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Satisfechos en los brazos de Otro
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Satisfechos en los brazos de Otro

Cuando comencé a compartir mi historia, no tenía idea de cuántas personas como yo vendrían corriendo a buscar a ayuda. Soy un hombre casado y un pastor que experimenta la atracción hacia el mismo sexo.
Desde el primer momento en el que escribí sobre mi viaje y mi lucha, he recibido cientos de correos electrónicos de hombres y mujeres de todas partes del mundo haciendo esencialmente la misma pregunta: ¿Cómo? ¿Cómo vivo prácticamente (como seguidor de Jesús) que experimenta deseos homosexuales de intimidad? ¿Cómo lidio con la soledad y la desesperanza casi agobiante que siento cada día rodeando mi sexualidad? Mientras consideraba si decía más, temeroso de otra ola de mensajes, mi esposa, al ver el miedo en mi rostro, me miró desde el living y en un hermoso momento de compañerismo, recitamos un versículo que habíamos memorizado para momentos como este:
Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios (Hch 20:24).
Por lo tanto, si eres un cristiano que experimenta atracción al mismo sexo, quiero compartir cuatro verdades que creo que te ayudarán a pelear bien y a florecer tu fe en Jesús.
1. No hay diferencias
Cuando se trata de la sexualidad, nadie cumple con la gloria de Dios (Ro 3:23). Podrías decir, nadie es verdaderamente «recto» (Ro 3:10). El enemigo ama decirles a los cristianos que experimentan atracción hacia personas del mismo sexo que son exclusivamente depravados. Que Dios, siendo cruel, los ha puesto en una lucha de pecado que es más difícil que aquellos que te rodean. Tan difícil como parezca tu problema, debes saber que Cristo no te está llamando a rendir o a sacrificar más que cualquier otra persona. Sam Allberry nos recuerda:
Desde que me he abierto respecto a mis propias experiencias con la homosexualidad, un número de cristianos ha dicho cosas como esta: «el Evangelio debe ser más difícil para ti que para mí», como si tuviera que renunciar a más cosas que ellos. Sin embargo, el hecho es que el Evangelio exige algo de todos nosotros. Si alguien piensa que el Evangelio de algún modo se ha metido en su vida fácilmente, sin provocar ningún cambio mayor en sus estilos de vida y aspiraciones, es probable que no hayan comenzado realmente a seguir a Jesús en lo absoluto (Is God Anti-Gay? [¿Es Dios antigay?], p.10).
Como pastor,  tengo una vista de primera fila en el quebranto sexual de todos. Diariamente, recuerdo que la soledad no se resuelve con el matrimonio, que la intimidad no se alcanza al tener relaciones sexuales con alguien y el deseo no es satisfecho en los brazos de otro. Ya seas gay o heterosexual, casado o no casado, soltero sin compromiso o con compromiso, todos viven en algún estado de insatisfacción y de no realización sexual y emocional. Todos estamos rotos sexualmente. Cuando se trata de sexualidad, no hay diferencias.
2. Se necesita un pueblo
Si vas a mortificar tu atracción hacia personas del mismo sexo (Col 3:5), entonces debes saber que esto implicará una comunidad que da vida, que habla la verdad y que busca a Cristo. Como dice Paul Tripp: «Tu camino con Dios es un proyecto de comunidad». Dios no creó provisiones perdurables para tu lucha contra los deseos homosexuales fuera, o aparte, de la iglesia local. Reorientamos nuestras vidas alrededor del Evangelio al reunirnos regularmente con hermanos y hermanas cristianos (Heb 10:23-25). Las balas de gracia que necesitas para mortificar las atracciones hacia personas del mismo sexo llegarán a ti por medio de una comunidad centrada en Cristo. Una de las maneras primordiales en que Dios proveerá la gracia que necesitas será a través del ejercicio de tus dones (1P 4:10). Personalmente, tiendo más a caer en pecado cuando estoy aburrido y tengo mucho más energía para buscar cosas menores. Mis tentaciones tienen menos poder cuando estoy enlistado y enérgicamente comprometido en lo que Dios me ha llamado a hacer. A medida que recuestas tu cabeza en la almohada cada noche como alguien que ha sido rescatado para ell servicio a Cristo, tus afectos comenzarán a ser transformados hasta que encuentres vida, paz e identidad aparte de la atracción hacia personas del mismo sexo (Ro 8:5-6). Cuando se trata de mortificar las obras de la carne (Ro 8:13), se necesita un pueblo.
