos deben modelar y discutir con sus hijos antes de darles su propio dispositivo?
Exactamente. Modelar es clave. Este no es un problema de adolescentes, pues la abuelita pasa mucho tiempo en Facebook y mamá pasa mucho tiempo en Instagram. Así que, el 2015, aparté todo un año para enderezar mi corazón respecto a los hábitos que tenía con el celular. Estaba pasando demasiado tiempo en redes sociales. Estaba siendo estúpido con mi tiempo; necio con mi corazón y con mi atención. Sutilmente, comencé a pensar que las redes sociales me darían satisfacción.
Por supuesto, nunca lo harán. Al contrario, me distraen de lo que es más importante. Usaba las redes sociales todo el tiempo para el ministerio; era mi trabajo. No obstante, también usaba estas plataformas idolátricamente: como ídolos de seguridad y autoafirmación. Quizás has pasado por eso también.
Así que, el 2015, tomé muchos detox digitales, tiempo desconectado y lejos de las redes sociales. Borré aplicaciones, apagué mi celular (ese tipo de cosas). Y usé esa temporada para confiarle al Señor lo que me estaba mostrando sobre lo que había dentro de mí. Invertí más tiempo en oración, en lectura bíblica y en meditación en la verdad de Dios. Más tiempo leyendo libros grandiosos. Más tiempo con la familia (tiempo intencional con ellos, en viajes que planifiqué). Cosas así. Volví a priorizar la iglesia local. Pasé más tiempo soñando sobre posibilidades de ministerio en el futuro.
Fue una temporada dolorosa de autocrítica, pero necesaria. Fue un tiempo fructífero (uno de los frutos fue el libro que escribí el 2017, Hechizo digital: 12 maneras en que tu dispositivo te está cambiando). Mis adolescentes tienen que leer este libro antes de tener un iPhone.
Atención sobrecargada
Ese proceso de descubrimiento honesto conmigo mismo sobre las redes sociales me llevó a considerar más la vida dentro de la economía de la atención, dentro de la era de las redes hollywoodenses. ¿De qué manera podemos prosperar como cristianos en esta era de espectáculos digitales masivos y fascinantes alrededor de nosotros, con cada imagen y video clamando por nuestros ojos? ¿Cómo vivir por fe en una cultura que está tan dominada por el ojo? ¿Y hacia dónde vamos para que nuestras vidas no estén inundadas de contenido viral, digital, efímero e inútil que no importa?
Y esa pregunta me llevó a mi segundo libro, una meditación que publique el 2019, llamado Competing Spectacles: Treasuring Christ in the Media Age [La guerra de los espectáculos: atesoremos a Cristo en la era de las redes sociales]. Estos dos libros, el libro sobre celulares y el libro sobre espectáculos, funcionan en conjunto como advertencias para mostrar los sesgos que obran en el mundo y cómo nuestras redes sociales nos empujan hacia espectáculos digitales y vacían nuestras vidas de lo que es eternamente importante.
Hay un dilema social en juego. Nuestra atención es monetizada y, sí, necesitamos límites, restricciones y legislaciones. No obstante, también hay un dilema espiritual en juego. Y es este: nuestros celulares simplemente nos dan lo que más queremos. Esto es lo que nuestros hijos necesitan saber (lo que todos necesitamos saber): no soy una víctima de mi teléfono.
Mi teléfono, mis plataformas de redes sociales, simplemente me están entregando lo que más quiero. Tenemos afectos y deseos que están desorientados, y esos deseos desorientados se solidifican en algoritmos de redes sociales que alimentan más y más esos deseos. Los algoritmos no te dicen qué desear; los algoritmos te alimentan de lo que tú más quieres. El algoritmo a la medida es básicamente un descifrador digital de lo que más queremos.
Deseos pixelados
Otra manera de decirlo es que la pantalla del teléfono es un espejo negro que refleja de forma pixelada en nuestros ojos lo que nuestro corazón más desea. Si nuestro verdadero corazón es narcisista, eso es lo que encontrarás en línea: buscarás cosas que refuercen tu autoimagen. Si en tu corazón guardas desprecio por ciertas personas, lo que ves en redes sociales avivará ese desprecio aún más. Si tu corazón es movido por un deseo insaciable de lujuria sexual, lo que verás en tu pantalla será porno. El teléfono revelará lo que tu corazón más desea.
