El otro día, apareció en mi bandeja de entrada un correo electrónico con una pregunta que estallaba de relevancia: «estoy recién entrando al juego semanal de predicar y me encantaría escuchar cómo planificas tus calendarios de sermones para el año y el desglose de cada libro que predicas…». Él era un plantador de iglesias, que ahora estaba llegando a ser un pastor concienzudo. Esto es un poco de lo que le respondí.
Recuerda, el objetivo de cada servicio no es meramente predicar, sino que entregar una «predicación pastoral». Esto quiere decir que la Palabra de Dios no sólo se expone, sino que se entrega a una congregación específica en un momento específico. Algunas formas de descubrir la pertinencia de una serie particular incluye:
- Oración: ¡esto no es un paso obligatorio que debemos ofrecer y dar para que podamos llegar a lo importante del liderazgo y la logística! La selección de la serie es primero que todo una tarea santa donde nos conectamos con el Salvador para que nos ayude a discernir qué servirá mejor a su pueblo. Las impresiones subjetivas nunca son determinantes ni malvadas. Estás pidiendo ayuda porque necesitas respuestas. Ora por dirección específica y pon atención a cómo te sientes guiado después de la petición.
- Puesto que los ancianos son responsables de ejercer la supervisión de la iglesia (1P 5:2), entrevístalos para escuchar su sensación de qué es lo que las ovejas necesitan ahora.
- Considera las sesiones recientes de consejería y las conversaciones privadas con los miembros de la iglesia, ya que estas pueden revelar las áreas en las que la iglesia necesita atención.
- Considera el ritmo del Antiguo y Nuevo Testamento para asegurarte de que estás predicando «todo el propósito de Dios» (Hch 20:27).
- Considera la «densidad» teológica de los libros que vas a predicar. Predicar el libro completo de Romanos y luego explorar cada capítulo de Ezequiel podría no servir a tu congregación de manera más efectiva. Puede ser útil rotar entre libros que son más teológicos y libros que son más narrativos o «prácticos».
- Considera cómo Dios te ha estado hablando a ti personalmente por medio de tu propia comunión con Él. Como pastor, parte de tu trabajo es entregarle a la congregación, por medio de la predicación, lo que Dios ha estado vertiendo en ti.
- Considera el nivel de madurez de la congregación. ¿Están acostumbrados a la predicación expositiva? Si no lo están, hacer una serie expositiva sobre un libro largo, como Lucas, podría no ser sabio para que la iglesia comience a familiarizarse con ello. Liderar a las personas para que comiencen a tener hambre por la predicación expositiva a veces comienza con pequeños bocados.
- Cuando prediques series particulares, explícale a la congregación el propósito que existe detrás de la serie. Estás predicando Romanos porque quieres crecer en la comprensión del Evangelio. Estás predicando los Salmos porque quieres aprender a tener comunión con Dios a través de los altibajos de la vida. Tus explicaciones probablemente serán más robustas, pero mi punto es que conocer el corazón detrás de la serie puede ayudar a la congregación a ser parte de la serie.
A la hora de determinar la extensión de una serie de enseñanzas, te animaría a preguntar:
- Después de varias lecturas de un libro de la Biblia, ¿cómo me parece que se agrupa naturalmente?
- ¿Cómo dividieron los traductores de tu Biblia cada sección del libro que quieres exponer?
- ¿Cómo otros predicadores que respetas (tanto vivos como muertos) dividen el libro cuando lo predican?
- ¿Cómo los mejores y más teológicamente enraizados comentarios seccionan las divisiones del libro?
Debido a que preguntaste por sabiduría respecto a pasar más tiempo e ir más profundo en secciones más cortas, permíteme animarte a considerar:
- El género del libro: generalmente, las narrativas pueden hacerse en secciones más grandes que las epístolas.
- Tu congregación: tu amigo podría estar impresionado por tu capacidad de tomarte tres años para estudiar Filemón, pero el objetivo es servir, no presumir. ¿Qué ritmo sirve a tu congregación ahora? Recuerda, estás buscando servir a la congregación en tu iglesia. Ten cuidado de no quedar atascado en los detalles minuciosos de un pasaje (tiempos verbales en griego, trasfondo histórico, etc.), hasta el punto de perder el punto general principal del texto.
- Tu nivel de dones: si eres como Piper en tus predicaciones (y a todo esto, eso no puede venir de una autoevaluación, ¡otros deben decirlo!), date la libertad de tomar dos años para estudiar Romanos. El resto de los mortales necesitamos considerar nuestras capacidades y apuntar a objetivos más razonables.
- Ah, y si eres un predicador más nuevo, busca identificar una propuesta o un punto principal general, para cada sermón. Ayudará a orientar tu mente hacia la identificación del centro de un pasaje y a cristalizarlo en una frase. Entrena la mente para pensar con más claridad.
También te animaría a buscar retroalimentación regular de los mensajes que predicas. Si es posible, pídele a dos o tres pastores experimentados y maduros que escuchen tus sermones y te den una retroalimentación honesta y sin tapujos. También pídeles a los líderes de tu iglesia que te den una retroalimentación honesta. ¿Eres claro? ¿Estás predicando demasiado tiempo (eres un predicador de 30 minutos que está intentando rellenar una ranura de 50 minutos)? ¿Estás aplicando efectivamente el pasaje de la Escritura a las luchas de la vida real? Preguntas como estas pueden ayudarte a convertirte en un predicador más efectivo. La verdad es que no crecerás en la predicación sin la retroalimentación honesta de otros.
En una reflexión como esta, cabe señalar que se trata de un área en el que tenemos libertad y flexibilidad. La Biblia no menciona un plan paso a paso sobre cómo planificar nuestra serie de sermones. Para algunos pastores, la idea de planificar una larga serie de predicaciones podría presentar una tentación significativa de temor. «¿Qué pasa si me equivoco? ¿Qué pasa si predicó la serie incorrecta? ¿Qué pasaría si tuviera que cambiar la serie?». Tranquilo. La Biblia asume que tú estarás predicando la Palabra a tiempo y fuera de tiempo. No dice más que eso. Puedes confiar en que Dios usará tus esfuerzos, no importa cuán débiles sean.
No obstante, en todo esto por favor recuerda, tu objetivo principal es alimentar a tu congregación. No necesitas hacer lo que Spurgeon, Piper o Chandler hicieron. Ellos estaban predicando para una congregación específica. Tú necesitas predicar de tal forma que alimente aquellos que Dios puso bajo tu cuidado. Dios estará complacido, la iglesia será edificada y tu alma estará profundamente satisfecha.