3. Llama a la caballería
Si realmente quieres lanzar un ataque con todo contra tu atracción hacia personas del mismo sexo, llama a la caballería. Las armas más potentes escondidas en los corazones de quienes te rodean. Confiesa tus pecados a creyentes confiables (Stg 5:16). La confesión es como tomar la radio y decirle a quienes te rodean que la ubicación precisa necesita ser bombardeada con gracia. Sin duda, algunas personas podrían no responder bien a tu vulnerable confesión, pero como dijo Spurgeon: «si algún hombre piensa poco de ti, anímate; no piensa lo suficientemente poco». Es mejor revelarte a alguien y no ser aceptado completamente por todos que nunca revelarte completamente a alguien y, por consiguiente, nunca ser aceptado en lo absoluto. Sugiero que comiences contándole a un amigo confiable y empapado del Evangelio. Si tienes demasiado miedo de hacerlo en persona, entonces escribe una carta. Sin embargo, amado, a menudo somos más débiles de lo que sospechamos. Quizás estés a cinco minutos de caer. Es tiempo de llamar a la caballería.
4. Finalmente, satisface tus deseos
Luchar contra tus deseos de atracción hacia personas del mismo sexo es solo el comienzo. La verdadera obra del cristiano es satisfacerlos total y completamente. Nuestros anhelos, por naturaleza, no nos darán paz hasta que sean satisfechos y es nuestro deber y deleite verlos satisfechos en Jesucristo (Sal 107:9). Entrégate completamente a satisfacer tus anhelos por intimidad, pero no en hombres mortales (puesto que cualquier homosexual practicante puede testificar que su relación no es totalmente satisfactoria), sino que en el hombre inmortal: Cristo mismo. John Piper dijo: «la teología puede conquistar a la biología». Por lo tanto, sal de la cama por un propósito principal: enamorarte perdidamente de Jesucristo. Lee libros tan prometedores, bellos y brillantes sobre Dios que tus atracciones al mismo sexo se desvanezcan en las sombras de la aburrida irrelevancia. Escucha sermones que abran tus ojos a tal gracia y gravedad que veas a Dios (Mt 5:8) y el pensamiento de buscar en cualquier otro lugar sea como mirar los cordones de tus zapatos cuando estás en la cumbre del Everest. Sé un sabueso de la gracia, siempre buscando el fresco aroma de Dios. Si eres un cristiano que está experimentando atracciones hacia personas del mismo sexo, continuamente recuérdate a ti mismo que la soledad se resuelve solo en Dios (Sal 63:1-2), que la intimidad es completa solo en Dios (Sal 63:3-5) y que el deseo es, ciertamente, sí es satisfecho solo en los brazos de Otro (Sal 63:6-8).

Sal y comparte

Sin embargo, podrías estar pensando: nunca puedo compartir mis luchas con alguien. Estoy demasiado familiarizado con ese sentimiento. Me tomó veinte años comenzar finalmente a compartir mi lucha con otros creyentes. Jesús nos dijo que contáramos el costo antes de seguirlo (Lc 14:28-33) y abrirse sobre sentir atracción hacia personas del mismo sexo podría tener un costo significativo para ti. Sacar a la luz tus atracciones hacia el mismo sexo te afectará en miles de maneras diferentes y algunas de ellas serán increíblemente dolorosas. No obstante, vale la pena. Cristo será expuesto más poderosamente en tu debilidad (2Co 12:9). El caminar cristiano agarra su ritmo cuando activamente buscamos ser menos vistos con el fin de que Cristo pueda ser visto como más (Jn 3:30). Para el cristiano que experimenta atracción hacia personas del mismo sexo, tengo la impaciente expectativa y esperanza de que, a medida que invites a otros a esta lucha, no te avergüences en lo absoluto, sino que con toda valentía ahora como siempre Cristo sea honrado en tu cuerpo, ya sea por vida o por muerte (Fil 1:20).