Puedes decirte a ti mismo que eres una buena persona, moralmente bueno, que no hieres a otros. Sin embargo, hay una pesadilla kafkiana despertando delante de nosotros cuando miramos la pantalla de nuestro celular y miramos directamente al deseo de nuestro propio corazón. Está justo ahí en nuestra pantalla. Y si el Espíritu está obrando en tu vida, en algún punto, en lo profundo, esta exposición te pondrá de rodillas. Y no vas a escuchar esto en la crítica cultural. No somos simplemente víctimas de los estafadores de Silicon Valley; somos pecadores guiados por deseos e impulsos dentro de nosotros que deben ser crucificados.
Por tanto, continuamos para proclamar esa pregunta retórica de Isaías 55:2, aplicarla a nuestros corazones y a nuestras pantallas: «¿por qué gastan dinero en lo que no es pan, y su salario en lo que no sacia?». Ese es el dilema espiritual que enfrentamos: mamá, papá y adolescentes. Podemos modelar esto en nuestras casas.
La sabiduría se une a la gratitud
Después de esta dolorosa temporada de poda, me di cuenta de que toda mi perspectiva sobre la tecnología cambió; maduró; se profundizó. Por un largo tiempo, había sido un usuario entusiasta de dispositivos, en gran parte, ingenuamente. Al final de este proceso, me encontré a mí mismo menos ingenuo sobre la tecnología, más consciente de sus sesgos. Pero también, al mismo tiempo, me hice más consciente de la generosidad de Dios en las tecnologías que adornan mi vida diaria.
Esto resultó en mis meditaciones sobre la generosidad de Dios en toda la ciencia, la medicina, los computadores, los celulares, los automóviles y las casas que disfrutamos, tecnologías que adornan mi vida cada día. Soy cauteloso con las herramientas que tengo y también estoy totalmente maravillado de poder vivir en esta era y no hace cien o doscientos años.
Mi gratitud por toda mi tecnología culminó con un tercer libro: Dios, la tecnología y la vida cristiana. Es la coronación del proceso de una década de ver mi pecado expuesto por el mal uso de mi teléfono, para ver ahora la gloria de Dios y su generosidad en mi teléfono.
Peligros y oportunidades de la tecnología
Pregunta 2: los teléfonos inteligentes han existido por casi dos décadas. ¿Cuáles son algunos peligros, especialmente espirituales, en relación al uso del teléfono y de la tecnología, de los que los cristianos aún no estamos conscientes o contra los que quizás no estamos luchando como debiéramos?
En Hechizo digital, creo que las doce formas todavía son poco valoradas. Hay mucho en juego. Creo que aún estamos aprendiendo a cómo equilibrar nuestras herramientas digitales e integrarlas en nuestro florecimiento y no en nuestra autodestrucción. Así es la vida como creadores y usuarios de tecnología. Hacemos herramientas, las adoptamos y pasamos años y décadas intentando adaptarlas para nuestro florecimiento. Ese es el proceso en el que estamos ahora.
Cuatro etapas del florecimiento
Esto es lo que descubrí en esa década de escribir sobre tecnología y redes sociales. La conversación tecnológica necesita progresar en cuatro etapas y esas etapas se vuelven más difíciles (y más raras) a medida que subimos la escalera. Así es cómo lo explico.
Etapa 1
Identificamos los problemas tecnológicos externamente. Esta es una visión de la tecnología en la que concluimos: «la aplicación me hizo hacerlo». Este es el documental El dilema de las redes sociales en Netflix. «El algoritmo me hizo hacerlo. La gran tecnología está arruinando nuestras vidas». Externalizamos el pecado, dejándolo en manos de las regulaciones y las legislaciones.
Eso no es completamente incorrecto, porque la gran tecnología hace códigos de sesgo en sus algoritmos, aplicaciones y aparatos. Lo hacen. No hay duda. No obstante, nuestra preocupación es incompleta si eso es todo. Y creo que ese es el punto al que llegan la mayoría de los cristianos. Y si piensas que la santidad consiste en no tener un teléfono, te sorprenderás. Así que necesitamos ir más profundo.
Etapa 2
Identificamos los problemas tecnológicos internamente. Conscientes de los sesgos en la tecnología (sesgos reales en cómo están hechas nuestras aplicaciones y plataformas, absolutamente, de las que tenemos que estar conscientes), debemos estar conscientes de las inclinaciones pecaminosas que viven dentro de nosotros. Debido a que los sesgos tecnológicos (fuera de mí) están tirando y aflojando las inclinaciones pecaminosas y nativas dentro de nuestro propio corazón que deben ser tratadas.
De nuevo, es por eso que escribí Hechizo digital y Competing Spectacles. Las redes sociales, los teléfonos y la economía de la atención, en el peor de los casos, todos apelan a algo morboso dentro de mí. ¿Y qué es eso? Debemos abordar ese pecado en nosotros. Esa es la etapa 2: identificar los problemas tecnológicos internamente, no sólo externamente.
Etapa 3
Expresamos nuestra gratitud a Dios por la tecnología. Con los sesgos reconocidos (en la etapa 1), los patrones de pecado identificados, confesados y abordados (en la etapa 2), ahora tenemos ojos que están comenzando a abrirse para ver la generosidad y el resplandor del Creador en las decenas de miles de innovaciones que usamos cada día. Vemos la generosidad de Dios en todos ellos. Veo su generosidad en todas las cosas que estoy usando ahora mismo para que yo grabe mi voz para ustedes en mi estudio y para que ustedes me escuchen después. Todo ello, un regalo divino.
Aspiro a ayudar a mis hijos a ver esto, por el poder del Espíritu. Silicon Valley no se trata de sólo humanos haciendo cosas humanas. Estas herramientas son regalos de Dios que deben ser administradas para su gloria. Si te saltas esta etapa, no tienes fundamento para administrar. Toda la conversación sobre la tecnología operará en el ámbito de la impiedad. Él no es relevante.
Esto es tremendo y requirió todo un libro, uno que escribí y titulé Dios, la tecnología y la vida cristiana. A medida que Dios preparaba a su pueblo para entrar a la Tierra Prometida con leche y miel fluyendo, Él también los estaba preparando para entrar a la tierra del hierro y el cobre.
Y Dios les advierte: si hacen una sociedad tecnológica que es rica y cómoda, y fallan en glorificar a Dios por toda su generosidad en todo lo que hagan, son unos idólatras. Porque cualquiera sea la razón, el pueblo de Dios es corto de vista y ciego a su generosidad cuando sostienen cosas metales brillantes que han hecho. Esa es la historia de Deuteronomio 8:9-20.
Por tanto, cuando extraes litio, aluminio, hierro, silicio, cobalto, níquel del suelo (y refinamos esos elementos para hacer un nuevo iPhone, este iPhone es un regalo del Creador, uno que Él codificó en su creación, por lo cual podemos alabarlo). La mayoría de los cristianos no han llegado ahí. Cuando la mayoría de los cristianos piensan en un iPhone, Dios es irrelevante. Y nuestros hijos captan eso muy rápido. Sin embargo, ¿por qué la etapa 3 es tan importante? Eso es porque, finalmente…
Etapa 4
Somos llamados a vivir nuestra mayordomía de la tecnología. Conscientes de los sesgos en la tecnología (etapa 1), conscientes de las inclinaciones del pecado dentro de nosotros (etapa 2) y ahora, contemplando la generosidad de Dios en sus regalos materiales en su creación (etapa 3), la tecnología en nuestras vidas ahora puede conformarse a nuestro llamado y dar forma a cómo usamos la tecnología y cómo fomentamos la mayordomía de la tecnología en casa.
Esta es la parte más difícil de la conversación sobre tecnología. Somos llamados a amar a Dios con todo lo que somos y a amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Nuestros regalos tecnológicos pueden ayudarnos a hacer eso. He dedicado mi vida al ministerio en línea por esta razón. Quiero emplear mis regalos tecnológicos para amar a otros. Creo que la electricidad, la codificación de datos, la era digital, los chips de computadores, los teléfonos, los notebooks y el Internet fueron todos idea de Dios, inherentes a la creación que Él nos dio para cultivar y desarrollar.
Presos al «no»
Pero de nuevo, tendemos a quedarnos pegados en la etapa 1. Y es el peligro espiritual que casi ningún cristiano aprecia: «el algoritmo me hizo hacerlo». Y así nuestra crianza, por ejemplo, suena mucho como: «¡no, no puedes tener ese aparato!»; «¡no, no puedes usar esa app!»; «¡no, nunca debes hacer eso, mirar eso, en línea!». No, no, no. Nunca llegamos al sí y a los amenes de la mayordomía, de una visión de vida de cómo glorificar a Dios y servir a otros. Esta cuarta etapa tiene grandes implicancias para pastores, padres y para cualquiera que intente descifrar la ética de la tecnología.