Christopher Asmus © 2018 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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¿Por qué soy así todavía?
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¿Por qué soy así todavía?

Como una tetera encima de la cocina, la presión continuaba subiendo dentro de mí hasta que la pregunta reventó: «Dios, ¿por qué me hiciste así?». Como nuevo creyente, y alguien que ha experimentado atracción hacia personas del mismo sexo por toda la vida, no podía evitar sentirme como si me hubiese tocado la peor parte. Pensé, si Dios es realmente bueno, ¿por qué simplemente no me quita estos deseos? Entonces, leí el libro de Tony Reinke sobre John Newton, en el cual, en un capítulo, Reinke describe la visión de Newton sobre el pecado que aún permanece en nosotros. Newton creía que la razón por la que Dios permite tentaciones pecaminosas en las vidas de los creyentes era que Él ha asignado propósitos para las tentaciones que obran para su gloria y, creanlo o no, para nuestro bien.

Cierta victoria

No te equivoques: el pecado es mortal, el pecado difama a Dios y mortificar el pecado por el Espíritu es el trabajo diario del cristiano (Ga 5:17). Por tanto, debemos hacer añicos nuestras tentaciones a pecar (Ro 8:12-13) y, sin descanso orar para que cesen, nunca asumiendo que depende de nosotros luchar contra ellas de por vida. Si eres un cristiano que lucha con la atracción hacia personas del mismo sexo, resuelve por medio del arrepentimiento diario arrancar esto desde las malezas y matarlo sin misericordia. Jesús murió para que pudieras morir a la atracción que sientes hacia personas del mismo sexo (1P 2:24). Y si persiste, a medida que luchas diariamente contra la atracción hacia personas del mismo sexo, tu victoria es segura. Newton escribe, «aunque el pecado haga guerra, no reinará; y aunque quiebre nuestra paz, no puede separarnos de su amor» (Newton on the Christian Life [Comentarios de Newton sobre la vida cristiana], 115). Tu atracción homosexual persistente podría tentarte y afligirte, pero si le haces guerra por el Espíritu, no puede separarte del amor de Dios (Ro 8:39). Desde esta posición de certeza centrada en Cristo, podemos ver cinco maneras en que las tentaciones que aún perduran en ti pueden, en realidad, obrar para tu bien.
1. Para percibir la gracia sustentadora
Las atracciones hacia personas del mismo sexo pueden ayudarnos a maravillarnos de su gracia sustentadora. Newton dijo que la obra de Dios en la vida de los pecadores es como «una chispa encendida en el agua», y que cada mañana que la llama de la fe continúa encendida debiéramos maravillarnos (116). Dios permite que los cristianos luchen con la atracción hacia personas del mismo sexo, primero porque solo después de que sentimos la intensidad de nuestras tentaciones podemos realmente sentir la fuerza superior de su gracia sustentadora que nos sostendrá hasta el final (1Co 1:8). Dios está liberándote progresivamente de la atracción que sientes hacia personas del mismo sexo (Fil 1:6), pero Él lo está haciendo de una manera que te permite percibir la fuerza y la terquedad del pecado para que así puedas maravillarte de cómo la gracia sustentadora demuestra ser aún más fuerte (Jud 24).