Pero otra vez, realmente es difícil llegar ahí, porque la ética de la tecnología realmente se está quedando atrás. Nos acomodamos con ser despectivos hacia la tecnología y simplemente quedarnos en eso. Sencillamente, es más fácil quedarse en la ética de la etapa 1 o quizás en la etapa 2 y nunca avanzar hacia la etapa 3 de gratitud ni a la etapa 4 de la mayordomía. De hecho, estoy dispuesto a decir que la mayoría de los cristianos se estancan en la etapa 1 («la aplicación me hizo hacerlo») y nunca llegan a la etapa 2 (hacer el trabajo duro en el corazón).
Por lo tanto, cuando hablamos de las etapas 3 y 4, estoy esperando que los cristianos aprendan esto en los años y décadas por venir. No es algo que puedan agregar rápidamente. Toma años aprender y apropiarse de estas cosas en nuestras vidas. Pero sin esa base para la mayordomía, estamos perdidos y no tenemos manera de avanzar, sino descartar la era tecnológica como algo pecaminoso y parecido a Babel. Sólo podemos criticar la tecnología mientras sostenemos nuestro iPhone en las manos. Nuestros hijos captan esa deshonestidad bastante rápido.
Nuestros teléfonos, nuestros corazones, nuestro Evangelio
Pregunta 3: ¿cuáles son algunas preguntas o prácticas de diagnóstico que los padres o adolescentes cristianos deben hacerse regularmente a fin de mantener el uso del teléfono dentro de márgenes saludables y apropiados? Y si no te importa que haga un poco de trampa y aproveche de hacerte la otra parte de esa pregunta también: ¿cómo podemos aplicar el Evangelio a nuestras propias vidas o predicarla a nuestros hijos cuando el uso que le damos a nuestros teléfonos se sale de los límites saludables y apropiados?
Hay mucho que podemos hacer en cuanto a las prácticas. Un contrato de uso de iPhone [o cualquier teléfono] es útil para establecer nuestras expectativas para un adolescente. Todos los dispositivos se cargan en la noche en la habitación de mamá y papá o algún lugar neutral, nunca se dejan en la habitación de un adolescente. Los domingos los celulares están desconectados. Cosas como esas son útiles, pero ninguna de ellas es distintivamente cristiana. Somos cristianos cuando nos hacemos las preguntas de diagnóstico correctas. Ese es exactamente el acercamiento correcto. Estas con ocho preguntas que puedes usar contigo mismo y luego con tus adolescentes:
- ¿Cuánto de mi consumo de redes sociales lo uso como un medio de escape? ¿De qué estoy escapando?
- ¿Mi tiempo frente a la pantalla me deja más recargado o más agotado?
- ¿Mi dieta de redes sociales está enriqueciendo mi tiempo con Cristo o lo está reduciendo?
- ¿Cuán consistente es mi vida devocional personal?
- ¿Cómo se ve mi vida de oración?
- ¿Mi comunión con Dios es monótona y aburrida? ¿O está viva?
- ¿Cómo los sermones y las canciones centradas en Cristo me afectan? ¿Y qué dice esto sobre cómo protejo mi corazón para la adoración dominical?
- ¿Mis deseos digitales están sirviendo a mis tareas dadas por Dios o me están distrayendo de ellas?
Ojos insaciables
Esas ocho preguntas llegan al centro del asunto en «la era del espectáculo», como se ha llamado. La Biblia dice: «el Seol y el Abadón nunca se sacian; tampoco se sacian los ojos del hombre» (Pr 27:20). El cementerio nunca está lleno de ataúdes porque el Seol es una boca abierta, siempre consumiendo, día y noche. Así también son nuestros ojos. Vívidos, como un cementerio, nuestros ojos son insaciables: siempre errantes, nunca satisfechos por nada en este mundo. Los ojos caídos consumen muerte sin fin.
Me gusta la resolución del Salmo 101:3: «no pondré cosa indigna delante de mis ojos». No enfocaré mis ojos en nada que no beneficie mi alma. Eso es increíble. Más tarde el salmista hace eco de este mismo desafío, pero en forma de una oración desesperada, en el Salmo 119:37. Ahí él ora: «[Dios] aparta mis ojos de mirar la vanidad, y vivifícame en tus caminos». Y así es cómo se resuelve el trabajo. ¡No toma mucho tiempo antes de que clamemos desesperadamente a Dios para que haga realidad la resolución!
Esto significa que nuestro gran enemigo no son los seductores externos ni los hacedores de espectáculos. Nuestro gran enemigo es nuestro propio apetito ocular insaciable que es muerte. De nuevo, eso es absolutamente aterrador. Así en Números 15:39, Dios le pide a Moisés que le diga al pueblo de Israel que sigan la voluntad de Dios en su Palabra y que no sigan «ni a su corazón ni a sus ojos». Si llenas tus ojos con los espectáculos de este mundo, llegarás a ser sordo a la voz de Dios (Nm 15:39).
Y así cuando el salmista clama a Dios en el Salmo 119:37: «aparta mis ojos de mirar la vanidad, y vivifícame en tus caminos», él está diciendo que la plenitud de vida no es la plenitud de los ojos. Y esa es la competencia que sentimos, porque podemos llenar nuestros ojos con un sinfín de espectáculos en toda dirección y, al final, es una alimentación de muerte y una alimentación que no puede darte vida.
Un gran espectáculo que todo lo satisface
Entonces, ¿cómo entra el Evangelio aquí? Esto es absolutamente tremendo. Me encanta que lo hayas preguntado. Porque a este mundo amante de los espectáculos, con todos sus creadores de espectáculos e industrias creadoras de espectáculos, vino el Espectáculo más grandioso jamás concebido en la mente de Dios y llevado a cabo en la historia del mundo: la cruz de Cristo.
Cristo crucificado es la bisagra de la historia, el punto de contacto entre a. C. y d. C., donde todo el tiempo choca, donde todos los espectáculos humanos se encuentran con un inmejorable, cósmico y divino Espectáculo. Desde ese momento en adelante, Dios tiene el propósito de que toda vista humana se centre en este momento culminante. En la cruz, Dios nos dice: «este es mi Hijo amado, crucificado por ti, ¡un Espectáculo que captura tu corazón para siempre!».
En su registro de la cruz, Lucas nos dice en Lucas 23:48 que la crucifixión fue un espectáculo físico para que las multitudes lo vieran. No obstante, la cruz no es un espectáculo meramente físico para la vista. Su mayor gracia está en servir como un espectáculo para el oído de fe. Por tanto, en Colosenses 2:15, Pablo nos dice que lo que no podías ver con tus ojos es el espectáculo espiritual de victoria que representa: la victoria sobre todo el pecado y el mal, incluso sobre el mal dentro de nosotros.
La cruz es grande, tan grande, que en Gálatas 3:1 Pablo dice que la predicación de la cruz es la recelebración del espectáculo de la cruz, como si estuviera enmarcada en una valla publicitaria de una ciudad prominente. Eso es lo que significa «predicar a Cristo». En púlpitos a lo largo del mundo, cada semana, Dios nos dice una y otra vez: «este es mi Hijo amado, crucificado por ti, ¡un Espectáculo que captura tu corazón para siempre!». La predicación proclama eso una y otra vez.
Usuarios de la tecnología movidos por la fe
Por tanto, por diseño divino, los cristianos son pro espectáculo, y damos nuestras vidas completas a este gran Espectáculo, ahora, históricamente pasado y presentemente invisible. El espectáculo impulsor en el centro de la vida cristiana es uno invisible. Sólo por fe podemos verlo. «El mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo», como dice el apóstol Pablo (Gá 6:14). Nuestra respuesta al Espectáculo final de la cruz de Cristo nos define.
Cristo murió por mis pecados de escapismo, por mi desprecio a las personas, por mi lujuria, por mi vanidad, por llenar mis ojos con cosas sin valor. Cristo murió por los deseos y pecados escabrosos de mi corazón manifestados en mi pantalla. Él vino y murió como un espectáculo al universo a fin de perdonar mi culpa y luego liberarme del poder de mis pecados.
Eso no significa que nosotros, los padres, seamos usuarios perfectos del iPhone y la tecnología. No lo somos. Y cuando fallamos aquí, cuando los medios digitales se llevan demasiado nuestra atención, cuando somos distraídos por lo inútil, nuestras familias lo sabrán. Y podemos confesar abiertamente nuestra necesidad de que Cristo me perdone (papá) a medida que demuestro en confesión la belleza de la cruz ante mi cónyuge y mis adolescentes una vez más.
Ahora, me tomó cerca de una década juntar estas cuatro etapas. Es complejo. Pero espero que ayude a otros cristianos, pastores, padres y adolescentes a ver un camino por el cual avanzar en esta era de la tecnología. Estoy agradecido por esta oportunidad de compartir lo que he aprendido, Mike. Gracias por preguntar.
Tony Reinke © 2024 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
Tony Reinke