2. Para sentir la victoria de la cruz
Otro propósito que Dios tiene para la atracción que sientes por personas del mismo sexo es ayudarte a sentir, de una manera real y tangible, la victoria de la cruz. El cristiano que experimenta atracción hacia personas del mismo sexo no puede hablar de pecado en meros términos espirituales. Esta atracción nos fuerza a tener una profunda experiencia física con el poder del pecado, lo que significa para el cristiano, una profunda experiencia física con el poder de la cruz. La cruz de Cristo transforma esta atracción de un calabozo de oscuridad en un trampolín de triunfo. Por medio de la obra consumada de Cristo en la cruz, tu atracción hacia personas del mismo sexo ya no tienen una fuerza que obliga (Ro 6:6-7), sino que una fuerza que impulsa, una oportunidad para ir hacia dirección de Dios, aferrándose a Cristo y adorándolo a Él. Cada vez que te sientas triste por los efectos que persisten de la atracción que sientes hacia personas del mismo sexo, levántalos, cantando: «El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley; pero a Dios gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1Co 15:56-57). Dios quiere que la atracción que sientes por personas del mismo sexo cree un aprecio palpable de la victoria de Cristo en la cruz.
3. Para ser humillado
Otra razón por la que Dios te permite experimentar la atracción indeseada hacia personas del mismo sexo es para ser humillado. Dios tiene la intención de que la atracción que sentimos cultive una humildad verdadera y una dependencia en Cristo. Newton nota que si un marino escapa con vida de una tormenta en mar abierto, él estará agradecido, pero pronto olvidará su liberación. No obstante, si un marino escapa «de una tormenta tras otra, de un oleaje tras otro, de una experiencia con la muerte tras otra experiencia con la muerte», como lo describe Reinke, él estará mucho más agradecido y humillado cuando llegue a salvo a puerto (116). El cristiano que experimenta atracción hacia personas del mismo sexo, como cualquier otro cristiano acosado por tentaciones, «está a salvo en el camino a casa, pero no arrogantemente a salvo» (116). En lugar de ello, él esta humilde y agradecidamente a salvo. Deja que cada oleada de esta atracción y cada ola de tentación te empujen, en humilde gratitud, al puerto que es Jesucristo.
4. Para saborear la dulzura de Jesús
Newton escribe sobre los cristianos que están muy familiarizados con el pecado que aún persiste en ellos: «no habrían conocido tanto de Él, si no hubiesen conocido tanto de sí mismos» (118). Los cristianos cuyos pecados los rodean como abejas pululando (que diariamente experimentan la falsedad de sus corazones y la debilidad de su carne), cuando descubren que ahora pueden permanecer justos ante Dios por medio de Cristo (Ro 3:24), como una taza de agua fría en una lengua seca como el desierto, el Salvador sabe más dulce. Dios ha planeado que tu atracción hacia personas del mismos sexo pueda ayudarte a sentir una absoluta necesidad de un Salvador, y por consiguiente, ayudarte a saborear mejor la dulzura del Salvador a medida que Él satisface todos tus anhelos y deseos (Sal 107: 9).
5. Para establecer tus esperanzas más allá de este mundo
Reinke resume el propósito final de Newton respecto de las continuas tentaciones al notar que nuestros pecados que aún permanecen «establecen nuestra esperanza en este día futuro, nos previenen de acumular tesoros en la tierra, nos preparan para la muerte y nos mantienen con una expectativa emocionante de la “libertad gloriosa” que vendrá» (119). Puesto que sabemos que toda inclinación a pecar un día será completamente quitada (1Jn 3:2), la atracción hacia personas del mismo sexo anhela el día de su remoción final y completa. Hasta ese día, Dios estará obrando todo en tu vida (incluso tus tentaciones persistentes) para tu bien. Newton escribe: «Si [nuestros pecados persistentes] nos hacen más viles a nuestros propios ojos y hacen a Jesús más precioso para nuestros corazones, no deben herirnos; al contrario, debemos clasificarlos dentro de todas las cosas que deben obrar para nuestros bien» (119). En las manos de la fe, cualquier atracción hacia personas del mismo sexo que aún experimentes debe entusiasmarte explosivamente y centrar tu radar en el día en que toda mentira, tentación y obstáculo para tu gozo en Jesús será quitado de tu corazón y verás qué bien Dios ha estado obrando para ti desde el principio. Que esta atracción te ayude a fijar tu atención en la satisfacción superior que te espera (Sal 16:11).
Christopher Asmus © 2019 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.